Comienza hoy el Tiempo litúrgico de Adviento (para nuestros hermanos Anglicanos comenzó ya hace unos días) y fieles a nuestra costumbre publicamos la CARTA DE ADVIENTO, que como en años anteriores nos remite nuestro buen amigo el sacerdote de la iglesia católica romana Fernando Jordán, y este año con gran mérito pues aun estando convaleciente de la Covid-19 y tras dejar, gracias a la misereicordia de Dios y del buen hacer de los profesionales sanitarios, la UCI y el hospital no ha querido olvidarse de la cita, lo que le agradecemos de corazón.
ESTE ES EL TIEMPO
Queridos amigos:
Desde mi casa y en periodo de recuperación os envío estos renglones cargados de cariño, serenidad, agradecimiento y esperanza para todos vosotros.
Mirad, invitar a la alegría puede resultar una provocación, e incluso, una broma de mal gusto ante las graves consecuencias que estamos sufriendo por la COVID-19. No sois pocos los que podéis pensar que sea un gesto de ignorancia o de irresponsabilidad. Vivimos rodeados por una atmósfera de dolor e incertidumbre que nos hace preguntarnos: ¿Qué hacer para llevar adelante esta situación que nos sobrepasa completamente?. El impacto de todo lo que sucede, las graves consecuencias que se vislumbran, el dolor y el luto por nuestros seres queridos nos desorientan, acongojan y paralizan.
La dureza de la angustia de personas vulnerables y ancianos que atraviesan la cuarentena en la más absoluta soledad, es el dolor de las familias que no saben ya como arrimar un plato de comida a sus mesas, es el estrés del personal sanitario y servidores públicos y privados al sentirse exhaustos y desbordados; sin embargo, frente a las dudas, el sufrimiento, la perplejidad ante la pandemia, no podemos tener miedo.
La pandemia desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que construimos nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. Nos muestra cómo hemos dejado dormido y abandonado lo que alimenta, sostiene y da fuerza a nuestra vida y a nuestras comunidades.
Con la tempestad de la Covid-19 se nos ha caído el maquillaje de siempre con lo que disfrutábamos nuestros egos siempre pretensiosos de querer aparentar, se ha roto la imagen de mirar hacia la galería para ser aplaudidos y nos hemos dejado absorber por lo material y trastornar por la prisa. No nos hemos detenido ante tus llamadas, no nos hemos despertado ante guerras e injusticias del mundo, no hemos escuchado el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo. Este tiempo de Adviento nos invita a mantenernos siempre sanos en un mundo enfermo. Ahora, mientras estamos en mares agitados, te suplicamos: “Despierta, Señor”.
No tengamos miedo a vivir la alternativa de la civilización del amor, que es una civilización de la esperanza: contra la angustia y el miedo, la tristeza y el desaliento, la pasividad y el cansancio.
En este Adviento se nos invita a no tener miedo. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia el Señor que viene y hacia los demás. Y, además, podemos mirar a tantos compañeros de viaje que son ejemplares, pues, ante el miedo, han reaccionado dando la propia vida. Es la fuerza operante del Espíritu derramada y plasmada en valientes y generosas entregas. Es el tiempo y la vida del Espíritu Santo.
En este tiempo de tribulación y luto, es mi deseo que allí donde estés, puedas hacer la experiencia de María, cuando sale el Ángel a su encuentro y le dice: “Alégrate, el Señor está contigo” (Lc 1,28). Y que sea este saludo el que nos movilice a convocar y amplificar la buena nueva del Reino de Dios.
Un abrazo
Fernando Jordán Pemán
Párroco
Parroquia Inmaculado Corazón de María.
Jaca (Huesca)
Muchas gracias D. Fernando, como siempre fiel a su cita.
ResponderEliminarMe alegro mucho de que la recuperación vaya bien, sus cartas las esperamos con ilusión. Cuidese y FELIZ ADVIENTO