Acompañar en la enfermedad
por Ana Bou
Saber escuchar a una persona enferma no es tarea fácil, pero creo que es más difícil aprender a escuchar el silencio,el silencio de un enfermo y, sin embargo, éste en ocasiones habla más que la palabra, porque es aprender a escuchar lo que no se oye.
En ocasiones, es difícil que el enfermo sepa y quiera asumir su situación, que sea capaz de aceptar esa vulnerabilidad que tarde o temprano nos llegará a cada uno de nosotros, porque por suerte, aquí sí que no hay distinciones de clases…
Todos conocemos a personas que se empeñan en querer ocultar esa fragilidad, les da miedo asumir su propia realidad refugiándose en estados o situaciones que ellos mismos propician y que se llegan a creer; y es ahí donde, aunque nos cueste, tenemos que aprender a tomar conciencia de nuestro no-ser- Dios para empezar a buscar la fuente de donde mana el Misterio de la humanidad….
Creo que la enfermedad es necesaria, aunque parezca una locura lo que estoy diciendo; pero es en ella, y solo en ella, en esa fragilidad y vulnerabilidad que llegamos a experimentar, donde nos encontramos con nuestro “yo”. Un “yo” humano en el que a partir de ahí, el orgullo debería empezar a transformarse en humildad. Sé que lo que estoy diciendo no es fácil, pero no olvidemos que la vida es un aprendizaje constante…
Conozco personas incapaces de asumir y aceptar sus limitaciones y, también otras, que han sido conscientes de que su vida llegaba a su fin adoptando una actitud de agradecimiento hacia las personas que han tenido más próximas, aunque también tengo que reconocer que esto último no es lo habitual…
Para terminar mi compartir, quiero incidir en aquellas que no son capaces de aceptar su situación. Ante ellas, solo nos puede quedar el silencio, un silencio que signifique: “estoy contigo, a tu lado”; y si va acompañado de una mirada o un gesto, entonces quizá sea el ruido más fuerte que podamos escuchar…
FUENTE:
No hay comentarios:
Publicar un comentario