Por lo oportuno de la misma, reproducimos la entrevista realizada por Antonio Moreno Ruiz, periodista de la diócesis de Málaga en el portal de la iglesia católica de Malaga "DiócesisMálaga" a Rafael Vázquez delegado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Diócesis de Málaga y director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española
«El cristiano está cercano a toda persona, de cualquier religión»
por Antonio Moreno Ruiz
El delegado de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso de la Diócesis de Málaga, Rafael Vázquez (Marbella, 1978), acaba de ser elegido director del Secretariado de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Conferencia Episcopal Española. Su ponencia sobre el documento de Abu Dabi abrirá el jueves 7 de noviembre el ciclo “Reconciliación entre Religiones y Paz Mundial” que continuará en el Aula Arrupe los días 14 y 21 de noviembre y 5 de diciembre, a las 20.00 horas
¿Cómo recibió la noticia de su nombramiento?
No era algo que me esperaba, de modo que fue toda una sorpresa que acogí, en primer lugar, con agradecimiento por la confianza que la Conferencia Episcopal ha depositado en mí. En segundo lugar, con alegría, pues es un reconocimiento al trabajo que se viene realizando en Málaga, y al gran equipo de personas que actualmente colaboran con la Delegación de Ecumenismo y que han creído que es posible y necesaria hoy en día una cultura del diálogo y del encuentro. Y, en tercer lugar, con temor confiado. Temor ante la nueva misión y confianza porque sé que, cuando Dios llama, Él da las fuerzas y sostiene.
¿Qué importancia tiene en la Iglesia y en el mundo hoy en día el diálogo interreligioso?
Vivimos en un mundo plural en el que las fronteras territoriales han caído. Las posibilidades de movilidad hoy son infinitas, y las redes sociales nos hacen vivir interconectados, haciendo que el lejano se convierta en parte de nuestra realidad cotidiana. De manera que el diálogo y la apertura al otro, a sus tradiciones culturales, a su estilo de vida, a su manera de pensar y también a su religión se convierten en una necesidad. Pero esto genera inseguridades, por lo que muchos ante la caída de las fronteras territoriales se empeñan en levantar otro tipo de fronteras férreas más difíciles de destruir: fronteras ideológicas, fronteras culturales, fronteras raciales… y fronteras religiosas. Es una forma de cerrarse a la verdad, y querer pasar lo real por el tamiz de la ideología que quiere someter la vida a una idea que falsea la realidad. Sea en el mundo como en la Iglesia el diálogo interreligioso tiende a crear puentes de encuentro donde otros levantan alambradas separadoras, y motivados por la fe– procura el acercamiento entre las personas con la mirada sincera del hermano.
Su ponencia en el Aula Arrupe versará sobre el documento de Abu Dabi. ¿Por qué es importante este texto?
El papa Francisco y el gran imán de la Mezquita de Al-Ahzar, Ah-mad Al-Tayyeb escribieron el pasado mes de febrero una nueva página en la historia del diálogo religioso, y casi se podría decir de la historia universal. Hasta ahora se habían dado muestras de acercamiento mutuo, pero nunca la firma de un documento conjunto, en el que el líder más representativo de los cristianos en el mundo y el líder más representativo del islam sunní, hicieran un llamamiento común a todos sus fieles para trabajar por la fraternidad universal y por la paz, condenando ambos la instrumentalización de la religión y el uso de la violencia en nombre de Dios. Creo que aún no hemos tomado conciencia de la importancia de este paso, pero, sin duda alguna, será uno de esos grandes documentos valorados por la historia de la humanidad en el futuro.
Algunos confunden diálogo con sincretismo… y se escandalizan. ¿Dónde está el límite?
Quien se escandalice del diálogo es que no ha aprendido a dialogar, ni ha descubierto lo enriquecedor del encuentro con el otro, ni quiere crecer… Y se encierra en la cueva de su propio yo pensando que si salen a la luz le robarán su identidad. Las personas somos seres en relación, y nuestra identidad se define por el intercambio: la familia, los amigos, el lugar que uno habita… Todo esto nos define. Dialogar no significa perder la propia identidad, sino enriquecer la propia identidad. El sincretismo, por el contrario, desdibuja la identidad de la persona fragmentándola, y configurándola a retazos. No es esa la idea del diálogo. Quien entra en diálogo lo hace desde una identidad definida que se enriquece, al mismo tiempo que permite que el otro pueda enriquecerse con su experiencia vital.
Se insiste mucho en el conocimiento mutuo. ¿Es el conocimiento la raíz de muchas incomprensiones y extremismos?
Lo desconocido siempre genera en nosotros temores, y nos hace ver fantasmas donde no los hay. Nuestros prejuicios nos llevan a generalizar en exceso: los musulmanes son… los cristianos son… los judíos son… Y al final sometemos a la persona a la dictadura del prejuicio, y no dejamos al otro libre para ser quien es, para que nos hable de su historia de dolor y sufrimiento, de alegrías, de ilusiones, y de su fe. Los extremismos y fundamentalismos no son más que la absolutización de una parte de la realidad que se ensalza como criterio único de verdad. Una ceguera estúpida. Por eso la necesidad del conocimiento, pero no solo desde los libros, sino en profundidad: entrar en el misterio del otro y compartir la vida, para que se abran los ojos y el corazón.
¿Estamos los cristianos más cerca de un musulmán o de un ateo? ¿Tenemos que temer a alguno de los dos?
El cristiano está cercano a toda persona, porque en todos ve a un hermano. ¿A quién estaba más cercano Jesús a los publicanos, a los samaritanos o a los saduceos? Jesús estaba cercano a todos, porque él sabía sintonizar con el corazón de cada persona. El mensaje de Jesús puede ser bien acogido tanto por un musulmán como por un ateo, porque no hay nada más humano que el Evangelio, y nada que conecte con los deseos más profundos del corazón del hombre que el Evangelio. ¿Temor? Yo no temo a mi hermano, a mi hermano lo quiero, lo respeto y lo sirvo.
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