Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

domingo, 30 de agosto de 2015

IV Encuentro Musulmán-Cristiano en Soria.

Presentamos un resumen del encuentro Musulmán - Cristiano celebrado en la jornada del sábado 29 de agosto en Soria

IV Encuentro Musulmán-Cristiano 
en Soria.


El encuentro organizado por la Comunidsd islámica de Soria, la Delegación de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la diócesis de Osma-Soria y la Iglesia Ortodoxa rumana en Soria, se realizó en un espacio precioso, la recién remodelada plaza Mariano Granados de Soria, donde además de distintas intervenciones y la lectura de un manifiesto hubo música multicultural, degustando de deliciosa comida y té de diversos países, en palabras de los organizadores "hemos compartido un precioso día de convivencia". Estuvieron además presentes miembros de la AAEI y también Da. Esther Pérez, Da. Teresa Valdenebro D. Javier Antón, en representación de la Diputación y el Ayuntamiento de Soria, respectivamente.









DONACIÓN DE SANGRE

Durante la jornada del IV Encuentro Musulmán-Cristiano en Soria. se realizó un gesto de donar sangre porque "Unidos en fraternidad, desde nuestras distintas identidades, hemos querido visibilizar que juntos podemos dar vida, no quitarla. Donando nuestra sangre, damos y compartimos nuestra vida".


La donación ha sido un éxito. La Hermandad de donantes de sangre recogió el doble de donaciones que en ocasiones normales, lo cual indica que la participación ciudadana ha sido magnífica. "Con este gesto de donar sangre, queremos mostrar que podemos dar mucho fruto, si nos unimos desde la diversidad, podemos construir esa cultura del encuentro tan necesaria en nuestra sociedad". 



MANIFIESTO


El Manifiesto fue leído por Ahmed El Boutaybi, presidente de la comunidad islámica de Soria, el P. Gabriel Danila, sacerdote de la Iglesia ortodoxa rumana en Soria y el P. Ángel Hernández Ayllón, delegado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la diócesis de Osma-Soria.


Buenos días, queridos amigos. 

Nos hemos reunido esta mañana musulmanes y cristianos porque queremos dar testimonio público de que el Amor que habita en nuestros corazones es la fuerza más poderosa del mundo. Estamos convencidos de que desde el conocimiento mutuo, el respeto y la buena relación entre las distintas religiones, podemos contribuir en gran manera a tejer esa red de amor que tanto necesita la sociedad en la que vivimos y cada uno de nosotros en particular. 

Hoy todos los que estamos compartiendo en esta plaza soriana este momento de fraternidad, creemos que el diálogo interreligioso es una condición necesaria para la paz en el mundo y en nuestra realidad más cercana. Y, por lo tanto, es un deber de todos el llevarlo a cabo, con nuestras palabras y sobre con nuestras actitudes y acciones en la vida.
En un mundo en el que imperan las divisiones, los enfrentamientos, los recelos, las sospechas, los intereses… nosotros hoy queremos decir con este gesto materializado en la donación de sangre, que es posible que entre todos colaboremos en la construcción de una sociedad que se fundamente en el amor que nos debemos unos a otros. 

Nosotros, creyentes de distintas religiones, queremos unir nuestras voces y nuestras vidas para aportar a la sociedad lo mejor que tenemos, dar testimonio común de amor, de fraternidad. Demostrar que juntos podemos construir, no destruir, progresar, no retroceder; sumar, no restar; unir no dividir. Y decirlo con nuestras vidas. 

Uniéndonos en todo lo que podamos, seremos capaces de llevar a los demás nuestro deseo de movernos en una cultura del encuentro, una cultura que nos permita acercarnos, conocernos, amarnos. Desde nuestro día a día sencillo, con nuestras familias y vecinos, en nuestros lugares de trabajo, en los colegios, con los amigos o en la calle, todos podemos contribuir a la creación y expansión de esta actitud de apertura hacia los demás, hacia los diferentes, con los que convivimos y compartimos la vida. 

“La reconciliación es un bien” (4:128), nos dice un verso coránico, “Manteneos, pues, conscientes de Dios y haced la paz entre vosotros” (8:1), nos recuerda otro texto del Corán; ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu inteligencia, y a tu prójimo como a ti mismo’, nos dice Jesús en el Evangelio de Lucas, cap. 10, en el pasaje del Buen Samaritano. 

En este espíritu de reconciliación y de búsqueda del bien de los demás, cristianos y musulmanes, damos sangre juntos, damos vida juntos y levantamos nuestras voces para mostrar nuestra voluntad de convivir siempre en paz, de convertir en riqueza nuestras diferencias, de aunar esfuerzos por hacer un mundo más justo, de defender en toda ocasión la vida y la dignidad de la persona, de tratarnos todos como hermanos y de compartir, en la medida de lo posible, desde nuestras identidades propias, la Verdad y el Bien.
Esta actitud, esta esperanza compartida que nos reúne hoy, llena de alegría nuestros corazones y así queremos transmitirlo, con sencillez y humildad, desde el amor que nos une como hermanos. Donamos nuestra sangre, compartimos la vida. 

Muchas gracias.

La jornada continuó con distintas intervenciones, concluyó con saludos y gestos de fraternidad, cpon una comida fraterna, con música y con esperanza, "dados los tiempos difíciles que estamos viviendo y sufriendo todos a causa del terrorismo y fanatismo de una minoría que hace mucho daño".

INTERVENCIONES






GESTOS





FRATERNIDAD





Fotografías gentileza de "Abre tus manos" Soria.


viernes, 28 de agosto de 2015

SAN AGUSTÍN Y LA UNIDAD DE LA IGLESIA

En la festividad de San Agustín, publicamos este artículo de nuestro buen amigo y colaborador el Dr. Pedro Langa

SAN AGUSTÍN Y LA UNIDAD DE LA IGLESIA

“Fresco de Letrán (s. VI), representando a san Agustín con un libro en la mano, no sólo para expresar su producción literaria, que tanta influencia ejerció en la mentalidad y en el pensamiento cristianos, sino también para expresar su amor por los libros, por la lectura y el conocimiento de la gran cultura precedente” (Benedicto XVI, 20.2.08)

El 28 de agosto del 430 moría en Hipona (hoy Annaba: Argelia) san Agustín, padre y doctor de la Iglesia y posiblemente el teólogo que, hasta la fecha, haya insistido más en la unidad. Mayormente por el contencioso católico-donatista, donde puede uno dar con perlas como esta: “El mundo entero está seguro al emitir este juicio: securus iudicat orbis terrarum(C. Ep. Parm. 3, 4, 24; P. Langa: BAC 498, p. 363, n. 20), tan decisiva en el proceso de conversión del hoy beato cardenal John Henry Newman. Innumerables se antojan las frases que pregonan su ardiente amor a la madre Iglesia, de la que no cesó de proclamarse siervo suyo, hijo y pastor fidelísimo. 

Ahora que su amada tierra África sufre convulsa por el fenómeno yihadista, viene a la mente sin querer aquel brazo armado de la Iglesia cismática denominado circunceliones, temibles guerrilleros y turba descerebrada proclive al crimen suelto y la emboscada traidora. Pretendían acabar con la Católica de los años agustinianos. De yihadistas y circunceliones cabría decir tal para cual si no fuera porque las comparaciones son odiosas. Pero algo de verdad habrá cuando no pocas veces anida en semejante dicho el recurso a la comparanza para el discurso serio y la oratoria solemne. Cabe por de pronto hacerlo con el ferviente amor de san Agustín a la unidad eclesial, argumento de mucho fundamento en el ecumenismo. Sirvan de prueba tres razones no más, entre las muchas que podrían traerse. 

1) El amor a la verdad resulta en san Agustín casi obsesivo; es cuestión de estilo, compostura y actitud. Hoy en el ecumenismo importa convencerse de que la verdad no es monopolio de nadie. La frase al respecto valdría para semanas y congresos ecuménicos: “No sea la verdad ni mía ni tuya para que sea tuya y mía” (In ps.103, s. 2,11), modo implícito de reconocer que el ecumenismo se sustancia en compartir. Porque la verdad, como la caridad, ciertamente es difusiva, comunicable. Y el modo ideal de hacerlo es compartiéndola. La verdad según san Agustín es, además, conquista diaria, enriquecimiento perenne, vida y luz de los hombres. 

2) El Hiponense, por otra parte, amaba la armonía y el orden, y era monje obispo dado a vivir en unidad inclusive por quehacer temperamental. Unidad y catolicidad son en su deliciosa prosa conceptos que acuden a la pluma con grata querencia, de modo que el rico vocabulario que maneja sobre la reunión tiene de forma indeclinable, como seguro puerto de llegada, la unidad eclesial. En la carta a Maximino, precisa: “Cuantos nos conocen saben que ni tú eres obispo mío ni yo soy presbítero tuyo… Cuando te llamo hermano, no te pasará inadvertido que tenemos un precepto de llamar hermanos aun a aquellos que se niegan a ser hermanos nuestros; y eso tiene un gran valor para el debate que motiva esta carta” (Ep. 23,1). Demuestra también él la unidad de la Iglesia con el Espíritu Santo, su alma y su energía y quien la habita y es, a la postre, artífice de la paz, la caridad, y la concordia fraterna. 

3) Fue asimismo pródigo, en fin, hablando del escándalo de la división, “calamidad de la discordia” -decía él-, tema que el Vaticano II no soslayó en el decreto Unitatis redintegratio. Cualquier cisma, admítase o no, atenta contra Cristo y jamás podrá atribuírsele sentido cristiano. Separarse de la unidad de Cristo y permanecer en tal separación es, siendo así, un gran mal. La división de las Iglesias, por tanto, constituye también para el Obispo de Hipona un monumental escándalo “para el mundo y daña a la causa santísima de la predicación del Evangelio a todos los hombres” (UR, 1). Su razón de teólogo y doctor de la Iglesia es, al respecto, irrebatible: “No puede ser glorificado el Padre por el conocimiento de los hombres sin conocer también a aquel por quien es glorificado y por quien el Padre llega al conocimiento de los pueblos” (In Io.ev.tr.106, 3). En frases así, bien talladas como se ve y dignas del granito, san Agustín resulta en ocasiones contundente de puro claro: “No tienen el amor a Dios los que no aman la unidad de la Iglesia” (De b. 3, 16,21)

“Colocada la doctrina de la verdad en la cátedra de la unidad” (Ep. 105,16), pues, y con las Escrituras en común, ¿por qué no retener de igual modo juntos a Cristo y a la Iglesia? La victoria es siempre de la verdad, nunca de los hombres (Serm. 296). De ahí que el ecumenismo no tenga ni vencedores ni vencidos, solo un mensaje sencillo, armonioso y claro: “honrar, amar y predicar a la Iglesia santa nuestra madre” (Serm. 214,11). Sea san Agustín en esta fiesta de su muerte, durante el asedio a Hipona por los vándalos, por tanto, firme valedor de los ecumenistas, de aquellos que, al practicar la unidad en la verdad, saben anteponer la Iglesia a los partidismos, el amor de Dios a las conveniencias y el querer de Cristo a los caprichos de quienes prefieren jugar a la baja. Por eso mismo la unidad eclesial no puede ser entendida, según nuestro genial Neoplatónico, sin el amor unitario de la Trinidad adorable, raíz del ecumenismo con mayor número de quilates que quepa imaginarse. 

Consuela saber que algunos círculos religiosos altamente cualificados de Argelia, país con el 98% de confesión musulmana, saben reconocer en san Agustín al más célebre representante de la Iglesia católica y de la literatura religiosa de lengua latina (15); al arquitecto d’un parthénon littéraire (10); al ilustre númida, en fin, hoy ciudadano de la humanidad entera, le plus grand maître après les Apôtres de l’Église catholique (11), según el presidente musulmán de Argelia, Abdelaziz Buteflika (Augustinus afer, Actes du colloque international Alger-Annaba, 1-7 avril 2001. Éd. Un. Fribourg 2003, 2 vols: vol. 1). También los ecumenistas, por eso, pueden hacer suyo en esta fiesta y repetirlo para sí: Augustinus semper noster!

Benedicto XVI durante la celebración de las Vísperas en la Basílica de San Pedro in Ciel d’Oro, ante el mausoleo que guarda las reliquias de san Agustín, Pavía, 22 de abril de 2007
Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA 
Teólogo y ecumenista.
28 de agosto de 2015





jueves, 27 de agosto de 2015

VIGO: CATÓLICOS, ORTODOXOS Y ANGLICANOS, JUNTOS


Católica, Ortodoxa y Anglicana, tres iglesias del Libro juntas en Vigo

La buena relación entre las tres congregaciones se demuestra cada año en el octaviano, la oración por la unión de los cristianos

por ANA BAENA. Vigo

Católicos, ortodoxos y anglicanos conviven en la ciudad. Conforman las iglesias cristianas denominadas del Libro, porque siguen la interpretación original de la Biblia. Tradición e historia explican el predominio de la Iglesia de Roma. Incluida en la diócesis de Tui- Vigo, está encabezada por el obispo Luis Quinteiro Fiuza. Con 276 parroquias, cuanta por cientos de miles sus feligreses. “Mantenemos una relación de cordialidad con el resto de las iglesias, en muchos casos, les cedemos locales para que instalen sus lugares de culto”, señalan fuentes del obispado. Siguiendo las directrices de los últimos papas desde Juan XXIII a Francisco, en Vigo también se procura una aproximación entre ellas. Así, el responsable diocesano de Relaciones Intercofesionales, Ramón Otero, organiza cada año el Octaviano, una oración de ocho días del 18 al 25 de enero por la unidad de las iglesias cristianas.


Minoritarios, pero con arraigo en ciertos ámbitos de la ciudad, se encuentran los centros ortodoxo y anglicano. Con el Padre Basilio al frente, la parroquia ortodoxa de La Madre de Dios de la Pasión, en la calle Santa Tegra, 14 (Chapela), da consuelo a unas 30 almas, en su mayoría, vecinos del barrio. Instalada desde 1990, depende del Patriarcado de Serbia. Su obispo, Vladyka Luka, visitó la congregación en 2010. “No soy extranjero, soy de Vigo, conocí esta religión en Portugal, me llamó tanto la atención hasta convertirme en sacerdote”, apunta el Padre Basilio. Comerciantes de máquinas de coser jubilado, combinó sus deberes como pastor con su trabajo, “hay que ganar el pan con el sudor de la frente”. Casado con cinco hijos, destaca de su iglesia que “mantiene los fundamentos originales, exige firmeza en la viña del Señor e invita a ver la espiritualidad del día a día”. Celebra oficios religiosos una vez a la semana, el domingo a las 10 horas.

La comunión anglicana está representada por la Iglesia Episcopal del Poderoso Salvador. Situada en Travesía de Vigo, 77, está adscrita a la Iglesia Española Reformada. La dirige el reverendo Francisco Javier Alonso. En 2011 recibió la licencia eclesiástica. Reconoce que “hay cierta confusión entre la Iglesia inglesa y la comunidad anglicana, todas seguimos principios básicos, pero no dependemos de la reina británica ni del arzobispo de Caterbury; la hay en 170 países y cada una es nacional”. Casado, con tres hijos, el reverendo trabaja como perito judicial. Anteriormente fue sacerdote ortodoxo: “Me encuentro mejor aquí porque tiene un mayor aperturismo; la comunidad anglicana es más liberal con los temas de género, la mujer puede ocupar los mismos cargos eclesiásticos que el hombre y es más progresista en asuntos como el divorcio”. En Vigo hay entre 35 y 40 anglicanos. En julio, los hermanos, Luis y Lorens, se incorporaron a la congregación al recibir el bautismo. Hay oficio vespertino, los sábados a las 13 horas; catequesis y oración, los jueves a las 20.30 y Eucaristía, los domingos, a las 11 horas.


FUENTE:
http://www.atlantico.net/


miércoles, 26 de agosto de 2015

DEFENSORES DE LA FRÁGIL CONVIVENCIA PACÍFICA ENTRE LAS RELIGIONES

Defensores de la frágil convivencia pacífica entre las religiones


Intervención de Manuel Barrios (*) en el acto interreligioso: La cultura de la paz en el Cristianismo y el Islam Fundación Alulbeyt, Madrid, jueves 7 de mayo 2015


La declaración Nostra aetate del Concilio Vaticano II, de la que pronto, el 28 de octubre de este año, se va a cumplir el quincuagésimo aniversario de su promulgación, y que es un documento fundamental para saber el modo en que la Iglesia católica entiende su relación con las religiones no cristianas, terminaba afirmando lo siguiente:

La Iglesia, por consiguiente, reprueba como ajena al espíritu de Cristo cualquier discriminación o vejación realizada por motivos de raza o color, de condición o religión. Por esto, el sagrado Concilio, siguiendo las huellas de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, ruega ardientemente a los fieles que, «observando en medio de las naciones una conducta ejemplar», si es posible, en cuanto de ellos depende, tengan paz con todos los hombres, para que sean verdaderamente hijos del Padre que está en los cielos. (Nostra aetate, 5)

Este documento de la autoridad suprema de la Iglesia católica, de todos los obispos reunidos con el sucesor de Pedro, significó un gran cambio en su forma de entender y vivir la relación con las demás religiones. Aunque los primeros borradores del documento que se debatieron en el proceso conciliar trataban sobre todo de la relación de la Iglesia con el judaísmo, en el documento finalmente aprobado se habla de otras religiones y también del Islam, afirmando lo siguiente:

La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno.

Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres. (Nostra aetate, 3)

A lo largo de estos últimos 50 años muchas cosas han cambiado, tanto en el orden civil como en el mundo musulmán y cristiano. Sobre todo destacaría el surgir de diversas formas de fanatismo en las dos tradiciones religiosas que en algunos sectores tienen mucha pujanza; un surgimiento del que Occidente con su política exterior y su cultura secularista es en parte responsable. Estos fanatismos en muchos casos no respetan el derecho fundamental a la libertad religiosa o incluso el valor sagrado de toda vida humana. Como muestra de este cambio que yo llamaría ‘epocal’, que ha tenido lugar en estos últimos años, puede valer lo que el papa Francisco decía hace algunos días a los obispos de Benín acerca de la fragilidad de la convivencia pacífica entre las religiones:

"De hecho, es necesario favorecer en vuestro país —naturalmente sin renunciar para nada a la verdad revelada por el Señor— el encuentro entre las culturas, así como el diálogo entre las religiones, en particular con el islam. Es sabido que Benín es un ejemplo de armonía entre las religiones presentes en su territorio. Es necesario estar vigilantes, teniendo en cuenta el actual clima mundial para conservar esta frágil herencia." (Discurso del Santo Padre Francisco a los obispos de la Conferencia Episcopal de Benín en Visita Ad limina apostolorum – Lunes 27 de abril 2015)

De hecho, quizás de los que más nos hemos dado cuenta en estos últimos años es de la fragilidad de la convivencia pacífica entre personas de distintas etnias, creencias y religiones. Nos asombra a todos la facilidad con la que surge el odio, el terror y la violencia de la noche a la mañana entre personas y gentes que poco antes convivían pacíficamente sin tener en cuenta sus diferencias. Hemos sido testigos y estamos siendo testigos de ello en Oriente Medio, en la ex-Yugoslavia, en Ruanda, en Siria, en varios otras regiones, y también, como bien saben los miembros de esta Fundación que hoy nos acoge, en Iraq.

¿Qué podemos y debemos hacer las personas religiosas para defender esta frágil convivencia de la que hablaba el papa Francisco a los obispos de Benín? Creo que el camino, junto al respeto del derecho fundamental a la libertad religiosa que todos debemos defender y promover como algo innegociable, es el de la educación y la formación de los corazones para la paz, para vencer el odio y el miedo que anidan dentro de nosotros y que son muy fáciles de provocar. En ese documento que comentaba al principio de mi intervención del Concilio Vaticano II se habla de la paz citando tres importantes textos del Nuevo Testamento. Uno de ellos es del apóstol Pablo que en su carta a los Romanos exhorta a los cristianos de la capital del Imperio de entonces, que muchas veces persiguió a los cristianos y que en el libro del Apocalipsis es llamada ‘la gran prostituta sentada sobre las siete colinas’ (cfr. Libro del Apocalipsis 17, 9), a mantener la paz aún en un contexto adverso:

«En la medida de lo posible y en lo que dependa de vosotros, manteneos en paz con todo el mundo» (Carta a los Romanos 12, 18), les decía el apóstol a los cristianos de Roma.

Los cristianos descubrimos sobre todo en nuestras Sagradas Escrituras lo que significa paz, lo que implica el don de la paz, el camino para alcanzarla y los atajos falsos, y su relación inescindible con la justicia y la libertad. La palabra paz en la Biblia significa no solo ausencia de guerra, sino también bendición, plenitud, reposo, riqueza, salvación vida, seguridad. Es lo que deseamos al otro cuando nos encontramos con él o nos despedimos: salamalec. Sin embargo, en la Biblia la paz es también un estado que hay que conquistar, que es fruto y signo de la justicia, que surge cuando se vence el pecado y el mal, cuando hay verdadera libertad.

Así lo afirma el profeta Isaías: «La obra de la justica será la paz, su fruto, reposo y confianza para siempre» (Libro de Isaías 32, 17);

Al que le hace eco el apóstol Santiago: «El fruto de la justicia se siembra en la paz para quienes trabajan por la paz» (Carta de Santiago 3, 18).

Jesús llama bienaventurados a los que trabajan por la paz y son perseguidos a causa de la justicia: «Dichosos los que trabajan por la paz porque serán llamados hijos de Dios» (Evangelio de Mateo 5, 9).

En las palabras de los profetas y en la reflexión de los sabios de Israel la paz podía venir solo venciendo el mal y la injusticia. Sin embargo, la experiencia humana muestra otra realidad: el triunfo muchas veces del mal y la injusticia en este mundo y la buena dicha que mucha veces acompaña la vida de los impíos. De ahí que en la Biblia la paz se fue viendo cada vez más como fruto de una intervención divina futura. El mismo Isaías profetizó un ‘príncipe de la paz’ que traería el ‘derecho a las naciones’ y un ‘siervo doliente’ que con su sacrificio anunciaría cual sería el precio de la paz (cfr. X. Léon Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica, Herder 2002; entrada: paz).

Para los cristianos es Jesús el que cumple estas profecías. Es él el que con su muerte y resurrección vence definitivamente el pecado y el mal y nos trae la verdadera paz que el mundo marcado por el pecado no nos puede dar. Él es ‘nuestra paz’; él es el que con su sacrificio ‘derrumbó el muro que nos separaba’ y nos liberó del miedo a la muerte que nos mantiene esclavos. Sin embargo, hasta que el pecado nos sea vencido del todo en todo ser humano, hasta que él no vuelva para instaurar definitivamente su reino de paz y justicia, la paz sigue siendo una realidad venidera y una tarea a realizar por todos. Los cristianos unidos al Señor, con su espíritu, siguiendo sus huellas, estamos llamados a ser constructores de paz no respondiendo al mal con mal, sino venciendo el mal a fuerza de bien.. Éste es para los cristianos el camino para llegar a la paz: la purificación del corazón, la formación de las conciencias, el compromiso por la justicia, la superación de las estructuras de pecado e injusticia presentes en nuestro mundo, y sobre todo, el vencer en nuestra vida personal el mal con el bien.


Sin embargo, junto a este compromiso que tenemos todos los seguidores de Jesús, hay una tarea que nos incumbe a todos, a todos los hombres de buena voluntad y que es fundamental para poder mantener esa ‘frágil convivencia pacífica’ entre personas de diferentes creencias de la que habla el papa Francisco. Este compromiso, esta tarea, es la defensa y promoción de la libertad religiosa como derecho fundamental de toda persona humana que se basa en su misma dignidad inalienable. Libertad que implica la no coacción externa en temas de religión como afirma también el Profeta, coacción que puede ser física, pero también social, privando de los mismos derechos de ciudadanía a las minorías religiosas. Este derecho a la libertad religiosa requiere que se respete la libertad de toda persona a creer lo que le dicte su conciencia, a vivirlo privada y públicamente y a cambiar su fe cuando así lo sienta. Cuando no se respeta este derecho fundamental, como desgraciadamente pasa en varios países de tradición musulmana, no puede haber paz ni convivencia pacífica.

Al comienzo de mi intervención citaba un documento importante del Concilio Vaticano II que significó un cambio para la Iglesia católica en su forma de entender y vivir su relación con las demás religiones: la declaración Nostra aetate. Otro de los documentos importantes del Concilio que se aprobó en la misma sesión pero ya en el último día de trabajo, el 7 de diciembre de 1965, y que significó un cambio igualmente radical para la Iglesia católica, esta vez en su forma de entender la relación entre el hombre y la verdad, fue la declaración Dignitatis humanae sobre la libertad religiosa. 

En ella se afirma lo siguiente:

Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. 

Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural. Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad, de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil. (Dignitatis humanae, 2)

Me gustaría terminar mi intervención con un texto del papa Francisco en el que se resumen los temas que he intentado exponer, un texto extraído de un documento, una Exhortación Apostólica, que quiere ser un documento programático, una hoja de ruta para la Iglesia católica en los próximas años. Dice así el papa Francisco en este documento que lleva por título La alegría del evangelio:

Abrazo judío-católico-musulmán
Una actitud de apertura en la verdad y en el amor debe caracterizar el diálogo con los creyentes de las religiones no cristianas, a pesar de los varios obstáculos y dificultades, particularmente los fundamentalismos de ambas partes. Este diálogo interreligioso es una condición necesaria para la paz en el mundo, y por lo tanto es un deber para los cristianos, así como para otras comunidades religiosas…

En esta época adquiere gran importancia la relación con los creyentes del Islam, hoy particularmente presentes en muchos países de tradición cristiana donde pueden celebrar libremente su culto y vivir integrados en la sociedad… Los cristianos deberíamos acoger con afecto y respeto a los inmigrantes del Islam que llegan a nuestros países, del mismo modo que esperamos y rogamos ser acogidos y respetados en los países de tradición islámica. ¡Ruego, imploro humildemente a esos países que den libertad a los cristianos para poder celebrar su culto y vivir su fe, teniendo en cuenta la libertad que los creyentes del Islam gozan en los países occidentales! Frente a episodios de fundamentalismo violento que nos inquietan, el afecto hacia los verdaderos creyentes del Islam debe llevarnos a evitar odiosas generalizaciones, porque el verdadero Islam y una adecuada interpretación del Corán se oponen a toda violencia. (La alegría del evangelio, 250, 252, 253)

¡Muchas gracias!

(*) Manuel Enrique Barrios Prieto
Nació en Madrid en 1962, de padres canarios (La Gomera). Por motivos familiares vivió en Italia su niñez y juventud, estudiando el bachillerato en un colegio inglés (St. George's English School-Rome). Se formó como sacerdote en el Pontificio Seminario Mayor de San Juan de Letrán y fue ordenado sacerdote en esa misma basílica el 21 de Mayo de 1988. Estudió Filosofía y Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana obteniendo el título de Doctor en Teología con una tesis sobre el teólogo anglicano John Macquarrie. También estudió Psicología por la UNED, consiguiendo la licenciatura en 1998 con especialidad en Psicología Clínica. Es Master en Psicoterapia por la Universidad Pontificia de Comillas. Es intérprete jurado de italiano por el Ministerio de Asuntos Exteriores. En la diócesis de Madrid ha sido Delegado Episcopal de Pastoral Familiar, arcipreste de Barajas y profesor de teología en los Institutos de Ciencias Religiosas San Agustín y San Dámaso. Actualmente es Director del Secretariado de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española, y en la diócesis de Madrid Delegado Episcopal de Relaciones Interconfesionales y párroco de Santa Catalina de Alejandría.

FUENTE:


lunes, 24 de agosto de 2015

NUEVO DELEGADO DE ECUMENISMO DE LA DIÓCESIS DE MÁLAGA

Rafael Vázquez Jimenez, 
ha sido nombrado 
Delegado Diocesano de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso en Málaga

Desde la Fundación Lux Mundi - Centro Ecuménico nos pasan la siguiente información:

Rafael Vázquez Jimenez
Es para nosotros un placer informar que recientemente fue nombrado Don Rafael Vázquez Jimenez, como Delegado Diocesano de Ecumenismo en Málaga

Don Rafael actualmente es párroco de la Iglesia de san José en Fuengirola, profesor en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Pablo (Málaga) y ha demostrado una gran vocación y dedicación al ecumenismo, no solo en su trabajo sino en su colaboración y cercanía al centro Lux Mundi. Le felicitamos y nos ponemos a su disposición para continuar la labor que el P. Rodrigo Ruiz Serrano llevó a cabo por muchos años.

Agradecemos también al P Rodrigo, quien continúa siendo Director de la Fundación Lux Mundi, desde donde continuaremos apoyando, difundiendo y promoviendo el ecumenismo en la Diocesis y estrechando los vínculos de unión con otras Iglesias Cristianas.

Estamos seguros que el ecumenismo en Málaga ha sido bendecido con este nombramiento y que todos los que formamos parte de este movimiento seguiremos colaborando con Don Rafael con la misma dedicación y entrega.


Reproducimos una entrevista que realizó Encarni Llamas Fortes a Rafaél Vázquez, con motivo de apertura del curso para los centros formativos diocesanos de Málaga en 2013, publicada en www.diocesismalaga.es

Rafael Vázquez: «Cuando hay deseos de dialogar y de buscar la Verdad, siempre hay caminos» 

«El ecumenismo me ha enseñado a buscar la Verdad, a salir de nuestros castillos infranqueables», así de contundente se muestra Rafael Vázquez (Marbella, 1978), sacerdote diocesano, doctor en Teología Dogmática, que dictará la lección inaugural de apertura del curso para los centros formativos diocesanos el próximo viernes, 4 de octubre, a las 18.30 horas, en el Seminario Diocesano. El tema elegido es el ecumenismo, sobre el que también profundizó en su tesis doctoral. Este joven sacerdote está convencido de que «el gran camino para el diálogo es Jesucristo»

–Se ha especializado en ecumenismo, diálogo entre las distintas confesiones cristianas. ¿Ha encontrado de verdad caminos de diálogo?

–Cuando hay deseos de dialogar y de buscar la Verdad, siempre hay caminos. El mundo del ecumenismo me ha enseñado a buscar la Verdad, a salir de nuestros castillos infranqueables, a ponerme en el lugar del otro para tratar de entender sus razones, a superar prejuicios, y a descubrir que toda falta de entendimiento lleva la marca del error y el pecado. El gran camino para el diálogo es Jesucristo, y el rostro que de Él nos muestran la Sagrada Escritura y la Tradición viva de la Iglesia. El ecumenismo requiere de una conversión auténtica a Él, con toda nuestra mente, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma. Y, así, el resto de dificultades y cerrazones se irán disipando poco a poco.

–Será el tema también de su lección inaugural, ¿cómo la va a enfocar en este Año de la fe?

–El tema estará centrado en la cuestión ecuménica, concretamente en la visión que las distintas confesiones cristianas tienen de la Iglesia. A lo largo del camino ecuménico se han afrontado muchos temas, en los que se han llegado a considerables acuerdos: la justificación, la tradición, los sacramentos, etc. El movimiento ecuménico estudia actualmente la posibilidad de alcanzar una visión común de la realidad de la Iglesia. Creo que enfocar la lección inaugural desde la cuestión ecuménica podrá suscitar en los alumnos de nuestros centros teológicos el deseo de responder a la invitación de Jesús: “Que todos sean uno”.

–¿Qué podemos hacer los cristianos de la Diócesis en favor del diálogo interconfesional?

–Yo diría que el mejor programa ecuménico pasa por acoger la invitación que nos hacía el papa emérito Benedicto XVI al convocar el Año de la Fe: una conversión renovada y auténtica al Señor, único Salvador del mundo, que conducirá a una transformación profunda de pensamientos, afectos, mentalidad y comportamiento del hombre. Si no conocemos, profundizamos y vivimos nuestra fe con mayor hondura no se podrá nunca establecer un diálogo desde la sincera búsqueda de la Verdad. Nos falta conocer mejor nuestra fe para no crear un diálogo desde la ignorancia, para no confundir en lugar de aclarar. Creo que es necesario fomentar la dimensión ecuménica de la catequesis a todos los niveles y de nuestras celebraciones. Y el diálogo desde la Verdad ha de ir acompañado siempre del diálogo desde la Caridad: seguir potenciando el intercambio afectivo con miembros de otras confesiones cristianas y la oración en común. Y en estos tiempos de crisis, ofrecer soluciones conjuntas a las situaciones de necesidad. Que puedan decir de nosotros: “Mirad cómo se aman” y “mirad cómo nos aman”.

–¿Qué objetivos tiene, como profesor, en este nuevo curso que comienza?

–Después de haber impartido distintas materias (eclesiología, escatología, teología del laicado, ecumenismo, etc.), este año comienzo una nueva asignatura sobre el concilio Vaticano II. Quisiera que los alumnos se entusiasmaran con el Concilio, ofrecerles la llave para que puedan abrir las puertas del aula conciliar y disfrutar con sus documentos, que los acogieran con el intelecto y el corazón. Y así mostrarles el rostro de una Iglesia renovada y rejuvenecida que tiene capacidad para seguir afrontando los desafíos de nuestra sociedad actual encendiendo la antorcha de la fe allí donde ninguna otra luz puede iluminar.

–¿Cómo nació su vocación?

–En Marbella, donde nací, mis ojos se abrieron a la fe en el seno de una familia sencilla y trabajadora, y unos sacerdotes ejemplares que vivieron el Evangelio con austeridad y volcados hacia su gente. Mis padres decidieron llamarme Rafael en honor a mi abuelo materno, un hombre de la mar. Y, aunque de pequeño no me gustaba el nombre, poco a poco fui comprendiendo que las cosas no suceden porque sí. Rafael significa “medicina de Dios” y, después de nueve años como sacerdote, he podido comprender que este ministerio al que el Señor me llamó tiene mucho que ver con poner el aceite del consuelo y el vino de la esperanza del Buen Samaritano en las heridas de tantas personas que el Señor me ha hecho encontrar por los caminos del mundo. Mi formación personal, intelectual y espiritual se la debo al Seminario de Málaga, y a los lugares por donde Dios me ha ido llevando: la parroquia de san Cristóbal, en Ronda, los pueblos de Atajate y Benadalid, la ciudad de Roma y la Universidad Gregoriana, donde realicé la licenciatura y el doctorado, Corumbela, y en este último período, la parroquia de san José, en Fuengirola, y el Instituto de Ciencias Religiosas. En todos estos sitios he aprendido y disfrutado descubriendo cómo el Señor va haciendo historia de salvación con cada uno de nosotros.

–¿Qué destacaría de su paso por Roma?

–Roma ha hecho nacer en mí un deseo profundo por conocer cada día más la fe que profeso y trato de vivir. Al mismo tiempo, me descubrió mi ignorancia. Cada biblioteca en la que entré me dio una lección de humildad: “Eres experto en nada y tienes lagunas en todo. Te queda mucho por aprender”. Junto a este deseo por profundizar en la teología, Roma me ofreció la posibilidad de contemplar la Iglesia desde la riqueza de la diversidad que, lejos de separarnos, siempre nos une. A veces nuestros microcosmos parroquiales y diocesanos nos hacen perder la perspectiva de la universalidad, que nos abre a nuevas posibilidades y soluciones para responder a lo concreto de la realidad.- 


sábado, 22 de agosto de 2015

XXXVI del Meeting de Rímini, que busca fortalecer lazos entre las distintas religiones.



Meeting de Rímini: 
las religiones son parte de la solución, no del problema


El encuentro se inauguró este jueves día 20 de agosto con una mesa redonda sobre diálogo interreligioso. Un católico, un judío y un musulmán testimoniaron que es posible buscar juntos el bien común

“Las religiones son parte de la solución, no del problema”. Esta frase del cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso y uno de los ponentes en el Meeting de Rímini, ha dado título al encuentro inaugural de esta 36ª edición, que ha sido presentada este jueves por Emilia Guarnieri, presidenta de laFundación Meeting por la Amistad entre los Pueblos. “El Meeting es fruto de la gratuidad”, ha recordado Guarnieri antes de pasar a leer el saludo del papa Francisco y el del presidente italiano, Sergio Mattarella.

El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, también ha querido dirigir unas palabras a los participantes en el encuentro, a quienes ha agradecido “que promuevan el diálogo, la reconciliación y la solidaridad entre personas de diferentes ámbitos, culturas, naciones y religiones”. El responsable de la ONU ha asegurado en su mensaje que cree irremisiblemente “en el poder de las personas, de los ideales y del corazón del hombre”.

En esta edición, que tiene por lema “¿De qué es ausencia esta ausencia, corazón, que de repente te llena?”, se pretende reflexionar precisamente sobre el corazón del hombre, su deseo, su nostalgia; si bien existe el peligro de la negación de la naturaleza humana --de esta búsqueda de respuestas a las preguntas últimas que nos constituyen--, la nostalgia de un bien que percibimos como ausente nos pone en el camino.

“En este contexto, las religiones son señaladas como el origen de los problemas que nos aquejan hoy, cuando el verdadero problema está en la ausencia de religión: en el hombre que se concibe como autónomo, pues no incluye en su vida la relación con el otro”, ha destacado Guarnieri.

Durante el acto inaugural, el gran rabino de Francia, Haïm Korsia, ha tratado de explicar hasta qué punto es enriquecedor el diálogo interreligioso: “El judaísmo afirma que no posee la verdad, sino que cada persona posee la suya, que se alimenta de la de los demás. Incluso en la Biblia vemos invitaciones a entender otros puntos de vista: los judíos deben entender a los egipcios, pueblo del que escapan pero que también les había acogido; el Señor no siempre condena a los idólatras, sino que salva sus acciones positivas... Si nuestra bondad no se abre al resto, ¿de qué sirve?”.

Además, Korsia ha recalcado que Dios prefiere que estemos unidos contra Él a que estemos enfrentados en su nombre, y de ahí la diferencia entre la Torre de Babel y la severidad del Diluvio. “Lo más importante es la unidad, cuya consecuencia es la constatación de la diferencia, que solo se salva a través del diálogo, del intercambio, permitiendo así el progreso. El hombre avanza hacia la perfección solo con la ayuda del otro: para acoger, hay que dar. Tenemos que ir hacia los demás para descubrirnos a nosotros mismos”, ha constatado.

Por su parte, el imán de la mezquita de Villeurbanne, Azzedine Gaci, ha partido de un firme rechazo a cualquier tipo de violencia, pero muy en especial a la ejercida en el nombre de la religión. Así, Gaci ha remarcado la necesidad de una vida en común incluso en una época marcada por la división. “¿Es verdaderamente la religión una solución? El Corán afirma que hay una sola humanidad, un único género humano. El que tiene fe, se convierte en una presencia referencial de Dios y, por tanto, en un transmisor de paz. 'Donde tú estés, Dios estará contigo'. Esta es la piedra fundamental a la que apelar para convivir”, ha dicho. Para hacer posible esta convivencia, ha explicado el imán, son necesarios tres factores: conocer al otro, respetarlo y enriquecerse de su mirada. “Este diálogo con el otro no implica un diluirse en él, sino conocerle para ahondar más en uno mismo, conocer sus certezas para confrontar las propias”, ha asegurado.

“Nietzsche proclamó el asesinato de Dios por parte de la humanidad. Después llegó la ciencia para erigirse como respuesta a todas nuestras preguntas. Ahora volvemos desesperadamente a la religión, pero buscamos una experiencia espiritual alejada de los dogmas, centrada en el ámbito privado, panteísta y simplista; una modalidad individualista y emotiva”, ha afirmado el cardenal Tauran. En este contexto, la religión se entiende como un problema, especialmente por el fanatismo, el fundamentalismo y el terrorismo. “¡Pero no es la religión la violenta, sino sus seguidores! Hoy no existen conflictos propiamente religiosos, sino conflictos políticos que utilizan la religión como una herramienta al servicio de sus intereses”, ha subrayado el purpurado, que ha pedido que la religión no sea usada ni como palanca de poder ni como militancia. “El diálogo entre religiones pero también con el ámbito político debe ser una oportunidad para buscar juntos el bien común, para crear cultura y para construir el futuro; un futuro que no puede ser construido dejando al margen la dimensión religiosa de la naturaleza humana. Debemos decirle al mundo: 'Dios no ha muerto, venid a ver'”, ha concluido el presidente del dicasterio vaticano.

Se inició la XXXVI edición del Meeting de Rimini, que busca favorecer lazos entre las distintas religiones.

Rimini 2.014
Se abrió con una mesa redonda conformada por varios representantes de distintas religiones. El evento que empezó el día de hoy 20 de agosto, se realizará hasta el miércoles 26 de agosto, conmovidos por las ausencias que están presentes en el corazón del hombre, este año se busca observar diversos ámbitos del vivir diario. 

El evento lleva por título: "Las religiones son parte de la solución, no el problema”. En ella participarán personalidades como el gran rabino de Francia, el rector de la mezquita de Villeurbanne - Francia y el cardenal Jean-Louis Tauran. Durante el acto se proyectará un vídeo-mensaje enviado por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon. 
Desde 1980 el movimiento de la Iglesia Católica Comunión y Liberación, organiza este encuentro internacional al que está previsto que asistan unas 800 mil personas. Este año el lema invita a preguntar por el vacío del corazón del hombre.
En una carta enviada por el Papa con motivo del encuentro dice a organizadores y participantes que con el Meeting de Rimini, cooperan en la misión esencial de la Iglesia: Ayudar a los hombres a encontrar aquello que llena el corazón, un amor activo y real.

Mensaje del Papa Francisco para el Meeting de Rímini 2015


En un Mensaje, enviado en nombre del Santo Padre Francisco, el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, expresa los mejores deseos del Papa, y los suyos, con motivo del encuentro internacional, en la ciudad italiana de Rímini.

«¿De qué es ausencia esta ausencia, corazón, que de repente te llena?»

Destacando éste que es el tema elegido para la XXXVI edición del Meeting, , del 20 al 26 de agosto, inspirado en una expresión del poeta italiano MarioLuzi, el mensaje – dirigido al Obispo de Rímini, Mons. Francesco Lambiasi – reitera la misión de la Iglesia de anunciar y testimoniar a Jesús, que responde al anhelo de infinito, que hay en todo corazón humano.

El Papa Francisco desea a los organizadores y voluntarios que «salgan al encuentro de todos, sostenidos por el anhelo de proponer con fuerza, belleza y sencillez la buena noticia del amor de Dios, que también hoy se inclinasobre nuestra ausencia, para colmarla con el agua de vida, que mana de Jesús resucitado».

Con la importancia de lo que san Agustín describe como «corazón inquieto», cita lo que escribe el Papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium y pone en guardia contra una preocupante colonización ideológica que anestesia el corazón. Abriendo camino al drama de hoy, que consiste en el peligro que incumbe de la negación de la identidad y de la dignidad de la persona humana. Como también Benedicto XVI señaló en varias oportunidades.

Y tras evocar al Siervo de Dios, Mons. Luigi Giussani, fundador del Movimiento Comunión y Liberación, el mensaje reitera una vez más las palabras del Papa Francisco, invitando a «confiar en Jesús», que «vino para mostrarnos y hacer visible el amor que Dios tiene para todos nosotros»… «un amor activo, real… un amor que sana, perdona, levanta. Un amor que se acerca y devuelve dignidad. Una dignidad que podemos perder de muchas formas. «Jesús es un empecinado de esto: dio su vida por esto, para devolvernos la identidad perdida, para revestirnos con toda su fuerza de dignidad». (Papa Francisco, Discurso en el Centro de rehabilitación en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 10 de julio de 2015)

FUENTES:
zenit.org
minutodedios.fm
revistaecclesia.com
meetingrimini.org


viernes, 21 de agosto de 2015

LA MISIÓN DE HOY ES EL ECUMENISMO

La misión de hoy es el ecumenismo


Un artículo de Albert Salvadó Usach

“Que la germinación se haga, que el alba se haga". Así hablaban cuando miraban, cuando invocaban el retorno del alba, allá donde el sol se levanta, contemplando la Luna - Sol gran estrella que antes de la salida del sol ilumina el cielo, sobre la tierra, el camino de los hombres construidos, de los hombres formados.
Cada tribu se levantaba siempre para ver la estrella señal del día. Esta señal del alba estaba en sus corazones cuando vinieron del Oriente.
Allá se congregaron, esperando el alba, observando la salida de la estrella , la primera antes de que nazca el día. "De allá lejos venimos, pero nos separaron", decían entre si.
Cuando partieron, dijeron: "Vamos allá en donde el sol se levanta, de donde vinieron nuestros padres", lo dijeron al ponerse en camino. (El Popol Vuh )


En primer lugar dejadme dar las gracias por poder presentaros este escrito, que me ha servido para repensar y expresar el deseo y el compromiso para un mañana mejor para todos.

Supongo que no os sorprenderá no hallar citas bíblicas en este artículo. Está hecho expresamente. El ecumenismo comporta, en parte, procurar no hacer uso del propio lenguaje para comunicarnos con el otro y procurar hacer uso del lenguaje del otro y sobre todo el universal (el que sale del corazón y tiene pocas formulaciones partidistas) de manera que nadie se sienta incómodo.

¿Qué nos dice el título? 

Os pido que volváis a leer el título de este artículo. Hay una palabra que para los cristianos últimamente es importante: ecumenismo. Hay otra palabra fundamental en el vocabulario de la persona creyente: misión. Y por último están las palabras hoy y es que son la razón que hace levantarnos cada día a todas las personas del mundo entero y de la historia.

Planteamiento inicial. 

La condición humana comporta formar parte de una comunidad. Sin ella, tal vez sobrevivimos, pero no podemos vivir. Todas las personas necesitan estar y estamos ligados a personas y a principios que, al tenerlos interiorizados, no los discutimos y los aceptamos como eternos e inamovibles. La Religión no es nada más que la explicación, como comunidad, de quién somos y cómo hemos llegado hasta donde somos. Es decir, Re-ligar-se con la razón que explica y da razón de nuestra existencia, a pesar de que no es posible verlo, aunque lo intuimos: lo Trascendente.

Los cristianismos, como muchas otras religiones, a lo Trascendente le hemos puesto un nombre y le hemos dado una autoridad sobre nosotros que incluso modifica día a día nuestra vida. Todas las religiones tienen en la comunidad de creyentes la base de su existencia y de su expansión.

¿Qué vemos a nuestro alrededor? 

Ahora os pido que miréis a vuestro alrededor: vuestros familiares, vuestros amigos, vuestros conocidos, vuestros vecinos, vuestros compañeros de trabajo, alguien que pide dinero en la puerta de un supermercado... ¿Qué veis en ellos? (cerrad los ojos y procurad verles la cara, el cuerpo y el entorno que les rodea).

¿Habéis visto trascendencia? ¿Habéis visto comunidad? ¿Habéis visto compromiso social? Me parece que no ha sido así. Seguramente los habéis visto individualmente, posiblemente con un teléfono móvil en las manos, por tanto con amigos virtuales y con mucha necesidad de estar conectados "a su mundo". Seguramente lejos de vosotros y con la sensación que no hay ninguna posibilidad de saber nada de ellos, aunque tenemos, o nos puede dar, mucha información de ellos

Quiere decir que estos temas no nos los comunican. No están de moda.

Actualmente nos cuesta ver experiencias comunitarias solidarias y en absoluto que expresen lo trascendente. Utilizamos la palabra solidaridad en unos términos que no son lo que deberían ser. Decimos que somos "solidarios" cuando damos lo que nos sobra. Nuestras abuelas, en cambio, daban sal, azúcar, aceite, arroz, la merienda a los chiquillos del vecindario... a pesar de que no les sobraba nada, porque era "normal": hacían lo que la comunidad esperaba que hiciesen. Y nuestras abuelas hablaban de manera cotidiana y natural de lo Trascendente. 

Nos hemos olvidado que en los milagros de todas las religiones, por ejemplo el de los panes y los peces, cuando todos aportamos lo que somos y lo que tenemos -los panes y los peces que tenemos- a la comunidad, todo el mundo come y acaba sobrando.

¿Por qué pasa? 

Actualmente, promocionado por el sistema económico dominante, hemos dejado de ser comunidad. No nos lo permiten ser, ya que si actuamos como individuos gastamos más -necesitamos comprar más- que si somos comunidad y los vendedores obtienen más rendimientos económicos. Porque el sistema económico-social nos ha reconvertido, somos un conjunto de individuos y funcionamos buscando únicamente lo "mejor inmediato individual", sin tener en cuenta el bien común o el futuro. Incluso se puede ver cómo los hijos o los nietos son importantes en la medida que son mis hijos y los luzco. Están para mi servicio y no yo para el de ellos, aunque son unas personas que necesitan de mi ayuda para ser mejores de lo que somos nosotros.

También debemos ver que, a veces, las religiones, en nombre de lo Trascendente, han sido utilizadas y han impedido que las personas tomasen partido por toda la comunidad humana. Igual pasa con los deseos de trascendencia y para muchas personas la religión se convierte en importante pero, como en el caso de los hijos o de los nietos, lo que "me preocupa es mi religión y mi salvación". Pensad en todos los muertos por causa de las guerras de religión, que actualmente llamamos terrorismo.

¿Qué podemos hacer? 

Todas las religiones tienen en la comunidad de creyentes la base de su existencia y, lamentablemente para justificar su existencia, también caen en la trampa de convertir a su comunidad en "el gueto de los salvados". Cuando la salvación, la auténtica salvación, es universal. Por lo tanto, nos hace falta comunicar nuestra experiencia de lo Trascendente al otro. También nos hace falta descubrir la experiencia de lo Trascendente a través del otro. Y, por tanto, ser comunidad con el otro. Esta es nuestra misión en nuestro hoy. Estamos lejos de conseguirlo, pero con pleno convencimiento y yendo paso a paso lo conseguiremos.

Propongo algunas pequeñas cosas que están a nuestro alcance. No están puestas según orden alguno de importancia o metodológico. Simplemente así me han surgido.
  • Tal vez podamos hablar con todas las personas próximas a nosotros de la bondad de ser comunidad y de nuestro deseo de ser una comunidad humana universal en la que intervenimos todos los que buscamos la fraternidad humana.
  • Tal vez podemos aceptar trabajar de manera solidaria en los proyectos de otras comunidades.
  • Tal vez podemos aceptar que vengan a los proyectos de nuestra comunidad personas de diferente credo.
  • Tal vez podemos compartir los mismos medios: vehículos, espacios, sillas...
  • Tal vez podemos compartir la misma comida.
  • Tal vez podemos organizar actividades conjuntas para nosotros y sobre todo para nuestros hijos e hijas.
  • Tal vez podemos conocer (estudiar y compartir dudas) los credos de los que compartimos trabajos. Seguro que veremos que no estamos tan lejos los unos de los otros y nos ayudará a entendernos más y mejor a nosotros mismos.
  • Tal vez podemos orar en el mismo espacio. (Quien sabe si nos puede llevar a orar juntos!)
  • Tal vez podemos participar de las liturgias de otras comunidades religiosas.
  • Tal vez podemos pedir a nuestros pastores que se pongan en contacto con otras comunidades religiosas y organizar actividades conjuntas.
Todos estos "tal vez" pueden llevar a los no creyentes a decir: "mirad cómo se aman" y de esta manera estaremos todos más cerca de la vida que nos propone nuestra fe.

“Hay una cosa en la vida,
más importante que Dios:
y es que naides escupa sangre,
pa' que otro viva mejor.” 
(Canción “Preguntitas” de Atahualpa Yupanqui)

















Artículo publicado en el Boletín de agosto/2015 de la Comunidad Ecuménica Cristiana Jaime Masvidal