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sábado, 26 de septiembre de 2020

EL PAPA FRANCISCO ANTE NACIONES UNIDAS

 

Papa Francisco: "El coronavirus nos enfrenta a elegir entre la solidaridad mundial y el nacionalismo y aislamiento". Aboga, Francisco, ante Naciones Unidas por el multilateralismo frente a "actitudes de nacionalismo" que "dejan fuera a los más pobres"


NOTAS DEL DISCURSO

  • El Papa Francisco destacó este viernes que la crisis originada por el coronavirus nos coloca frente a una doble vía: la que conduce al fortalecimiento del multilateralismo, “como expresión de una solidaridad fundamentada en la justicia y en el cumplimiento de la paz y de la unidad de la familia humana”; y, por otro lado, la que nos encamina “a actitudes de autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento”, apartando a los más pobres y vulnerables.
  • Pide vacunas para todos. "Y si hay que privilegiar a alguien, que ése sea el más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos"
  • “Muchos (refugiados) son víctimas de la trata, la esclavitud sexual o el trabajo forzado, explotados en labores degradantes, sin un salario justo. ¡Esto que es intolerable, sin embargo, es hoy una realidad que muchos ignoran intencionalmente!”
  • "Millones de niños no pueden regresar a la escuela. En muchas partes del mundo esta situación amenaza un aumento del trabajo infantil, la explotación, el maltratado y la desnutrición”
  • "Hay que desmantelar las lógicas perversas que atribuyen a la posesión de armas la seguridad personal y social"
  • Volvió a exigir a los países ricos que respondan “reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”
  • Aboga por “cerrar las guaridas fiscales, evitar las evasiones y el lavado de dinero que le roban a la sociedad, como también para decir a las naciones la importancia de defender la justicia y el bien común sobre los intereses de las empresas y multinacionales más poderosas”

EXTRACTO DEL DISCURSO

La pandemia nos ha mostrado que no podemos vivir sin el otro, o peor aún, uno contra el otro. Las Naciones Unidas fueron creadas para unir a las naciones, para acercarlas, como un puente entre los pueblos; usémoslo para transformar el desafío que enfrentamos en una oportunidad para construir juntos, una vez más, el futuro que queremos”. El Papa Francisco acaba de intervenir ante el plenario de Naciones Unidas, dentro de los actos por el 75 aniversario del organismo internacional.

En un histórico discurso (virtual como el de todos los líderes mundiales, por la pandemia), Bergogli destacó que la efeméride es “una oportunidad para reiterar el deseo de la Santa Sede de que esta Organización sea un verdadero signo e instrumento de unidad entre los Estados y de servicio a la entera familia humana”.

Especialmente, durante esta pandemia, que “está cambiando nuestra forma de vida, cuestionando nuestros sistemas económicos, sanitarios y sociales, y exponiendo nuestra fragilidad como criaturas” y nos obliga a “elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es”.

Dos caminos posibles

“Nos enfrentamos, pues, a la elección entre uno de los dos caminos posibles: uno conduce al fortalecimiento del multilateralismo, expresión de una renovada corresponsabilidad mundial, de una solidaridad fundamentada en la justicia y en el cumplimiento de la paz y de la unidad de la familia humana, proyecto de Dios sobre el mundo; el otro, da preferencia a las actitudes de autosuficiencia, nacionalismo, proteccionismo, individualismo y aislamiento, dejando afuera los más pobres, los más vulnerables, los habitantes de las periferias existenciales. Y ciertamente será perjudicial para la entera comunidad, causando autolesiones a todos. Y esto no debe prevalecer”, subrayó el pontífice.

Al tiempo, renovó el llamamiento a todos los responsables políticos, pero también al sector privado, a tomar “las medidas adecuadas para garantizar el acceso a las vacunas contra el COVID-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para atender a los enfermos”. “Y si hay que privilegiar a alguien, que ése sea el más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos”, añadió.

Bergoglio también mostró su preocupación por la incertidumbre del mercado laboral y la “robotización” generalizada del trabajo, clamando por “un marco ético más fuerte, capaz de superar la «tan difundida e inconscientemente consolidada 'cultura del descarte'”.

La humanidad violada

Una cultura del descarte que “es también un pecado contra la humanidad”, señaló, denunciando cómo “cuántos derechos fundamentales continúan siendo violados con impunidad”.

“La lista de estas violaciones es muy larga y nos hace llegar la terrible imagen de una humanidad violada, herida, privada de dignidad, de libertad y de la posibilidad de desarrollo”, recalcó el Papa, subrayando las persecuciones religiosas, que en algunos casos llegan a auténticos “genocidios”.

Tras criticar el mercado armamentístico, el Papa recordó la situación de “los refugiados, los migrantes y los desplazados internos en los países de origen, tránsito y destino”, así como de los “miles que son interceptados en el mar y devueltos a la fuerza a campos de detención donde enfrentan torturas y abusos”.

“Muchos son víctimas de la trata, la esclavitud sexual o el trabajo forzado, explotados en labores degradantes, sin un salario justo. ¡Esto que es intolerable, sin embargo, es hoy una realidad que muchos ignoran intencionalmente!”, gritó Bergoglio.

Al tiempo, reclamó “un modelo económico que promueva la subsidiariedad, respalde el desarrollo económico a nivel local e invierta en educación e infraestructura que beneficie a las comunidades locales”, y volvió a exigir a los países ricos que respondan “reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”.

Cerrar las guaridas fiscales

“La comunidad internacional tiene que esforzarse para terminar con las injusticias económicas”, añadió Francisco, quien abogó por “una nueva ética” que sirva para “cerrar las guaridas fiscales, evitar las evasiones y el lavado de dinero que le roban a la sociedad, como también para decir a las naciones la importancia de defender la justicia y el bien común sobre los intereses de las empresas y multinacionales más poderosas”

Recordando su visita de hace cinco años, el papa volvió a reivindicar la vigencia de la Agenda 2030 y el Acuerpo de París sobre el cambio climático, que siguen sin cumplirse, y reivindicó la Amazonía y a sus poblaciones indígenas. “La crisis ambiental está indisolublemente ligada a una crisis social y que el cuidado del medio ambiente exige una aproximación integral para combatir la pobreza y combatir la exclusión”, recordó.

Refiriéndose a la infancia, Francisco indicó que “no podemos dejar de notar las devastadoras consecuencias de la crisis del Covid-19 en los niños, comprendiendo los menores migrantes y refugiados no acompañados”, denunciando “el horrible flagelo del abuso infantil y de la pornografía”.

Contra el aborto, por la familia

“Además, millones de niños no pueden regresar a la escuela. En muchas partes del mundo esta situación amenaza un aumento del trabajo infantil, la explotación, el maltratado y la desnutrición”, lamentó el Pontífice, quien también clamó contra la consideración del aborto “como uno de los denominados 'servicios esenciales' en la respuesta humanitaria”.

“Es triste ver cuán simple y conveniente se ha vuelto, para algunos, negar la existencia de vida como solución a problemas que pueden y deben ser resueltos tanto para la madre como para el niño no nacido”, apuntó.

Sobre la familia, Bergoglio advirtió de los “colonialismos ideológicos que la hacen vulnerable y terminan por provocar en muchos de sus miembros, especialmente en los más indefensos – niños y ancianos – un sentido de desarraigo y orfandad”, que puede llevar a “la desintegración de la familia”.

Frente a ello, Francisco abogó por “la promoción de la mujer”, recordando que “muchas mujeres quedan rezagadas: víctimas de la esclavitud, la trata, la violencia, la explotación y los tratos degradantes”.

No a las armas nucleares

En otro orden de cosas, Francisco volvió a denunciar con fuerza la carrera armamentística, “incluyendo las armas nucleares” que “continúa desperdiciando recursos preciosos que sería mejor utilizar en beneficio del desarrollo integral de los pueblos y para proteger el medio ambiente natural”.

“Es necesario romper el clima de desconfianza existente”, subrayó. “Estamos presenciando una erosión del multilateralismo que resulta todavía más grave a la luz de nuevas formas de tecnología militar, como son los sistemas letales de armas autónomas (LAWS), que están alterando irreversiblemente la naturaleza de la guerra, separándola aún más de la acción humana (...). Hay que desmantelar las lógicas perversas que atribuyen a la posesión de armas la seguridad personal y social. Tales lógicas sólo sirven para incrementar las ganancias de la industria bélica, alimentando un clima de desconfianza y de temor entre las personas y los pueblos”.

“Por eso, es tan importante apoyar los principales instrumentos legales internacionales de desarme nuclear, no proliferación y prohibición”, recordó el Papa, quien volvió a instar a la comunidad internacional a “lograr lo antes posible el fin de la carrera de armamentos nucleares y de emprende”.

La ONU, taller para la paz

“Nuestro mundo en conflicto necesita que la ONU se convierta en un taller para la paz cada vez más eficaz, lo cual requiere que los miembros del Consejo de Seguridad, especialmente los Permanentes, actúen con mayor unidad y determinación”, culminó el Papa, clamando por “el alto el fuego global durante la presente crisis”, que debe continuar.

“De una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores. Por ello, en esta coyuntura crítica, nuestro deber es repensar el futuro de nuestra casa común y proyecto común. Es una tarea compleja, que requiere honestidad y coherencia en el diálogo, a fin de mejorar el multilateralismo y la cooperación entre los Estados. Esta crisis subraya aún más los límites de nuestra autosuficiencia y común fragilidad y nos plantea explicitarnos claramente cómo queremos salir: mejores o peores. Porque repito, de una crisis no se sale igual: o salimos mejores o salimos peores”, finalizó.

Salud Publica

Durante su discurso en el debate de alto nivel de la Asamble General, edestacó la urgente necesidad de apoyar la salud pública y de garantizar el derecho de cualquier persona a recibir atención médica básica.

Al mismo tiempo, instó a los gobernantes y al sector privado a tomar las medidas necesarias para asegurar el acceso general a la vacuna contra la COVID-19, agregando que, si hubiera que favorecer a alguien sea al “más pobre, el más vulnerable, aquel que normalmente queda discriminado por no tener poder ni recursos económicos”.

El efecto de la COVID-19 y las nuevas tecnologías en el trabajo

Ante un sector laboral que se debate entre la incerteza y la robotización, el Papa reivindicó la necesidad de encontrar nuevas fórmulas laborales que puedan satisfacer el potencial humano y que garanticen nuestra dignidad.

Para alcanzar este trabajo digno destacó la necesidad de “cambiar el paradigma económico dominante que sólo busca ampliar las ganancias de las empresas” y añadió que uno de los principales objetivos de los empresarios debería ser el ofrecer empleo a más personas.

“El progreso tecnológico es útil y necesario siempre que sirva para hacer que el trabajo de las personas sea más digno, más seguro, menos pesado y agobiante”, afirmó, explicando que este proceso requiere un cambio de dirección “sin embargo, este cambio necesita un marco ético más fuerte, capaz de superar la tan difundida e inconscientemente consolidada ‘cultura del descarte’”, acotó.

Atentado contra la humanidad

El Papa defendió que el modelo actual produce “una gran falta de respeto por la dignidad humana, una promoción ideológica con visiones reduccionistas de la persona, una negación de la universalidad de sus derechos fundamentales, y un deseo de poder y de control absolutos que domina la sociedad moderna de hoy. Digámoslo por su nombre: esto también es un atentado contra la humanidad”.

El líder de la Iglesia Católica extendió su crítica a la larga lista de derechos fundamentales de las personas que son violados con impunidad y que “nos hace llegar la terrible imagen de una humanidad violada, herida, privada de dignidad, de libertad y de la posibilidad de desarrollo”.

Hay que acabar con la desconfianza mundial

En clave internacional resaltó la necesidad de interrumpir el clima de desconfianza existente y advirtió que la erosión del multilateralismo “resulta todavía más grave a la luz de nuevas formas de tecnología militar, como son los sistemas letales de armas autónomas, que están alterando irreversiblemente la naturaleza de la guerra, separándola aún más de la acción humana”.

Para ello, abogó por que la ONU se convierta “en un taller para la paz cada vez más eficaz”, una circunstancia que requiere “mayor unidad y determinación” de los miembros del Consejo de Seguridad, especialmente de los permanentes.

El Papa aplaudió la propuesta de alto el fuego de alcance mundial durante la crisis de coronavirus y reiteró la importancia de reducir las sanciones internacionales que impiden que los Estados brinden el apoyo adecuado a sus pueblos.

VER DISCURSO COMPLETO:






FUENTES:
https://news.un.org/
https://www.religiondigital.org/
https://www.vaticannews.va/





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