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viernes, 3 de abril de 2020

TIEMPO PARA LA ESPERANZA


“Transmitamos de corazón a corazón la luz de la esperanza”, arzobispo Anastasios de Albania

Por Marianne Ejdersten, directora de comunicación del CMI
en colaboración con la Iglesia Ortodoxa Autocéfala de Albania.


En esta entrevista en línea, el arzobispo Anastasios de Tirana, Durrës y toda Albania comparte su perspectiva sobre la manera en que las iglesias se están adaptando a la pandemia del COVID-19, tanto en Albania como en el resto del mundo. Mientras oramos por los investigadores que tratan de encontrar un tratamiento, las iglesias pueden hacer hincapié en nuestro deber de quedarnos en casa, al mismo tiempo que nos liberan del miedo y la ansiedad. Mientras nos preparamos para la Pascua, debemos encontrar maneras de asistir a los enfermos directa o indirectamente, y abrir nuestros corazones a la luz de la esperanza.

¿De qué maneras ve Su Beatitud a las iglesias adaptarse a la vida en medio del brote del coronavirus, en Albania y en el resto del mundo?

Cuando se nos informó de la propagación de la pandemia del COVID-19 en Albania, nos dirigimos a nuestro pueblo (el 12 de marzo y el 17 de marzo de 2020) insistiendo en que debemos evitar el pánico, la depresión y la desesperación. Señalamos que se exige de nosotros compostura, sobriedad, preocupación cautelosa y disciplina constante con respecto a las instrucciones y las directivas en materia de salud de los gobiernos responsables. Anunciamos que estábamos cancelando todos los servicios en nuestras iglesias, y aconsejamos a las personas que evitaran los tradicionales abrazos, besar los objetos sagrados en la iglesia, besar las manos y cualquier otro contacto físico. Los domingos y las grandes fiestas, celebramos la Divina Liturgia en la capilla del Centro Sinodal a puerta cerrada. Estos servicios son transmitidos por la emisora de radio de la Iglesia y también en línea. Los servicios eclesiásticos seguirán celebrándose del mismo modo en las otras diócesis en capillas pequeñas a puerta cerrada. Aconsejamos a los más vulnerables, las personas mayores y los niños que se quedaran en casa durante un tiempo. Las iglesias permanecerán abiertas durante el día para la oración personal. La fe y el amor son las armas defensivas más poderosas contra el ataque de este virus invisible. Sé que muchas otras iglesias también han dirigido mensajes similares a sus fieles.

¿De qué maneras pueden las iglesias de Albania ser un modelo para otras?

Adoptamos algunas iniciativas, compartiendo nuestras ideas con las otras comunidades religiosas de Albania, pero es demasiado decir que somos un ‘modelo’ para alguien. Cada Iglesia en los distintos países tiene situaciones y necesidades especiales a las que dar respuesta. Preparamos un mensaje más general (20 de marzo) dirigido a la sociedad multirreligiosa de Albania, que fue publicado y transmitido por los medios de comunicación del país. En ese mensaje, añadimos que debemos expresar nuestro sincero agradecimiento a quienes se encargan de mantener la limpieza, el orden y la información públicos, y en especial a los profesionales sanitarios, que están en la primera línea de la batalla para cuidar de los infectados. Hicimos hincapié en recomendar que no permitamos que las irritaciones y los conflictos se agraven mientras permanecemos en nuestras casas, y que en lugar de eso, cultivemos la creatividad, la actitud pacífica, la amabilidad, la comprensión, el afecto y el amor.

Destacamos que todos los fieles debemos intensificar nuestras oraciones para que no se prolongue este período de prueba, para que se recuperen los que están gravemente afectados y para que la propagación de la pandemia sea limitada. Aún más, oremos por que Dios ilumine a los investigadores para que determinen rápidamente los procedimientos preventivos y terapéuticos adecuados. Algo bueno saldrá al final de esta crisis y esperamos que las sociedades humanas reconsideren sus valores y prioridades.

¿Cómo podemos proteger vidas? ¿Qué podemos hacer como iglesias y comunidades religiosas?

Ante todo, debemos hacer hincapié en nuestro deber de quedarnos en casa de acuerdo con las directivas del gobierno y las autoridades sanitarias. Tenemos que suspender los viajes y la circulación. Seamos vigilantes para que estas medidas no conduzcan al aislamiento personal. Por el contrario, fortalezcámonos mutuamente con valentía, oración, palabras, actos sencillos, un silencio lleno de afecto, sobre todo hacia aquellos que corren más peligro.

Es importante que la comunidad sea consciente de que los servicios se celebran continuamente en las capillas de todas las diócesis, a puerta cerrada, como velas simbólicas. No solo el coronavirus es transmisible, al mismo tiempo se debe transmitir ininterrumpidamente con actitud alegre la liberación del miedo y la ansiedad basada en la fe y el amor.

¿Qué podemos hacer cuando ya no es posible reunirse de forma segura o cuando un creciente número de personas en situación de riesgo no puede acudir a los servicios?

En los países donde la Iglesia tiene la posibilidad de proporcionar retransmisiones por radio o televisión, podemos potenciar la transmisión de los servicios a través de estos tipos de medios mientras aconsejamos a nuestro pueblo que siga estas transmisiones. Con respecto a la escuela dominical para los niños, se pueden crear en línea lecciones y vídeos, y las parroquias pueden compartirlos. Los fieles también pueden crear un tipo de iglesia en casa durante este período, orando los servicios en el pequeño grupo de la familia, y quizá junto a una familia vecina para celebrar juntos los servicios. Otra propuesta es crear grupos de estudio bíblico. Otras oportunidades incluyen cantar juntos y escuchar música e himnos de la Iglesia juntos.

¿Qué pasa con el estigma y la discriminación?

Sería un gran error discriminar o estigmatizar a quienes son infectados por esta enfermedad. Al contrario, esta aventura les lleva al estatus de “uno de estos más pequeños” a los que se refiere Cristo en su relato del Juicio Final (Mateo 25). Nuestra actitud hacia estos nuevos casos de “los más pequeños” es nuestra actitud hacia el mismo Cristo. Debemos encontrar maneras de asistir a los enfermos directa o indirectamente, y de ayudar a sus familias e hijos si no sobreviven. Por supuesto, también estamos obligados a apoyar a todos los profesionales sanitarios, que entran en contacto con el virus a diario, y a manifestarles sin cesar nuestra gratitud a través de la oración y siguiendo sus directrices.

Dado que Albania se enfrenta a desafíos sin precedentes, ¿qué puede orar por ustedes la comunidad mundial?

La oración común para todos los países es que pasemos esta prueba con el menor número de víctimas. Esta pandemia no genera solo dolencias, sino que también tiene consecuencias económicas generalizadas, especialmente devastadoras para los países más pobres, como Albania, que además ha sufrido recientemente los desastrosos efectos de un gran terremoto. La pandemia no es local, es mundial. Por consiguiente, la respuesta debe ir acompañada también de la solidaridad mundial para tener una ‘globalización de la solidaridad’. Los países más ricos tienen la responsabilidad de asistir a los países más pobres, como Albania, que sufrirán consecuencias más agudas de las dificultades financieras y los problemas sociales.

Dado que nos encontramos en el período de preparación para la Pascua, recordemos que Cristo crucificado y resucitado ofreció a sus discípulos vivir en paz y liberados del miedo, prometiéndoles que permanecería a su lado pasando por todas las tribulaciones hasta el final de los tiempos. Debemos aumentar esta confianza en su presencia y en el hecho de que Él no nos abandonará en nuestra prueba. Celebremos la Pascua liberados de cualquier síndrome relacionado con el miedo y la ansiedad, resistamos.

Este año no podremos transmitir la luz pascual de una vela a otra, como es costumbre en las iglesias ortodoxas. Transmitamos de corazón a corazón la luz de la esperanza y la ausencia de miedo en nuestro Señor resucitado.

¡Cristo ha resucitado!

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