12 de noviembre: San Josafat de Lituania, apóstol de la unidad
No deja de invitarnos la historia de la Iglesia a pensar cómo hemos de gestionar los cristianos nuestras diferentes formas de pensar. Ciertos episodios, leídos desde nuestra situación de privilegio de creyentes del siglo XXI, se ponen en su lugar e invitan a acoger como nuestros a los mártires de todas las partes.
Corrían los vientos de la desunión de los cristianos en Europa cuando, en 1604, el joven lituano Juan Kunsevich, de familia ortodoxa, ingresaba en el monasterio de la Sma. Trinidad en Vilma, capital de Lituania, dirigido por los monjes basilianos y tomando el nombre de Josafat. Tenía 24 años y dicen de él que ya en su juventud mostraba gran preocupación por el doloroso tema de la desunión de las Iglesias. Algunos años antes, exactamente en 1595, el metropolitano de los ortodoxos disidentes de Kiev y otros cinco obispos, representantes de millones de rutenos -hoy llamados ucranios- , decidieron entrar en comunión con el Papa de la Iglesia católica. Se trataba de la histórica Unión de Brest, que encontró, sin embargo, fuerte oposición, incluso en el propio monasterio donde Josafat había comenzado una vida marcada por la oración, la durísima penitencia, la atención primordial a los más pobres y una pasión en la predicación que le mereció el sobrenombre de “ladrón de almas”.
Ordenado sacerdote, comenzó, junto a su compañero José Benjamín Rutsky, a predicar él también a favor de la unión con Roma. En 1614, Rutsky fue elegido metropolitano de Kiev y Josafat le sucedió en el cargo de abad de Vilna. Durante el viaje a Kiev, la insistencia en la reconciliación con Roma ante los más de los 200 monjes del famoso monasterio de las cuevas de Kiev casi termina con el joven abad arrojado al río Dnieper.
En 1617, el P. Josafat fue consagrado obispo de Vitebsk con derecho de sucesión a la sede de Polotsk, una eparquía celosa de sus ritos y costumbres y por ello mismo recelosa de la interferencia de Roma. La vida monástica estaba en decadencia: con ayuda de sus hermanos de Vilna afrontó convocatoria de sínodos, instrucciones y catecismos con el fin de volver a la pureza evangélica. Su ejemplo personal de compromiso con los últimos y buen ejercicio episcopal dio como resultado que en 1620 toda la eparquía fuera sin duda católica. No obstante, los problemas continuaban y Así, un tal Melecio Smotaritsky fue nombrado de modo alternativo arzobispo de Polotsk, sede de Josafat, acusándole de latinista. El decreto del propio rey de Polonia afirmando la legítima autoridad del primero, casi le cuesta la vida a nuestro santo.
Acusado falsamente de emplear la violencia para mantener la unión, de exponer el reino al peligro de una invasión de los cosacos, de sembrar la discordia entre el pueblo y de haber clausurado por la fuerza ciertas iglesias no católicas, decidió ir a en octubre de 1623 a Vitebsk . Rechazando llevar escolta personal, decidió exponer en la ciudad su insistencia desde la verdad y el amor, en la unión con el Papa a pesar, como así fue, de que podía enfrentar el martirio: "Sé que queréis matarme y que me acecháis en todas partes: en las calles, en los puentes, en los caminos, en la plaza central. Pero yo estoy entre vosotros como vuestro pastor y quiero que sepáis que me consideraría muy feliz de dar la vida por vosotros. Estoy pronto a morir por la sagrada unión, por la supremacía de San Pedro y del Romano Pontífice”. El 12 de noviembre, el cuerpo de Josafat, herido de bala y atravesado por una alabarda, fue arrastrado por las calles y arrojado al río Divna.
También los contrarios a Roma sufrieron de violencia y conspiración: el abad disidente Anastasio de Brest fue ejecutado en 1648. Más tarde, el arzobispo Melecio Smotritsky se reconciliará con la Santa Sede.
Canonizado e 1876, el Papa Pío XI declaró a San Josafat Patrón de la Reunión entre Ortodoxos y Católicos el 12 de noviembre de 1923. En su encíclica Ecclesiam Dei pone de relieve el interés de Josafat por buscar en la Liturgia Eslava las razones de la unión entre las Iglesias. De hecho, Josafat se decidió por la unión con la Iglesia católica, sin renunciar a las peculiaridades de Oriente, defendiendo la conservación del Rito Oriental Eslavo y la Orden monástica de San Basilio, en la Iglesia Universal. Su cuerpo reposa en el altar de San Basilio, en la Basílica de San Pedro, desde el 25 de Noviembre de 1963, en plena celebración del Concilio Vaticano II.
Arantxa Ruiz Sánchez
Os agradezco muchísimo los envios de noticias que con frecuencia me mandais. La historia de San Josafat me ha emocionado, pues la desconocía por completo. Este desconocimiento mútuo entre Iglesias que ha durado siglos, nos ha impedido amarnos y unirnos. Gracias. Francisca Clara.
ResponderEliminarMuchas gracias por todo información que hace reflexionar sobre la propia vida a través de S. Josafat en este caso.
ResponderEliminarMuchas gracias Francisca y Alicia por vuestros comentarios.
ResponderEliminarUn fraternal saludo
EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO