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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

sábado, 9 de septiembre de 2023

ARTÍCULO DE OPINIÓN: REFLEXIONES SOBRE ECUMENISMO. PARTE - I

Reflexiones sobre ecumenismo. Parte primera


por José Miguel Arráiz

Breve historia de los enfoques ecuménicos

Pocas cosas producen posiciones encontradas tanto entre católicos como protestantes como el ecumenismo. Algunos lo rechazan como un sincretismo religioso en donde cada uno renuncia a parte de lo que considera es la verdadera doctrina cristiana, mientras que otros consideran un movimiento inspirado por el Espíritu Santo que busca restaurar la unidad de los cristianos, conforme a la voluntad del Señor: “Que todos sean uno” (Juan 17,21)

Personalmente estoy en parte de acuerdo con ambos: con los primeros, en rechazar aquello que ellos entienden por ecumenismo, pues un ecumenismo en donde se renuncia a la unidad sacrificando la verdad no puede provenir del Espíritu Santo. 1

Y con los segundos, en que es voluntad de Dios que los cristianos estemos unidos. San Pablo nos exhortó a poner “empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo Cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a que habéis sido llamados. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo” (Efesios 4,3-5)

Sería incapaz de dudar de la recta intención de muchos de mis hermanos separados que son capaces incluso de dar la vida por Cristo, siendo ese un testimonio inobjetable de la fuerza de su fe. Y personalmente sí estoy a favor del ecumenismo, pero de un ecumenismo con las características que exige el evangelio, que busca la unidad no sólo en apariencia, sino formando parte de un solo cuerpo y compartiendo una misma fe.

Enfoques ecuménicos a lo largo de la historia

Si bien el ecumenismo busca “restaurar” la unidad de los cristianos, el enfoque que se ha dado a lo largo de la historia ha variado, cosa completamente comprensible dado que se trata de un elemento “prudencial” no dogmático, que puede variar de acuerdo al momento y condiciones de cada período. No se pone en duda aquí si se debe o no se debe buscar restaurar la unidad entre cristianos, sino que se busca la mejor manera de hacerlo.

Papa Pio XI y la Encíclica Mortalium Animos

El Papa Pio XI publicó en 1928 la Encíclica Mortalium Animos acerca de “cómo se ha de fomentar la verdadera unidad religiosa”. En ella el Papa desarrolla un enfoque conocido como “ecumenismo de retorno”, que fue el que tuvo la Iglesia hasta ese entonces, en el cual se busca restaurar la unidad entre cristianos por medio de la reincorporación de los cristianos no católicos a la unidad plena de la Iglesia Católica abandonando su antigua fe.

Se rechaza cualquier participación o cooperación de los católicos en encuentros ecuménicos, por considerarlos un resbaladero al indiferentismo y el modernismo. 2

Ecumenismo a partir del Concilio Vaticano II

Luego del Concilio Vaticano II se produce una apertura y un cambio de enfoque en el ecumenismo. Ya no se busca solo un ecumenismo de retorno, pues no se pide a los demás que renieguen de su propia historia de fe, tampoco implica buscar uniformidad en todas las expresiones de la teología de la espiritualidad, en las formas litúrgicas y en la disciplina. 3

El más importante exponente de este enfoque del ecumenismo es el Decreto sobre el ecumenismo, Unitatis Redintegratio, del Concilio Vaticano II, y en él se exhorta a que en el diálogo ecuménico se exponga con claridad toda la doctrina evitando un “falso irenismo” que pueda “desvirtuar la pureza de la doctrina católica y obscurecer su genuino y verdadero sentido”. 4

Se trata de exponer la verdad con caridad, respeto pero a la vez sin atenuaciones en busca de la unidad en la diversidad: unidad en lo fundamental (una misma fe y doctrina) pero con diversidad en las expresiones de la misma.

Un ejemplo de esto lo encontramos en la masiva conversión de anglicanos que optaron por regresar a la comunión plena de la Iglesia Católica, aceptando formalmente la Constitución Apostólica Anglicanorum coetibus.  Por medio de la institución de ordinariatos personales las comunidades de conversos conservaron elementos de espiritualidad, liturgia, teología e historia, y disciplina, que forman parte del patrimonio anglicano, pero a su vez aceptaron la fe y doctrina católica en su integridad, reconociendo la primacía jurisdiccional del Papa se sujetaron a la Congregación para la doctrina de la fe y a los demás dicasterios de la Curia romana según sus competencias.

¿Enfoques excluyentes?

Aunque ambos enfoques son distintos, siempre he pensado que ambos no son necesariamente incompatibles en lo fundamental, porque no habría por qué ver como excluyente la búsqueda de conversiones individuales mientras caminamos juntos aprendiendo a comprendernos y respetarnos, cooperando en aquellas causas que nos son comunes y permaneciendo juntos en oración.

Se trata de aceptar que tenemos diferencias que de momento no podemos resolver, pues esa unidad será una gracia del Espíritu Santo, pero mientras tanto compartir en aquello que tenemos en común, y por medio del diálogo, explorar y discernir en qué otras cosas compartimos una misma fe aunque nuestra forma de expresarla sea distinta.

Excesos ecuménicos

En un artículo anterior hice un breve resumen del enfoque sobre el ecumenismo que la Iglesia Católica ha tenido antes y después del Concilio Vaticano II. Como ya dije, reitero que estoy a favor de un genuino ecumenismo tal como enseña el Magisterio en sus distintos documentos, desde la encíclica de Pio XI, Mortalium Animos, pasando por el Decreto del Concilio Vaticano II Unitatis redintegratio  y el desarrollo que siguió con los documentos relacionados con el ecumenismo por Juan Pablo II como Reconciliato et paenitentia (Sobre la reconciliación y la penitencia en la misión de la Iglesia hoy), y Ut Unum Sint (Sobre el empeño ecuménico).

Sin embargo, no puedo dejar de observar lo que considero errores en la praxis ecuménica que considero importante mencionar, aunque eso implique alguna crítica a los recientes pontificados incluido el actual. Trataré de ser lo más respetuoso posible y que mi crítica siempre sea constructiva.

Estoy consciente que esto me expone a “fuego amigo” de parte de muchos católicos que confunden defender la fe católica con defender todo lo que Papa reinante diga o haga, incluso en materias opinables y ven mal que se discrepe incluso buscando el bien de la Iglesia. Pero lo cierto es que no somos una “secta” donde todo lo que dice el líder es inobjetable y los adeptos se lanzan como hienas a despedazar a todo el que se atreva a contradecirle.

Dicho esto, comienzo a enumerar lo que considero errores en la praxis ecuménica actual:

1.- Comprender la apologética y el ecumenismo como excluyentes

El auge en el empeño ecuménico nos ha hecho dejar en segundo plano la importancia de la apologética, la cual la jerarquía eclesiástica considera en su mayor parte un intento de resolver las diferencias por medio de conflictos y discusiones.

Un ejemplo lo tenemos en los recientes discursos del Papa Francisco, quien parece estar de acuerdo con este punto de vista, pues las pocas veces que ha hecho alusión a la apologética ha sido para desalentarla. En una homilía del 25 de enero de 2015 afirmó que: “Muchas controversias entre los cristianos, heredadas del pasado, pueden superarse dejando de lado cualquier actitud polémica o apologética, y tratando de comprender juntos en profundidad lo que nos une, es decir, la llamada a participar en el misterio del amor del Padre, revelado por el Hijo a través del Espíritu Santo”.

Más adelante agregó que “la unidad de los cristianos–estamos convencidos– no será el resultado de refinadas discusiones teóricas, en las que cada uno tratará de convencer al otro del fundamento de las propias opiniones.”

En defensa de esas palabras se puede decir que el Papa no está diciendo que hay que dejar de lado la apologética para resolver “todas” sino “muchas” de las controversias, y que es cierto que solamente con el diálogo y nuestros propios esfuerzos no vamos a restaurar la unidad de los cristianos, porque es ciertamente un don divino.

Pero es que tampoco eso lo pretende la apologética. La apologética busca acompañar la transmisión de la fe cristiana, permitiendo al evangelizador “estar siempre dispuesto a dar respuesta a todo el que le pida razón de su propia fe” (1 Pedro 3,15-16). De esta manera no solo nos permite conocer y profundizar en el fundamento de nuestra fe, sino también transmitirla de manera eficaz a los no creyentes, participando y cumpliendo la gran comisión de nuestro Señor.

Dicho de modo breve: con apologética no vamos a resolver todos los problemas en la Iglesia, pero sin ella mucho menos.

El Papa Juan Pablo II parecía que sí tenía más clara la necesidad de la apologética, pero aun así sus palabras cayeron en el olvido y los obispos, por lo menos en su gran mayoría, no tomaron planes ni acciones permanentes al respecto.

Recuerdo en especial dos discursos del Santo Padre, uno en octubre de 1999  y otro en mayo de 2002. En ambos resaltó la importancia de revitalizar una nueva apologética:

“En un mundo donde las personas están sometidas a la continua presión cultural e ideológica de los medios de comunicación social y a la actitud agresivamente anticatólica de muchas sectas, es esencial que los católicos conozcan lo que enseña la Iglesia, comprendan esa enseñanza y experimenten su fuerza liberadora. Sin esa comprensión faltará la energía espiritual necesaria para la vida cristiana y para la obra de evangelización.” 5

“En otras palabras, hace falta una nueva apologética, que responda a las exigencias actuales y tenga presente que nuestra tarea no consiste en imponer nuestras razones, sino en conquistar almas, y que no debemos entrar en discusiones ideológicas, sino defender y promover el Evangelio. Este tipo de apologética necesita una «gramática» común con quienes ven las cosas de forma diversa y no comparten nuestras afirmaciones, para no hablar lenguajes diferentes, aunque utilicemos el mismo idioma.” 6

El Papa en ese entonces tenía claro que esta apologética debía tener ciertas características esenciales para lograr su objetivo, que involucraba tener empatía para con los hermanos separados pero sin caer en una interpretación sentimental del amor separada de la verdad:

“Esta nueva apologética también tendrá que estar animada por un espíritu de mansedumbre, la humildad compasiva que comprende las preocupaciones y los interrogantes de los demás, y no se apresura a ver en ellos mala voluntad o mala fe. Al mismo tiempo, no ha de ceder a una interpretación sentimental del amor y de la compasión de Cristo separada de la verdad, sino que insistirá en que el amor y la compasión verdaderos plantean exigencias radicales, precisamente porque son inseparables de la verdad, que es lo único que nos hace libres (cf. Jn 8, 32)”. 7

2.- Inacción ante el fenómeno sectario

Por otro lado, desde mi perspectiva, casi pareciera que la jerarquía católica considera al protestantismo como si estuviese representado sólo por el luteranismo, y en lo que se suele llamar esta “era ecuménica” ha descuidado no sólo la apologética hacia afuera sino la apologética hacia adentro.

Los fieles católicos no son formados para conocer el fundamento de su fe católica y poder defenderla eficazmente ante las objeciones de los protestantes. Si juntamos eso en un coctel explosivo donde les motivamos a asistir a encuentros ecuménicos en los que “comparten” con nuestros hermanos su fe, el resultado no es una mayor unidad e integración, sino el abandono de la fe católica para comenzar a formar parte de las comunidades protestantes.

A las pruebas me remito, pues un reciente informe de Latinobarómetro, revela que desde 1995 hasta el 2013 la Iglesia Católica ha perdido fieles en casi todos los países de Latinoamérica, pasando del 80 al 67 por ciento de la población. El mismo informe resalta el crecimiento paralelo de la población protestante que se identifica como “cristiana evangélica”. La relación proporcional entre el aumento de protestantes evangélicos y la reducción en el número de católicos solo puede significar que cada vez más católicos se hacen protestantes.

En total, el catolicismo ha perdido 13 puntos porcentuales en cuanto a creyentes en todo el continente, pasando de un 80 por ciento de la población en 1995 a un 67 por ciento en 2013. Aunque sigue siendo la religión con mayor número de seguidores en esos países la tendencia a la baja es constante y se ha ido acentuando.

En algunos países el descenso incluso es superior, como Nicaragua y Honduras, donde pierde una presencia cercana al 30 por ciento. También hay descensos significativos, del 20 al 15 por ciento, en Costa Rica, Uruguay, Chile, Panamá y Brasil.

Si se observa el problema globalmente, según las propias estadísticas oficialesde la Iglesia Católica que recoge el CARA, aunque la población a nivel mundial pasó de 653,6 a 1.229 millones, ha descendido 1% porcentualmente, y el descenso hubiese sido mayor si el abandono masivo de la fe católica que sufrió en los continentes de América y Europa no lo hubiese compensado el incremento que ocurrió en Asia y África, continentes de la esperanza que de seguir el mismo enfoque terminarán por sufrir el mismo destino.

Es un fenómeno que he observado con mis propios ojos, pues a unas cuadras de mi casa se encuentra una comunidad católica que se hizo protestante a raíz de estos encuentros ecuménicos en donde había una ausencia total de formación apologética por parte de los fieles. Hoy día se llama “Iglesia Evangélica, El amor de Dios”, y una de las feligreses anteriormente católica es actualmente “la pastora”.

3.- Promoción objetiva del indiferentismo religioso

Aunque no sea esa su intención, muchas afirmaciones y acciones de la jerarquía católica, fomentan objetivamente en muchos fieles la impresión de que no es esencial ser católico, sino que puede ser igual de bueno permanecer como protestante.

Tomemos por ejemplo, el acto donde el Papa Francisco recibió un conjunto de Luteranos, en el que se colocó en la sala una estatua de Lutero junto con la que incluso se tomó diversas fotografías. Aunque puede entenderse como un gesto ecuménico “diplomático” que busca simpatizar con los hermanos luteranos que iba a recibir, más allá de eso, colocar un busto de alguien implica presentarle en algún sentido como un “modelo”. No hacemos bustos de Hitler ni de Stalin, los hacemos de gente digna de ser admirada e imitada. Si a eso sumamos los elogios políticamente correctos que cada vez se hacen más frecuentes, se forma un coctel que aunque no lo pretenda, disipa de la mente de los católicos la gravedad de los actos que cometió y la importancia esencial de pertenecer unido a única Iglesia fundada por Cristo.

Y es que, si alguien puede maldecir e insultar al Papa y a los obispos con los adjetivos más soeces, identificar a la Iglesia Católica como la “Prostituta de Babilonia”, abolir la misa, negar los dogmas, perseguir católicos y protestantes, provocar e incentivar una masacre de cien mil campesinos, ser un furibundo antisemita, y aún así ser un “testigo del evangelio”, poca diferencia puede hacer ser católico o protestante.

Después de todo, “testigo” es aquel que “es capaz de dar fe de un acontecimiento por tener conocimiento del mismo” (RAE). ¿Estamos acaso admitiendo que Lutero tenía un conocimiento fidedigno y acertado del evangelio?

Estoy de acuerdo en poner todo el empeño en olvidar y superar los desacuerdos del pasado y buscar la unidad con nuestros hermanos luteranos, pero pienso que debemos hacerlo, no reivindicando a Lutero, sino dejándolo atrás. Nunca recreando imágenes fantásticas y alejadas de la realidad de quien realmente fue y se convirtió.

Pondré un ejemplo de este tipo de “blanqueamiento” alejado de la realidad que cada vez abunda con más frecuencia en la alta jerarquía católica:

Recientemente el cardenal Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, publicó un artículo en L’Osservatore Romano por el que fue públicamente felicitado por el Papa francisco, en donde hace afirmaciones bastante discutibles que analizaré a continuación. Dice:

“Él [Lutero] no quería en absoluto romper con la Iglesia Católica y fundar una iglesia nueva, pero tenía en mente la renovación de toda la cristiandad en el espíritu del Evangelio”

He aquí un ejemplo de una afirmación equívoca. No me refiero a admitir la posibilidad de que Lutero, aún estando equivocado, tuvo “recta intención”, que como ya expliqué en una ocasión es posible dado que sólo Dios ve el fuero interno de cada persona. Me refiero a la afirmación de tener en mente la renovación de toda la cristiandad en el “espíritu del Evangelio”.

Que Lutero buscaba una renovación de la Iglesia a su manera, no lo discuto, pero que era en el espíritu del Evangelio es imposible admitirlo sin matizar que era en lo que él consideraba “espíritu del Evangelio” sin serlo realmente.

A los hechos me remito: Lutero tuvo y aprovechó la oportunidad de “reformar” la religión cristiana a la medida de su comprensión del “espíritu del Evangelio” y lo que surgió de allí fue el protestantismo tal como lo conocemos: una religión que aunque con elementos de verdad heredados de la Iglesia Católica, niega la autoridad del Papa y de la Iglesia y la ha sustituido por la libre interpretación de la Biblia, niega un número no pequeño de dogmas de fe católica y ha abolido la Santa Misa.

En lo que fracasó Lutero —y gracias a Dios— fue en imponer su visión del “espíritu del Evangelio” a toda la cristiandad, pero donde logró hacerlo a sus anchas, sin oposición, no produjo ninguna verdadera renovación sino caos y divisiones, lo que demuestra que su doctrina no era el evangelio verdadero, sino uno distorsionado.

No tiene sentido entonces llamarle “testigo del Evangelio”, ya que de ser así, tendríamos que conceder el calificativo a prácticamente todos los herejes que ocasionaron cismas y divisiones y que probablemente también tenían “buena” intención.

El Cardenal Kock también afirma que Lutero habría encontrado en el Concilio Vaticano II “su concilio”, cosa que nuevamente es difícil de conciliar con la realidad. El Concilio Vaticano II reafirmó la doctrina católica en dogmas que Lutero rechazaba radicalmente.

¿De verdad se puede creer que Lutero iba a aceptar una Constitución Dogmática como la Lumen gentium  que reafirma la constitución jerárquica de la Iglesia y el Papado, o la Dei verbum  que acepta la Sagrada Tradición como forma de transmisión de la Revelación? ¿La Gaudium et spes  tal vez? Si somos honestos, aun admitiendo lo bueno que pudo haber existido en Lutero, basta conocer un poco sus obras y sus enseñanzas para saber que él solamente estaba dispuesto a aceptar la autoridad de la Iglesia y los concilios si estaban de acuerdo con su particular comprensión de la Biblia. Por lo tanto, este tipo de declaraciones, aun cuando vengan del Presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, sólo se puede comprender como expresiones “políticamente correctas” pero completa y absolutamente alejadas de la realidad.

A donde vamos…

Mientras tanto la situación de la Iglesia se agrava cada día.

He trabajado en empresas toda mi vida y si algo he podido aprender, es que los indicadores reflejan el éxito o fracaso de una gestión. Las cifras que evidencian una deserción masiva a la religión católica demuestran de manera inequívoca que algo estamos haciendo mal. Muchas pueden ser las causas, yo sólo señalo algunas de las que considero han contribuido a acelerar la debacle.

Otra cosa que aprendí en el mundo empresarial es que si seguimos haciendo las cosas de la misma manera, no podemos esperar obtener diferentes resultados, y si insistimos en tomar una medicina que ha probado ser ineficaz no vamos a curar ninguna enfermedad. Una “euforia” ecuménica donde se descuidan otros aspectos importantes en la pastoral y formación del pueblo católico no va a disminuir esta sangría que va en detrimento su bien espiritual y que hace que el número de protestantes aumente, nutriendo sus filas del pueblo católico, mientras nosotros muy contentos posamos sonrientes para la foto.

Qué tiempos aquellos en se podía alabar la praxis ecuménica de la Santa Sede, donde primaba la «caridad en la verdad» y se hacía lo mismo que lo que decían los documentos magisteriales.

No fue hace mucho (año 2012) que el Presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, el Cardenal Koch declaraba respecto al Centenario de la Reforma: «no podemos celebrar un pecado», «los acontecimientos que dividen a los cristianos no pueden ser llamados un día de fiesta». En aquel entonces era de la opinión muy firme en que «la separación de las iglesias protestantes de la Iglesia no es una expresión de éxito, sino el fracaso de la Reforma» y por eso en noviembre del mismo año repitió que «no hay nada que celebrar respecto a la reforma protestante». Incluso cuando quería señalar a un grupo «desobediente», no dudaba en compararlos con Lutero. 

Cuatro años después (2016) el Papa Francisco cedió. En ese momento se dijo que no se celebraría, sino que se «conmemoraría» la Reforma Protestante. Y sí, se insistió mucho en que no se celebraba nada, sino que era un «recordar juntos» en busca de la unidad y la reconciliación. Algunos quedaron satisfechos, otros no tanto.

Comenzaron a venir en cascada los excesos. Lutero fue declarado «Testigo del Evangelio», por el Pontificio Consejo para la Unidad de los cristianos, presidido por el mismo Cardenal Koch que antes se mostraba tan comedido. Casi inmediatamente el cardenal terminó de claudicar publicando un elogioso artículo del «reformador» en el L’Osservatore Romano por el que fue felicitado personalmente por el Papa Francisco. En dicho artículo decía que Lutero «tenía en mente la renovación de toda la cristiandad en el espíritu del Evangelio» y «habría encontrado en el Concilio Vaticano II su concilio»: ¡Imagínense ustedes a Lutero firmando la Lumen Gentium!

La señal se había entendido claramente: alabar efusivamente a Lutero, parecía ser el camino seguro para alinearse con la tendencia políticamente correcta en boga en la Iglesia y garantizarse así por lo menos, una palmadita en la espalda.

Hoy la situación está totalmente fuera de control. La revista de los jesuitas, La Civiltá Cattolica, que según su propio director Antonio Spadaro, es revisada directamente por la Santa Sede, publica un artículo preguntándose si Lutero «era verdaderamente herético»:

«Hoy, a quinientos años de distancia, la investigación histórica y los estudios recientes nos llevan a preguntarnos: “Lutero: Hereje”, ¿de verdad? (…) La honestidad y el amor a la verdad deben apoyar la investigación y guiar nuestros ojos ante la necesidad urgente de una relectura del pasado, libre de lugares comunes, y vulgaridades transmitidas acríticamente; libre también de posiciones y prejuicios que han surgido a lo largo de los siglos a expensas de la verdad».

«A cinco siglos de la Reforma, es posible recurrir a Lutero con una nueva mirada para captarlo en su verdad y contexto. Las Tesis de Wittenberg no son un desafío ni una rebelión a la autoridad, sino la propuesta de renovación de la proclamación del Evangelio, en el sincero deseo de una “reforma” en la Iglesia. La cuestión del poder fue tal vez el reclamo, tanto de la Iglesia de Roma como de Lutero, para encarnar la verdad y ser dispensadores. Sin embargo, a pesar de todo, uno no puede negar el papel que Lutero tuvo como testigo de la fe.»

Recientemente también el secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana, Monseñor Nunzio Galantino afirmó en una conferencia en la Universidad Pontificia de Letrán en Roma que la Reforma protestante «ha sido, es y será en el futuro un evento del Espíritu»

Ya, bien aclimatados, se dice sin pena ni tapujos que van «celebrar» —que no conmemorar—, la «Reforma». Así mismo acaban de hacer en la Catedral de Mallorca, en un oficio ecuménico solemne presidido por la obispa protestante Margot Kässmann, el obispo anglicano David Hamid y el canónigo de la Catedral Joan Bestard, en nombre del obispo de Mallorca.

Tenemos urgencia de un verdadero ecumenismo

No sé si es idea mía, pero parece que hemos terminado cocinados como la rana, que le ponen primero agua tibia para que se aclimate, y luego le van subiendo la temperatura.

Siempre he reconocido que el ecumenismo es un movimiento inspirado por el Espíritu Santo que busca restaurar la unidad de los cristianos. Pero como tantos Papas anteriores han dicho en el pasado: no se puede buscar la unidad a expensas de la verdad.

Eso es precisamente lo incomprensible de la práctica del ecumenismo hoy día por gran parte de la jerarquía católica. Mientras La Civiltá Cattolica critica al genuino ecumenismo entre católicos y protestantes que cooperan en temas pro-vida y pro-familia calificándolo de «ecumenismo de odio», pretende que los católicos dudemos si realmente las condenas solemnes de parte de un Concilio Ecuménico al heresiarca alemán fueron justificadas.

Entiéndase bien: si Lutero tenía razón y sus doctrinas no eran heréticas, entonces no tenemos ninguno, nada que hacer en la Iglesia Católica. No haría falta el Magisterio, porque habría que sustituirlo por la libre interpretación de la Biblia. No haría falta la celebración de la Eucaristía, que Lutero calificaba como una abominación sacrílega. No tendría el Papa que «perder» el tiempo en canonizaciones, porque serían idolatría. No hace falta recordar qué otras enseñanzas católicas tendríamos que echar a la basura. El querer acercarse a los protestantes reivindicando a Lutero, y peor aún, a sus doctrinas, es una traición a la verdad y a la Iglesia de Jesucristo.

En mi opinión, uno de los grandes fallos de este pontificado, es ese: querer estar bien con los protestantes reinterpretando la historia. Porque incluso la reescribamos, los protestantes seguirán creyendo hoy lo que creen, y seguirá siendo incompatible con la fe católica.

“En efecto, la unidad dada por el Espíritu Santo no consiste simplemente en el encontrarse juntas unas personas que se suman unas a otras. Es una unidad constituida por los vínculos de la profesión de la fe, de los sacramentos y de la comunión jerárquica. Los fieles son uno porque, en el Espíritu, están en la comunión del Hijo y, en El, en su comunión con el Padre: «Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo» (1 Jn 1, 3). Así pues, para la Iglesia católica, la comunión de los cristianos no es más que la manifestación en ellos de la gracia por medio de la cual Dios los hace partícipes de su propia comunión, que es su vida eterna. Las palabras de Cristo «que todos sean uno » son pues la oración dirigida al Padre para que su designio se cumpla plenamente, de modo que brille a los ojos de todos «cómo se ha dispensado el Misterio escondido desde siglos en Dios, Creador de todas las cosas» (Ef 3, 9). Creer en Cristo significa querer la unidad; querer la unidad significa querer la Iglesia; querer la Iglesia significa querer la comunión de gracia que corresponde al designio del Padre desde toda la eternidad. Este es el significado de la oración de Cristo: «Ut unum sint».” Juan Pablo II, Ut unum sint 9

“Hay que reafirmar que, por parte de la Iglesia y sus miembros, el diálogo, de cualquier forma se desarrolle —y son y pueden ser muy diversas, dado que el mismo concepto de diálogo tiene un valor analógico— , no podrá jamás partir de una actitud de indiferencia hacia la verdad, sino que debe ser más bien una presentación de la misma realizada de modo sereno y respetando la inteligencia y conciencia ajena. El diálogo de la reconciliación jamás podrá sustituir o atenuar el anuncio de la verdad evangélica, que tiene como finalidad concreta la conversión ante el pecado y la comunión con Cristo y la Iglesia, sino que deberá servir para su transmisión y puesta en práctica a través de los medios dejados por Cristo a la Iglesia para la pastoral de la reconciliación: la catequesis y la penitencia.” Reconciliatio Et Paenitentia, 25

NOTAS:
  1. Unitatis Redintegratio 11
  2. Mortalium Animos 15
  3. Benedicto XVI, La revolución de Dios, pág. 23
  4. Unitatis Redintegratio 11
  5. Juan Pablo II, Discurso a la Conferencia Episcopal de las Antillas en visita Ad Limina, Mayo 2002
  6. Juan Pablo II, Discurso a los obispos de las Canadá con motivo de la visita Ad Limina, Octubre 1999
  7. (cf. Jn 8, 32) Ibid.

EL AUTOR: 
José Miguel Arráiz
Ingeniero en computación, casado y con tres hijas, actualmente cursando una maestría en gerencia empresarial. Formado cristianamente en el Colegio La Salle de Barquisimeto, ha sido miembro del grupo musical de su parroquia y posteriormente catequista.
En 1998 comenzó su interés por la apologética católica y fundó el sitio web que hoy tiene por nombre Apologéticacatólica.org

FUENTE:


AGENDA – PRÓXIMOS ACTOS

MAÑANA DOMINGO 10 SEPTIEMBRE 2023

10-12 septiembre 2023

Encuentro Internacional por la Paz, "La audacia de la paz"
Religiones y Culturas en Diálogo
BERLÍN (Alemania)
ONLINE

18’00 horas

Oración común de Taizé
Cripta de la Iglesia San. Antonio María Claret (entrada por Calle Ramada, 14, Casal Claret
VIC (Barcelona)

11 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración de Taizé
Centro Padre Claret, c/ Joan Maragall, 23
GIRONA

11 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración Común (Taizé)
Iglesia Catedral de San Lorenzo, plaza de la Villa, s/n
SAN FELIÚ DE LLOBREGAT (Barcelona)

12 septiembre 2023

Oración común
Parroquia de María Auxiliadora, (Capilla) San Juan Bosco, 70
BARCELONA

12 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración Taizé
Parroquia de Santa María, c/ Rectoría, 1
VILANOVA I LA GELTRÚ (Barcelona)

13 septiembre 2023 – 20’30 horas

Oración Común
Parroquia de la Purísima Concepción, Vía Massagué, 21
SABADELL (Barcelona)

15 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración de la Cruz (Taizé)
Parroquia de Sant Marcel, c/ Petrarca, 52
HORTA-BARCELONA

15 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración común al estilo de Taizé
Iglesia de Nuestra Señora de Gracia y San José (Els Josepets), plaza Lesseps, 25
BARCELONA

16 – 23 septiembre 2023

SEMANA MUNDIAL DE LA PAZ

16 septiembre 2023 – 17’00 horas

Encuentro Bíblico Ecuménico
Compartimos la Palabra. Vivimos el servicio
Edificio Multiusos, c/ 25 de mayo, 24
QUILMES (Argentina)

16 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración al estilo Taizé
Cripta Iglesia San Francisco de Asís, c/ San Francisco
TARRAGONA

17 septiembre 2023 – 18’30 horas

Que la justicia y la paz fluyan
Este es el tiempo de la Creación
Ermita de San Blas
SANTIAGO DE LA RIBERA (Murcia)

18 septiembre 2023

Curso Dirección y gestión de entidades religiosas
Universidad Autónoma de Madrid
Derecho Público y Filosofía Jurídica
Facultad de Derecho
MADRID

18 septiembre 2023 – 19’00 horas

Oración al estilo de Taizé
Locales parroquiales
ARENYS DE MUNT (Barcelona)

18 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración de Taizé
Centro Padre Claret, c/ Joan Maragall, 23
GIRONA

18 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración Común (Taizé)
Iglesia Catedral de San Lorenzo, plaza de la Villa, s/n
SAN FELIÚ DE LLOBREGAT (Barcelona)

19 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración Taizé
Parroquia de Santa María, c/ Rectoría, 1
VILANOVA I LA GELTRÚ (Barcelona)

20 septiembre 2023 – 20’30 horas

Oración Común
Parroquia de la Purísima Concepción, Vía Massagué, 21
SABADELL (Barcelona)

22 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración de la Cruz (Taizé)
Parroquia de Sant Marcel, c/ Petrarca, 52
HORTA-BARCELONA

22 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración común al estilo de Taizé
Iglesia de Nuestra Señora de Gracia y San José (Els Josepets), plaza Lesseps, 25
BARCELONA

23 septiembre 2023 – 17’00 horas

Encuentro de Oración por la Unidad
Parroquia de la Asunción. Gavilán, 1137 FLORES
BUENOS AIRES (Argentina)

24 septiembre 2023 – 18’30 horas

Oración común al estilo de Taizé
Parroquia de Santa María. c/ de Joan Puig, 3.
RUBÍ (Barcelona)

25 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración de Taizé
Centro Padre Claret, c/ Joan Maragall, 23
GIRONA

25 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración Común (Taizé)
Iglesia Catedral de San Lorenzo, plaza de la Villa, s/n
SAN FELIÚ DE LLOBREGAT (Barcelona)

26 septiembre 2023

Oración común
Parroquia de Maria Auxiliadora, (Capilla) San Juan Bosco, 70
BARCELONA

26 septiembre 2023 – 20’45 horas

Oración de Taizé
Parroquia Mare de Déu dels Dolors, c/ Begur, 10
BARCELONA

26 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración Taizé
Parroquia de Santa María, c/ Rectoría, 1
VILANOVA I LA GELTRÚ (Barcelona)

27 septiembre 2023 – 20’30 horas

Oración Común
Parroquia de la Purísima Concepción, Vía Massagué, 21
SABADELL (Barcelona)

29 septiembre – 1 noviembre 2023

Together – Encuentro del Pueblo de Dios
ROMA (Italia)

29 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración de la Cruz (Taizé)
Parroquia de Sant Marcel, c/ Petrarca, 52
HORTA-BARCELONA

29 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración común al estilo de Taizé
Iglesia de Nuestra Señora de Gracia y San José (Els Josepets), plaza Lesseps, 25
BARCELONA

29 septiembre 2023 – 21’00 horas

Oración común
Iglesia de Sant Miquel, Parroquia de Sant Pere. Plaza del Rector Homs s/n
TERRASSA (Barcelona)

30 septiembre 2023 – 19’00 horas

Vigilia Ecuménica de Oración
Juntos – Encuentro del Pueblo de Dios
Plaza de San Pedro del Vaticano
ROMA (Italia)

30 septiembre 2023 – 21’30 horas

Oración Taizé
Convento de las Vedrunes de Caldes de Malavella, c/ Doctor Furest
CALDES DE MALAVELLA  (Girona)






1 comentario:

  1. Ciertamente así es, una visión del ecumenismo que no comparto para nada, pero me parece muy bien que en "Todos Juntos" el equipo ecuménico publique estos artículos, porque es bueno conocer qué visiones tienen otros del movimiento ecuménico, como bien es sabido y según figura al margen de las entradas, "El EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO, en su blog 'Todos juntos' publica noticias y comentarios relacionados con el movimiento ecuménico. El que estos textos sean publicados no supone que necesariamente dichos contenidos reflejen una postura común del Equipo ni que todos sus miembros lo compartan".
    Esto les honra, les engrandece y apartan al blog de mostrar una opinión única y alineante y por tanto sesgada y hasta prosélita.
    Hacen una gran labor de difusión y comunicación el equipo ecuménico Sabiñánigo, aunque, a veces, nos tengamos que tragar sapos como el artículo de opinión de hoy. Esta es la grandeza de la libertad y de la unión enriquecida en la diversidad. GRACIAS

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