REVISIÓN DE ARTÍCULOS SOBRE ECUMENISMO: "CONVERTIR EL ESPÍRITU ECUMÉNICO EN TALANTE ECUMÉNICO" DE JOSÉ LUIS DÍEZ
En varios campos eclesiales y muy especialmente en el del ecumenismo se otea en este comienzo de siglo y de milenio el futuro. Convencidos de que el porvenir se prepara en el pasado y presente, sin añorar el ayer, sin despreciarlo tampoco, podemos conjugar lo pretérito y lo actual para delinear una visión lo más auténtica posible del estado de nuestra situación ecuménica, anotar tales realidades y partir de ellas en la actividad ecuménica hacia lo que nos aguarda, como misión muy principal en las diversas Iglesias cristianas.
Hemos de subrayar el ecumenismo practicado en España, con sus connotaciones especiales y su visión en el terreno concreto del cristianismo español. Nos conducirán a conocerlo sendas entrevistas con quienes más cercanos se hallan a la búsqueda de la unidad de los cristianos y mejor podían exponer el sentir de esta labor entre sus Iglesias, por sus conocimientos ecuménicos y sus compromisos pastorales.
En esta primera intervención contamos con las sugerentes respuestas de Adolfo González Montes, obispo de Ávila, miembro de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española y experto en temas ecuménicos; la del Vicario episcopal para España del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, arcipreste Dimitri Tsiamparlis, párroco de la Iglesia ortodoxa griega en Madrid y hombre de considerable actividad ecuménica, y del pastor de la Iglesia Evangélica Española (IEE), Alfredo Abad, Secretario Ejecutivo de la IEE y pastor en Granada.
LA DIFICULTADES DEL ECUMENISMO ESPAÑOL ESTÁN EN LA SOCIOLOGÍA CRISTIANA EN ESPAÑA
Adolfo González Montes, obispo de Ávila y Gran Canciller de la Universidad católica «Santa Teresa de Jesús», nació en Salamanca en 1946. Ordenado sacerdote en 1972 y obispo en 1997, es doctor en Teología por Tubinga y en Filosofía por la Complutense. Fue catedrático de Teología Fundamental en la Universidad Pontificia de Salamanca desde 1988.
En 1982 fue nombrado director del Centro de Estudios Orientales y Ecuménicos «Juan XXIII», de la Pontificia Universidad de Salamanca, director de la revista «Diálogo Ecuménico» y de la colección de publicaciones de teología e historia del ecumenismo «Bibliotheca Oecuménica Salmanticensis», del mismo Centro salmantino.
Autor de varios libros y numerosos artículos de teología y ecumenismo, destaca el Enchiridion Oecuménicum: Relaciones y Documentos de los Diálogos Interconfesionales de la Iglesia católica y otras Iglesias cristianas y De- claraciones de sus Autoridades, en dos volúmenes.
Ha sido durante años consultor de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales, consultor del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, miembro del Comité de organización de la II Asamblea Ecuménica Europea de Graz [1997], y actualmente miembro de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española.
La «Carta Ecuménica» de la Asamblea de Estrasburgo
—Los más cercanos al ecumenismo han puesto grandes esperanzas en la pasada Asamblea Ecuménica de Estrasburgo. ¿Fue ese el ambiente de esa Asamblea a la que asistió como representante de la Iglesia católica en España; después de firmada la Carta Ecuménica puede, incluso ampliarse esa esperanza?
El ambiente de la Asamblea fue verdaderamente ecuménico. Tengo funda- das esperanzas de que este ambiente, que hoy es una constante de la vida de las Iglesias en Europa, pueda, efectivamente, ampliarse. Fue un ambiente ecuménico porque todos los participantes estábamos unidos por la fe en Cristo y nos sabíamos discípulos del Señor, convocados por el Resucitado. Fue un elemento de importancia el que celebráramos todos los cristianos la Pascua juntos.
El ambiente de la Asamblea fue verdaderamente ecuménico. Tengo funda- das esperanzas de que este ambiente, que hoy es una constante de la vida de las Iglesias en Europa, pueda, efectivamente, ampliarse. Fue un ambiente ecuménico porque todos los participantes estábamos unidos por la fe en Cristo y nos sabíamos discípulos del Señor, convocados por el Resucitado. Fue un elemento de importancia el que celebráramos todos los cristianos la Pascua juntos.
—¿Cuáles fueron los momentos más destacados de esos cinco días de reflexión y diálogo común?
Cinco días motivados por el encuentro ecuménico sólo los tuvieron los jóvenes y algunos de los representantes. El encuentro empezó con la sesión de apertura y salutación el jueves después de la comida. Antes, los obispos católicos desplazados a Estrasburgo, habíamos participado en la asamblea del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa. Ya en el encuentro, fueron momentos de especial intensidad las sesiones de estudio de los contenidos y alcance de la Carta. Para mí la experiencia más intensa fue la vivida en el palacio del Consejo de Europa, donde fuimos acogidos por el presidente de la Asamblea del Consejo. Fue como si las Iglesias cristianas hubieran tomado al asalto el Consejo, para abrir en aquel foro paneuropeo una sesión sobre la presencia de las Iglesias en la sociedad europea y escuchar una serie de testimonios de cristianos en la vida pública, de recorridos biográficos personales que nos ocupa- ron toda una tarde y nos hicieron vivir el poder desconcertante y la fascinación que Cristo ejerce sobre los seres humanos.
Momentos importantes fueron, sin duda alguna, los momentos de oración ecuménica, pero esta oración resulta algo fría y todavía no tiene una identidad suficientemente perceptible. Aún así es ya una experiencia de comunión real entre los cristianos.
—La Carta Ecuménica, ¿puede destacarnos brevemente sus puntos más importantes para la acción ecuménica de las Iglesias de Europa?
La Carta arranca de una confesión de fe en el misterio de la salvación de Cristo operante en la Iglesia una, santa, católica y apostólica, para adentrarse después en el «camino hacia la unidad visible de las Iglesias en Europa». Este camino tiene en la Carta una descripción concreta: compartir la evangelización de la sociedad y salir unos al encuentro de los otros, con espíritu ecuménico, para trabajar juntos en todo lo que nos es posible hacer ya unidos. Finalmente, la Carta propone afrontar una actitud responsable común por parte de todos los cristianos ante los grandes problemas del momento en la sociedad europea. Los cristianos estamos llamados a la construcción de la Europa que es creación de la fe cristiana, de singular alcance cultural y civilizador. Hemos de contribuir a la reconciliación de los pueblos y de las culturas y salvaguardar la creación como ya propuso la Asamblea de Basilea. En este camino tiene mucha importancia la convergencia de cristianos y judíos sobre una tradición de fe común; y un entendimiento con el Islam que, aunque es difícil tanto por la historia como por el fundamentalismo de ciertas corrientes islámicas, tiene que hacerse posible.
—¿Y los que más conciernan al ecumenismo de España?
El ecumenismo en España tiene sus propias características, ya que la situación sociológica del catolicismo y la propia de las otras pequeñas Iglesias cristianas es muy desigual. La Iglesia católica tiene que actuar de forma que los cristianos que no son católicos se sientan tratados como hermanos en Cristo; y experimentan ya en ese trato que es más lo que los une que lo que los separa de sus hermanos católicos. En este sentido, lo que más concierne al ecumenismo en España con relación a la Carta es, sin duda alguna, la propuesta de salir unos al encuentro de los otros, con miras a la evangelización común de nuestra sociedad, tocada de materialismo y agnosticismo creciente.
—¿Qué piensa que es el compromiso concreto para poner en marcha ya las recomendaciones de la Asamblea Ecuménica de Estrasburgo?
El principal compromiso de las Iglesias en España, como en cualquier otro país de Europa, es que cada Iglesia quiera hacer suyo el espíritu de la Carta.
—¿Fue significativa la participación española respecto a nuestra realidad ecuménica?
No se puede decir que la participación española fuera significativa, pero tampoco la de las demás Iglesias, pues éramos muy pocos los representantes enviados. La labor estaba ya hecha. Se trataba de dar a conocer la Carta y de convencer de la necesidad de su aplicación.
El ecumenismo en la Iglesia católica en España
—Siguiendo con nuestro país. Al hablar con personas de la Iglesia católica, y también de Iglesias no católicas, pero ecuménicas, parecen surgir una insatisfacción acerca de nuestra práctica ecuménica, por demasiado pobre o adormecida en estos momentos. ¿Cuáles cree puedan ser las causas de esa in- satisfacción?
Ya he dicho que las dificultades del ecumenismo en España están en la sociología cristiana de España. Otro tanto sucede con países (y son muchos) don- de la sociedad es mayoritariamente ortodoxa o protestante. La Iglesia católica en España tiene que saberse referida al conjunto de las Iglesias, católicas y no católicas, de Europa. Esto, claro, sin dejar de actuar en casa en la forma que ya he comentado. Los cristianos tenemos que purificar la memoria, pero todos, no solo los católicos, como a veces parece que se nos exige. La reiterada apelación a las cartas de agravios históricos ya no tiene sentido, sean cuales sean las Iglesias que hacen estas apelaciones. Los católicos queremos esta purificación de la memoria y creo que la estamos practicando. ¿Sirve como ejemplo el viaje del Papa a Grecia?
—Los documentos por los que avanza el diálogo teológico en el ecumenismo son espléndidos. Por ejemplo el de la Autoridad como “don”, con los anglicanos, o el referente a la Justificación, con los luteranos, pero ¿tiene alguna incidencia real en la marcha del ecumenismo, aquí, a nivel de diálogo interconfesional, en la acción ecuménica de la Iglesia católica?
El ecumenismo teológico es necesario para avanzar en el camino del ecumenismo. Puede suceder que algunas cuestiones teológicas que fueron de vida o muerte en el pasado, con el tiempo hayan ido desplazando su significación real para la vida de las Iglesias. Así, por ejemplo, puede haber sucedido con el célebre «artículus stantis et cadentis Ecclesiae», es decir, la justificación por la sola fe como «centro de la doctrina», defendido por el protestantismo como bandera de la Reforma. Lo cierto es que, haber logrado un acuerdo fundamental sobre tan importante cuestión, hace comprender que la fe de los católicos y la fe de los protestantes no se oponen hoy en la forma en que se opusieron en el pasado. Esto abre el camino hacia nuevas convergencias, como es el caso de la comprensión del misterio de la Iglesia y de los sacramentos como lugar y medios de salvación. No es posible engañarse, el ecumenismo no es una cuestión de mero voluntarismo, ni siquiera una cuestión de mera tolerancia. Hay simplismos que no por haberse convertido en programa social, cultural o político, mayoritariamente aceptados, dejan de ser simplismos.
—¿No es inexistente o demasiado pobre, al menos, el diálogo con los hermanos ortodoxos o protestantes de Iglesias más ecuménicas, entre nosotros?
No sé qué quiere decir con la expresión «entre nosotros». Si se refiere a España, la pobreza de ese ecumenismo está, como ya he dicho, en la sociología de las Iglesias cristianas en nuestro país. Pero, en realidad, no es que tengamos un ecumenismo pobre, sino que tenemos el posible, que debe mejorar según su propia condición; es decir, sin crear situaciones de ficción que no son las nuestras. Algunos quisieran tener un país troceado en Confesiones múltiples. La multiplicidad de las Confesiones tendrá su fin con la revelación escatológica de Cristo y de la «verdad plena» en el Reino de Dios consumado. Para entonces habrá perdido toda vigencia la pluralidad multiconfesional, superada por el mismo conocimiento de la Verdad y el mismo amor de Dios en Cristo. El Espíritu Santo nos habrá llevado a la consumación de todo saber sobre Dios en Cristo.
La pastoral y el ecumenismo
—¿Se encuentra presente, con efectividad, el ecumenismo en nuestra pastoral, en la enseñanza teológica, en la enseñanza religiosa escolar, en la educación católica, en el marco de la vida de los religiosos...?
La preparación ecuménica y la formación en espíritu ecuménico va entrando poco a poco, y tiene ya un importante recorrido en las facultades de teología y los seminarios de España. No se puede hablar como si estuviéramos en ayunas. Se ha trabajado mucho, durante años y con frutos reales. Pero tenemos que hacer mucho más hasta convertir el espíritu ecuménico en un talante de actuación cristiana, como nos ha señalado el Papa en su Encíclica Ut unum sint, que tendríamos que convertir en verdadero programa de actuación. Así, pues, se ha hecho mucho, pero falta mucho por hacer en la catequesis y en la enseñanza católica, y en la misma preparación pastoral de los ministros, que es donde más se ha hecho. Hoy las diócesis tienen delegaciones y secretariados que se ocupan de que sea así, al menos estimulando a unos y otros. Por otra parte, lo que hay que hacer, hay que hacerlo bien. A veces en la enseñanza católica parece que se transmite un mensaje ecuménico que, confundiendo cosas, plantea la legitimidad de las Confesiones y la diversidad de “Iglesias”, digámoslo así para entendernos, como si de derechos humanos se tratara, y todo se resuelve declarando que «la diversidad es un derecho», o que «es mejor la diversidad porque es más rica». Esto no es formar para el ecumenismo, sino programar simplismos. Vuelvo a lo que decía antes.
—En Estrasburgo han participado, una gran novedad, cien jóvenes. Díganos algo de lo que opina del futuro del ecumenismo y los jóvenes.
La presencia de los jóvenes en Estrasburgo fue, ciertamente, de gran interés para el ecumenismo. Las Iglesias están hondamente preocupadas por la transmisión de la fe a las jóvenes generaciones. Por eso, tanto el Consejo de Conferencias Episcopales como la Conferencia de Iglesias (ortodoxos y protestantes), quisieron asociar a estas jornadas a una amplia representación de jóvenes venidos de todos los países de Europa, para que conociéndose y comprometiéndose con el espíritu ecuménico, vayan contribuyendo a la construcción de una Europa unida mediante la reconciliación de las Iglesias cristianas. Fueron muchos los jóvenes llegados a Estrasburgo, que trabajaron con entusiasmo y se llevaron de vuelta a sus países una gran experiencia..
—¿Qué lugar deberían tener los laicos en la pastoral ecuménica?
Hay muchísimos laicos comprometidos con la acción ecuménica de la Iglesia, en parroquias, asociaciones, etc. La convivencia y la oración son campos de su actuación, pero también van entrando en el ecumenismo más específico. Los laicos han de adquirir un mayor conocimiento de la historia de su propia fe y hacerse más conscientes del carácter personal de la misma. Su contribución es, como en todo en la Iglesia, necesaria para que el ecumenismo alcance su objetivo, ya que el laicado es el tejido de la Iglesia que toca a los pastores articular.
Virtudes y defectos
—¿Virtudes y defectos del movimiento ecuménico español?
Sobre las características del ecumenismo español, queda dicho ya lo que pienso. Probablemente en casa no puede ser otro, aunque tiene que ser mejor. El ecumenismo español, todo él según sus diversas manifestaciones, muy en particular el ecumenismo teológico, tiene que mantener y acrecentar su proyección hacia fuera del país, hacia otras Iglesias cristianas. Dicho esto, el ecumenismo español tiene delante el reto de la formación ecuménica; y algunos pasos concretos que urgiría dar como es el reconocimiento recíproco del bautismo y la creación de un Consejo de Iglesias apropiado a nuestra realidad.
—¿Cómo ve el futuro inmediato del ecumenismo en España?
Hemos de mirar el futuro de forma esperanzada. Somos cristianos y creemos en el poder de Dios y de su gracia. Dios sorprende siempre. Para ello basta tener fe esperanzada en su poder.
—¿Puede añadirnos algo acerca de la visita del Papa a Grecia y Siria, adelantarnos algo sobre el inmediato viaje a Ucrania, cómo observa usted el diálogo ecuménico con la ortodoxia?
He seguido el viaje del Papa a Grecia y a Siria con el interés y la emoción de todos. Es el más claro ejemplo de lo que acabo de decir. El Espíritu de Dios es la clave de cuanto acontece en la Iglesia de Cristo. Al ceder el muro de resistencia griego, el ecumenismo ha dado uno de sus pasos más importantes en nuestros días. De la recomposición del diálogo entre católicos y ortodoxos depende mucho el futuro del ecumenismo más inmediato. Este entendimiento será también benéfico para el diálogo con el protestantismo.
Estoy muy esperanzado con el viaje del Papa a Ucrania. La Iglesia católica oriental de Ucrania ha sufrido mucho y la cruz es camino de resurrección. Las Iglesias unidas de rito bizantino no pueden ser vistas con recelo por los ortodoxos; pueden desempeñar una tarea de puente y de acercamiento real entre católicos y ortodoxos. Este malentendido tiene que terminar. Para ello es muy importante, como decía antes, la purificación de la memoria y el respeto a las decisiones de las personas y de las colectividades. La Iglesia católica es contraria a un proselitismo que es más un fantasma del pasado que una realidad presente. Ortodoxos y católicos tienen que confiar recíprocamente unos en otros. Su entendimiento, como digo, es clave para el ecumenismo.
«NOTAMOS EN ALGUNOS RESPONSABLES ACTITUDES NUEVAS DE RESERVA EN LA COLABORACIÓN»
Nacido en Apidea (Kozani-Grecia), en 1941, Dimitri Tsiamparlis estudió Teología en la Facultad ortodoxa rusa de San Sergio en París (Francia). Casado con Genoveva Tsiamparlis, fue ordenado diácono en abril de 1967 y presbítero en septiembre del mismo año.
Destinado desde octubre de 1967 a la parroquia ortodoxa griega en Madrid, como delegado del arzobispo ortodoxo griego de Francia y responsable para toda la península ibérica.
Por su iniciativa, a los cinco años consiguió la construcción de un templo de estilo puramente bizantino en Madrid.
Profesor colaborador durante varios años en la Universidad Autónoma de Madrid, en el departamento de Humanidades Contemporáneas, es colaborador en varias revistas religiosas, conferenciante en varios seminarios y universidades, etc. Es también miembro vocal de la Comisión Asesora de Libertad Religiosa del Ministerio de Justicia de España y pertenece al Comité Cristiano Interconfesisonal, del cual es cofundador.
La «Carta Ecuménica» en la Asamblea de Estrasburgo
- ¿Cómo valora la pasada Asamblea Ecuménica de Estrasburgo y su espe- rada Carta Ecuménica?
Ha sido una Asamblea muy importante para el ecumenismo porque, teniendo en cuenta que es el sexto Encuentro ecuménico europeo, es la primera vez que las Iglesias cristianas europeas redactan y firman una Carta Ecuménica, documento de una importancia muy considerable. También ha sido la primera reunión ecuménica europea del tercer milenio y además un encuentro de generaciones, considerando que las generaciones jóvenes han comprendido desde hace tiempo que el diálogo es muy necesario.
—¿Puede ser la Carta Ecuménica punto de partida para avivar el ecumenismo entre los cristianos de Europa, ahora? ¿Qué puntos de ella destacaría como más importantes para nuestro ecumenismo?
Por supuesto que significa un punto de partida, o podríamos decir una nueva era en la tarea ecuménica, porque, aparte de que ya es un punto de largo recorrido, nos abre también un gran y largo camino hacia adelante, como lo con- firmaba el Secretario general de la CCEE, rev. Aldo Jordano. La Carta Ecuménica tuvo su origen en la Asamblea Ecuménica de Graz, en 1997, donde surgió la idea de la redacción de un documento para reflejar los derechos y los deberes de los cristianos de Europa.
La Carta propone a las diferentes Iglesias miembros de la Conferencia de Iglesias Europeas (KEK) y del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE), unas directrices que les comprometerá a una colaboración creciente entre ellas. Nos describe los esfuerzos ecuménicos fundamentales y tiene como fin promover en la Iglesia una cultura ecuménica de diálogo y de colaboración. Precisamente en ese punto hay que establecer una norma obligatoria. De todos modos no se trata de un texto canónico con carácter dogmático, magisterial o jurídico eclesiástico, sino un medio importante para seguir avanzando en el camino del ecumenismo.
Es muy difícil destacar puntos más importantes, porque toda la Carta es de una gran importancia. Podríamos subrayar, por ejemplo, que la segunda sección de la Carta nos habla del camino hacia la unidad visible de las Iglesias en Europa, asumiendo una serie de compromisos: invita a los cristianos a testimoniar su fe sin hacerse competencia entre las Confesiones cristianas, ni utilizar métodos de presión moral o «incentivos materiales».
Destacaría también la parte donde afronta las relaciones con el judaísmo y el Islam, condenando todo tipo de antisemitismo e insistiendo sobre la colabo- ración con los fieles musulmanes.
- ¿Cómo ha sido la participación ortodoxa?
Muy amplia, con varios representantes de los Patriarcados e Iglesias Auto- céfalas, y bajo la presidencia de nuestro Arzobispo Ieremias quien, como presidente de la KEK, firmó la Carta Ecuménica junto con el Cardenal Miroslav Valk.
El ecumenismo en la Iglesia ortodoxa en España
- ¿Qué definición podrá hacernos del ecumenismo en la Iglesia ortodoxa?
La Iglesia ortodoxa ha estado siempre a favor del diálogo y siempre ha bus- cado los medios para suscitar el interés de las demás Iglesias y Confesiones cristianas sobre el camino común para la búsqueda de la unidad perdida.
Especialmente nuestro Patriarcado Ecuménico de Constantinopla realizó ya, a principios del siglo XX, una apertura para un diálogo con las otras Iglesias no ortodoxas y la actitud de la Ortodoxia hacia el Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEI) ha sido de una colaboración muy valiosa. La mayoría de las Iglesias ortodoxas estuvieron representadas en las diversas Asambleas Ecuménicas, sin olvidar que a partir del año 1948 nuestro Patriarcado Ecuménico de Constantinopla promovió activamente la participación en el Consejo Ecuménico de las Iglesias.
Los ortodoxos participan en el movimiento ecuménico porque tienen la convicción de que la unidad de las Iglesias es una exigencia a la que debe someterse el conjunto de los cristianos. Esta unidad no se puede realizar si no es con la unión de todos aquellos que comparten la misma fe en Dios Trino y son bautizados en su nombre.
—¿Cómo es su participación ecuménica aquí en España?
En España nuestra participación ha sido de una estrecha colaboración con el resto de las Iglesias cristianas. En el año 1968, un año después de mi llegada a España, hemos fundado el Comité Cristiano Interconfesional, con el fin de mejorar, en un clima de caridad fraterna, las relaciones de sus distintas Iglesias y Confesiones cristianas. Los resultados positivos son evidentes a lo largo de todos estos años. Con los acuerdos sobre varios temas como por ejemplo el sacramento del matrimonio, el BEM, las celebraciones anuales de las Jornadas de Teología y Pastoral del Ecumenismo, etc., y los ortodoxos somos conscientes de poder dar una respuesta positiva en la preocupación de todos los cristianos.
La pastoral y el ecumenismo
—¿Cuál es la pastoral ecuménica de su Iglesia?
Es en la vida litúrgica y sacramental donde transcurre la actividad ecuménica de nuestra comunidad. Durante la Divina Liturgia se pide siempre por la unión de todas las Iglesias. Pero donde más oportunidades tenemos de intercambiar oraciones y vivencias es con ocasión de las celebraciones de los matrimonios mixtos entre ortodoxos y creyentes de otras Iglesias.
También nos visitan varios colegios, grupos parroquiales u otras organizaciones a quienes podemos exponer nuestra fe, nuestro rito y riqueza espiritual. Además, participamos en conferencias, mesas redondas, actos de encuentros y oraciones ecuménicas, que nos ofrecen la oportunidad de exponer nuestras creencias conjuntamente con fieles de otras denominaciones.
—¿Ha apreciado cambios en las formas ecuménicas en España desde el comienzo de su estancia hasta nuestros días?
Desgraciadamente los últimos años se nota una línea descendiente.
—¿Cómo ve el movimiento ecuménico en la Iglesia católica y en las otras Iglesias: protestantes, reformadas, anglicanas... a nivel mundial?
Veo un trabajo serio, colaborando todos para conseguir la tan anhelada unión que Cristo nos pide, y de todos es conocida la labor del Consejo Ecuménico de las Iglesias con sede en Ginebra y los logros que se han realizado dentro de cada Iglesia y en las relaciones entre ellas en el mundo.
Virtudes y defectos
—Virtudes y defectos del ecumenismo español.
Veo que la mayoría de los que estamos trabajando en el ecumenismo lo hacemos con un sincero convencimiento, una dedicación y una entrega voluntaria hacia la meta de la unidad. Aunque se nota también que el trato con las demás Iglesias o Confesiones cristianas es de cierta condescendencia.
Como defectos, podría decir que notamos en algunos responsables unas actitudes nuevas de reserva a la colaboración, actitudes que en mi opinión no tienen explicación lógica. Eso nos sorprende más porque hasta ahora habíamos logrado, como hemos visto antes, precisamente aumentar considerablemente esta colaboración.
«HAY UN MINISTERIO DE LA RECONCILIACIÓN AÚN PENDIENTE EN ESPAÑA»
Hijo y nieto de pastores de la Iglesia Evangélica Española (IEE), Alfredo Abad nació en Madrid en 1963. Realizó sus primeros estudios teológicos en el Seminario Evangélico Unido de Madrid, la licenciatura en Teología en la Universidad de Lausane (Suiza) y realiza estudios para el doctorado en la de París.
En el momento de esta entrevista [Junio 2001] es todavía pastor de la Iglesia Evangélica Española en Granada, pero a partir de septiembre próximo lo será de la Iglesia de Jesús, de la IEE, en calle Calatrava, 25 de Madrid.
Desde hace algunos años es el Secretario ejecutivo de la Comisión Permanente de la IEE y representante de esta Iglesia en la Conferencia de «Iglesia y Sociedad» y miembro del Consejo de Europa.
Está casado con la única pastora en la actualidad de la Iglesia Evangélica Española, Ester Ruiz hija del conocido pastor de esa misma Iglesia, Luis Ruiz Poveda.
Hombre de trayectoria ecuménica, tiene contactos permanentes con el Consejo Ecuménico de las Iglesias y otros muchos organismos internacionales y ecuménicos de las Iglesias cristianas. Todo ello le confiere un profundo cono- cimiento del movimiento ecuménico tanto en Europa como en España.
La Carta Ecuménica de Estrasburgo
—¿Cuál es la opinión de la Iglesia Evangélica Española acerca de la Asamblea de Estrasburgo y de la «Carta Ecuménica»? ¿Supone realmente una esperanza, un aliento, un nuevo compromiso con la búsqueda de la unión de los cristianos?
En nuestra Iglesia somos conscientes de que la Carta Ecuménica es un gran paso, especialmente para las minorías religiosas, y que ha supuesto un esfuerzo importante de consenso y de acercamiento teológico de posturas muy alentador. Al mismo tiempo hay también una expectación, ya que la realidad de estos documentos para cada país y comunidad local es su recepción. Creemos que es un nuevo compromiso en el camino de la unión, pero disfrutar de sus beneficios dependerá de quién y cómo se acepta ese compromiso ecuménico.
—¿Algunos de sus puntos que sea de mayor compromiso para el ecume- nismo español?
El ecumenismo español se ve comprometido con la Carta Ecuménica, particularmente en el punto primero, en lo que se refiere a lo institucional, cuando se habla de la «llamada a la unidad en la fe»; hay un ministerio de la reconciliación, aún pendiente en España. Sin embargo, en el ecumenismo más desarrollado, como las relaciones a nivel local y de base, estimo que el punto sobre la responsabilidad común en Europa es mucho más desafiante. Finalmente, ante sus situaciones minoritarias las relaciones con el Islam y el judaísmo son importantes en nuestro país, aunque no al mismo nivel que en los países del Este.
—¿Piensa usted que las diversas recomendaciones de la Carta pueden ser el punto de partida para reavivar aquí nuestras respectivas pastorales ecuménicas?
Creo que sí, porque están muy estudiados tanto los compromisos como su explicación previa, y porque ponen el dedo en la llaga con pocos rodeos.
—La IEE envió también al joven pastor Daniel Reyes Martín, ¿cuál ha sido su impresión como participante en la Asamblea, qué ambiente ha vivido con los jóvenes de otras Iglesias y con las jerarquías religiosas asistentes?
Ha estado muy contento con las celebraciones y la espiritualidad allí vivida. También ha tenido la sensación de que estaba todo bastante “conducido”, algo normal en un proceso como este, pero me alegro que eso llame la atención de un joven teólogo. También nos transmitió la necesidad que allí se sintió de que el sitio de los jóvenes fuese más eficaz.
El ecumenismo en España y en la IEE
—¿Cuál es la opinión que usted tiene sobre el ecumenismo que estamos practicando en España las diferentes Iglesias?
Creo que está bien desarrollado a nivel de personas y a nivel local, también en relación a algunos intelectuales. Hemos avanzado mucho en algunos terrenos muy concretos y hay fuertes lazos de amistad, aceptación y respeto. Pero luego están los “oficialistas” que se hacen eco de las voces más retrógradas, y esto no hace honor al mandato de Cristo por la unidad. También el ecumenismo podría estar más desarrollado a nivel institucional.
—¿Cuál es la temperatura ecuménica de las congregaciones de la IEE en este momento, se encuentra presente el ecumenismo en su pastoral y espiritualidad?
Hay un cierto escepticismo hacia los avances que pueden realizarse, tras los últimos documentos Vaticanos y algunas actitudes episcopales. Sin embargo, hay confianza en el ecumenismo en el ámbito de la relación personal.
—La Iglesia Evangélica Española es miembro del Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEI) desde su fundación. ¿Qué supone esta pertenencia y que ha supuesto en las realidades ecuménicas de esta Iglesia?
Supone un gran desafío y una visión profética que hay que defender con dificultad. Hemos aprendido mucho de ese caminar ecuménico con el CEI, y eso ha enriquecido nuestra perspectiva teológica y nuestra espiritualidad. La idea que tenemos de misión es mucho más completa.
—También las relaciones IEE-KEK son constatables, ¿cómo incide en la vida de esta Iglesia?
Las relaciones con la KEK son una fuente de relaciones, con los consiguien- tes cuestionamientos y aperturas a otras realidades. De la KEK recibimos la visión europea, de la gran Europa, y una importante solidaridad en relación a nuestra situación minoritaria.
La pastoral y el ecumenismo
—¿Cree que documentos tan importantes como el de la Justificación, firmado entre católicos y luteranos, tienen repercusión en la expresión ecuménica de las Iglesias evangélicas españolas, como acicate para la búsqueda de la unión de los cristianos?
Mi respuesta sería la misma de la primera pregunta.
—¿Qué importancia se le da al ecumenismo en la formación teológica y pastoral de los pastores en el Seminario Evangélico Unido?
Actualmente todo el programa representa un esfuerzo interconfesional y son muy importantes los vínculos establecidos con la Facultad de Comillas. Más aún, nuestra formación teológica es compartida con la Iglesia episcopal, y por tanto es ecuménica en esencia.
—¿Podríamos colaborar las Iglesias en España en temas sociales, éticos, morales, culturales, humanistas... ofreciendo también un “alma” a España?
Creo que se hace mucho y se ha hecho mucho en el ámbito de las relaciones, pero hay poca memoria de ello. No hay más que ver uno de los últimos números de esta misma revista sobre el Comité Cristiano Interconfesional. Falta que se asuman más y mejor las consecuencias de las relaciones internacionales. Muchos son ecuménicos en Europa y con el CEI, pero le temen al ecumenismo en España, sobre todo por desconocimiento o por no asumir las consecuencias.
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