Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

sábado, 22 de junio de 2024

JUVENTUD Y ORACIÓN

Los jóvenes y la oración en Taizé


CLAVE:
  • Uno de los hermanos reflexiona acerca de la participación de los jóvenes en la oración. Hace hincapié en tres dimensiones de la oración de Taizé que, a su parecer, hablan sobre la búsqueda de los jóvenes.


Tres veces al día, todo se para en la colina de Taizé: el trabajo, los estudios bíblicos, los pequeños grupos de discusión. Las campanas llaman a todos a la iglesia para rezar. Cientos, miles, a veces, de jóvenes de diferentes países a través de todo el mundo rezan y cantan con los hermanos de la comunidad. Cantos cortos, cantados una y otra vez; pocas palabras que expresan una realidad fundamental que la mente atrapa con facilidad. Luego, se lee la Biblia en varios idiomas. Al corazón de cada oración, un largo momento de silencio ofrece una oportunidad irremplazable de encuentro con Dios.

A nosotros, los hermanos, nos impresiona la capacidad de la gente joven de permanecer en la iglesia durante horas en silencio o acompañados por los cantos meditativos. Ellos mismos se sorprenden al darse cuenta de cuanto han rezado en Taizé. Cuando les preguntamos, en los encuentros que hacemos hacia el final de su estadía, que fue lo que mas los marcó, la respuesta llega rápido, sin titubeos: ¡“la oración”! ¡Y eso que la mayor parte de los que hablan con tanto entusiasmo de la oración, al menos a primera vista, distan mucho de ser expertos! Esto es aún mucho más extraordinario.

Nosotros mismo, una vez más, permanecemos atónitos. ¿Que es lo que les permite a los jóvenes abrirse verdaderamente a un diálogo interior en la oración? ¿Como podemos hacer que descubran, mismo sin saber como rezar ni saber que pedir o que esperar, que Dios ya ha puesto en ellos un deseo de comunión?

Sin ser capaz de dar respuesta a estas preguntas puedo, sin embargo, mencionar tres aspectos de la oración en Taizé que a mi parecer repercuten en la búsqueda de los jóvenes: una oración accesible, una oración meditativa y una oración del corazón.

Una oración accesible

La forma de rezar de la comunidad ha cambiado bastante con el transcurso de los años; se ha ido simplificando. El hermano Roger hacia mucho hincapié de que nada en la oración apareciera como inaccesible. Por ejemplo, para él, leer un texto muy largo o complicado podría mantener a la gente lejos de percibir esa relación de amor que la presencia del Espíritu Santo nos ofrece en la oración.

Esta preocupación de poder compartir una experiencia interior accesible a un gran número, es la razón por la cual la comunidad a desarrollado esta manera de rezar con simples cantos meditativos. No todo fue adaptado para los jóvenes. Los cantos de Taizé no están escritos al estilo de las canciones de los jóvenes. Creo que nuestros cantos están profundamente arraigados en la tradición monástica. A través de su vocabulario, que es el de los Salmos, que corresponde a la larga tradición de oración cantada que comenzó en las primeras asambleas de Israel. También, por su carácter meditativo, y mismo, repetitivo. La comunidad empezó cantando salmos y es lo que hoy aún hace. Pero mas que cantar todo el salmo, lo que hacemos es concentrarnos en un solo versículo, lo meditamos juntos dejando que resuene en nosotros y que encuentre experiencias que iluminar.

Lo que sorprende a los jóvenes en Taizé, es quizás el sentir que nos esforzamos para hacer las expresiones de fe lo más simple posibles, sin por eso alivianarlas. De manera instintiva sienten que la oración que les proponemos no es una traducción en su propio idioma de una realidad que les es ajena, sino, más bien, una invitación a buscar qué los empuja a ir más allá de ellos mismos; poniendo en sus labios palabras de otra época, son como forzados a descentrarse, a vaciarse. Los jóvenes son muy intuitivos al respecto. Pueden distinguir discursos repletos de ellos mismo de aquellos que crean un espacio, un lugar, al dejar a un lado sus seguridades. Quizás sienten que como comunidad, adaptando la oración a su presencia, queremos ensanchar nuestro camino, extender a todos la intimidad que quisiéramos vivir con Dios. De esta manera es muy importante que los cantos sean sostenidos por todos y no solamente por los solistas o cantantes que dejarían a la asamblea sola la parte del coro.

Una oración meditativa

Rezar con las canciones de Taizé es también meditar con la Biblia. Me sorprendo tanto, el día de Todos los Santos, cuando nuestra iglesia se llena de jóvenes de liceo franceses que cantan, casi de manera natural, palabras como “Que me regocije y me alegre en tu amor” provenientes de uno de los mas recientes cantos en francés. Tengo la impresión, que repitiendo uno o dos versos, la canción les abre como un acceso directo a la Palabra de Dios permitiéndoles interiorizar e incorporar la belleza, y a veces la aspereza, de las palabras bíblicas. Luego, cuando las palabras conocidas de memoria son redescubiertas al leerlas, muchos textos son iluminados con una luz inesperada.

A veces me pregunto si nuestra manera de cantar no es un especie de introducción a la lectio divina, me refiero a esa manera de leer la Palabra atentivamente que abre un espacio que deja al texto resonar en todas sus dimensiones. Los judíos hablan de “masticar” la Torah. Un rabino, citado en una colección de textos judíos de los primeros siglos después de Cristo, dice «Da vuelta a la Torah de una lado al otro, en todos las direcciones, porque allí se encuentra todo, ella sola te dará conocimiento verdadero. Persevera en su estudio, no la abandones nunca; no puedes hacer nada mejor.» (Mishna Aboth 5, 25). En Taizé, la repetición de los cantos es como masticar, respirar la Palabra.

Una oración del corazón

Otro aspecto que me impacta, al escuchar a los jóvenes hablando sobre la oración en Taizé, es que el tiempo de silencio en el medio de la liturgia les da la posibilidad de inclinarse sobre lo que los habita. Saben bien como describir lo que el silencio hace posible: “escuchar al corazón”, “pensar sobre tus problemas”, “vaciar la mente”, “hacer una pausa”, “volverse sobre si mismo”, “dejar caer las mascaras”… Cuando están juntos no tiene miedo al silencio. Sin embargo al principio la mayoría admite que diez minutos son muy largos, pero poco a poco comienzan a llenarse por si mismos.

Me pregunto si lo que tratan de expresar no se corresponde a lo que los cristianos orientales llaman la “oración del corazón”. «Guarda tu corazón dice el libro de los Proverbios, porque de él brotan las fuentes de la vida. (Proverbios 4,23)»

El corazón, en la Biblia, es el centro de los seres humanos, el punto donde todas las energías convergen. Para los monjes de la tradición Oriental rezar repitiendo una frase corta pero coordinada con el ritmo de la respiración es primero y por sobre todo la oración del corazón, o en otras palabras, un esfuerzo de unificar todas las energías permitiéndoles pasar a través del fuego del corazón hasta el crisol del amor. Unificando los sentimientos, las energías, el corazón se vuelve el lugar donde las buenas intenciones pueden brotar como agua purificada. La oración como despertar y escucha nos permiten concentrarnos, re-centrar nuestros propios deseo y sincronizarlos con amor. La oración es preparar el corazón a la vigilancia que el amor requiere.

A través del canto y el silencio, los jóvenes descubren que son capaces de tener un nuevo corazón, más simple en el sentido fundamental del término, es decir, un corazón sin pliegos, un corazón al descubierto. Los primeros cristianos hablaban de la oración como de una manera quemar la “grasa espiritual” que pesa sobre nuestros pensamientos y deseos. La imagen de los pliegos es igualmente significativa: un corazón desplegado es un corazón que mira lo esencial, un corazón que se queda cerca de sus deseos, y de esta manera descubre, con claridad, como Dios lo llama a ser creativo. «Cada deseo que nos habita y que llama a Dios es oración. Tu deseo es oración. Hay una oración interior que nunca se interrumpe: tus deseos. Entonces, si quieres rezar nunca dejes de desear.» (San Agustín, Comentario del Salmo 37)

Sin trabas, abierto a una transparencia, el corazón aprende como hacer madurar decisiones e intuiciones y a trazar las líneas de un camino de vida. Pero discierne también las situaciones delicadas y callejones sin salida. En este sentido espero que los jóvenes lleguen a comprender que «Rezar no nos aleja del mundo. Por el contrario, no hay nada más responsable que rezar, Tanto más hacemos nuestra propia oración simple y humilde, más somos empujados a amar y a expresarlo con nuestra vida.» (Hermano Roger, “Carta 2005, Un Futuro de Paz.”)

Por medio de estas tres dimensiones de la oración que intentamos compartir y vivir con lo jóvenes: “descentrarse” uno mismo, “masticar” las Escrituras y la “escucha vigilante” del corazón, nuestro deseo más profundo es hacer perceptible la convicción que el hermano Roger nos dejó en su última carta inacabada. (VER AL FINAL)

Si cada uno comprendiese: Dios nos acompaña hasta en nuestras insondables soledades. A cada uno le dice: «Tu cuentas mucho a mis ojos, tu eres precioso para mí, y te amo.» Sí, Dios no puede más que dar su amor, ahí está el todo del Evangelio.

2006 Carta inacabada del Hermano Roger

La tarde de su muerte, el 16 de agosto, el hermano Roger llamó a un hermano y le dijo: «¡Anota bien estas palabras!» Hizo un largo silencio, mientras buscaba cómo formular su pensamiento. Luego comenzó:«En la medida en que nuestra comunidad cree en la familia humana posibilidades para ensanchar…» Y se detuvo, la fatiga le impedía terminar la frase.

En estas palabras, se encuentra la pasión que le habitaba, incluso a su avanzada edad. ¿Qué entendía por «ensanchar»? Probablemente, quería decir: hacer todo lo posible para que sea más perceptible a cada uno el amor que Dios tiene por todo ser humano sin excepción, por todos los pueblos. Él deseaba que nuestra pequeña comunidad iluminase este misterio con su vida, en un humilde compromiso con los otros. Entonces, nosotros, los hermanos, quisiéramos retomar este desafío, con quienes a través de la tierra buscan la paz.

En las semanas que precedieron a su muerte, él había comenzado a reflexionar sobre la carta que sería publicada durante el encuentro de Milán. Había indicado algunos temas y ciertos textos que quería retomar y reelaborar. Los hemos reunido, tal como estaban en aquel momento, para constituir esta «Carta inacabada», traducida a 57 lenguas. Ella es como una última palabra del hermano Roger, que nos ayudará a avanzar por el camino en el que Dios «ensancha nuestros pasos». (Salmo 18,37)

Meditando esta carta inacabada, cada uno podrá buscar cómo acabarla en su propia vida.

Hermano Alois

«Os dejo la paz, mi paz os doy» 1: ¿Cuál es esta paz que Dios da?

Una paz interior es, ante todo, una paz del corazón. Es la que nos permite mirar con esperanza el mundo, incluso cuando está desgarrado por la violencia y los conflictos.

Esta paz de Dios es también un apoyo para que podamos contribuir, muy humildemente, a construir la paz allí donde está amenazada.

Una paz mundial es tan urgente para aligerar los sufrimientos, en particular para que los niños de hoy y de mañana no conozcan la angustia y la inseguridad.

En su Evangelio, con una fulgurante intuición, san Juan expresa en tres palabras quién es Dios: «Dios es amor.» 2 Si comprendiéramos solamente estas tres palabras, iríamos lejos, muy lejos.

¿Qué es lo que nos cautiva de estas palabras? Encontrar en ellas esta luminosa certeza: Dios no envió a Cristo a la tierra para condenar a nadie, sino para que todo ser humano se sepa amado y pueda encontrar un camino de comunión con Dios.

¿Por qué hay a quienes les sobrecoge el asombro de un amor y se reconocen amados, incluso colmados? ¿Y por qué otros, sin embargo, tienen la impresión de ser poco tomados en cuenta?

Si cada uno comprendiese: Dios nos acompaña hasta en nuestras insondables soledades. A cada uno le dice: «Tu cuentas mucho a mis ojos, tu eres precioso para mí, y te amo.» 3 Sí, Dios no puede más que dar su amor, ahí está el todo del Evangelio.

Lo que Dios nos pide y nos ofrece, es acoger sencillamente su infinita misericordia.

Que Dios nos ama es una realidad a veces poco accesible. Pero cuando descubrimos que su amor es ante todo perdón, nuestro corazón se apacigua e incluso se transforma.

Y henos aquí capaces de olvidar en Dios lo que acosa al corazón : ahí está la fuente donde volver a encontrar el frescor de un impulso.

¿Lo sabemos suficientemente? Dios nos entrega semejante confianza, que tiene para cada uno de nosotros una llamada. ¿Cuál es esa llamada? Él nos invita a amar como él nos ama. Y no hay amor más profundo que ir hasta el don de sí, por Dios y por los demás.

Quien vive de Dios elige amar. Y un corazón que decide amar puede irradiar una bondad sin límites. 4

Para quien busca amar en la confianza, la vida se llena de una belleza serena.

Quien elige amar y decirlo con su propia vida es llevado a interrogarse sobre una de las cuestiones más fuertes que existen: ¿cómo aliviar las penas y los tormentos de los que están cerca o lejos?

¿Pero qué es amar? ¿Será compartir los sufrimientos de los más maltratados? Sí, es eso.

¿Será tener una infinita bondad de corazón y olvidarse de sí mismo por los otros, con desinterés? Sí, ciertamente.

Y aún más: ¿qué es amar? Amar es perdonar, vivir reconciliados. 5 Y reconciliarse es siempre una primavera del alma.

En el pequeño pueblo de montaña en el que nací, vivía muy cerca de nuestra casa una familia numerosa, muy pobre. La madre había muerto. Uno de los hijos, un poco más joven que yo, venía a menudo a nuestra casa, quería a mi madre como si fuera la suya. Un día, supo que iban a marcharse del pueblo y, para él, irse no era fácil. ¿Cómo consolar a un niño de cinco o seis años? Era como si no tuviera la perspectiva necesaria para interpretar esa separación.

Poco antes de su muerte, Cristo asegura a los suyos que recibirán un consolador: les enviará el Espíritu Santo que será para ellos un apoyo y un consuelo, que permanecerá siempre con ellos. 6

En el corazón de cada uno, aún hoy susurra: «No te dejaré nunca solo, te enviaré al Espíritu Santo. Incluso si estás en lo hondo de la desesperación, me tienes cerca de ti.»

Acoger el consuelo del Espíritu Santo es buscar, en el silencio y la paz, abandonarnos en él. Entonces, incluso si se producen graves acontecimientos, se hace posible superarlos.

¿Acaso somos tan frágiles como para tener necesidad de consolación?

A todos nos ocurre el hecho de ser sacudidos por una prueba personal o por el sufrimiento de otros. Esto puede llevar incluso a estremecer la fe y a que se apague la esperanza. Encontrar de nuevo la confianza de la fe y la paz del corazón supone a veces ser paciente con uno mismo.

Hay una pena que marca particularmente: la muerte de alguien cercano, de alguien que necesitamos para caminar en la tierra. Pero he aquí que semejante prueba puede conocer una transfiguración, y entonces ésta abre una comunión.

A quien está en los límites de la pena, una alegría del Evangelio puede serle entregada. Dios viene a iluminar el misterio del dolor humano hasta el punto de acogernos en una intimidad con él.

Entonces estamos así situados en un camino de esperanza. Dios no nos deja solos. Nos concede avanzar hacia una comunión, esa comunión de amor que es la Iglesia, tan misteriosa y tan indispensable a la vez…

El Cristo de comunión 7 nos da ese inmenso don de la consolación.

En la medida en que la Iglesia llega a ser capaz de aportar la curación del corazón comunicando el perdón, la compasión, hace más accesible una plenitud de comunión con Cristo.

Cuando la Iglesia está atenta a amar y a comprender el misterio de todo ser humano, cuando escucha incansablemente, consuela y cura, llega a ser aquello que es en lo más luminoso de sí misma: limpio reflejo de una comunión.

Buscar la reconciliación y la paz supone una lucha al interior de sí mismo. Esto no es un camino de facilidad. Nada que dure se construye en la facilidad. El espíritu de comunión no es ingenuo, es ensanchamiento del corazón, profunda bondad, no escucha las sospechas.

Para ser portadores de comunión, ¿avanzaremos, en cada una de nuestras vidas, por el camino de la confianza y la bondad de corazón siempre renovada?

Por este camino habrá a menudo fracasos. Acordémonos que la fuente de la paz y la comunión están en Dios. En vez de desanimarnos, invocaremos al Espíritu Santo sobre nuestras fragilidades.

Y, a lo largo de toda la existencia, el Espíritu Santo nos concederá reemprender la ruta e ir, de comienzo en comienzo, hacia un porvenir de paz. 8

En la medida en que nuestra comunidad cree en la familia humana posibilidades para ensanchar…

NOTAS:
  1. Juan 14,27.
  2. I Juan 4,8.
  3. Isaías 43,4.
  4. En la apertura del concilio de los jóvenes, en 1974, el hermano Roger había dicho: «Sin amor, ¿para qué existir? ¿Por qué seguir viviendo? ¿Con qué fin? Ahí está el sentido de nuestra vida : ser amados siempre, hasta la eternidad para que, también nosotros, vayamos hasta morir de amor. Sí, feliz quien muere de amar.» Morir de amar quiere decir, para él, amar hasta el extremo.
  5. «Vivir reconciliados»: en su libro, ¿Presientes una felicidad?, publicado quince días antes de su muerte, el hermano Roger explicaba una vez más lo que estas palabras significan para él: «¿Puedo decir aquí que mi abuela materna descubrió intuitivamente como una clave de la vocación ecuménica y que ella me abrió una vía de concreción? Después de la Primera Guerra Mundial, ella estaba habitada por el deseo de que nadie tuviera que revivir lo que ella había vivido: cristianos combatiendo una guerra en Europa, que al menos los cristianos se reconcilien para tratar de impedir una nueva guerra, pensaba ella. Ella tenía antiguas raíces evangélicas pero, cumpliendo en ella misma una reconciliación, se puso en camino a la iglesia católica, sin por ello manifestar una ruptura con los suyos. Marcado por el testimonio de su vida, y todavía joven, encontré en su seguimiento mi propia identidad de cristiano al reconciliar en mí la fe de mis orígenes con el misterio de la fe católica, sin ruptura de comunión con nadie.»
  6. Juan 14,18 y 16,7.
  7. El «Cristo de comunión»: el hermano Roger utilizó ya esta expresión cuando acogió al papa Juan Pablo II en Taizé el 5 de octubre de 1986:«Con mis hermanos, nuestra espera cotidiana es que cada joven descubra a Cristo; no al Cristo tomado aisladamente sino al «Cristo de comunión» presente en plenitud en este misterio de comunión que es su Cuerpo, la Iglesia. Allí tantos jóvenes pueden encontrar dónde comprometer su vida entera, hasta el extremo. Allí tienen todo lo necesario para llegar a ser creadores de confianza, de reconciliación, no solo entre ellos, sino con todas las generaciones, desde los más ancianos hasta los niños. En nuestra comunidad de Taizé, seguir al «Cristo de comunión», es como un fuego que nos quema. Iríamos hasta el extremo del mundo para buscar caminos, para pedir, llamar, suplicar si fuera preciso, pero jamás desde fuera, sino siempre manteniéndonos al interior de esta única comunión que es la Iglesia.»
  8. Estos últimos cuatro párrafos transcriben las palabras que el hermano Roger dijo al final del encuentro europeo de Lisboa, en diciembre de 2004. Son las últimas palabras que pronunció públicamente.

FUENTE:
https://www.taize.fr/


AGENDA – PRÓXIMOS ACTOS

HOY SÁBADO 22 JUNIO 2024

17’00 horas

Encuentro de Oración por la Unidad
Parroquia de la Asunción, Gavilán 1137
BUENOS AIRES (Argentina)

20’30 horas

Oración de la noche desde Taizé
Retransmitida en directo en redes desde Taizé
TAIZÉ (Francia)
ON LINE


23 junio 2024
Pentecostés – Iglesia Ortodoxa

23 junio 2024 - 17’30 horas

Espacio Ecuménico
Parroquia Asunción, Franklin, 2173 - FLORES
BUENOS AIRES (Argentina)

24 junio 2024
Nacimiento de San Juan Bautista


24 junio 2024 – 21’00 horas

Oración de Taizé
Centro Padre Claret, c/ Joan Maragall, 23
GIRONA

24 junio 2024 – 21’00 horas

Oración Común (Taizé)
Iglesia Catedral de San Lorenzo, plaza de la Villa, s/n
SAN FELIÚ DE LLOBREGAT (Barcelona)

25 junio 2024

Oración común
Capilla de la parroquia de María Auxiliadora, Pso. San Juan Bosco, 70
BARCELONA

25 junio 2024 – 20’45 horas

Oración de Taizé
Parroquia Mare de Déu dels Dolors, c/ Begur, 10
BARCELONA

25 junio 2024 – 21’00 horas

Oración Taizé
Parroquia de Santa María, c/ Rectoría, 1
VILANOVA I LA GELTRÚ (Barcelona)

26 junio 2024 – 20’30 horas

Oración al estilo Taizé
Parroquia El Cristo del Mercado, c/ José Zorrilla, 125
SEGOVIA

26 junio 2024 – 20’30 horas

Oración Común
Parroquia de la Purísima Concepción, Vía Massagué, 21
SABADELL (Barcelona)

28 junio 2024 – 20’30 horas

Oración con los salmos
Iglesia parroquial de San Pedro (La Sede de Égara), plaza del Rector Homs, s/n.
TERRASSA (Barcelona)

28 junio 2024 – 21’00 horas

Oración de la Cruz (Taizé)
Parroquia de Sant Marcel, c/ Petrarca 52
HORTA-BARCELONA

28 junio 2024 – 21’00 horas

Oración común al estilo de Taizé
Iglesia de Nuestra Señora de Gracia y San José (Els Josepets), plaza Lesseps, 25
BARCELONA

29 junio 2024
Festividad de San Pedro y San Pablo, apóstoles

29 junio 2024 - 20’30 horas

Oración de la noche desde Taizé
Retransmitida en directo en redes desde Taizé
TAIZÉ (Francia)
ON LINE

29 junio 2024 – 21’30 horas

Oración Taizé
Convento de las Vedrunes de Caldes de Malavella, c/ Doctor Furest
CALDES DE MALAVELLA (Girona)

30 junio 2024
Festividad de Todos los Santos – Iglesia Ortodoxa


30 junio – 4 julio 2024

Enc
uentro Ecuménico “El Espinar”
Casa Fuentenueva. Hermanos Maristas. Carretera Guadarrama, km 5,5
SAN LORENZO DEL ESCORIAL (Madrid)

30 junio 2024 – 18’30 horas

Oración común al estilo de Taizé
Parroquia de Santa María. c/ de Joan Puig, 3.
RUBÍ (Barcelona)





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