El obispo Heinrich Bedford-Strohm y el cardenal Reinhard Marx reflexionan sobre su trabajo conjunto por la unidad, la justicia y la paz
CLAVE:
El obispo Heinrich Bedford-Strohm, presidente del consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania, y el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich y antiguo presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania, han recibido el Premio Augsburg de la Paz 2020, por su “voluntad incondicional de vivir juntos en paz”.
En el medio, el obispo Heinrich Bedford-Strohm, presidente del consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania, y el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, con el Premio de la Paz de Augsburgo 2020 en reconocimiento por su “voluntad incondicional de vivir juntos en paz”. Fotografía: Iglesia Evangélica Luterana de Baviera
Desde 1985, la ciudad de Augsburgo y la Iglesia Evangélica Luterana de Baviera, conceden, cada tres años, el Premio del Festival de la Paz de Augsburgo. El premio distingue a personalidades que han prestado un servicio destacado en favor de la coexistencia tolerante y pacífica de culturas y religiones.
A continuación, el obispo Bedford-Strohm y el cardenal Marx reflexionan sobre su trabajo y sobre su visión del futuro.
Casi siempre, el Premio de Augsburgo se concede a una sola persona, pero, en su caso, lo han recibido como un equipo que trabaja por la unidad, la justicia y la paz. ¿Cuándo empezaron a colaborar estrechamente?
Obispo Bedford-Strohm: Ya nos conocíamos antes de trabajar juntos como obispos. Cuando yo era aún profesor de teología sistemática y de ética, y copresidente del comité de asuntos sociales de las Iglesias Protestantes Alemanas, fui invitado al comité homólogo, que presidía el cardenal Marx. Así que puede decirse que comenzamos nuestra labor ecuménica común reflexionando juntos sobre las aflicciones y necesidades en las vidas de las personas en estos tiempos. Nuestra colaboración se estrechó cuando me convertí en obispo de la Iglesia Luterana de Baviera, e inicié un intenso intercambio con el cardenal Marx, en calidad de presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Baviera. Su oficina en Múnich está a cinco minutos en bicicleta de la mía.
Cardenal Marx: La proximidad geográfica es sin duda una gran ventaja, ya que nos reunimos con frecuencia y podemos ponernos de acuerdo rápidamente. Lo que ha sido aun más importante es el vínculo espiritual e intelectual, y la cercanía y amistad que se han ido forjando entre nosotros a lo largo de los años. Estoy profundamente agradecido a Heinrich Bedford-Strohm por ese regalo y por esa experiencia, que ha sido tan enriquecedora para mí. Nuestro contacto se intensificó especialmente en torno al aniversario de la Reforma, en 2017, que celebramos con un festival conjunto en honor a Cristo. Para nosotros era –y es– importante demostrar a las personas de nuestro país y del extranjero que la reconciliación real entre denominaciones es posible. El ecumenismo no consiste en buscar más visibilidad en detrimento de los demás, sino en encontrar el terreno común y ponerlo de relieve, por el bien de las personas y del Evangelio. Este enfoque no solo lo aplicamos nosotros, también es fundamental para un sinfín de agentes ecuménicos, como parroquias y comunidades, y ha caracterizado al movimiento ecuménico durante decenios. En el ecumenismo, como en todas las demás formas de encuentro, se aplica lo siguiente: sin buena fe y sin amistad, no hay verdadero entendimiento.
Al aceptar este premio ¿qué mensaje les gustaría trasladar a su familia ecuménica, que ha celebrado con entusiasmo este premio?
Obispo Bedford-Strohm: Mi primer mensaje sería de agradecimiento por sus generosas reacciones ante este premio. Y el segundo, que nunca subestimen la importancia de la amistad social para el progreso ecuménico. Amarnos unos a otros como hermanos en Cristo también tiene una dimensión social. Estoy extremadamente agradecido por mi amistad con el cardenal Marx, por la confianza que tenemos el uno en el otro y por la alegría de estar juntos. Eso está estrechamente relacionado con las profundas experiencias espirituales que hemos vivido en los numerosos servicios ecuménicos que hemos celebrado juntos.
Cardenal Marx: Estoy plenamente de acuerdo con esas palabras. Y quisiera añadir que aceptamos este importante premio con profundo agradecimiento a todos nuestros hermanos y hermanas en Cristo, que transitan con nosotros el camino del entendimiento ecuménico. Mis esfuerzos ecuménicos encuentran gran aliento en las obras del papa Francisco, que tiene especial interés en la unidad de los cristianos y la reconciliación de las religiones. Alemania tiene una responsabilidad especial en lo ecuménico, debido a nuestra historia eclesial, con la que debemos ser coherentes, ya que el cisma tuvo aquí su origen. Personalmente, creo que no hay alternativa al ecumenismo y a la unidad de los cristianos.
El obispo Heinrich Bedford-Strohm, presidente del consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania, y el cardenal Reinhard Marx, arzobispo de Múnich. Fotografías: Iglesia Evangélica Luterana de Baviera, oficina del obispo
¿Cuál es el siguiente proyecto que emprenderán juntos?
Obispo Bedford-Strohm: Seguiremos trabajando por el entendimiento mutuo en nuestras iglesias, en los debates del grupo de contacto de la Conferencia Episcopal de Alemania y de la Iglesia Evangélica en Alemania, sobre asuntos teológicos y pastorales, para centrarnos en alcanzar una mayor unidad visible. El objetivo de la unidad visible a través de las diferencias conciliadas es muy atractivo, pero poco realista. Por encima de todo, creo que el cristianismo –no solo en Alemania y Europa– tendrá futuro si los cristianos nos esforzamos por trabajar juntos ecuménicamente. Cristo debe ser el eje central. Especialmente en nuestros tiempos, marcados por la pandemia de coronavirus y por tantas tensiones (geo)políticas y sociales, el mensaje es sumamente importante: todas las personas del mundo están vinculadas, todos somos hijos de Dios, y hermanos y hermanas de Jesucristo.
Cardenal Marx: El próximo desafío es brindar consuelo y asistencia a nuestras parroquias y a las personas de nuestro país, durante este difícil periodo de la pandemia. Esta expresión de consuelo y asistencia tendrá aún más repercusión si actuamos juntos. Cuando existe la posibilidad de que surja la división social, la iglesia debe manifestarse de consuno para dar testimonio de Cristo y ser, realmente, la sal de la tierra y la luz del mundo. Por ello, el cardenal y yo estamos organizando un servicio ecuménico de nochebuena al aire libre, en el centro de Múnich. Queremos ofrecer la posibilidad de celebrar el maravilloso mensaje de la Navidad a más personas de las que sería posible albergar dentro de una iglesia, habida cuenta de las medidas de protección contra el coronavirus. Esperamos crear un espacio donde sea posible escuchar de verdad el poderoso mensaje de los ángeles: ¡no teman!
FUENTE:
https://www.oikoumene.org/
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