El secretario general en funciones del Consejo Mundial de Iglesias reflexiona sobre la construcción de los puentes que contribuyen a la paz
CLAVE:
- El secretario general en funciones del Consejo Mundial de Iglesias, Rev. Prof. Dr. Ioan Sauca, comparte sus reflexiones al recibir el premio de Constructor de Puentes por construir puentes de entendimiento entre las personas, los países y las comunidades a escala nacional e internacional. El premio ha sido otorgado por el jurado del Comité Noruego del 14 de Agosto junto con el Centro de Oslo.
¿Qué ha aprendido personalmente de las reuniones de paz por todo el mundo y que le gustaría compartir con nosotros?
La importancia absolutamente central del diálogo, la cooperación y el establecimiento de relaciones personales. Aunque la paz de Cristo es para todos, la paz debe construirse especialmente entre enemigos. El primer paso hacia la paz solo se puede dar cuando los enemigos están preparados para dejar de lado los agravios, sufrimientos y pérdidas que han acumulado antes y durante el conflicto con el fin de encontrarse y hablar. Además, la paz sostenible no se puede imponer por la fuerza u otras medidas coercitivas. En el mejor de los casos, esas medidas pueden representar una pausa en un conflicto activo, pero no pueden crear la paz; de hecho, en algunas circunstancias, pueden hacer que sea más difícil lograr una paz duradera.
¿Cómo cree que podemos poner freno a la creciente intolerancia y discriminación contra las diferentes religiones? ¿Qué podemos hacer todos nosotros para contribuir de manera positiva?
El alarmante aumento de la intolerancia y la discriminación contra las diferentes religiones en la actualidad precisa que haya un cambio de mentalidad de la hostilidad a la hospitalidad. En los contextos mundiales, donde se acusa con frecuencia a las religiones de incitar a la violencia, puede ser difícil pasar de la hostilidad a la hospitalidad. Se requiere valentía y compromiso por parte de los dirigentes religiosos para pasar del odio a la esperanza. De la globalización de la hostilidad debemos avanzar hacia la globalización de la solidaridad. Lo que se necesita en este momento es la solidaridad interreligiosa, o lo que se llama comúnmente el “diálogo de las manos”. La solidaridad interreligiosa fomentando la compasión puede ser una vacuna eficaz contra las actuales pandemias de la intolerancia y la discriminación. Por medio de la diapraxis de la solidaridad interreligiosa podemos transformar el diálogo en un acto creativo y compasivo para la sanación del mundo.
¿Cómo cree que podemos construir más puentes que contribuyan a la paz en el mundo? ¿Qué papel pueden desempeñar los dirigentes religiosos?
La identidad religiosa es una de las características humanas claves en torno a las que ha surgido o se ha promovido el conflicto. Existen demasiados ejemplos históricos y actuales en los que las diferencias religiosas han sido la base para la discriminación, la persecución y el ataque, y han sido aprovechadas con el objetivo de promover la división y el conflicto. Sin embargo, en general, las religiones comparten el reconocimiento del valor de toda vida humana, que encuentra su origen en Dios, nuestro común creador. Aunque como seres humanos y comunidades todos sufrimos de la propensión a definirnos en contraposición con otros –especialmente cuando nos sentimos amenazados por ellos–, los dirigentes religiosos tienen la responsabilidad especial de recordar y promover los valores más fundamentales y universales que derivan de nuestras creencias. Esos valores, en principio, trascienden las fronteras políticas y de otro tipo entre las personas, y –en especial a través del diálogo y la cooperación interreligiosos– deben utilizarse para promover el reconocimiento de la igual dignidad humana del “otro” y ofrecer los cimientos de la convivencia pacífica en lugar de la enemistad y el conflicto.
Usted y el Consejo Mundial de Iglesias son modelo e inspiración para muchos. ¿Puede compartir algunos de los secretos del éxito del Consejo Mundial de Iglesias?
Es imposible hablar de “éxito” en un mundo en el que el conflicto, la destrucción deliberada, la división y la discriminación están tan extendidos, y parece de hecho que, en muchos aspectos, van en aumento. Al ver el mundo que nos rodea, en todos los contextos en los que trabajamos y oramos por la justicia, la paz y el cuidado de la creación de Dios, resulta difícil ver algo más que el fracaso humano a la hora de reflejar los valores que profesamos y hacer frente adecuadamente a los desafíos que nos encontramos como comunidad humana. Y aun así, a pesar de estas divisiones y fracasos, el hecho de que tantas iglesias miembros de tantas tradiciones, culturas y contextos se reúnan en la comunidad ecuménica del Consejo Mundial de Iglesias es, por sí mismo, una señal de esperanza, y una base sobre la que construir. Y, en el fondo, sabemos como cristianos que, a pesar de las inevitables deficiencias de nuestros propios esfuerzos, somos seguidores de un poder mucho mayor que el nuestro, que es la fuente de nuestra esperanza e inspiración. Y, por tanto, seguimos la lucha.
Para nosotros, el diálogo no es solo un compromiso intelectual, sino que combina las dimensiones intelectual, espiritual y colaborativa. En otras palabras, es un compromiso de la cabeza, el corazón y las manos. A lo largo de los años, hemos aprendido a no cultivar solamente el espíritu del acompañamiento mutuo con nuestros socios interreligiosos cuando caminamos a su lado en la peregrinación de justicia y paz. Más bien, lo hemos combinado también con el espíritu de la responsabilidad mutua, donde nos desafiamos en un espíritu de honestidad y humildad. Es esta inversión en el acompañamiento mutuo y la responsabilidad mutua lo que ha garantizado que nuestra labor siga siendo oportuna y transformadora.
¿Qué pondrá de relieve en su discurso de la ceremonia de entrega del premio?
El Consejo Mundial de Iglesias es una comunidad mundial de iglesias con la capacidad de movilizar, gracias a sus miembros, a más de quinientos millones de cristianos de cada comunidad del mundo entero en la búsqueda de la justicia, la paz y sociedades más equitativas. El Consejo Mundial de Iglesias reúne a los cristianos, a los creyentes de otras religiones y a las comunidades no religiosas para pedir a los gobiernos que rindan cuentas a quienes sufren y están excluidos de los beneficios de un mundo pacífico y justo.
FUENTE:
https://www.oikoumene.org/
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