Los pobres en una Iglesia sinodal
por Juan Pablo García Maestro, OSST 1
Resumen
El papa Francisco desde el inicio de su ministerio como Obispo de Roma ha pre-tendido valorar el Sínodo, que constituye una de las herencias más preciosas del Concilio Vaticano II. El Concilio y su herencia es parte del designio del Espíritu. Dudar del Concilio es dudar del propio Espíritu que guía a la Iglesia. Si la Iglesia sinodal exige caminar juntos, sin embargo, los más pobres deberán ser los primeros en nuestro caminar. Los pobres tienen mucho que enseñarnos. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. Jesús de Nazaret no sólo está de parte de los pobres, sino que comparte con ellos la misma suerte.
Palabras clave
Sínodo, Sinodalidad, Espíritu Santo, pobres, fraternidad, comunión.
De tanto gritar que viene el lobo, nadie llega a tomar en serio al que se encuentra un día en una verdadera situación de peligro. De igual modo, por mucho que se apele a tiempo y destiempo a la sinodalidad haciéndola un eslogan según la moda, no por ello se realizará lo que es connatural a la Iglesia misma, un carácter esencial de ella. Lejos de ser una moda, la sinodalidad es una exigencia, porque, debido a lo que es, la Iglesia está llamada a realizarse a partir del principio sinodal y a vivir sinodalmente. No se trata de adaptarse al espíritu de los tiempos, sino de llegar a ser, en una conversión permanente, lo que es realmente.
Como había señalado el teólogo dominico Jean Marie Tillard, la vida de la Iglesia está sujeta a modas, a tantos golpes de fiebre que expresan preocupación, sin lograr, sin embargo, una conversión duradera. Así, a finales de los años 60, lo único que nos preocupaba era la “corresponsabilidad”, un concepto propuesto por el cardenal Suenens. Luego, los años 80 impusieron otro tema, el de la “comunión”. Por eso, hoy se corre el gran riesgo de hacer de la sinodalidad una nueva palabra mágica que solo durará lo que duran las rosas 2.
El riesgo es real y dado que toda inflación va acompañada de una devaluación, el uso poco meditado y abusivo del término sinodalidad podría llevar a reducirlo a un eslogan y vaciarlo de sentido. Lo que está en juego es, en efecto, mucho, y la sinodalidad no puede reducirse a una moda pasajera. Para evitar esto, creemos que la sinodalidad representa una dimensión constitutiva de la Iglesia y sobre todo es una expresión del Evangelio.
La sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia (papa Francisco) o, dicho de otra manera “la sinodalidad es una dimensión ontológica de la constitución eclesial”. Su base se fundamenta en la real igualdad y dignidad de todos los creyentes en virtud del bautismo y su universal vocación a la santidad. Su referencia fundamental es el sacerdocio común bautismal, a cuyo servicio se encuentra el sacerdocio ministerial por estar ordenados el uno al otro y distinguirse esencialmente (cf. LG 10). Las diversas formas de expresión sinodal se concentran en tres: la participación, implicación y corresponsabilidad de todo el pueblo de Dios en la vida y la misión de la iglesia; la colegialidad episcopal entre los obispos entre sí, y entre estos y el Obispo de Roma; y la cooperación de los presbíteros con su obispo. Y, finalmente, el modo de intervención sinodal se sustancia en la capacidad del “aconsejar en la iglesia” que hace posible “la maravillosa concordia de pastores y fieles en conservar, practica y profesar la fe recibida” (DV 10) 3
La sinodalidad es expresión del Evangelio, porque lo que podemos observar con seguridad es la conversión de la noción y la práctica de la autoridad que ocurre en la personan de Jesús. El maestro se hace siervo y esclavo, lava los pies de sus discípulos (Jn 13,13). Les pide que no le llamen rabí, recordándoles que todos son hermanos (Mt 23,8-10), enseñándoles que el discípulo no es mayor que el maestro (Lc 6,40), cortando las discusiones sobre quién era el mayor (Mc 9,9) o rechazando la petición de la madre de los hijos del Zebedeo que exigía los mejores puestos para sus hijos (Mt 20,21) o mirando con diversión a los invitados que se apresuraban a ocupar los primeros lugares durante una comida (Lc 14,7ss). En definitiva, es el ascenso de los humildes y la pérdida de poder de los poderosos anunciados en el Magníficat lo que se realiza libremente.
Lo que sucede en la persona de Jesús, los discípulos están llamados a continuarlo y reproducirlo. Así, “si yo el Señor y el Maestro, os he la-vado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros” (Jn 13,14). Aprendieron, viviendo en su compañía, que “el que quiera ser el primero entre vosotros será esclavo de todos” (Mc 10,42-44).
El “nosotros-eclesial” aparece en las descripciones de la vida de la primera comunidad del libro de los Hechos de los apóstoles, (Hch 2,42-47; Hch 4,32. 35). La imagen que Lucas quiere sintetizar en estos dos textos, se ha hecho presente de forma eficaz en la historia de la Iglesia como modelo de referencia que bien se puede calificar como una viva experiencia amplia y genérica de la sinodalidad.
"Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado y los apóstoles hacían muchos prodigios. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. Con perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvando" (Hch 2,42-47).
“El grupo de los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado. Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba” (Hch 4,32-35).
Estos dos textos muestran cómo desde los inicios se vivía el “nosotros-eclesial” que marcará toda la historia de la Iglesia, a partir del concepto eclesiológico central de la “comunión fraterna” (Koinonia) que es al mismo tiempo espiritual y material, como la “fracción del pan” que es expresión de la Eucaristía, celebrada como pan partido para compartir con todos (cf. Mt 14,19; 1 Cor 10,16).
En este contexto del “nosotros-eclesial” se constata que “la sinodalidad expresa la condición de sujeto que le corresponde a toda la Iglesia y a todos en la Iglesia. Los creyentes son synodoi, compañeros de camino, llamados a ser sujetos activos en cuanto participes del único sacerdocio de Cristo (cf. LG 10) y destinatarios de los diversos carismas otorgados por el Espíritu Santo (cf. LG 12,32) en vista del bien común. La vida sinodal es testimonio de una Iglesia constituida por sujetos libres y diversos, unidos entre ellos en comunión, que se manifiesta en forma dinámica como un solo sujeto comunitario que, afirmado sobre la piedra angular que es Cristo y sobre columnas que son los Apóstoles, es edificado como piedras vivas en una “casa espiritual” (cf. 1 Pe 2,5), “morada de Dios en el Espíritu” (Ef 2,22)” 4.
En el mismo contexto del “nosotros-eclesial” de los inicios de la Iglesia primitiva, los Hechos de los Apóstoles también ofrecen una narración específica de experiencia inicial sobre la sinodalidad de forma más concreta en la historia de la Iglesia en el llamado “Concilio de Jerusalén” o mejor “Concilio Apostólico” de Hechos 15,1-35.
La cuestión clave era esta: ¿Hay que ser judío circunciso para ser cristiano? Por un lado, el apóstol Santiago defendía que sí; en cambio, el apóstol Pablo consideraba más bien que no; el apóstol Pedro, como mediador, propondrá un discernimiento final conciliar: Que no es necesario ser judío para ser cristiano, pero los nuevos cristianos -provenientes del mundo pagano- han de respetar las tradiciones judías como no comer carne sacrificada y no practicar uniones ilegales. He ahí los textos centrales de Hechos 15,23, 27-29:
“Los apóstoles y los presbíteros hermanos saludan a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia provenientes de la gentilidad. “Os mandamos, pues, a Silas y a Judas, que os referirán de palabra lo que sigue: hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables: que os abstengáis de carne sacrificada a los ídolos, de sangre, de animales estrangulados y de uniones ilegítimas. Haréis bien en apartaros de todo esto”.
Seis son los puntos de la idea del concilio de Hechos 15 que son importantes a retener de cara al desarrollo posterior de la vida sinodal y conciliar: primero, que se trata de una asamblea general que supera a la propia comunidad y que reúne a los responsables de la Iglesia (v. 6); segundo, esta asamblea acaba con una decisión que tiene carácter obligatorio para todos (v. 22s), tercero, la decisión responde a la pregunta que han planteado los creyentes (v. 8.10); cuarto, la decisión es proclamada más allá de Jerusalén y, virtualmente, a toda la Iglesia (v. 22s, 30s); quinto, Pedro tiene una función decisiva de discernimiento en este concilio (v. 7); y sexto, la actitud de la comunidad acogiendo la proclamación del decreto apostólico desde el callar al escuchar (v. 12), pasando por el envío de Pablo y Bernabé (v. 22), hasta la alegría y el consuelo por la lectura del decreto (vv. 30s), apuntan la importancia de la recepción en la praxis conciliar tan significativa en su historia.
Esta narración, además, presenta un ejemplar procedimiento de resolución de un conflicto en la Iglesia. La cuestión no es saber cómo se evitan las crisis sino cómo se tratan. El escenario en este sentido tiene estas etapas:
- 1) el desacuerdo no se elimina, ni es resuelto autoritariamente, sino que es objeto de un debate en el que participan los reunidos en la asamblea (vv. 2-4.12);
- 2) el testimonio de los implicados se tiene en cuenta (v. 24);
- 3) los apóstoles presentes (Pedro, Pablo y Santiago, según Gal 2,2-9) con los ancianos, asumen su responsabilidad, solicitando la adhesión de todos (v. 25);
- 4) el criterio del discernimiento se busca en las Escrituras (vv. 15-17), pero unos y otros se refieren a su experiencia personal para comprender la posición adversa (v. 8.10-11);
- 5) la argumentación tiene un denominador común de posturas creyentes: la actuación divina (v. 8-9.16-17), particularmente el Espíritu Santo (v. 8.28);
- 6) al mismo tiempo se busca una fórmula de compromiso (v. 20), que posibilita poder vivir conjunta-mente aunque protegiendo las identidades respectivas;
- 7) la resolución es trasmitida a la parte implicada por una delegación proveniente de las dos posiciones presentes (v. 22). En definitiva, Hechos 15 es el primer acontecimiento específico y formal de sinodalidad eclesial 5.
Vamos a dividir nuestra reflexión en cuatro apartados. En el primero pretendemos demostrar cómo la sinodalidad es la herencia que nos dejó el Concilio Vaticano II. La hora de la sinodalidad es también la hora del Concilio. El papa Francisco desde el inicio de su ministerio como Obispo de Roma ha pretendido valorar el Sínodo, que constituye una de las de las herencias más preciosas del Concilio Vaticano II. El Concilio y su herencia es parte del designio del Espíritu. Dudar del Concilio es dudar del propio Espíritu que guía a la Iglesia. En el segundo apartado nos centraremos en los pobres como tema prioritario del magisterio del papa Francisco. Si la Iglesia sinodal exige caminar juntos, los que más sufren la cultura del descarte deberán ser los primeros en nuestro caminar. En el tercer apartado nos centraremos en el mensaje del papa Francisco con motivo de la V Jornada Mundial de los pobres. Para el papa Bergoglio los pobres tienen mucho que enseñarnos. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. Jesús de Nazaret no sólo está de parte de los pobres, sino que comparte con ellos la misma suerte. Sus palabras “a los pobres los tienen siempre con ustedes” también indican que su presencia en medio de nosotros es constante, pero que no debe conducirnos a un acostumbramiento que se convierta en indiferencia. Finalmente, en el cuarto apartado pretendemos demostrar cómo la fraternidad debe ser el nuevo paradigma para el diálogo interreligioso. Sólo identificándose con los últimos llegaremos a ser hermanos de todos. Esta fraternidad es por la que tendrán que optar todas las religiones en este nuevo milenio.
1.- El Concilio Vaticano II pervivirá por los sínodos
La XVI Asamblea general ordinaria del próximo Sínodo se centra en el tema de la sinodalidad con el título: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión” 6.
Para iniciar y acompañar el camino sinodal, sobre todo en la primera fase, que prevé la consulta del pueblo de Dios en las Iglesias particulares y el discernimiento de las Conferencias episcopales nacionales y continentales, la Secretaría del Sínodo ha publicado dos textos básicos: el Documento preparatorio y el Vademecum, en los cuales se indican los elementos esenciales para comprender y realizar el camino sinodal.
En ambos textos se nos vuelve a recordar lo que dijo el papa Francisco el 17 de octubre de 2015, en el 50º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, “La Iglesia es constitutivamente sinodal”. La sinodalidad aparece, por tanto, como el horizonte dentro del cual está encontrando plena realización la eclesiología del pueblo de Dios propuesta por el concilio Vaticano II 7.
“El Concilio pervivirá por los sínodos” 8. Esta fue la intuición magistral de Jean Guitton, filósofo y miembro de la Academia Francesa, único laico invitado por san Juan XXIII como observador del Con-cilio y amigo personal de Pablo VI, expresada en sus diálogos con el papa Montini. La sinodalidad forma parte de la entraña de la Iglesia, pero ¿por qué el papa Francisco resalta tanto la conexión entre el Vaticano II y la sinodalidad? 9
1.1. Factores conciliares
La misma celebración del acontecimiento conciliar fue ya un primer paso fundamental para la recuperación de la sinodalidad de la Iglesia. No podemos olvidar que, en los albores del Vaticano II, el tema de la sinodalidad era extraño a la teología católica XIX que se había desarrollado bajo el signo de la autoridad. Se había creado una cierta conciencia en la que se creía que, con la definición de la infalibilidad pontificia declarada en la constitución Pastor aeternus aquel 18 de julio de 1870, ya no sería necesarios más concilios. Los concilios ecuménicos serían superfluos y la eclesiología de los manuales quedaba transformada en “jerarcología”.
En segundo lugar, el anuncio de la creación del Sínodo de los Obispos por parte de Pablo VI en el discurso de apertura de la última sesión conciliar se puede reconocer como otra gran columna del posterior desarrollo sinodal.
Y, finalmente, la recomendación por parte del Decreto sobre el ministerio pastoral de los obispos de retomar e impulsar los sínodos provinciales y regionales (cf. CD 36) puede considerarse como la tercera gran referencia del basamento sinodal en su relación con el Vaticano II.
1.2. El aggiornamento
El aggiornamento, es decir, la presentación de los principios católicos al mundo actual, que pidió Juan XXIII en el discurso de apertura del Vaticano II (Gaudet Mater Ecclesia) y que asumió Pablo VI en la continuación de los trabajos conciliares, era una llamada que podríamos estructurar en tres niveles: doctrinal, vivencial y participativo. A nivel doctrinal, el objetivo marcado era actualizar y hacer comprensible a los hombres de nuestro tiempo los contenidos fundamentales de la revelación manteniendo intacto el depósito de la fe: “Una cosa es la substancia de la antigua doctrina, del depositum fidei, y otra la manera de formular su expresión” 10.
Desde el punto de vida más vivencial, la constitución sobre la liturgia Sacrosanctum Concilium (1963) ponía en su frontispicio el dedo en la llaga. Se trataba del primer documento conciliar aprobado y que el santo papa Roncalli no pudo llegar a ver, y resumía el espíritu del aggiornamento con las siguientes palabras:
“Fomentar la vida cristiana entre los fieles, adaptar mejor las necesidades de nuestro tiempo a las instituciones susceptibles de cambio, pro-mover todo lo que puede ayudar a la unión de todos los creyentes en Cristo, y fortalecer lo que puede contribuir para llamar a todos al seno de la Iglesia” (SC 1).
1.3. Método sinodal
La expresión “método sinodal” fue empleada por Juan Pablo II en el libro-entrevista Cruzando el umbral de la esperanza (1994) donde explicita el reto y la tarea legados por el Concilio Vaticano II:
“Ha sucedido sobre todo con los sínodos posconciliares (...). Este método sinodal responde a las expectativas de los diversos ambientes (...) Los sínodos diocesanos se han convertido en una manera de expresar la responsabilidad de cada uno hacia la Iglesia” 11.
1.4. La hora de la sinodalidad
“La hora de la sinodalidad es también la hora del Concilio” 12. El papa Francisco ha querido dejar clara esta relación directa entre el sínodo de los Obispos y el acontecimiento conciliar del Vaticano II y, al mismo tiempo, su compromiso de valorarla, desarrollarla y fortalecerla: “Desde el inicio de ministerio como Obispo de Roma he pretendido valorizar el Sínodo, que constituye una de las herencias más preciosas de la última reunión conciliar” (DLIS).
Es muy significativo el texto de la carta que Francisco envió a la Iglesia alemana en medio de cierta polémica y problematicidad, recalcando la relación entre la herencia conciliar y la institución sinodal, así como la necesidad de seguir desarrollándola más plenamente:
“El concilio Vaticano II marcó un importante paso en la toma de con-ciencia que la Iglesia tiene tanto de sí misma como de su misión en el mundo contemporáneo. Este camino iniciado hace más de cincuenta años nos sigue estimulando en su recepción y desarrollo y todavía no llegó a su fin, sobre todo, en relación a la sinodalidad llamada a operarse en los distintos niveles de la vida eclesial (parroquias, diócesis, en el orden nacional, en la Iglesia universal, como en las diversas congregaciones y comunidades) 13.
Y, recientemente, acaba de reforzar son convicción en la garantía del Concilio y su herencia como parte del designio del Espíritu: “Dudar del Concilio es dudar de las propias intenciones de los Padres, que ejercieron solemnemente su potestad colegial Cum Petro et sub Petro en el Concilio Ecuménico y, en definitiva, dudar del propio Espíritu que guía a la Iglesia” 14.
1.5. La belleza de la sinodalidad
Estos casi sesenta años recorridos desde el acontecimiento conciliar han puesto de manifiesto la experiencia de haber intensificado cada vez más la dimensión de la sinodalidad expresada en la escucha, la comunión, la misión compartida, la participación, la corresponsabilidad... Han sido numerosas las asambleas sinodales celebradas: ordinarias, extraordinarias y especiales, sin olvidar todos los Sínodos continentales/regionales, amén de los numerosos sínodos provinciales celebrados a lo largo y ancho del mundo 15. Además, el Papa constata que, al vivir todas estas dimensiones, la Iglesia ha hecho, no solo un ejercicio de necesidad, sino también una experiencia de belleza en el caminar juntos (cf. DLIS). En este sentido, no podemos olvidar que el camino de acceso a Dios por medio de la belleza (via pulchritudinis) es también una manera de acercar muchos creyentes y personas alejadas a una experiencia del Dios vivo hecho hombre en Jesucristo. Y a esa personalización de la fe puede ayudar en gran medida el bello testimonio de la sinodalidad donde todos se escuchan, todos participan, todos llevan adelante una misión sinfónica, cada uno desde su carisma y ministerio.
2.- Los pobres tema prioritario en el magisterio del papa Francisco
La última encíclica Fratelli tutti 16 del Francisco ha de ser releída a partir de un tema que identifica los ocho años de su pontificado: el mundo de los pobres, de los que sufren la cultura del descarte, de aquellos que son invisibles a este mundo 17. Desde aquí, es acertado decir que con Francisco estamos viviendo la tercera recepción del Concilio Vaticano II. Sabemos que Juan XXIII propuso tres grandes temas en diferentes alocuciones previas al inicio de sus trabajos: la apertura al mundo moderno, la unidad de los cristianos y la Iglesia de los pobres 18
Sin embargo, el tema de los pobres no prosperó en la Iglesia europea (Jon Sobrino). Fue la II Asamblea de los obispos latinoamericanos, celebrada en Medellín (Colombia) en 1968, quien adaptó el Concilio Vaticano II a aquel continente, a partir de la opción no exclusiva pero sí preferencial por los pobres. En este sentido, Jorge Bergoglio ha asumido lo que debería haber sido lo más importante del Vaticano II y lo central de Medellín. Desde la opción por los pobres se entiende mejor y dan más de sí el diálogo con el mundo y el ecumenismo.
Dentro de estos tres objetivos hay otro elemento que destacó más tarde el papa san Pablo VI en el discurso de clausura del Vaticano II: la historia antigua y siempre nueva del buen samaritano. Desde esta espiritualidad de la compasión, es desde donde hay que leer los dieciséis documentos del Vaticano II y también la teología y la acción pastoral de Francisco. El fundamento bíblico de la encíclica Fratelli tutti está en el segundo capítulo, que es una lectura creyente de la realidad a partir de una parábola dicha por Jesús hace dos mil años. Porque, si bien esta carta está dirigida a todas las personas de buena voluntad, más allá de sus convecciones religiosas, la parábola se expresa de tal manera que cualquiera de nosotros puede dejarse interpelar por ella (FT 56). También con motivo de la 48 jornada mundial de las comunicaciones invitaba a los comunicadores a asumir como paradigma de su vocación el concepto de “projimidad”.
Jesús cuenta que había un hombre herido, tirado en el camino, que había sido asaltado. Pasaron varios a su lado, pero huyeron, no se detuvieron (Lc 10,25-37). Eran personas con funciones importan-tes en la sociedad, que no tenían en el corazón el amor por el bien común. No fueron capaces de perder unos minutos para atender al herido o al menos para buscar ayuda. Uno se detuvo, le regaló cercanía, lo curó con sus mismas manos, lo montó en su propia cabalgadura, puso dinero también de su bolsillo y se ocupó de él. Sobre todo, le dio algo que en este mundo ansioso retaceamos tanto: le dio su tiempo. Seguramente él tenía sus planes para aprovechar aquel día atendiendo sus necesidades, compromisos o deseos. Pero fue capaz de dejar todo a un lado ante el herido y, sin conocerlo, lo consideró digno de dedicarle tiempo (FT 63).
“¿Con quién te identificas? Esta pregunta es cruda, directa y determinante. ¿A cuál de ellos te pereces? No hace falta reconocer la tentación que nos circunda de desentendernos de los demás; especialmente de los más débiles. Digamoslo, hemos crecido en muchos aspectos, aunque somos analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles y débiles de nuestras sociedades desarrolladas” (FT 64).
De ahí que hoy más que nunca tengamos que decir que no nos deberíamos preocupar solo por no caer en errores doctrinales. En esta línea afirma Francisco en su primera exhortación programática Evangelii gaudium: “A los defensores de la “ortodoxia” se dirige a veces el reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpable respecto a situaciones de injusticia intolerables” (EG 194).
Por eso para Francisco, evangelizar no es sólo anunciar sino también denunciar. Es la parresía de denunciar el desorden económico en el que vivimos. Si matar es pecado, hay que proclamar que “nuestra economía mata” y excluye.
“No puede ser que no sea noticia un anciano que muere de frío en la calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. No se puede tolerar que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre” (EG 53).
Hemos dado inicio a la cultura del descarte que, además se promueve. Para el papa Bergoglio se está dando algo nuevo que no se veía antes:
“Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son “explotados” sino desechos, “sobrantes” (EG 53).
Es lo que dijo también en la isla de Lampedusa y que la exhortación Evangelii gaudium vuelve a repetir:
“Nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos, como si todo fuera una responsabilidad ajena que nos incumbe” (EG 54).
En nuestra opinión, la opción por los pobres, los rechazados de la sociedad no es cuestión de opción, sino de obligación. Y añadiría que es una obligación que nace de nuestra fe en el Dios de Jesucristo, es una opción teocéntrica. A partir de esa opción obligatoria por los descartados deberíamos replantear nuestra evangelización, la reflexión teológica, pero sobre todo la Iglesia sinodal. Porque si la Iglesia sinodal exige caminar juntos, ¿no deberían ser nuestros hermanos sobrantes los primeros en nuestro camino?
3.- “A los pobres los tienen siempre con ustedes” (Mc 14,7)
El 14 de noviembre de este año 2021, se celebró la V Jornada Mundial de los pobres. Estas jornadas son también creación del papa Francisco. Este año ha centrado su mensaje en el pasaje bíblico de Marcos 14,7, en el que Jesús dijo estas palabras: “A los pobres los tienen siempre con ustedes”. Jesús pronunció estas palabras en el contexto de una comida en Betania, en casa de un tal Simón, llamado “el leproso”, unos días antes de la Pascua. Según narra el evangelista, una mujer entró con frasco de alabastro lleno de un perfume muy valioso y lo derramó sobre la cabeza de Jesús.
Solamente queremos centrarnos en algunos aspectos más im-portantes del mensaje del papa Francisco. Señala el Papa que es fuerte la “empatía entre Jesús y la mujer, y el modo en que Él interpretó su unción, en contraste con la visión escandalizada de Judas y de los otros, abre un camino fecundo de reflexión sobre el vínculo inseparable que hay entre Jesús, los pobres y el anuncio del Evangelio.
El rostro de Dios que Él revela es el de un Padre para los pobres y cercano a los pobres. Toda la obra de Jesús afirma que la pobreza no es fruto de la fatalidad, sino signo concreto de su presencia entre nosotros. No lo encontramos cuando y donde quisiéramos, sino que lo reconocemos en la vida de los pobres, en su sufrimiento e indigencia, en las condiciones inhumanas en las que se ven obligados a vivir. “No me canso -dice Francisco- de repetir que los pobres son verdaderos evangelizadores porque fueron los primeros en ser evangelizados y llamados a compartir la bienaventuranza del Señor y su Reino (cf. Mt 5,3)”.
Ellos tienen mucho que enseñarnos. Además de participar del sensus fidei, en sus propios dolores conocen al Cristo sufriente. Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a ser sus amigos, a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos. Nuestro compromiso no consiste exclusivamente en acciones o en programas de promoción y asistencia; lo que el Espíritu moviliza no es un desborde activista, sino ante todo una atención puesta en el otro “considerándolo como uno consigo” (EG 198-199).
Jesús no sólo está de parte de los pobres, sino que comparte con ellos la misma suerte. Esta es una importante lección también para sus discípulos de todos los tiempos. Sus palabras “a los pobres los tienen siempre con ustedes” también indican que su presencia en medio de nosotros es constante, pero que no debemos conducirnos a un acostumbramiento que se convierta en indiferencia, sino a involucrarnos en un compartir la vida que no admite delegaciones. Los pobres no son personas “externas” a la comunidad, sino hermanos y hermanas con las cuales compartir el sufrimiento para aliviar su malestar y marginación, para devolverles la dignidad perdida y asegurarles la necesaria inclusión social.
¡Hay muchas pobrezas de los “ricos” que podrían ser curadas por la riqueza de los “pobres”, si sólo se encontraran y se conocieran! Ninguno es tan pobre que no puede dar algo de sí mismo en la reciprocidad. Los pobres no pueden ser sólo los que reciben; hay que ponerlos en condiciones de poder dar, porque saben bien cómo corresponder. ¡Cuántos ejemplos de compartir están ante nuestros ojos! Los pobres nos enseñan a menudo la solidaridad y el compartir. Es cierto, son personas a las que les falta algo, frecuentemente les falta mucho e incluso lo necesario, pero no les falta todo, porque conservan la dignidad de hijos de Dios que nada ni nadie les puede quitar.
Concluye el papa Francisco su mensaje invitándonos a que hagamos nuestras estas palabras de don Primo Mazzolari:
“Quisiera pedirles que no me pregunten si hay pobres, quiénes y cuán-tos son, porque temo que tales preguntas representan una distracción o el pretexto para apartarse de una indicación precisa de la conciencia y del corazón (...) Nunca he contado a los pobres, porque no se pueden contar: a los pobres se les abraza, no se les cuenta”.
Los pobres están entre nosotros. Qué evangélico -afirma Francisco- sería si pudiéramos decir con toda verdad: también nosotros somos pobres, porque sólo así lograremos reconocerlos realmente y hacerlos parte de nuestra vida e instrumento de salvación.
4. La fraternidad a partir del pobre como nuevo paradigma del diálogo interreligioso
En estos últimos años ha habido dos grandes teólogos que han arrojado luz en el diálogo con las otras religiones, afirmando que “fuera del mundo no hay salvación” (Edward Schillebeeckx) 19 y “fuera de los pobres no hay salvación” (Jon Sobrino) 20. Estas dos perspectivas nos ayudan a relativizar toda pretensión exclusiva de la verdad y salvación por parte de la religión cristiana, así como del resto de las religiones 21. Si existe un peligro de relativismo en estas dos fórmulas, es necesario reclamar un relativismo positivo que debe practicar de manera especial la Iglesia. Con Pedro Casaldáliga estamos de acuerdo que todo es relativo menos Dios y el hambre.
La tesis que sostenemos es que la última encíclica Fratelli tutti se mueve en esta línea. Si se lee con detalle el capítulo último, el capítulo VIII que lleva como título “Las religiones al servicio de la fraternidad en el mundo”, especialmente los números 286 y 287, el papa Francisco afirma el motivo del por qué ha escrito sobre la fraternidad universal:
“Me sentí motivado por san Francisco de Asís, y también por otros her-manos que no son católicos: Martín Luther King, Desmond Tutu, el Mahatma Gandhi y muchos más. Pero quiero terminar recordando a otra persona de profunda fe, quien, desde su intensa experiencia de Dios, hizo un camino de transformación hasta sentirse hermano de todos. Se trata del beato Carlos de Foucauld (FT 286). Y a continuación afirma Francisco: “Él, Carlos de Foucauld fue orientando su sueño de una entrega total a Dios hacia una identificación con los últimos, abandonado en lo profundo del desierto africano. En ese contexto expresaba sus de-seos de sentir a cualquier ser humano como un hermano, y pedía a un amigo: “Ruega a Dios para que yo sea realmente el hermano de todos. Quería ser, en definitiva, “el hermano universal. Pero sólo identificándose con los últimos llegó a ser hermano de todos. Que Dios inspire ese sueño en cada uno de nosotros” (FT 287).
5. Conclusión
Como hemos recordado, el papa Francisco le ha motivado a escribir su última encíclica, la persona de san Francisco de Asís, como lo fue también su anterior encíclica Laudato Si. Y la razón está en lo que afirma en el primer capítulo:
“El mundo de hoy es en su mayoría un mundo sordo. A veces la velocidad del mundo moderno, lo frenético nos impide escuchar bien lo que dice otra persona. Y cuando está a la mitad de su diálogo, ya lo interrumpimos y le queremos contestar cuando todavía no terminó de decir. No hay que perder la capacidad de escuchar. San Francisco de Asís escuchó la voz de Dios, escuchó la voz del pobre, escuchó la voz del enfermo, escuchó la voz de la naturaleza. Y todo eso lo transforma en un estilo de vida. Deseo que la semilla de san Francisco crezca en tantos corazones” (FT 48).
“Con los últimos llegó a ser hermano de todos”. Ese fue el sueño de Carlos de Foucault. Pero ¿quiénes son esos últimos hoy? Son los hermanos nuestros que en la sociedad son invisibles y resultan descartados. Sabemos de pobres que tienen rostro, que están en las cárceles, mueren en el mar, emigrantes que viajan a otros países. Pero hay otros que no sabemos ni siquiera que existan. Esta es la nueva pobreza que el papa Francisco ha puesto al descubierto. Estos son los últimos con los que las religiones, los cristianos de las diversas confesiones y la humanidad entera se deberán identificar, sobre todo si queremos construir la verdadera fraternidad y amistad social que el papa Francisco sueña en esta Iglesia sinodal que Dios quiere para este nuevo milenio.
NOTAS:
1.- Instituto San Pío X (Madrid) - Universidad Pontificia de Salamanca. El texto corresponde a la ponencia impartida en la ciudad de Guadalajara, con motivo de la Jornada Mundial de los Pobres (Diócesis de Sigüenza-Guadalajara, 13 de noviembre de 2021). Sinite 189 (2022) 137-154ISSN (impreso): 0210-5225 ISSN (digital): 2792-1875doi: 10.37382/sinite.v63i189.617
2.- G. Routhier, “La sinodalidad: dimensión constitutiva de la Iglesia y expresión del evangelio”, Concilium 390 (2021) 97-106, 97.
3.- Cf S. Pié Ninot, Eclesiología. La sacramentalidad de la comunidad cristiana, Sala-manca 2007, 570-571.
4.- S. Pié-Ninot, La Sinodalidad como el caminar juntos en la Iglesia, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona 2021, 22-23.
5.- Pié-Ninot, La Sinodalidad, 24-26. Ver también el Documento de la Comisión Teológica Internacional, La Sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, (2 de marzo de 2018), n. 20.
6.- Sínodo De Los Obispos, Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. Documento preparatorio. Sínodo 2021-2023, San Pablo, Madrid 2021. Ver también Sínodo De Los Obispos, Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión. Vademécum, BAC, Madrid 2021.
7 Documento preparatorio n. 1; Vademécum 1.2.
8 J. Guitton, Diálogos con Pablo VI, Encuentro, Madrid 2014, 352.
9 Aquí seguimos las aportaciones de C. Martínez Oliveras, Diez cosas que el papa Francisco quiere que sepas sobre la sinodalidad, Publicaciones Claretianas, Madrid 2021, 27-34; Martínez Oliveras, “Sinodalidad: Fundamentos teológicos del mo-dus ecclesiae”, Salmanticensis 68 (2021) 213-249.
10.- Juan XXIII, Gaudetet Mater Ecclesia, 11 de octubre de 1962.
11.- Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza, Madrid 1994, 168.
12.- M. G. Masciarelli, “La sinodalità, eredità concliare”, L ́Osservatore Romano, 12 de octubre de 2020.
13.- Francisco, Carta al pueblo de Dios que camina en Alemania, 29 de junio de 2019.
14.-Francisco, Carta de presentación del Motu ProprioTradionis custodes, 16 de julio de 2021.
15.- Cfr. M. Alcalá, Historia del Sínodo de los Obispos 1967-1995, BAC, Madrid 1996; Al-calá, Historia del Sínodo de los Obispos. De 1997 a 2001, BAC, Madrid 2002. A ellos habría que añadir todos los celebrados en los últimos veinte años.
16.- Francisco, Carta encíclica Fratelli tutti. Sobre la fraternidad y la amistad social, 2020. Es una encíclica social en la que aparece una cuestión central que nos ayuda a entender todo el documento. Nos referimos a la crisis de la globalización. Aquí el papa Francisco cita a Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate quedecía sobre la globalización: “En este nuevo contexto donde nos hace más cer-canos, no podemos ignorar que no nos hace más hermanos” (n. 19). Porque una globalización que acentúa las desigualdades, que ignora a los desposeídos de la sociedad, que deshumaniza, se convierte en una globalización salvaje que pone en peligro la paz y la supervivencia de todos. Por lo tanto, necesitamos nutrirla del humus ético, para que sea una realidad más justa y solidaria, con capacidad de incluir a los emigrantes, a los más pobres de la tierra. Por eso las religiones y toda la humanidad estamos llamados a humanizar la globalización y a globali-zar la solidaridad.
17.- He tratado este tema de forma más amplia en mi artículo: J. P. García Maestro, “¿Qué 'cáritas' queremos para el futuro? Visibilizar el rostro de los que sufren la cultura del descarte”, Sinite 182 (2019) 511-528. En su exhortación Evangelii gaudium, afirma el papa Francisco: “Sin la opción preferencial por los pobres, el anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete” (EG 199).
18.- G. Alberigo - J. P. Jossua, La recepción del Vaticano II, Cristiandad, Madrid 1987, 217-218.
19.- E. Schillebeeckx, Los hombres relatos de Dios, Sígueme, Salamanca 1994, 29-42.
20.- J. Sobrino, Fuera de los pobres no hay salvación. Pequeños ensayos utópicos -proféticos, Trotta, Madrid 2007.
21.- En el diálogo interreligioso el tema de la verdad lo consideramos un tema esen-cial. No obstante, las religiones deberían convertirse en lugares donde se hiciera honor a la duda. Como afirmaba el teólogo Paul Tillich: “Lo contrario de la fe no es la duda, sino la certeza”. Los cristianos tienen que tomar conciencia que practicar la duda como virtud puede conducir a la humildad. Es más, estamos familiarizados con la idea teológica de humildad. Nuestra fe nos recuerda que Dios es Dios y nosotros no, y que nunca se puede saber toda la verdad a causa de nuestras limitaciones humanas y nuestra limitada posibilidad de conocer los designios de Dios. Esto no equivale a decir que la verdad no existe, sino a decir que los seres humanos “aún no vemos las cosas con claridad. Sólo cuando veamos a Dios cara a cara los sabremos todo” (1 Cor 13,12). La humildad, espe-cialmente la humildad intelectual, es también una virtud científica clave. La naturaleza ha demostrado una y otra vez que las verdades que subyacen tras ellas exceden a las mentes más poderosas.
PUBLICADO EN:
SINITE, Revista de Pedagogía Religiosa
Sinite 189 (2022) 137-154ISSN (impreso): 0210-5225
ISSN (digital): 2792-1875doi: 10.37382/sinite.v63i189.617
AGENDA – PRÓXIMOS ACTOS
1 junio 2022 - 20'30 horas
Vigilia Ecuménica de Pentecostés
Club Parroquial Cristo Rey
SABIÑÁNIGO (Huesca)
3 junio 2022 - 19'30 horas
Encuentro de Taizé
Iglesia Iesu. Parroquia Iesu Parrokia, Av. Barcelona 2
DONOSTIA / SAN SEBASTIÁN
4 junio 2022 - 11'00 horas
Taller de cocina + Comida inclusiva e intercultural
Sede de Arco Forum
Ronda de Segovia nº 2 Planta baja, 6 (Local 20)
MADRID
4 junio 2022 - 11'00 horas
Taller de Cocina Intercultural
Let's Go Forward
MADRID
5 junio 2022 - 11'00 horas
Acto ecuménico. SOUC 2022
Iglesia Metodista de la Boca. Calle Olavarría, 661
BUENOS AIRES (Argentina)
6 junio 2022 - 17'30 horas
Acto ecuménico. SOUC 2022
Parroquia Sagrada Ecucaristía. Avenida Santa Fe, 4320
BUENOS AIRES (Argentina)
7 junio 2022 - 20'00 horas
Acto ecuménico. SOUC 2022
Iglesia Visión de Futuro. Calle Boedo, 860
BUENOS AIRES (Argentina)
8 junio 2022 - 19'45 horas
Acto ecuménico. SOUC 2022
Iglesia Evangélica Baiyosta El Rey Jesús. Calle José A. Cabrera, 4656
BUENOS AIRES (Argentina)
8 junio 2022 - 20'00 horas
Acto ecuménico. SOUC 2022
Iglesia Evangélica Luterana Unida y Parroquia Santa Ana. Calle Simbrone, 3194 (esquina Cuenca)
BUENOS AIRES (Argentina)
9 junio 2022 - 19'00 horas
Acto ecuménico Central de la SOUC 2022, organizado por CEICA
Catedral Armenia San Gregorio el Iluminador. Calle Armenia, 1535
BUENOS AIRES (Argentina)
10 junio 2022 - 19'30 horas
Acto ecuménico. SOUC 2022
Catedral Católica Armenia Nuestra Señora de Narek. Calle Charcas, 3529
BUENOS AIRES (Argentina)
11 junio 2022 - 11'00 horas
Taller de Cocina Intercultural
11 junio 2022 - 11'00 horas
Acto ecuménico. SOUC 2022
Basílica de San José de Flores. Avenida Rivadavia, 6950
BUENOS AIRES (Argentina)
11 junio 2022 - 20'30 horas
Acto ecuménico. SOUC 2022
Iglesia Santa Julia. Avenida Juan Bautista Alverdi, 1195
BUENOS AIRES (Argentina)
12 junio 2022 - 17'30 horas
Acto ecuménico. SOUC 2022
Parroquia Patrocinio de San José. Calle Ayacucho, 1072
BUENOS AIRES (Argentina)
25 junio 2022 - 18'00 horas
Reunión de Oración por la Unidad
Franklin, 2173 (Flores)
BUENOS AIRES (Argentina)
8 - 10 julio 2022
Foro Espiritual de Estella
“El Futuro de las Religiones”
ESTELLA/LIZARRA (Navarra)
14 - 17 julio 2022
Encuentro Ecuménico "el Espinar"
30 Años Navegando en el Ecumenismo
SAN LORENZO DE EL ESCORIAL (Madrid)
30 julio - 13 agosto 2022
Campamento de Conciencia. Urbasa 2022
Camping de Artaza Urederra (Navarra)
ARTAZA (NAVARRA)
21 - 31 agosto 2022
Peregrinea 2022
Camino Sanabrés
OURENSE – SANTIAGO DE COMPOSTELA
27 - 30 agosto 2022
Encuentro Ecuménico de la Juventud
KARLSRUHE (Alemania)
14 - 15 septiembre 2022
VII Congreso Mundial de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales
NUR-SULTÁN (Kazajistán)