Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

sábado, 30 de mayo de 2020

LO QUE DICEN LAS RELIGIONES: LA VIOLENCIA


La violencia 
(Lo que dicen las religiones)

por José Luis Vázquez Borau

La religión es más determinante de lo que algunos se imaginan. Porque puede ser el origen de lo más sublime o de lo más peligroso. Con frecuencia, las religiones han estado asociadas a actos y formas de violencia, que no ha sido sólo la violencia de las guerras o de la Inquisición, sino también la violencia sobre las conciencias, los derechos y las libertades de las personas. O la violencia contra colectivos enteros de seres humanos: las mujeres, los leprosos, los homosexuales, los enfermos de sida... Pero es difícil precisar si el factor que desencadena la violencia es sólo la religión o también influyen la política, la economía o el nacionalismo. Cuando hablamos de religiones, no nos referimos sólo a nuestra relación con Dios, sino que estamos hablando de "instituciones", que tienen sus dirigentes y estos a veces, imponen a la gente sus propios intereses. 

1. Los ritos de ofrenda y de sacrificio en los animistas. 

Son actos que manifiestan el reconocimiento de la dependencia del ser humano respecto del creador. Estos ritos consisten normalmente en el ofrecimiento de las primicias de la cosecha, o en el momento de la siembra, para hacer que la semilla sea fecunda. También hay sacrificios de animales. Cada dios o cada antepasado tiene sus preferencias. Estos sacrificios son de acción de gracias y de petición de favores. A veces estos ritos tienen la función de calmar al dios ofendido. En este aplacamiento tiene un gran papel la sangre. Los animistas han conocido a veces los sacrificios humanos. La sangre de los sacrificios humanos o animales se ha representado simbólicamente, por ejemplo, entre los hombres prehistóricos con el color ocre o rojo. 

En ocasiones el sacrificio es una realidad que se impone como reparación de un desorden. El ayuno, practicado en todas partes, es la autopunición más frecuente, pero existen otras clases de privaciones voluntarias. Manifiesta que el ascetismo es una constante en toda vida religiosa, animista o no. 

El sacrificio tiene, finalmente, la misión de regenerar la fuerza vital, disminuida a veces por la enfermedad, la violación de un tabú, o dispersada por la muerte. En estas ocasiones es necesario restituirla derramando la sangre de una víctima. 

2. Significado de los juegos romanos. 

El romano primitivo interpreta en todos los elementos de la naturaleza y en cada suceso la intervención de un numen o poder activo de lo divino. Se cree que los numina eran el resultado de la fragmentación de las divinidades, o restos de un culto naturalista. Sea como fuere, la vida del antiguo romano estaba encerrada en una red de potencias innumerables, cosa que no había acontecido en Grecia, que, gracias a su antropomorfismo, supo poner cierto orden dentro de sus complejas creencias. No ocurre lo mismo en Italia central, en donde los restos indoeuropeos persisten, mezclándose con elementos mediterráneos y con las creencias etruscas. No obstante la importancia que se concede al rito es bastante mayor que en la religión griega. Dominados por el sentimiento de una presencia divina universal, activa y frecuentemente hostil, los romanos deseaban por encima de todo la “paz de los dioses” (pax deorum), y la mejor manera de obtenerla, según ellos, era mantener el orden establecido cumpliendo los ritos, que evitan o restablecen el equilibrio entre los dioses y los humanos. 

El sacrificio romano era semejante al griego, pero más reglamentado. Las ceremonias eran numerosas muchas conservaban un carácter mágico. Por ejemplo los “juegos”, que en un principio se realizaron para exaltar el poder divino, más tarde, en la época histórica, se realizaban para asegurar a los humanos la benevolencia del dios, a cambio del espectáculo que se le ofrecía. 

3. Las cabezas cortadas celtas. 

En el arte celtíbero son numerosas las representaciones de cabezas cortadas, ya sea sobre armas, pintadas en cerámicas, en la escultura y joyería. Es en el contexto bélico donde debemos ubicar esta práctica, lo que sirvió para granjearles el epíteto de “bárbaros” o “salvajes” a ojos de los romanos. No hay evidencia alguna que apunte hacia la práctica de sacrificios humanos, sino que estamos tratando con las creencias propias del mundo funerario. Por un lado cortarían las cabezas de los enemigos con el fin de apropiarse de la fuerza del enemigo o bien con fines disuasorios, exhibiendo los cráneos en las murallas y puertas del poblado. Sin embargo, también los arqueólogos han documentado la veneración de cráneos en contextos domésticos familiares, lo que nos indica la conservación de dicha parte del cuerpo como reliquia destinada al culto de los antepasados. 

4. El culto al dios Odin en la religión eslava. 

El culto activo de Odín estaba reservado para los caudillos y guerreros, en realidad para los vikingos. Odín da la victoria, pero, inconstante y caprichoso como es, la puede arrebatar igualmente. Por medio de las walkirias va recogiendo a los héroes en su gran salón, Valhala, donde se pasan los días guerreando y las noches festejando. Tiene un solo ojo, ya que el otro lo cedió por un sorbo del manantial de la sabiduría y de la inteligencia y estuvo suspendido nueve días de Yggdrasil, el árbol del mundo, para aprender a leer las misteriosas runas. Todo un complejo de ideas, como sabiduría, poesía, heroísmo en guerras, metamorfosis, estrangulamiento o muerte, va a asociado a su figura, y las crueles historias de muertes rituales por estrangulamiento o a golpes de lanza son indicios de formas antiguas de su culto. Quienes dependían de la agricultura practicaban el culto a Freyr, el dios de la fertilidad. 

5. El mitraísmo o el culto al toro. 

El dios Mitra era de origen iranio y único dios en la historia que ha recibido culto en cuatro religiones. El mitraísmo se desarrolló y difundió en todo el Imperio romano a partir del s. I de nuestra era. Los romanos celebraban rituales en oscuras cuevas en honor de Mitra. El emplazamiento estaba determinado por la convicción de que Mitra había sacrificado a un gran toro en una cueva al brotar de una roca con la lanza y una tea llameante, después de lo cual hizo las paces con el sol. El sacrificio del toro simboliza el modo en que la vida salía de la muerte desde la oscuridad uterina del suelo, pues creían que la sangre y el cuerpo de la bestia constituían el origen de la totalidad de los animales y los vegetales. Cada templo consagrado a Mitra era un refugio tenebroso que enlazaba imágenes de vida y muerte, oscuridad y luz. Los adoradores se reunían en el templo y consumían la sangre y la carne del toro sacrificial con la esperanza de acceder a la inmortalidad. 

El mitraísmo está centrado en el culto al toro. Esta tradición proviene del área balcánica donde se daba culto a un toro con cabeza humana, símbolo de la fertilidad, y que se difundió por todo el mundo mediterráneo y medio-oriental. Las “‘corridas de toros” en el sudoeste de Europa son probablemente reminiscencia de antiguos ritos del culto al toro. Con el triunfo del cristianismo el mitraísmo desapareció, pero ha sobrevivido una práctica mitraica: el 25 de diciembre se celebra en varias culturas el día del nacimiento del nuevo sol, y los mitraístas celebraban en esta fecha el nacimiento de Mitra. Los cristianos tomaron esta fecha para celebrar el nacimiento de Jesús. 

6. Los sacrificios aztecas. 

Los “mexicas”, llamados aztecas por los españoles, llegan al Valle de México con la convicción de ser el “pueblo del sol”. Según ellos el país entero pertenece a Quetzalcóatl, rey mítico luego divinizado como si fuera el sol, hombre blanco barbado fundador de la ciudad y predicador del bien; él desciende al mundo de los muertos y roba huesos humanos infundiéndoles nueva vida con su propia sangre, de ahí el posterior compromiso de los aztecas de hacer sacrificios para él. Sin embargo, otro dios rival consigue hacer pecar a Quetzalcóatl embriagándolo, siendo la embriaguez un crimen gravísimo penado con la muerte. En esa situación comete toda clase de indignidades, por lo que lleno de arrepentimiento y vergüenza se arroja al fuego para auto purificarse, no sin antes prometer volver para reasumir la posesión de sus tierras. Mientras tanto los aztecas toman posesión de ellas en nombre de su dios exiliado. Cuando los aztecas ven por vez primera a los españoles barbados y blancos con armas de fuego en sus manos creen que ha retornado Ouetzalcóatl. Por eso los indios, en lugar de atacar a los españoles, les ofrecen vasallaje; condicionados por su creencia. De no haber sido así la conquista no hubiera podido darse tan fácilmente. Los aztecas son un pueblo de agricultores y artesanos, a la vez que soldados; la guerra constituye para ellos un desafío presidido por las leyes del honor, de tal modo que el muerto en guerra se ve premiado con la salvación eterna. El usufructo de la riqueza y el control de la tierra lo distribuyen conforme a los méritos, así, reciben las riquezas los que logran honores por méritos y no al revés. Se atiende primero a los méritos y después a las necesidades. La religión azteca viene a ser una combinación de dioses astrales (el Sol, la Luna, Venus, etc.) con dioses agrícolas y domésticos, cuyo origen pudo ser el de espíritus invisibles que llegaron a personificarse en divinidades. Los seres sobrenaturales se asocian también con los puntos cardinales: El Este se asociaba con el color rojo: el Norte, con la región de los muertos y su señor Mictlantecuhtli, con el negro; el Sur con el azul y el Oeste con el blanco (Quetzalcóalt). El rito de los sacrificios humanos alcanzaba a veces proporciones desmesuradas. 

7. El de Sacrificio de Isaac. 

Se trata de una escena del Antiguo Testamento (Génesis 22), utilizada como tema iconográfico en pintura y escultura y también como texto dramático para la escenificación. Según recoge la Biblia, Dios le dijo a Abrahán que tomase a su hijo Isaac y lo ofreciese en holocausto, en el monte Moria. En aquel lugar Abrahán construye un altar y dispuso la leña, y cuando tomó el cuchillo para inmolar a su hijo, el Ángel de Yahvé le dijo: "No alargues tu mano contra el niño, ni le hagas nada, que ahora ya sé que eres temeroso de Dios, ya que no me has negado tu hijo, tu único". Alzando la vista, Abrahán vio un carnero trabado en un zarzal por los cuernos y tomándolo lo sacrificó en holocausto en lugar de su hijo, siendo colmado de bendiciones por Yahvé al haber obedecido lo que le pedía. 

8. La Iglesia surgió como fruto de una experiencia de alegría. 

Jesús supo que moriría por la salvación de muchos. El hecho de que reuniera en torno a sí discípulos y la elección de los Doce nos indica su voluntad fundadora de la Iglesia, que en un principio se manifiesta en la llamada a participar en su movimiento anunciando que el Reino de Dios está con los pobres, con los marginados de Israel: “Dichosos vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”. En su origen, la Iglesia no es más que el grupo de los seguidores de Jesús, entre los que se encuentran los doce apóstoles, separados del grupo de los discípulos y de la sinagoga. Muy pronto, Simón Pedro fue considerado como el jefe de la misma. Por eso se llama “apostólica”. Con la venida del Espíritu Santo, tanto a María, los apóstoles y los demás seguidores de Jesús se les iluminaron los ojos de la fe y comprendieron el sentido de todo lo acontecido. Descubrieron la presencia viva del Resucitado en medio de ellos que les daba su Paz y su fuerza para continuar su obra hasta el final de los tiempos. 

9. La guerra santa del Islam. 

La guerra santa tiene como elementos definitorios el que se predique en nombre de una religión y prometer una recompensa espiritual a los que se comprometen en ella. Sólo las autoridades religiosas pueden proclamar una guerra santa. Y una proclamación de este tipo sólo es posible en una sociedad controlada y dirigida por religiosos, como fue el caso de la sociedad cristiana medieval, y como es el caso todavía hoy en estados musulmanes cada vez más numerosos. 

10. La no-violencia jainista. 

Para el Jainismo, la ahimsa (no-violencia) es el primero y más importante de sus cinco votos: 
1.No herir ni matar a ningún ser viviente; 
2. Sinceridad; 
3. Rectitud; 
4. Vivir con castidad; y, 
5. Desapego de las cosas, es el principio central de todo su sistema ético. Para los seguidores del Jainismo, la ahimsa significa no causar de manera absoluta ningún tipo de daño o sufrimiento a cualquier forma de vida, tanto humana, como de otro tipo. Ello incluye, no sólo renunciar a causar daño o sufrimiento físico, sino también de otro tipo, como psíquico, moral, verbal. Pero, además, ahimsa implica una búsqueda, fundamentalmente personal, de la pureza, de la auto-perfección y de la autorrealización. En este sentido, el concepto de ahimsa se amplia con fuertes componentes espirituales.

PUBLICADO EN:
REVISTA HOREB EKUMENE
ISSN 2605 - 3691 - Junio 2020- Año III - No 21 
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld





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