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viernes, 26 de octubre de 2018

CONSTANTINOPLA NO TIENE INTENCIÓN ALGUNA DE CEDER A LA PRESIÓN

Durante estos días estamos asistiendo a unos hechos dolorosos para todos los cristianos, hay conflicto entre los hermanos ortodoxos, esperando la pronta solución del mismo es de gran pertinencia el artículo de nuestro querido y buen amigo, el profesor doctor Pedro Langa Aguilar, OSA, teólogo y ecumenista, que ahora publicamos.

Constantinopla no tiene intención alguna de ceder a la presión 

El contencioso inter-ortodoxo de Ucrania está dando pie a que nos enteremos de que las aguas de las relaciones entre Constantinopla y Moscú no bajaban tan serenas ni limpias como en principio se nos había hecho creer, aunque algo fuera uno presintiendo desde que el patriarca Kirill dio la espalda al Concilio Panortodoxo de Creta en junio de 2016. Tan lleno de gloria le había dejado unos meses antes el encuentro con el Papa en La Habana que el evento de Kolymbari le pilló, según se está viendo, sin haber terminado de hacer la digestión. Aquello, y sobremanera el hecho de que arrastrara consigo en el desaire a otras Iglesias autocéfalas, no hizo sino poner a la gente sobre aviso –y de los nervios a ciertos eclesiásticos- de que en las cosas que la Prensa dejaba sobre la mesa había mucho de fachada y poco de realidad. A uno le empezaba a dar en la nariz que por las rendijas de la fachada se empezaba a filtrar un denso olor a chamusquina. 

El esplendor del incendio llegó con las primeras horas del verano, como para coincidir con esos que pirómanos como la copa de un pino suelen «provocar» por las fechas del estío en los bosques hispano-portugueses, centroeuropeos y aledaños, donde los síntomas indican pronto que hay más pirómanos que bomberos y más fuego que agua. Todo fue anunciar Su Santidad Bartolomé I en El Fanar que estudiaba la posibilidad de conceder la autocefalía en Ucrania reactivando, ya de paso, algunas medidas estavropégicas, y el patriarca Kirill apresurarse a tomar un jet privado Moscú-Estambul ida y vuelta para evacuar urgentemente consultas con el Patriarca de Constantinopla. 

Los patriarcas Bartolomé I y Kirill durante su encuentro del 31.08.2018 en El Fanar. Junto a ellos, los metropolitas Hilarión de Volokolamsk y Emmanuel de Francia
El encuentro duró no más de dos horas y media. A la salida, el ruso hizo creer que la sangre no había llegado al río. El de Constantinopla, en cambio, evitó dejarse llevar al aire de las palabras y lo remitió todo a un sucinto comunicado oficial, donde se informaba de que el viaje lo había hecho el ruso a petición propia. Luego, pasadas algunas semanas, se fue conociendo también que la entrevista había sido tensa, y, más recientemente aún, que se pusieron como un trapo.

Los acontecimientos a raíz de la entrevista no hicieron sino precipitarse: el Patriarcado Ecuménico nombró dos exarcas para gestionar in situ la concesión de la autocefalía a Ucrania. Lo cual provocó la inmediata reacción del Patriarcado ruso, cuyo Santo Sínodo, reunido el 14 de septiembre en el Monasterio de San Daniel (Moscú) determinó suspender toda concelebración con el Patriarcado de Constantinopla. Hubo entonces periodistas, a quienes se les fue la mano escribiendo la palabra cisma. En esos momentos, tal y como certeramente aclaró luego el metropolita Hilarión, aún no se había roto la comunión eucarística. 

El Santo Sínodo de la Iglesia ortodoxa rusa examina en el
Monasterio de San Daniel el envío de los exarcas a Kiev (Moscú, 14.09.2018)

Ocurre, sin embargo, que el Patriarcado Ecuménico, firme en su postura a favor de la autocefalía, aprovechó la reunión del Santo Sínodo habido del 9 al 11 de octubre para tratar el tema de Ucrania. A la clausura del mismo el día 11, emitió un comunicado haciendo saber su determinación de: 

1) Renovar la decisión, ya tomada, de conceder la autocefalía del Patriarca Ecuménico a la Iglesia de Ucrania. 

2) Restaurar la stavropegia del Patriarcado Ecuménico en Kiev, una de sus muchas stavropegias en Ucrania que ha existido durante siglos. 

3) De acuerdo con los privilegios canónicos del Patriarca de Constantinopla, que le permiten recibir apelaciones de jerarcas y otros clérigos de todas las Iglesias autocéfalas, aceptar las peticiones relativas a Filaret Denisenko y Macarius Maletitch y a aquellos que son con ellos, que no estaban en el cisma por motivos dogmáticos, para devolverles su dignidad episcopal o sacerdotal, así como para recibir a sus fieles en la comunión eclesial. 

4) Revocar la validez de la carta sinodal de 1686, emitida por circunstancias de la época, según la economía, sobre el derecho del patriarca de Moscú a ordenar al Metropolita de Kiev, elegido por la asamblea clerical-laica de su diócesis y para conmemorar en primer lugar el nombre del Patriarca ecuménico como signo de dependencia canónica. 

5) Pedir a todas las partes involucradas evitar hacerse cargo de iglesias, monasterios y otras propiedades, así como cualquier otro acto de violencia y venganza, para que prevalezcan la paz y el amor de Cristo. 

Este Comunicado irritó sobremanera al Patriarcado ruso, que hizo saltar por los aires su comunión eucarística con el Patriarcado Ecuménico, abriendo así, curiosamente, un nuevo cisma cuando Constantinopla terminaba de cerrar (según se desprende del citado Comunicado) el de los últimos decenios en Kiev arbitrando medidas para ello. Y escribo terminaba de cerrar, porque, para facilitar el entendimiento inter-ortodoxo en Ucrania, Su Santidad Bartolomé I con el Santo Sínodo habían decidido rehabilitar al Patriarca cismático de Kiev, Filaret Denisenko, y al metropolita Macarius Maletitch, de la Iglesia ortodoxa autocéfala de Ucrania. 

El metropolita Emmanuel de Francia leyendo el Comunicado del Santo Sínodo:
el Patriarcado Ecuménico reafirma su derecho a conceder
la autocefalía a la Iglesia de Ucrania (11.10.2018)
Los puntos 2-3-4 del predicho Comunicado pusieron fuera de sí al Patriarcado ruso, que replicó convocando el 15 de octubre de 2018 su Santo Sínodo en Minsk para concluir reconociendo que era imposible permanecer más tiempo en comunión eucarística con el Patriarcado de Constantinopla. 

La Declaración de los ortodoxos rusos precisaba, entre otras cosas, que «la recepción en la comunión de los cismáticos con todos los obispos «y» clérigos «en territorios canónicos extranjeros, el intento de negar sus propias decisiones históricas y sus obligaciones, todo esto sitúa al Patriarcado de Constantinopla fuera de los cánones y, muy a nuestro pesar, nos impide continuar la comunión eucarística con sus jerarcas, su clero y sus laicos». El texto concluía: «De aquí en adelante, y hasta que el Patriarcado de Constantinopla desapruebe sus decisiones anticanónicas, es imposible que los ministros de la Iglesia ortodoxa rusa concelebren con clérigos de la Iglesia de Constantinopla, y que los laicos participen en los sacramentos celebrados en sus iglesias». Era, lisa y llanamente, el cisma entre las partes, pero provocado por Moscú. 

Su Santidad Bartolomé I ya había dado un aviso a navegantes al recibir en El Fanar el jueves 27 de septiembre al metropolita de Patras, Crisóstomo, y a un grupo de fieles de su diócesis. Estuvo de confidencias ese jueves Su Santidad: «En diferentes épocas, a lo largo de la historia, tal y como atestiguan los documentos que nosotros conservamos en los archivos patriarcales –precisó-, ellos [los ucranianos] han pedido su independencia de la Iglesia de Rusia. Incluso la jerarquía actual de la Iglesia ucraniana, y el metropolita Onufrio, que es metropolita de Kiev, presidente del Santo Sínodo local de Ucrania, desde que Ucrania ha devenido en un Estado independiente a principios de los años 1990, han pedido su independencia y su separación de la Iglesia de Rusia, a saber: la autocefalía. Nosotros tenemos sus firmas y las hemos publicado. Ahora parece que a causa de grandes presiones de Moscú, algunos dan marcha atrás, pero scripta manent. Nosotros tenemos las firmas. Y yo estoy seguro de que cuando nuestro Patriarcado proceda a la concesión de la autocefalía, todos integrarán la nueva Iglesia autocéfala de su patria». 

A las palabras de gratitud del metropolita de Patras, en nombre propio y de sus fieles allí presentes, Bartolomé repuso todavía: « Ellos (los fieles) leen muchas cosas, yo las leo también, lo cual, sin embargo, no influye en mí para nada, no me perturba. Sé que no pocos me son opuestos, pero después de 27 años que, gracias a Dios, llevo de patriarca, he leído muchas cosas parecidas, he sido el blanco de muchos, pero yo tengo la conciencia tranquila. Cuando el hombre actúa en conciencia y cumple con su deber, que digan lo que quieran y escriban lo que quieran». 

Su Santidad Bartolomé I, escuchando a Crisóstomo, metropolita de Patras, en El Fanar (Estambul 27.09.2018)
Al buen entendedor, pues, pocas palabras. Uno está de acuerdo con quienes ya han salido por ahí preguntándose si los del Patriarcado de Moscú son lerdos suponiendo en Bartolomé los despropósitos que le atribuyen: parece que se hubieran propuesto desacreditar a Su Santidad, presentándolo como un pobre hombre punto menos que imbécil. Sea como fuere, Bartolomé ha tenido que salir a la palestra descolgándose con algunas frasecitas que, en realidad, son palabras con bastante carga de profundidad.

Por ejemplo, la Agencia RISU (Religious Information Service of Ukraine) informaba el 22 de octubre de que el Patriarca ecuménico Bartolomé había enviado el día anterior un mensaje claro a Rusia en relación con el problema de Ucrania, afirmando que Constantinopla no tiene intención alguna de ceder a la presión. Lo dijo durante una audiencia en un evento que celebraba el 150º aniversario de la comunidad griega de Feriköy (Estambul). 

Bartolomé dijo sobre el problema ucraniano: «Ya sea que guste a nuestros hermanos rusos o no, tarde o temprano seguirán la solución dada por el Patriarcado Ecuménico, porque no tendrán otra alternativa». Y agregó que estaba al tanto de «los artículos bien pagados» y la «odiosa propaganda» de la parte rusa, que atacan al Patriarcado Ecuménico. «Nuestros hermanos eslavos no apoyan la precedencia del Patriarcado Ecuménico y nuestra nación en la Ortodoxia», concluyó. Pero dejó claro que las prerrogativas de Constantinopla están arraigadas en las decisiones de los Consejos Ecuménicos y legalmente vinculantes para toda la Ortodoxia. 

Unas horas antes de esta confidencia en Feriköy, Bartolomé I había abordado la cuestión de Ucrania y otros problemas actuales durante una homilía pronunciada el domingo 21 de octubre al final de la liturgia. He aquí lo más saliente de su intervención: 

«El Patriarcado Ecuménico se esfuerza por preservar la Ortodoxia de los peligros del nacionalismo, la introversión y la autosuficiencia, el conservadurismo estéril y el fundamentalismo, la subestimación de los logros de la civilización contemporánea y el rechazo del diálogo con el mundo [...] Es inconcebible que el Trono Ecuménico que, según los santos cánones, es responsable de la unidad y la estabilidad de la Ortodoxia, permanezca impasible cuando un pueblo ortodoxo sufre y busca la solución de los problemas [...] Intervenimos por obligación, como lo hacemos hoy, siempre sobre la base de criterios auténticamente eclesiásticos […] en la defensa del orden canónico y la identidad de la Ortodoxia, con el objetivo de construir el cuerpo de Cristo y no para nosotros mismos [o para] demostrar fortaleza y poder mundano. Siendo indiferentes, no tendríamos excusa ante Dios y la historia». 

«El Trono Ecuménico –añadió más adelante- se preocupa por el hombre y sus graves problemas existenciales, para enfrentar los grandes desafíos de nuestro tiempo, basados ​​en los valores de Dios de nuestra tradición ortodoxa [...] El Patriarcado Ecuménico resuelve no solo los problemas inter-ortodoxos, sino que preserva también y promueve la cultura mundial de la Ortodoxia y los valores inefables de la tradición eclesiástica, la fe en el destino eterno del hombre en Cristo; la defensa de lo sagrado de la persona humana y de su casa, el ambiente natural; solidaridad y diálogo, unidad y cooperación, paz y reconciliación [...] La gran y santa Iglesia de Cristo cultiva y promueve no solo los preciosos valores de la tradición ortodoxa, sino que también influye de manera creativa en el futuro de la cultura. Él crea y enseña la alta civilización de la comunión y el amor. El Patriarcado Ecuménico ha sellado indeleblemente la historia de la humanidad. También hoy es la esperanza para el presente y el futuro. Repitiendo una frase del metropolitano Juan de Pérgamo (= John D. Zizioulas), Bartolomé I continuó diciendo que el patriarcado es «una institución que, si no nos hubiera sido dada por la gracia de Dios y en particular a nuestra nación, habría sido necesario inventarla». 

El patriarca ecuménico Bartolomé pronunciando la homilía del domingo 21.10.2018 sobre la cuestión de Ucrania (Orthodoxia.info)
El Patriarca terminó su homilía con las palabras del apóstol Pablo en 2 Co 6, 4-10: «Nos recomendamos en todo como ministros de Dios: con mucha constancia en tribulaciones, necesidades, angustias; en azotes, cárceles, sediciones; en fatigas, desvelos, ayunos; en pureza, ciencia, paciencia, bondad; en el Espíritu Santo, en caridad sincera, en la palabra de verdad, en el poder de Dios; mediante las armas de la justicia; las de la derecha y las de la izquierda; en gloria e ignominia, en calumnia y en buena fama; tenidos por impostores, siendo veraces; como desconocidos, aunque bien conocidos; como quienes están a la muerte, pero vivos; como castigados, aunque no condenados a muerte; como tristes, pero siempre alegres; como pobres, aunque enriquecemos a muchos; como quienes nada tienen, aunque todo lo poseemos». 

Quiere ello decir que Bartolomé I ni arroja la toalla, como tampoco lo hizo cuando el Concilio Panortodoxo, ni está dispuesto a que ningún Patriarca de las Iglesias autocéfalas le siegue la hierba bajo los pies, y menos Kirill, del que recela lo suficiente como para no perderlo de vista, al contrario curiosamente del buen papa Francisco, que no parece sino que hubiera arrendado las ganancias de los greco-católicos a Kirill y su delfín Hilarión -él sabrá porqué-. 

Precisamente la reunión de ambos Patriarcas en Estambul el 31 de agosto distó mucho de ser la entrevista descafeinada que se nos ha querido vender. Según Orthodoxia-Info (Andreas Loudaros) fue, más bien, un acalorado debate durante el cual Su Santidad Bartolomé I fue especialmente crítico -por citar un ejemplo-, con el metropolita Hilarión de Volokolamsk, acusándolo frente al Patriarca Kirill de comportarse de manera hostil hacia el Patriarcado Ecuménico y diciendo repetidamente mentiras contra él. Refiriéndose a una entrevista reciente del Metropolita en la que parece sugerir que se está pagando al Patriarcado Ecuménico para hacer lo que está haciendo, el Patriarca Bartolomé se inclinó con fuerza hacia su interlocutor ruso en estos términos: 

- «Usted declaró que el presidente Poroshenko ha sobornado al Patriarcado Ecuménico. Se lo pregunto directamente, ¿puede probar esto? Si no puede probarlo, está cometiendo una injusticia con la Iglesia Madre y, por lo tanto, será maldecido por Ella». Y a continuación apostilló: 

- « Engañar a otros a través de la mentira es imperdonable». 

El metropolita Hilarión respondió que no había mencionado el nombre de Poroshenko en ninguna de sus entrevistas. 

-« Todo lo que dije fue que somos muy conscientes de que los cismáticos que visitan el Patriarcado Ecuménico no vienen con las manos vacías». 

A lo cual el Patriarca Bartolomé, repuso raudo: 

-«Obviamente». 

El patriarca Kirill intervino en este tenso momento pidiendo al patriarca Bartolomé que tratara al metropolita Hilarión con amor. Pero la respuesta fue directa: 

- «Su Beatitud, esta no es la primera vez que nuestro hermano aquí (presente) lo ha hecho, es constantemente agresivo y alberga sentimientos de odio hacia la Iglesia Madre de Constantinopla. Le pido que lo reprenda y lo ponga en su lugar porque le está causando daño». 

Así se explica, pues, lo que arriba digo sobre las recientes declaraciones de Su Santidad Bartolomé denunciando presiones de Rusia y el dineral que Putin se está gastando en propaganda contra el Patriarcado Ecuménico, y las intensas maniobras de Kirill tratando de atraer a su causa a las Iglesias ortodoxas (las eslavas al menos) para aislar así a Bartolomé. ¿Qué pintaba Hilarión en Roma el otro día? ¿Y cómo vendió esta mercancía al papa Francisco en la audiencia que le concedió? 

Hace falta estar en Babia para no caer en la cuenta de lo mucho que se juega la Iglesia ortodoxa rusa, y con ella Putin, con esta medida autocefalista del Patriarcado Ecuménico. Ucrania presenta rasgos específicos que hacen esta crisis particularmente sensible. Primero por su importancia como país (más de 40 millones de habitantes) y luego, por su situación geopolítica (entre Rusia y el mundo occidental, « Ucrania » significa « en los confines »). 

La salida de la Iglesia de Ucrania del Patriarcado de Moscú haría perder a este último cerca del 40 % de sus parroquias. Si es difícil conocer el número de fieles pertenecientes a cada una de las actuales jurisdicciones ortodoxas en Ucrania, sí se sabe, en cambio, el número de parroquias registradas: cerca de 12 000 para la Iglesia ortodoxa de Ucrania (patriarcado de Moscú), 5000 para el Patriarcado de Kiev y 1000 para la Iglesia ortodoxa autocéfala ucraniana. De prosperar la autocefalía ucraniana, el vuelco estadístico sería espectacular. De ahí que Moscú no dé su brazo a torcer ni quiera soltar prenda. El énfasis de su reacción en los citados sínodos condenatorios traduce sin duda, en parte al menos, su fundado temor a perder el protagonismo casi hegemómico de la Iglesia ortodoxa rusa dentro de la Ortodoxia mundial. Hay quien sostiene que detrás de la operación estaría Estados Unidos apoyando a Constantinopla, pero esto desborda por ahora los límites de mi artículo. En cuanto a la denuncia-defensa de Bartolomé I frente a los ataques del metropolita ruso Hilarión acerca de posibles sobornos, valga traer aquí de colofón el conocido refrán: «Orejazas le llamaba el burro al caballo». Pues eso. Y cada palo que aguante su vela. Y si las insidias aquí referidas son ecumenismo, que baje Dios y lo vea. 

Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA 
Teólogo y Ecumenista





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