PREGÓN DE SEMANA SANTA
por Hna. María José Escalona
Ponerme a pensar en la Semana Santa me invita a contemplar a Jesús en estos días cruciales para Él. Seguir su itinerario hacia la resurrección releyendo los textos del Evangelio que nos presentan los últimos días de su vida en medio de su pueblo.
Quiero acercarme a sus sentimientos en ese día a día tan lleno de acontecimientos y plagados de misterio, rodeado por sus discípulos y a la vez en una soledad acompañada por el Padre.
Próximo a Jerusalén, Jesús envió a dos discípulos a preparar su entrada, le llevaron un borrico pusieron sus mantos sobre el borrico e hicieron que Jesús montara en él.
“Salieron a su encuentro gritando ¡Hosanna! Bendito el que viene en nombre del Señor!¡Bendito sea el rey de Israel!” (Jn 12,13)
“Al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió y se preguntaban: ¿Quién es éste? La gente respondía: Es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea” (Mt 21, 10-11)
“Ante esto, los fariseos comentaban entre si: Está bien claro que no conseguimos nada; todo el mundo le sigue” (Jn 12,19)
Él conocía lo que iba a suceder y los sentimientos contradictorios se agolpaban en su interior. Por un lado, la sensación de triunfo, lo aclaman como rey, hijo de David, es el profeta Jesús. Alegría ante la acogida del pueblo que le reconoce. En ese momento no le piden un milagro, le aclaman. Podría sentirse satisfecho, lo alaban por quién es Él. Los discípulos seguro que caminaban a su lado orgullosos, felices, su amigo, el Maestro a quien seguían era alguien importante para ellos y para el pueblo.
Sin embargo, Lucas nos dice “Cuando ya se iba acercando a la bajada del monte de los Olivos, los discípulos de Jesús, que eran muchos, llenos de alegría estallaron en gritos de alabanza a Dios por todos los milagros que habían visto. Decían: Bendito el rey que viene en nombre del Señor. Los fariseos le dicen que reprenda a sus discípulos, que los haga callar. Jesús respondió: os digo que si éstos callaran, empezarían a gritar las piedras.
Cuando se fue acercando, al ver la ciudad, lloró por ella y dijo: ¡Si en este día comprendieras tú también los caminos de la paz! Pero tus ojos siguen cerrados. (Lc 19, 37 ss)
Triunfo, alegría y lágrimas, sentimientos contradictorios.
JUEVES SANTO
Jesús envía a Pedro y a Juan a preparar la cena de Pascua, seguro que irían contentos, van a estar juntos, van a compartir esa celebración tan importante para un israelita.
Dice Lucas “llegada la hora, Jesús se puso a la mesa con sus discípulos y les dijo: ¡Cuánto he deseado celebrar esta Pascua con vosotros antes de morir! (Lc 22, 14-15) Qué importante es este momento para Jesús. Necesita estar con sus discípulos, con sus amigos, los necesita. Conoce lo que va a venir después y no quiere estar solo, tiene mucho que decirles y que hacer antes de que llegue la cruz.
Todos preparados para cenar y se sorprenden ante Jesús que se levanta, coge la jofaina, el jarro de agua, la toalla y les lava los pies. Ninguno parecía dispuesto a hacer el gesto de la purificación. Tarea destinada a las mujeres y a los esclavos. En ese momento, seguro que los discípulos se sintieron desconcertados, avergonzados ¿Cómo habían dejado que el Maestro acabara realizando una tarea que normalmente realizaba un criado? Pedro le dijo ¡Maestro! Lavarme tú los pies, jamás. Pedro, si no te lavo los pies no tendrás nada que ver conmigo y Pedro responde lávame la cabeza, las manos, lo que quieras.
Al acabar, volvió a sentarse a la mesa y dijo a sus discípulos: ¿Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón, porque efectivamente lo soy. Pues bien, si yo os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros. Os he dado ejemplo, para que hagáis lo que yo he hecho con vosotros. (Jn 13, 12 ss)
El amor que Jesús nos enseñó significa vaciarse al servicio de los demás, tener la mano y el corazón siempre abiertos, sin preguntar nada, sin garantías de nada. Descubrimos un Jesús amigo y amante, enamorado hasta el extremo de cada persona, servidor humilde; venido hasta nosotros no para ser servido, sino para servir; con capacidad infinita para compadecerse, comprender, acoger y sonreír a todos. Un Dios que no cabe en ninguna religión ni iglesia, pues habita en todo corazón humano y acompaña a cada persona en su desgracia y en su felicidad; un Jesús que, seguro, sufre en la carne de los hambrientos y miserables de la tierra; un Dios que ama el cuerpo y el alma, la felicidad; un Dios que está con nosotros para buscar y salvar lo que, a menudo, estropeamos y echamos a perder; un Dios que despierta nuestra responsabilidad y pone en pie nuestra dignidad; un Dios que libera de miedos y quiere la paz; un Jesús del que es fácil enamorarse.
Continúan los gestos y las sorpresas, “Mientras cenaban Jesús se sintió profundamente conmovido y exclamó: Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar. Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: ¿soy yo, Señor? Jesús respondió: El que come en el mismo plato que yo, ese me entregará. Judas le pregunta si es él y Jesús le respondió: Tú lo has dicho” (Jn 13, 21; Mt 26,25)
“Mientras cenaban, Jesús tomó pan,pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos diciendo: Tomad y comed, esto es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, después de dar gracias, se la dio diciendo: Bebed todos de ella, porque ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados.” (Mt 26, 26-28)
¿Qué sentiste Señor? Ibas a marcharte y querías quedarte, conocías su debilidad, su pobreza, nuestra pobreza y querías estar con nosotros.
Jesús, hombre y Dios, buscó la forma de permanecer con nosotros. El pan, el vino, dos alimentos sencillos, cotidianos. Los bendijo y se entregó a cada uno en esa primera Eucaristía.
San Agustín tiene un escrito que a mi siempre me ha impresionado y me ayuda a tomar conciencia del alcance de la Eucaristía. Dice sobre ella: “Soy alimento de adultos: crece y podrás comerme. Y no me transformarás en substancia tuya como sucede con la comida corporal sino que tú te transformarás en mi” (OC 28/08)
Y comienza el podríamos decir el testamento de Jesús, con todos esos textos en los que se vislumbran los sentimientos de Jesús hacia sus discípulos y que los podemos recibir como dichos por el Señor a cada uno de nosotros. Es lo que llamamos el sermón de la última cena, lo recoge el evangelista San Juan:
“Os doy un mandamiento nuevo: Amaos los unos a los otros. Como yo os he amado, así también amaos los unos a los otros” “No os inquietéis. Confiad en Dios y confiad también en mi” “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie puede llegar hasta el Padre, sino por mi.” “Si me amáis, obedeceréis mis mandamientos; y yo rogaré al Padre para que os envíe el Espíritu, para que esté siempre con vosotros” “No os dejaré huérfanos; volveré a estar con vosotros” “Os dejo la paz, os doy mi propia paz. Una paz que el mundo no os puede dar. No os inquietéis ni tengáis miedo.” “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece unido a mi, como yo estoy unido a él, produce mucho fruto; porque sin mi no podéis hacer nada”
“Permaneced en mi amor” “Os he dicho todo esto para que participéis en mi gozo y vuestro gozo sea completo.” “Mi mandamiento es este: Amaos los unos a los otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos. Desde ahora os llamo amigos porque os he dado a conocer todo lo que he oído a mi Padre.” “No me elegisteis vosotros a mi, fui yo quien os elegí a vosotros y os he destinado para que vayáis y deis fruto abundante y duradero.”
“Dentro de poco dejaréis de verme; pero dentro de poco volveréis a verme. Yo os aseguro que vosotros lloraréis y gemiréis, mientras que el mundo se sentirá satisfecho; vosotros estaréis tristes pero vuestra tristeza se convertirá en gozo”
Sería precioso ir relatando los versos que siguen en Juan 16. A mí siempre me llegan muy dentro. Jesús les habla del Padre “El Padre mismo os ama. Y os ama porque vosotros me amáis a mi.” “Llega la hora en que cada uno de vosotros se irá a lo suyo y a mi me dejaréis solo. Aunque yo no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho esto para que podáis encontrar la paz en vuestra unión conmigo”
Y continua con esa oración al Padre en el capítulo 17, se le ha llamado oración sacerdotal, Juan la escribe basándose en las enseñanza y en la oración de Jesús, es la síntesis más acabada de la teología de Juan en la que están presentes todos los temas más importantes de la manifestación del Señor. Una oración por los suyos, sus discípulos, sus amigos. Una oración entrañable en la que va detallando al Padre lo que les ha ido enseñando.
“Yo te he dado a conocer a aquellos que tú me diste de entre el mundo. Eran tuyos, tú me los diste, y ellos han aceptado tu palabra.” “Yo te ruego por ellos. Ya no estaré más en el mundo, ellos continúan en el mundo, mientras yo me voy a ti. Padre Santo, guarda en tu nombre a los que me has dado para que sean uno, como tú y yo somos uno.” “Mientras yo estaba con ellos en el mundo, yo mismo guardaba en tu nombre, a los que me diste. Los he protegido.”
“Ahora, en cambio, yo me voy a ti. Si digo estas cosas mientras estoy en el mundo, es para que ellos puedan participar plenamente en mi alegría.” “Yo les he comunicado tu mensaje. Yo los he enviado al mundo como tú me enviaste a mi. Pero no te ruego solamente por ellos, sino también por todos los que , creerán en mí por medio de su palabra.”
“Padre, yo deseo que todos estos que tú me has dado puedan estar conmigo donde esté yo, para que contemplen la gloria que me has dado, porque tú me amaste antes de la creación del mundo.”
VIERNES SANTO
Es el amor hasta el extremo, es la profundidad de la vida comprometida hasta el fondo. Es día de silencio, porque ante tanto dolor, ante la experiencia de fracaso de Aquel en quien habíamos puesto la esperanza, sólo queda callar... y contemplar cómo pudo vivir aquello. Es el día de traer al corazón y poner en el corazón de Dios a todos los sufrientes, a toda la injusticia, el dolor y el mal del mundo. Es el día de la SOLIDARIDAD con mayúsculas.
Entrar en el silencio de Dios, en la Pasión del Hijo es entrar también en el silencio de los crucificados de la Historia. Dejarse agarrar por el grito desgarrador de los que son despreciados y desechados: Compadecerse con los padecimientos humanos. Solidarizarse con los sufrimientos de nuestro mundo y buscar respuestas de consuelo y solución. Sentir que las entrañas se conmueven y que la vida se compromete para aligerar esas cruces.
Ante situaciones de dolor, a veces, se nos invita a hacer un minuto de silencio.
Comienza el evangelio con la oración de Jesús en Getsemaní, el huerto de los olivos. Va con sus discípulos y le dice a Pedro, a Santiago y a Juan que le acompañen a un lugar apartado “Comenzó a sentir pavor y angustia y les dijo: siento una tristeza mortal. Quedaos aquí y velad. Y avanzando un poco más, suplicaba que, a ser posible, no tuviera que pasar por aquel trance. Decía ¡Abba, Padre! Todo te es posible. Aparta de mi esta copa de amargura. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú.”. Jesús se aferraba a la vida. Estaba triste, muy triste, se le veía en la mirada, tres veces acudió a sus amigos y éstos dormían, cuando hubiera necesitado el abrazo, un hombro en el que llorar, compartir el peso que le aplastaba. En su mirada perdón y ternura. Estaba solo.
Y llega Judas con un tropel de gente con espadas y palos y una patrulla de guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos , van a arrestarlo. El no se esconde, a sus preguntas sobre a quien buscan, a Jesús nazareno, les dice SOY YO. Judas le besa, un gesto que normalmente nos habla de confianza, de proximidad, de amor, se convierte en señal de distancia, marca un abismo, sella un abandono, una traición. Todos sus discípulos lo abandonan y huyen, va a dar la vida por ellos y huyen, lo dejan solo.
Comienza el proceso que no voy a relatar, lo escucharemos en el Evangelios de estos días; sólo detallo algunos aspectos que nos pueden y deben hacer pensar.
Le juzgan el Sumo sacerdote, los fariseos, los escribas. Él se manifiesta Hijo del Hombre, Dios.
Pedro, no es el héroe que soñó, es débil, asustadizo, tres veces niega conocerle, y llora al darse cuenta de su traición.
Judas lamenta lo que ha hecho y quiere echar marcha atrás, no le dejan y se suicida.
Pilato quiere liberarlo, lo reconoce inocente y prefiera lavarse las manos a enfrentarse a las autoridades judías y al pueblo que grita ¡Crucifícalo!. Les ofrece conceder la libertad, como era tradición para la Pascua y el pueblo elige a Barrabás que estaba condenado por asesinato. “Pilato entonces queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús para que le azotaran y después lo crucificaran”
Simón de Cirene, le ayuda a llevar la cruz. “Una multitud del pueblo y de mujeres se lamentaban por ÉL”
María, la Madre, la veremos al pie de la cruz. Seguro que, con otras mujeres ha estado acompañando a Jesús desde el silencio, la presencia, las miradas, las lágrimas, el dolor de corazón. Una tristeza inmensa que le embarga, un sentimiento de injusticia y quizás hasta de rebeldía ante lo que está viviendo y viendo hacia su hijo, Jesús, una gran impotencia.
En más de una situación recordaría lo que ahora se cumplía y que le había dicho el anciano Simeón al presentar a Jesús en el templo :”Y a ti misma una espada te atravesará el corazón; así quedarán al descubierto las intenciones de todos”
Llegan al monte Calvario y lo crucifican y allí en esa soledad tan cruel, uno de los crucificados le ruega, hace una oración, “Jesús, acuérdate de mi cuando vengas como rey. Jesús le dijo. Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”
Junto a la cruz estaban su madre, la hermana de su madre, María Magdalena, María la madre de Santiago y José, la madre de los Zebedeos, María mujer de Cleofás y Juan. Cada evangelista nombra a unas mujeres, yo las recojo a todas, sólo un hombre, Juan, las discípulas y el discípulo.
Y las palabras de Jesús ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Experimenta el abandono del Padre en el momento en que más lo necesitaba.
Dijo a su Madre:”Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre” Lo más preciado para Él, su madre, nos la ofrece como madre nuestra. En Juan estamos representados todos. Su entrega llega al detalle, la cuida y nos cuida. No piensa en Él, piensa en su madre y en sus seguidores.
“Tengo sed”, qué humano se le ve en esta expresión y qué necesitado, sed de agua, sed de amor, de consuelo, de comprensión. Su confianza en el Padre, a pesar del abandono que experimenta, no desaparece: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu””Todo está cumplido, e inclinando la cabeza entregó su espíritu”
José de Arimatea solicita permiso a Pilatos para hacerse cargo del cuerpo de Jesús y, con ayuda de Nicodemo se lo llevan y lo envuelven con vendas de lino empapadas en mirra y áloe, siguiendo la costumbre judía de sepultar a los muertos, lo depositan en un sepulcro nuevo que había en un huerto cerca del lugar en que lo habían crucificado.
Valentía y entrañas de misericordia en estos dos hombres que se atreven a darle sepultura con todo cuidado, con la dignidad que se merece.
Todo se ha cumplido ¿todo se ha cumplido? No, la vida vence a la muerte y, según lo que había prometido a sus discípulos, el domingo por la mañana, antes de salir el sol, Jesús ya no estaba en el sepulcro. María Magdalena y otras mujeres son testigos, corre a contarlo “se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”. Pedro y Juan lo comprueban, no está allí, sólo quedan las vendas... y creen ¡Ha resucitado!
María Magdalena vuelve, se queda allí y llora. “Dos ángeles sentados en el lugar en el que había estado Jesús le preguntan ¿Por qué lloras? Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto” y Jesús se le presenta, no lo reconoce piensa que es el jardinero. Jesús le llama María y ahora si ¡Rabboni! Maestro.
Y Jesús la convierte en testigo de la resurrección, la envía a anunciar que VIVE. “Diles a mis hermanos que voy a mi Padre que es vuestro Padre; a mi Dios que es vuestro Dios. Enviada con la buena noticia. “He visto al Señor y me ha dicho ésto”
Seguirán todos los momentos de encuentro, de sorpresa, de gozo, de temor también ante su presencia repentina y Jesús les comunicará su paz. No temáis, soy yo.
Ningún reproche, ninguna mala cara. Le dejaron solo en manos de los que le maltrataron y le quitaron la vida, huyeron, se fueron lejos y ahora él, Cristo, llega a sus vidas con su perdón, con su fuerza, con su ánimo. Como llega a cada uno de nosotros, como se hace presente y nos invita a anunciarle, a amarle, a reconocerle en el que sufre, en nuestros vecinos, en nuestra familia, en el pueblo.
Toda esta Historia, todo este recorrido no es algo que pasó y que recordamos cada año en Semana Santa. Es algo que está sucediendo hoy, en pleno siglo XXI. Cristo se hace presente en cada hombre, en cada hermano y me invita, nos invita a amar desde lo sencillo, lo cotidiano, una entrega generosa, ojos atentos, oídos a la escucha, manos abiertas.
Contemplar en el sufrimiento de tantos hermanos nuestros, en guerras (Ucrania, Sudán, Ghaza, Nigeria, Myanmar...) en nuestra sociedad: mujeres, hombres y niños maltratados, migrantes en busca de una vida mejor, huyendo de la guerra, de la pobreza, personas que sufren la soledad, la falta de trabajo, las dificultades económicas, los problemas familiares, enfermos, personas que viven una vida vacía de sentido, otros atrapados por la droga o las adiciones.... La lista continuaría, es interminable.
Semana Santa nos invita a traer al corazón todas las realidades:
Jueves Santo - el amor entregado, hecho servicio
Viernes Santo - el sufrimiento de nuestros hermanos
Sábado Santo - la espera, el silencio
Domingo de resurrección - el Aleluya
Que el Aleluya invada nuestras vidas y haga de nuestros hogares paz y bien para todos y cada uno de los que formamos parte de esta tierra y este cielo nuevo.
¡Que corra la voz: Cristo vive! Ha resucitado y se queda ya para siempre con nosotros.
AUTORA:
Hna. María José Escalona Berges, religiosa. Congregación de Hermanas de la Caridad de Santa Ana. Iglesia católica romana.
NOTA:
Pregón de Semana Santa 2024, pronunciado el sábado 23 de marzo de 2024 en la Iglesia parroquial de Cristo Rey de Sabiñánigo (Huesca)
AGENDA – PRÓXIMOS ACTOS
HOY DOMINGO 24 MARZO 2024
DOMINGO DE RAMOS
FESTIVAL JUDÍO DEL PURIM
MAÑANA LUNES 25 MARZO 2024
FESTIVAL JUDÍO DEL PURIM
21’00 horas
Oración de Taizé
Centro Padre Claret, c/ Joan Maragall, 23
GIRONA
21’00 horas
Oración Común (Taizé)
Iglesia Catedral de San Lorenzo, plaza de la Villa, s/n
SAN FELIÚ DE LLOBREGAT (Barcelona)
26 marzo 2024
Oración común
Capilla de la parroquia de Maria Auxiliadora, Pso. San Juan Bosco, 70
BARCELONA
26 marzo 2024 – 19'15 horas
Vía Crucis Ecuménico
Parroquia Santa Julia. Avda. Juan B. Alberdi 1195
BUENOS AIRES (Argentina)
26 marzo 2024 – 20’45 horas
Oración de Taizé
Parroquia Mare de Déu dels Dolors, c/ Begur, 10
BARCELONA
26 marzo 2024 – 21’00 horas
Oración Taizé
Parroquia de Santa María, c/ Rectoría, 1
VILANOVA I LA GELTRÚ (Barcelona)
27 marzo 2024 – 20’30 horas
Oración al estilo Taizé
Parroquia El Cristo del Mercado, c/ José Zorrilla, 125
SEGOVIA
27 marzo 2024 – 20’30 horas
Oración Común
Parroquia de la Purísima Concepción, Vía Massagué, 21
SABADELL (Barcelona)
Vía Crucis Ecuménico
Parroquia Santa Julia. Avda. Juan B. Alberdi 1195
BUENOS AIRES (Argentina)
26 marzo 2024 – 20’45 horas
Oración de Taizé
Parroquia Mare de Déu dels Dolors, c/ Begur, 10
BARCELONA
26 marzo 2024 – 21’00 horas
Oración Taizé
Parroquia de Santa María, c/ Rectoría, 1
VILANOVA I LA GELTRÚ (Barcelona)
27 marzo 2024 – 20’30 horas
Oración al estilo Taizé
Parroquia El Cristo del Mercado, c/ José Zorrilla, 125
SEGOVIA
27 marzo 2024 – 20’30 horas
Oración Común
Parroquia de la Purísima Concepción, Vía Massagué, 21
SABADELL (Barcelona)
29 marzo 2024 – 10’00 horas
Sermón de las Siete Palabras
Las siete frases que Jesús pronunció en la Cruz según los Evangelios (acompañamiento al órgano de Jordi Figueras)
Iglesia parroquial de San Pedro, plaza Mossèn Homs
TERRASSA (Barcelona)
29 marzo 2024 – 10’30 horas
Celebración ecuménica del Viernes Santo 2024
Parroquia Ortodoxa Griega de San Juan el Percursor, c/ Santa Rosa 1135 Alberdi
CÓRDOBA (Argentina)
29 marzo 2024 – 20’30 horas
Oración con los salmos
Iglesia parroquial de San Pedro (La Sede de Égara), plaza del Rector Homs, s/n.
TERRASSA (Barcelona)
29 marzo 2024 – 21’00 horas
Oración de la Cruz (Taizé)
Parroquia de Sant Marcel, c/ Petrarca 52
HORTA-BARCELONA
29 marzo 2024 – 21’00 horas
Oración común al estilo de Taizé
Iglesia de Nuestra Señora de Gracia y San José (Els Josepets), plaza Lesseps, 25
BARCELONA
30 marzo 2024 - 20’30 horas
Oración de la noche desde Taizé
Retransmitida en directo en redes desde Taizé
TAIZÉ (Francia)
ON LINE
30 marzo 2024 – 21’30 horas
Oración Taizé
Convento de las Vedrunes de Caldes de Malavella, c/ Doctor Furest
CALDES DE MALAVELLA (Girona)
31 marzo 2024 – 18’30 horas
Oración común al estilo de Taizé
Parroquia de Santa María. c/ de Joan Puig, 3.
RUBÍ (Barcelona)
Celebración ecuménica del Viernes Santo 2024
Parroquia Ortodoxa Griega de San Juan el Percursor, c/ Santa Rosa 1135 Alberdi
CÓRDOBA (Argentina)
29 marzo 2024 – 20’30 horas
Oración con los salmos
Iglesia parroquial de San Pedro (La Sede de Égara), plaza del Rector Homs, s/n.
TERRASSA (Barcelona)
29 marzo 2024 – 21’00 horas
Oración de la Cruz (Taizé)
Parroquia de Sant Marcel, c/ Petrarca 52
HORTA-BARCELONA
29 marzo 2024 – 21’00 horas
Oración común al estilo de Taizé
Iglesia de Nuestra Señora de Gracia y San José (Els Josepets), plaza Lesseps, 25
BARCELONA
30 marzo 2024 - 20’30 horas
Oración de la noche desde Taizé
Retransmitida en directo en redes desde Taizé
TAIZÉ (Francia)
ON LINE
30 marzo 2024 – 21’30 horas
Oración Taizé
Convento de las Vedrunes de Caldes de Malavella, c/ Doctor Furest
CALDES DE MALAVELLA (Girona)
31 marzo 2024 – 18’30 horas
Oración común al estilo de Taizé
Parroquia de Santa María. c/ de Joan Puig, 3.
RUBÍ (Barcelona)
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