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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

martes, 23 de junio de 2020

UNA REFLEXIÓN EN TIEMPOS DE PANDEMIA


Ayer forma parte de la historia, mañana es un misterio. Hoy es un don de Dios, Es por eso que llamamos el Presente (Bil Keame). 

por Carmen Herrero

Hace uno días leí este pensamiento de Bil Keame que me llevo a reflexionar en estos momentos tan inciertos que estamos viviendo a causa del Covid-19, y tomar conciencia de que solamente el presente nos pertenece. Hemos pasado del confinamiento al desconfinamiento, y esto no deja de ser un paso muy positivo y esperanzador dentro de la pandemia que hemos vivido y que todavía no podemos dar por terminada. Las distintas etapas para llegar a la “normalidad”, siguen su orden. Ello indica que poco a poco la pandemia va disminuyendo, y que los avances de la medicina son positivos, así como el cuidado que cada ciudadano ha tenido, para sí mismo y para los demás; todo ello ha contribuido y sigue ayudando a vencer esta lucha contra el enemigo invisible del Covid-19. 

Pese a la mejora que vamos viendo y a la “nueva normalidad” que hemos comenzado, nos debemos mantener en “alerta”, siguiendo pensando los unos en los otros para el bien de todos, a no bajar la alerta, ya que el enemigo -invisible- puede aparecer de nuevo donde menos y cuando menos lo esperemos. Como dice Bil: “ayer forma parte de la historia”, no podemos volver atrás; bien que la historia siempre nos deja una experiencia y cierta sabiduría para mejor conducirnos en el hoy, es decir, en el presente que es el hoy, y el ahora que nos toca vivir. Creo que esta es la lección que tenemos que sacar del ayer: saber conducirnos mejor, a todos los niveles, desde el más pequeño al más grande, con responsabilidad y generosidad, con sentido de igualdad, siendo solidarios los unos con los otros y estando atentos a los más débiles y desamparados de la sociedad. 

¡Cuántas lecciones, -si queremos aprender-, nos ha enseñado el coronavirus! Él ha sido capaz de poner al descubierto muchas estructuras, instituciones y organizaciones de la sociedad que no funcionan como tenían que haber funcionado: empezando por la sanidad. ¡Qué carencia y falta de medios y de personal para luchar contra esta pandemia tan inesperada! Si el pasado, -como ya hemos dicho-, ya es historia y no podemos volver atrás ni remediarla, tampoco podemos continuar con esos criterios tan inhumanos y tan capitalistas como hasta de ahora. Forzosamente surge una crítica y denuncia ante tantos hechos -como hemos visto a lo largo de estos meses-inhumanos, injustos, duros y discrepantes. 

De la sanidad en general, a las residencias de mayores. ¡Qué de carencias! Todos tenemos en mente las personas contagiadas y fallecidas; y, ¡en qué condiciones! Esta realidad es una vergüenza para la sociedad moderna que se cree omnipotente y muy orgullosa de tener en sus manos el control de todo. Cuanto ha ocurrido socialmente, es una interpelación a la conciencia colectiva, familiar y política, de cara al cuidado que ofrecemos a nuestros mayores confiándolos a ciertas estructuras que bien hemos visto su carencia y su incompetencia tanto sanitaria como humana. Esto es un reto para la sociedad, si realmente quiere ofrecer a los mayores unas condiciones de vida que correspondan a sus necesidades y dignidad que merecen los ancianos. 

Ciertas residencias se sirven de los mayores para conseguir beneficios económicos, pues es todo lo que les interesa. Lejos de pensar en el bien estar y cuidado que se merecen los ancianos. Esto lo ha puesto en evidencia la Covid-19. En algunos países europeos se ha constatado que aquellas residencias más lujosas, de pagos exorbitantes, han sido las que menos medios sanitarios tenían, y las que más carecían de personal sanitario y agentes de servicio. ¿Por qué esto? Porque la política de tales establecimientos únicamente es “conseguir beneficios económicos”, a costa de quien sea. En este caso, los ancianos; la parte más vulnerable de la sociedad. ¡Qué reto tan enorme ha planteado el coronavirus a la sociedad! Empezando por el cuidado y solicitud que debemos a nuestros mayores. Y aquí también las familias se tendrán que implicar. La filósofa y catedrática de ética, Adela Cortina ha alertado de que una sociedad que “desprecia a sus mayores demuestra una calidad ética de grado cero”: cuando no se protege a los más vulnerables, a los que necesitan más ayuda, “estamos demostrando que somos absolutamente inmorales”. 1 Planteamientos sanitarios, sociológicos, e institucionales, familiares que nos obligan a reflexionar y actuar. 

El Mañana es un misterio el cual afrontamos cada amanecer, y este misterio hemos de acogerlo desde la gratitud, la confianza y la acción activa y generosa para que se desarrolle en las mejores condiciones posibles. Sabemos que no estamos solos -al menos los creyentes- y que la fuerza del Espíritu nos acompaña siempre, gracias a esta fortaleza podemos vivir el misterio de la vida, es decir, las sorpresas que cada día y cada instante nos deparan. Y esto desde la sencillez, la humildad de creernos lo que somos: creaturas finitas. El coronavirus, ¿nos habrá enseñado algo sobre la humildad? ¿Sobre la fragilidad y la impotencia del ser humano? La persona no es omnipotente, es creatura finita, limitada, muy limitada. El momento histórico que estamos viviendo nos lo ha demostrado. ¿Cómo seguir erguidos, orgullosos, despreciando lo sencillo y machacando al más pobre e indigente? Si esta pandemia nos llevar a ser más humildes, más sencillos y más solidarios; a reconocer que todos nos necesitamos y que unos dependemos de otros; podemos decir que un cambio de sociedad es posible y que un rayo de esperanza se abre en medio de tanto dolor y caos reinante. Si así obramos el mañana podrá ser diferente al hoy. 

El presente: don de Dios, sin olvidar que el don de Dios lo fue ayer y lo seguirá siendo mañana. La vida, ella misma, es un don de Dios constante Creo que Bil Keame quiere llevarnos a vivir en plenitud el presente, porque es el único que tenemos entre nuestras manos. Dada nuestra dispersión interior, con frecuencia vivimos en el pasado o anticipando el futuro; dejando de vivir lo que realmente tenemos: el ahora, el presente. Ayer ya es historia, y el mañana, ¿llegará? No lo sabemos. De aquí la necesidad de vivir el presente en profundidad y altura para construir con dignidad el mañana para nosotros mismo y las generaciones que nos precederan. 

El coronavirus nos ha enseñado que en un abrir y cerrar de ojos todo puede cambiar en nuestra vida y en nuestro entorno. Es por eso que el presente debemos vivirlo en plenitud, desde la interioridad, la serenidad, sencillez y el gozo de decir: estoy vivo, puedo seguir amando, estar con los míos, con mis amigos y vecinos; y ya no sólo comunicarnos desde el balcón a través de las palmas y canciones en favor del mundo sanitario; sino desde la cercanía, desde la amistad y gratuidad, con el deseo de vencer el virus del egoísmo, del miedo, de la indiferencia y del individualismo que tanto daño causa en la socidad. Avivando cada día en mí el deseo de crear una sociedad diferente, más justa, más humana y fraterna. Donde cada ser humano encuentre su sitio y pueda vivir en armonía consigo mismo y con la sociedad… 

Aprendamos, pues, a amar, porque es la finalidad para la que el ser humano ha sido creado. La experiencia nos dice que estamos a años luz de este testamento que Jesús nos dejó: “amaros los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 13,34). Y Martin Luther King dijo un día: “Hemos aprendido a volar como pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”. 

Vivimos tiempo “recios”, en los que todos nos necesitamos, y en los que todos estamos llamados a ser unos para los otros signos de esperanza, de fraternidad y de hermandad. Ser hombres y mujeres esperanzados es vivir el presente en toda su intensidad y profundidad. No permitas que nadie te robe el presente, ¡comienza a vivirlo, a saboréalo y a darle todo su sentido! Y piensa que, según vivas el presente, será tu futuro, porque el presente construye el futuro. 

Sor Carmen Herrero
Fraternidad monástica de Jerusalén
 
NOTA:
1. La catedrática de Ética en la Universitat de València, Adela Cortina, en su intervención en la comisión de reconstrucción de la ciudad creada en el Ayuntamiento para afrontar los efectos de la Covid-19. AYUNTAMIENTO DE VALÈNCIA 04/06/2020 (EP).





1 comentario:

  1. muy. muy acertado el mensaje.
    Por este mensaje y por todo buen hacer, GRACIAS.
    AMPARO

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