Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

domingo, 23 de febrero de 2020

RITUALES SAGRADOS


LO QUE DICEN LAS RELIGIONES
RITUALES SAGRADOS 

por José Luis Vázquez Borau

Se entiende por rito la costumbre o ceremonia que siempre se repite de la misma manera. O bien el conjunto de reglas establecidas para el culto y ceremonias religiosas. Los ritos son las celebraciones de los mitos, o historias sagradas, que no se pueden separar de estos. Tienen un carácter simbólico y su celebración puede consistir en fiestas y ceremonias según las pautas de la tradición o de la autoridad religiosa. 

1. Los ritos de ofrenda y de sacrificio en el animismo 

Son actos que manifiestan el reconocimiento de la dependencia del ser humano respecto del creador. Estos ritos consisten normalmente en el ofrecimiento de las primicias de la cosecha, o en el momento de la siembra, para hacer que la semilla sea fecunda. También hay sacrificios de animales. Cada dios o cada antepasado tiene sus preferencias. Estos sacrificios son de acción de gracias y de petición de favores. A veces estos ritos tienen la función de calmar al dios ofendido. En este aplacamiento tiene un gran papel la sangre. Los animistas han conocido a veces los sacrificios humanos. La sangre de los sacrificios humanos o animales se ha representado simbólicamente, por ejemplo, entre los hombres prehistóricos con el color ocre o rojo. 

En ocasiones el sacrificio es una realidad que se impone como reparación de un desorden. El ayuno, practicado en todas partes, es la autopunición más frecuente, pero existen otras clases de privaciones voluntarias. Manifiesta que el ascetismo es una constante en toda vida religiosa, animista o no. El sacrificio tiene, finalmente, la misión de regenerar la fuerza vital, disminuida a veces por la enfermedad, la violación de un tabú, o dispersada por la muerte. En estas ocasiones es necesario restituirla derramando la sangre de una víctima. 

2. El rito del perdón en el Judaísmo 

Durante la fiesta del Yom Kippur se rememora la fe de Abraham, que encuentra su máxima manifestación cuando Dios, para ponerlo a prueba, le pide que sacrifique a su único hijo, en quien precisamente, tras tantos años de esterilidad, parecía cifrarse la única posibilidad de realización del linaje que Dios le había prometido. Y Abraham obedece sin discutir. Va al monte que Dios le había indicado, levanta el altar, dispone la leña, ata encima a su hijo y empuña el cuchillo para sacrificarlo, pero en este momento Dios le impide que lo haga y pone a su alcance un carnero, que será sacrificado en lugar del hijo. Dios le jura entonces que por no haberle negado su único hijo le colmará de bendiciones y hará su descendencia más numerosa que las estrellas del cielo y las arenas del mar. La tradición islámica cita a Ismael, no a Isaac, como el sacrificio perdonado. (Cf. El Corán, XXXVII, 101-111)

3. El ritual funerario en el Islam 

El ceremonial de la muerte y entierro se realiza de la siguiente manera: Primero se lava el cuerpo del difunto y se envuelve en una mortaja de dos piezas sin costura, como en el judaísmo. Después se hace una oración en honor de la persona muerta que puede hacerse en la mezquita, en la casa o cerca de donde vivía. El paso siguiente es llevar al difunto a la tumba. Las mujeres generalmente no van o sólo acompañan durante una parte del trayecto. Los familiares y amigos caminan junto a una especie de camilla donde llevan al difunto. El poder cargarla se considera un honor y un acto muy meritorio. Contra antes lleven el cuerpo a la tumba mejor, pues consideran que acelera su felicidad. 

Si una persona muere luchando por el país es considerado mártir (shahid). En este caso se envuelve su cuerpo con la bandera del país, y mientras se le conduce a la tumba se va diciendo shahid Aviv Allah, que quiere decir, “el mártir es querido por Allá”. Aunque tuviera pecados, todos le son perdonados en el momento de su muerte. Para todos los casos la tumba es cavada en la tierra, La medida será la de un hombre en posición vertical. Si es para el cuerpo de una mujer, la profundidad será hasta el pecho, y si es para un hombre será hasta la cintura. El cuerpo se coloca orientando la cabeza hacia La Meca. La persona que entierra dice: “Nuestra comunidad te sepulta en el nombre de Dios y la religión de Mahoma”. Luego, la tumba se cierra con ladrillos o tablillas y se rellena con tierra. En general se colocan inscripciones del Corán en la tumba. Una vez alejados cuarenta pasos se reza la profesión de fe, al creer que es en ese momento cuando dos ángeles comienzan a hacer las preguntas al difunto para comprobar su fe. 

Durante los dos días siguientes los familiares deben llevar ropas oscuras y las mujeres no se pintan. Al tercer día se visita la tumba y se recitan algunos versos del Corán. Al séptimo día y al decimocuarto se ofrece una comida a los familiares y amigos. Se recitan versos del Corán con el fin de que el difunto alcance la bendición celestial. 

4. El rito hindú al entrar en el templo 

Al entrar en el recinto del templo, el hindú se quita el calzado. En la piscina del templo toma un baño de purificación y luego se acerca al templo. Éste tiene la forma del monte universal y, si es un templo ricamente adornado, aparece en sus muros exteriores la multiplicidad de los seres: plantas, adornos, animales, seres humanos, genios celestes. En este mundo, representado en el exterior del templo, hay fecundidad y ternura, música y danza. Pero dentro está la divinidad. Se manifiesta fuera en las hornacinas principales del templo en algunas de sus figuras especialmente importantes. También los mitos adquieren vida mientras se recorre el templo en el sentido de las agujas del reloj. Al hacerlo, se da la derecha a la divinidad en señal de respeto. 

Cuando se llega otra vez a la puerta de entrada, hay que mirar y tocar con la mano el marco de la puerta, en el que a veces están representados los ríos sagrados y purificadores del Ganges y Yamuna, mientras que encima de la puerta se pueden ver los planetas y el dios que reside en el templo. Ante la entrada al sanctum se puede ver de ordinario el animal que transporta a la divinidad: un toro en el caso de Siva, y un ave en el caso de Visnú. Ambos están siempre presentes y veneran a sus señores sin cesar. Allí pende una campana. Se le puede hacer sonar, anunciando así al dios la llegada y, al mismo tiempo, expulsando con su diáfano sonido a eventuales demonios. El camarín es oscuro. Sólo por la puerta de entrada llega luz al interior hasta la imagen de Visnú o de Siva. 

El creyente, si no es brahman, sólo entra de ordinario al umbral del sanctum. Allí obtiene lo que ha ido a buscar, la manifestación de Dios. Ahora ya ha visto la multiplicidad exterior y la unidad interior. Entrega un don: unas cuantas flores, unas monedas. Como respuesta a su don, recibe del sacerdote un poco de agua consagrada por el contacto con el cuerpo del dios, una flor o una de las hojas que adornan al dios; también un ligero toque en la frente con pasta de sándalo o un poco de la comida que el dios ha consagrado por su aceptación. Dar y recibir se convierten aquí en símbolo. El don es solamente un signo; lo que se ofrece propiamente con él es un corazón lleno de entrega. Luego el visitante abandona el templo. El camarín no es lugar para quedarse largo rato. Es lugar de invocación, de ofrenda y de visión. Luego se detiene uno en el atrio del templo. Allí el fiel se sienta a la sombra de las paredes adornadas con imágenes o con un gran árbol, lee, medita, deja que la paz del atrio del templo actúe sobre él. 

5. El ritual budista de la Visakha 

El nacimiento, el sueño y la muerte de Buda se celebra en la luna llena que cae en el mes de mayo, en lo que se denomina la Visakha. Estos tres acontecimientos de la vida de Buda, los más importantes de su vida, tuvieron lugar, según la tradición, en el mismo día de luna llena, día en el cual se reúne la comunidad budista para beber, por medio de la meditación, de las fuentes de su inspiración. 

Se medita sobre las “Tres Joyas”: Buda, su Enseñanza, dharma, y su Comunidad, sangha. La Enseñanza se apoya a su vez en las “Cuatro Nobles Verdades”: la verdad del sufrimiento, el origen del sufrimiento, el término del sufrimiento y el modo de hacerlo cesar, que es mediante la meditación. Además de la meditación, en la Visakha los budistas son invitados a reunirse en el templo y escuchar un sermón sobre el significado de la fiesta. Hacen ofrendas de lamparitas, incienso y flores. Estas tres cosas coinciden en la particularidad de consumirse rápidamente y sirven para compararlas con la vida humana y reflexionar. Más tarde se reúnen en familia, algo así como los cristianos en Navidad.

6. El ritual del Año Nuevo Chino 

El mito se refiere a un pueblo de China que fue destruido por un monstruo maléfico una noche de invierno. Al año siguiente, el monstruo regresó y diezmó el pueblo. Anticipándose a la nueva visita del monstruo el año siguiente, los pobladores idearon un plan para espantarlo. Se utilizaron fuegos de artificios rojos, tambores y gongs para crear fuertes ruidos y así ahuyentar a la bestia y se colocaron estandartes por todos lados. El rojo simboliza el fuego y durante mucho tiempo se ha creído que espanta el mal y la mala suerte. El plan funcionó y la celebración duró varios días, durante los cuales la gente se visitó, intercambió regalos, bailó y comió deliciosas comidas. 

Un mes antes de la fecha del Año Nuevo Chino se comienza a comprar regalos, adornos, comida y vestimenta. Una exhaustiva limpieza comienza aproximadamente un mes antes del Año Nuevo Chino, cuando las casas se limpian profundamente, eliminando todo rastro de mala suerte. Se da una nueva mano de pintura, que por lo general es de color rojo, a las puertas y los vidrios de las ventanas. Luego se decoran con letras coloridas sobre diseños de papel y pareados con impresiones de temas como la felicidad, la fortuna y la longevidad. Todo esto debe realizarse antes de que comience la celebración del Año Nuevo Chino. 

7. La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida cristiana 

La Eucaristía es "fuente y cima de toda la vida cristiana". Los demás sacramentos, como también todos los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua. La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del Pueblo de Dios por la que la Iglesia es ella misma. En ella se encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que, en Cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo y por él al Padre. Finalmente, por la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos. 

El Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión. Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar, baptizein en griego, significa "sumergir", "introducir dentro del agua"; la "inmersión" en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección con El como "nueva criatura". 

Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los "sacramentos de la iniciación cristiana", constituyendo un todo. En efecto, a los bautizados el sacramento de la confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras.

PUBLICADO EN
REVISTA HOREB EKUMENE 
ISSN 2605 - 3691 - Diciembre 2019- Año II - No 15 
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld 




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