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martes, 9 de marzo de 2021

DIÁLOGO ISLAMO-CRISTIANO


La visita del Papa Francisco a Irak desde el diálogo islamo-cristiano

por Gonzalo Villagrán Medina

CLAVES:
  • Pocos de nosotros hubiéramos pensado que esos pasos revolucionarios se darían finalmente en el ámbito del diálogo islamo-cristiano
  • Esta atención del Papa al encuentro con la tradición islámica es una expresión plenamente coherente de una mirada más honda al mundo que quiere ser universal y trabajar por el bien de la humanidad
  • Hay voces críticas con estos gestos del Papa que quisieran que todo paso de acercamiento al islam fuera acompañado de una claridad absoluta de sus implicaciones teológicas. Sin embargo, los impresionantes frutos que están dando estos encuentros que buscan trabajar por la paz nos muestran la fuerza motora del diálogo sobre las obras

Del primer Papa latinoamericano, nacido en Argentina, cercano a la Teología del Pueblo – versión argentina de la teología de la liberación – y promotor de la labor de los curas villeros en los arrabales de Buenos Aires se podrían esperar muchas cosas revolucionarias. Me parece que pocos de nosotros, sin embargo, hubiéramos pensado que esos pasos revolucionarios se darían finalmente en el ámbito del diálogo islamo-cristiano.

El papa Francisco visitó Jerusalén en 2014 y ante el muro de las lamentaciones se abrazó a un rabino y a un musulmán amigos suyos. En 2017 el Papa visitó Egipto lo que incluyó una histórica visita a la Universidad de Al-Azhar y un encuentro con su Gran Imán Ahmed Al-Tayyeb. En 2019 el Papa visitó los Emiratos Árabes Unidos, en plena península arábiga, tierra de Mahoma, donde firmó el Documento sobre la Fraternidad Humana, también llamado de Abu Dhabi, con el Gran Imán Al-Tayyeb, un documento que implica un paso nunca imaginado de entendimiento con una gran autoridad del islam suní.

En estos días el Papa Francisco visita Irak, primera visita de un Papa a este país, antigua Mesopotamia, lugar de nacimiento de Abraham. Irak es también un país asolado por la guerra y el terrorismo, donde se encuentran varias comunidades de cristianos de oriente conviviendo con una mayoría musulmana dividida entre suníes y chiíes.

Esta atención del Papa al encuentro con la tradición islámica es una expresión plenamente coherente de una mirada más honda al mundo que quiere ser universal y trabajar por el bien de la humanidad.

Esta atención tan sorprendente del Papa Francisco al encuentro con la tradición islámica no viene de una historia suya previa de conocimiento y cercanía a ella, aunque sí tiene amigos significativos musulmanes en Argentina. Es más bien expresión plenamente coherente de una mirada más honda al mundo que quiere ser universal y trabajar por el bien de la humanidad. El Papa tiene un bagaje histórico y biográfico que es el suyo, pero su preocupación es por el conjunto de la Iglesia y de la familia humana. Desde esa perspectiva el encuentro, diálogo y acercamiento a la tradición islámica es una clara urgencia y necesidad dadas las situaciones de conflicto y violencia que existen, y el hecho de que cristianos y musulmanes en 2050 supondrán el 60% de la población mundial.

¿Qué implicaciones concretas tiene el actual viaje a Irak en este camino de encuentro con la tradición musulmana?

Al Papa Francisco le gusta priorizar en sus viajes los países que no se visitan normalmente, los que hemos dado por perdidos, aquellos donde la población está sufriendo y que la comunidad internacional ha abandonado a su suerte.

En primer lugar, el viaje es, ante todo, una expresión de la atención a los más pobres y marginados que siempre presta el Papa Francisco. En esto recoge lo mejor de la tradición latinoamericana. Al igual que hizo al visitar la República Centroafricana, al Papa Francisco le gusta priorizar en sus viajes los países que no se visitan normalmente, los que hemos dado por perdidos, aquellos donde la población está sufriendo y que la comunidad internacional ha abandonado a su suerte. Irak, con las sucesivas guerras que ha sufrido, con el violento terrorismo y los conflictos entre suníes y Chiíes, es el mejor signo de esa parte de la población mundial que se da por perdida. Priorizando estos lugares para sus visitas, y no la vieja y tranquila Europa, el Papa Francisco llega a todos porque llega a los últimos.

El Papa se vuelca en un diálogo sobre las obras en las que quiere trabajar junto con las comunidades musulmanas para hacer frente a los grandes problemas del mundo, muy en concreto a la violencia y la guerra.

En segundo lugar, la visita a Irak vuelve a mostrar cuál es la aproximación que el Papa Francisco privilegia en el diálogo con el islam. Su preocupación no es el diálogo sobre el dogma o las afirmaciones teológicas, más bien parece que deja de momento de lado ese nivel del diálogo. Por el contrario, se vuelca en un diálogo sobre las obras en las que quiere trabajar junto con las comunidades musulmanas para hacer frente a los grandes problemas del mundo, muy en concreto a la violencia y la guerra. Ese mismo ángulo es el que adopta el documento de Abu Dhabi. Hay voces críticas con estos gestos del Papa que quisieran que todo paso de acercamiento al islam fuera acompañado de una claridad absoluta de sus implicaciones teológicas. Sin embargo, los impresionantes frutos que están dando estos encuentros que buscan trabajar por la paz nos muestran la fuerza motora del diálogo sobre las obras, capaz de tirar de otros niveles de diálogo, incluido el teológico. De hecho,esa misma estrategia, empezar trabajando juntos por el bien de los hombres y mujeres, fue la que siguió en sus primeros pasos el movimiento ecuménico a comienzos del siglo XX.

En tercer lugar, la visita a Irak implica ampliar y enriquecer la superficie de contacto con la tradición musulmana incluyendo a la comunidad chií. Hasta ahora los contactos y encuentros se habían dado prácticamente todos con líderes sunitas, como es el Gran Imán de Al-Azhar. En el viaje a Irak el Papa se ha encontrado con el Gran Ayatolá Ali Al-Sistani, líder Chií de Irak con influencia más allá de las fronteras del país. Este encuentro supone señalar otro interlocutor importante, en este caso chií, en la comunidad islámica para trabajar por la paz. Por una parte, da su lugar a esta corriente del islam que ha dado pasos de diálogo importantes en los últimos años, por otra parte, toma distancia del chiísmo oficial iraní de corte más político, y, finalmente, muestra la capacidad del cristianismo de ser mediador y pacificador en los conflictos internos del islam entre suníes y chiíes.

La visita a Irak supone un gesto eficaz de cercanía, apoyo y acompañamiento a las diferentes comunidades cristianas de oriente que sufren la violencia y la persecución en aquellas tierras.

Finalmente, la visita a Irak supone un gesto eficaz de cercanía, apoyo y acompañamiento a las diferentes comunidades cristianas de oriente – católicas, ortodoxas y de otras denominaciones – que sufren la violencia y la persecución en aquellas tierras. Los cristianos de oriente suscitan gran emoción para cualquier cristiano por su antigüedad, su riqueza ritual y su cercanía a los primeros cristianos. Pero a la vez que suscitan emoción son víctimas del olvido y de los frágiles equilibrios políticos de la zona que los utiliza como chivos expiatorios y moneda de cambio. El Papa viene a estar con ellos y experimentar lo que viven en medio del miedo y la inseguridad. Esta dimensión del viaje es la más ad intra de la Iglesia y probablemente la más entrañable.

Pero esta dimensión de su viaje, el acompañar a las comunidades cristianas de oriente, nos permite deshacer ciertas ideas preconcebidas muy presentes en nuestros entornos eclesiales. Con frecuencia se contrapone el diálogo con el islam con la atención y protección de los cristianos de oriente, como si fueran opciones opuestas. Sin embargo, el viaje del Papa a Irak muestra al mundo que ambas líneas de trabajo están íntimamente unidas: el acompañamiento y protección de los cristianos de oriente necesita del establecimiento de relaciones de confianza con las comunidades musulmanas con quienes conviven; por otra parte, al acompañar y estar cercanos a los cristianos de oriente descubrimos que estos son una pieza fundamental en oriente próximo al ser un tercero neutral que puede ayudar a musulmanes suníes y chiíes, y otros, a sentirse parte de una misma sociedad y compartir un bien común más allá de la identidad religiosa.

Que sea un Papa argentino, testigo de la evolución de la Iglesia desde el Vaticano II en aquella tierra, quien dé estos pasos de encuentro con el islam es ciertamente sorprendente. Pese a todo, teniendo en cuenta los frutos que esos pasos de encuentro con el islam están dando y van a dar para la paz del mundo, no podemos sino estar agradecidos de esta aparente paradoja.





Gonzalo Villagrán Medina SJ 
Decano de la Facultad de Teología Universidad Loyola



FUENTE:
https://www.religiondigital.org/








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