¿Qué es y qué no es el ecumenismo?
Es el movimiento que tiende a la unidad de los cristianos y que comprende “las actividades e iniciativas que, según las variadas necesidades de la Iglesia y las características de la época, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos” (UR 4).
La búsqueda de la unidad de los cristianos es una tarea cada vez más urgente de la Iglesia católica. El Santo Padre Benedicto XVI ha subrayado muchas veces “la irreversibilidad de la elección ecuménica”. En esta tarea, el criterio prioritario es la unidad de la fe.
El dialogo ecuménico está basado sobre el derecho-deber de expresar cada uno, con serenidad y objetividad, la propia identidad, evidenciando lo que se es, lo que une y lo que divide. Exponer con claridad las propias posiciones no limita el dialogo ecuménico sino que lo favorece.
Porque existen, entre los cristianos, divisiones que son contrarias a la voluntad de Cristo, el cual ha orado «para que todos sean uno»(Jn 17,21), y así llegar a la unidad de todos los cristianos en “un solo rebaño y un solo pastor”(Jn 10,16), a fin que “el pueblo de Dios llegue gozoso a la entera plenitud de la gloria eterna en la Jerusalén celestial” (UR 3).
¿Qué tipos de males causan las divisiones entre los cristianos?
Causan varios tipos de males, ya sea al interior como al exterior de la Iglesia:
- Estos males, en efecto son un escándalo que debilita la voz del Evangelio;
- “Las divisiones de los cristianos impiden que la Iglesia realice la plenitud de catolicidad que le es propia en aquellos hijos que, incorporados a ella ciertamente por el bautismo, están, sin embargo, separados de su plena comunión. Incluso le resulta bastante más difícil a la misma Iglesia expresar la plenitud de la catolicidad bajo todos los aspectos en la realidad de la vida”(UR 4).
- “La propia universalidad de la Iglesia, gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, a causa de las divisiones de los cristianos, encuentra un obstáculo para su plena realización en la historia” (CDF, Carta Communionis notio, 17.3).
Esta no-unidad entre los cristianos ocasiona un grave daño al testimonio, que los cristianos están comprometidos a proponer a los no-cristianos: constituye un contra-testimonio. “Es doloroso que en esta situación los cristianos pierdan parte de su impulso misionario y evangelizador a causa de las divisiones que minan su vida interna y reducen su credibilidad apostólica” (Pontificio Consejo Para la Unidad de los Cristianos, Directorio para la aplicación de los principios y de las normas sobre el ecumenismo, Presentación).
¿Por qué es necesario distinguir entre unidad de la Iglesia y unidad de los cristianos?
Porque la unidad de la Iglesia existe ya. La unidad, «que Cristo ha donado desde el principio a su Iglesia, (…) nosotros creemos que subsiste, sin posibilidad de perderse, en la Iglesia católica y esperamos que crecerá cada día más hasta el fin de los siglos» (UR 4). Por eso proclamamos en el Credo: “Creo en la Iglesia una…”, y esta Iglesia una subsiste en la Iglesia católica (cfr. LG 8).
La que falta es la unidad de los cristianos. De hecho, «ya desde los comienzos surgieron escisiones en esta una y única Iglesia de Dios, las cuales reprueba gravemente el Apóstol como condenables; y en siglos posteriores nacieron disensiones más amplias y comunidades no pequeñas se separaron de la plena comunión de la Iglesia católica, a veces no sin culpa de los hombres de una y otra parte» (UR 3).
“La unidad de la única Iglesia, que ya existe en la Iglesia católica sin posibilidad de perderse, nos garantiza que un día también la unidad de todos los cristianos se hará realidad” (Juan Pablo ii, Discurso, 13 de noviembre de 2004).
Y sin embargo los cristianos separados de la plena comunión con la Iglesia católica tienen con ella, ya desde ahora, muchos elementos en común.
¿Cuáles son los elementos que las Iglesias y las Comunidades cristianas no-católicas tienen en común con la Iglesia católica?
Los miembros de estas Iglesias y comunidades no-católicas:
- “justificados en el bautismo por la fe, están incorporados a Cristo y, por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos, y los hijos de la Iglesia católica los reconocen, con razón, como hermanos en el Señor” (UR 3);
- tienen “muchos elementos de santificación y de verdad, como la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad y otros dones interiores del Espíritu Santo y los elemento visibles” (UR 3);
“El Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades eclesiales como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de gracia y de verdad que Cristo ha dado a la Iglesia católica. Todos estos bienes provienen de Cristo y a él conducen” (UR 3); y “conducen hacia la unidad católica” (LG8).
“La Iglesia se reconoce unida por muchas razones con quienes, estando bautizados, se honran con el nombre de cristianos, pero no profesan la fe en su totalidad o no guardan la unidad de comunión bajo el sucesor de Pedro” (LG 15).
Al mismo tiempo la Iglesia católica reconoce que las Iglesias ortodoxas son muy cercanas a ella con respecto a las comunidades cristianas no-católicas, en cuanto que existe no poca diferencia entre estas últimas y las Iglesias ortodoxas.
¿Cuál es la diferencia entre las Iglesias ortodoxas y las Comunidades eclesiales no-católicas?
Las Iglesias ortodoxas, nacidas a partir del año 1054:
· “tienen verdaderos sacramentos, y sobre todo, por la sucesión apostólica, el Sacerdocio y la Eucaristía, con los que se unen a nosotros con vinculo estrechísimo” (UR 15.3);
· por lo tanto “una cierta comunicación en las cosas sagradas, dadas las circunstancias oportunas y con la aprobación de la autoridad eclesiástica, no solo es posible sino aconsejable” (UR 15);
· merecen el título de “Iglesias particulares o locales”, y son llamadas “Iglesias hermanas de las Iglesias particulares católicas” (UR 14.1);
· por la celebración de la Eucaristía del Señor en estas Iglesias particulares, la Iglesia de Dios es edificada y crece;
· tienen una comunión con la Iglesia católica, tan profunda «que le falta muy poco para alcanzar la plenitud que autorice una celebración común de la Eucaristía del Señor» (Pablo VI, Discurso en la Capilla Sixtina en la celebración del décimo aniversario de la mutua anulación de las excomuniones entre las Iglesias de Roma y de Constantinopla, 14 de diciembre de 1975);
· sin embargo no están en plena comunión con la Iglesia católica, en cuanto que no están en comunión con la cabeza visible de la única Iglesia católica que es el Papa, sucesor de Pedro. Y esta no es una cuestión secundaria, sino uno de los principios constitutivos internos de cada Iglesia particular. Por tanto, como “la comunión con la Iglesia católica, cuya Cabeza visible es el Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, no es cualquier complemento externo a la Iglesia particular, sino uno de sus principios constitutivos internos, la condición de Iglesia particular, de la cual gozan aquellas venerables Comunidades cristianas, sufre sin embargo de una carencia” (CDF, Responsa ad quaestiones, 4).
Las Comunidades eclesiales no-católicas:
· son sobre todo aquellas que han nacido con la reforma del siglo XVI: protestantes (inspirados en el pensamiento y la obra de Martin Lutero: 1483-1546), anglicana (nacida con el Acto de Supremacía del rey ingles Enrique VIII del 1534). Además de estas, existe también una multiplicación de nuevas denominaciones cristianas, que han nacido y nacen posteriormente;
· no tienen la sucesión apostólica en el sacramento del Orden, y por eso están privadas de un elemento constitutivo esencial del ser de la Iglesia;
· especialmente a causa de la falta del sacerdocio ministerial, no han conservado la genuina e integra sustancia del Misterio eucarístico (cfr. UR 22.3);
· “por este motivo, no es posible, para la Iglesia católica, la inter-comunión eucarística con estas comunidades” (CCC 1400);
· sin embargo, “mientras en la santa Cena hacen memoria de la muerte y de la resurrección del Señor, profesan que en la Comunión de Cristo se significa la vida, y esperan su glorioso advenimiento” (UR 22);
· según la doctrina católica, no pueden ser llamadas “Iglesias” en sentido propio (cfr. CDF, Dominus Iesus, 17.2), en cuanto carecen de los sacramentos del Orden y de la Eucaristía;
· sin embargo en ellas se encuentran “numerosos elementos de santificación y de verdad”, “que en cuanto dones propios de la Iglesia de Cristo inducen a la unidad católica” (LG 8), como por ejemplo la Sagrada Escritura, el Bautismo, la caridad…
¿Qué principio es importante en el dialogo ecuménico?
En el dialogo ecuménico “vale siempre el principio del amor fraterno y de la búsqueda de comprensión y de acercamiento reciproco; pero también la defensa de la fe de nuestro pueblo, confirmándolo en la alegre certeza que la «única Christi Ecclesia… subsistit in Ecclesia católica, a succesore Petri et Episcopis in eius communione gubernata» («la única Iglesia de Cristo… subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él» (LG 8)” (Benedicto xvi, Homilía, 12-5-07).
¿Cómo debe ser entendida la afirmación según la cual la Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica?
“Cristo ha constituido sobre la tierra una única Iglesia y la ha instituido como una comunidad visible y espiritual, que desde su origen y a lo largo de la historia siempre existe y existirá, y en la cual permanecen y permanecerán tan solo todos los elementos instituidos por Cristo mismo. Esta es la única Iglesia de Cristo, la cual en la Profesión de fe la confesamos una, santa, católica y apostólica (…). Esta Iglesia, constituida y organizada en este mundo como sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él. En la Constitución dogmática LG 8 la subsistencia es esta perenne continuidad histórica y la permanencia de todos los elementos instituidos por Cristo en la Iglesia católica, en la cual concretamente se encuentra la Iglesia de Cristo sobre esta tierra” (CDF, Responsa ad quaestiones, 2).
¿Por qué viene usada desde el Concilio Vaticano II en Lumen Gentium la expresión “SUBSISTIT IN” y no el verbo “EST”?
Con la palabra subsistit (subsiste), el Concilio:
· indica la plena identidad de la Iglesia de Cristo con la Iglesia católica. Porque la Iglesia así querida por Cristo de hecho continua existiendo (subsistit in) en la Iglesia católica, la continuidad de subsistencia comporta una sustancial identidad de esencia entre la Iglesia de Cristo y la Iglesia católica. El Concilio, por tanto, ha querido enseñar que la Iglesia de Jesucristo como sujeto concreto en este mundo puede ser encontrada en la Iglesia católica;
· afirma que tal palabra subsiste “puede ser atribuida exclusivamente solo a la Iglesia católica, porque se refiere precisamente a la nota de la unidad profesada en el símbolo de la fe (Creo… en la Iglesia una)” (CDF, Responsa ad quaestiones, 2);
· expresa la singularidad y la no multiplicidad de la Iglesia de Cristo: la Iglesia de Cristo es tan solo una y subsiste, en la realidad histórica, en un único sujeto, que es la Iglesia católica;
· salvaguarda así la unidad y la unicidad de la Iglesia, que se debilitarían si se admitiese que pudieran haber más subsistencias de la Iglesia fundada por Cristo;
· ayuda a evitar que se pueda imaginar la Iglesia de Cristo como “la suma -diferenciada y en algún modo unitaria al mismo tiempo- de las Iglesias y Comunidades eclesiales” o de “pensar que la Iglesia de Cristo hoy no exista mas en algún lugar y que, por eso, deba ser tan solo objeto de búsqueda de parte de todas las Iglesias y comunidades” (CDF, Mysterium Ecclesiae, 1). Si fuese así, la única Iglesia de Cristo no existiría mas como “una” en la historia o existiría solo en un modo ideal, o sea, in fieri en una futura convergencia o reunificación de las diversas Iglesias hermanas, esperada y aprobada desde el dialogo;
· expresa muy claramente fuera del conjunto visible de la Iglesia católica se encuentran “numerosos elementos de santificación y de verdad”, “que en cuanto dones propios de la Iglesia de Cristo conducen a la unidad católica” (LG 8). Recono-ce por lo tanto la presencia, en las Comunidades cristianas no católicas en cuanto tales, de elementos eclesiales propios de la Iglesia de Cristo. “Por eso las mismas Iglesias y Comunidades separadas, aun cuando creemos que tienen carencias, en el misterio de salvación no están del todo vacías de significado y de peso. En efecto el Espíritu de Cristo no rechaza servirse de ellas como de instrumentos de salvación, cuyo valor deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad, que ha sido confiada a la Iglesia católica” (UR 3.4);
· permite una mayor apertura de la Iglesia católica a la particular petición del ecumenismo de reconocer caracteres y dimensiones realmente eclesiales a las Comunidades cristianas que no están en plena comunión con la Iglesia católica, con motivo de los plura elementa sanctificationis et veritatis (múltiples elementos de santificación y de verdad) presentes en ellas. La expresión subsistit armoniza por tanto dos afirmaciones doctrinales: por un lado, que la Iglesia de Cristo, a pesar de las divisiones de los cristianos, continua existiendo plenamente tan solo en la Iglesia católica, y, por otro lado, la existencia de numerosos elementos de santificación y de verdad por fuera de su conjunto, o bien en las Iglesias y Comunidades eclesiales que no están todavía en plena comunión con la Iglesia católica (cfr. CDF, Responsa ad queastiones, 3 articulo de comentario).
¿Qué hacer para la unidad de los cristianos?
“Son necesarios:
· una renovación permanente de la Iglesia en una creciente fidelidad a su vocación. Tal renovación es la fuerza del movimiento hacia la unidad;
· la conversión del corazón para «llevar una vida más conforme al Evangelio», porque es la infidelidad de los miembros al don de Cristo lo que causa las divisiones;
· la oración en común; en efecto la «conversión del corazón» y la «santidad de vida, junto con las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos, se deben retener como el alma de todo el movimiento ecuménico y se pueden llamar justamente ecumenismo espiritual»;
· el reciproco conocimiento fraterno;
· la formación ecuménica de los fieles y especialmente de los sacerdotes;
· el dialogo entre los teólogos y los encuentros entre los cristianos de las diferentes Iglesias y comunidades;
· la cooperación entre cristianos en los diversos ámbitos del servicio a los hombres (CCC 821).
“No se da ecumenismo verdadero sin la conversión interior y la purificación de la memoria, sin santidad de vida en conformidad con el Evangelio, y sobre todo sin una intensa y asidua oración que haga eco a la oración de Jesús” (Juan Pablo II, Discurso, 13 de noviembre de 2004).
“La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los otros a los cuales El se dona. Yo no puedo tener a Cristo solo para mí; puedo pertenecerle tan solo en unión con todos aquellos que han sido o serán suyos. La comunión me saca fuera de mi mismo hacia El, y así también hacia la unidad con todos los cristianos” (Benedicto XVI, Deus caritas est, 14).
FUENTE:
INFOVATICANA.COM
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