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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

domingo, 17 de marzo de 2019

REFLEXIÓN EN CUARESMA



DE NUEVO LA CUARESMA 2019 

por Emili Boïls 

Algunos lo dirán con tedio, con un algo de rechazo ante el panorama de encontrarse de nuevo con ciertas rigideces austeridades y represiones varias. 

Pero ésa no es la verdadera Cuaresma, o, tal vez, la peor de las versiones de la Cuaresma, heredada de oscuros tiempos en que todo se volvía gris oscuro, rígido, morado, y hasta tenebroso. Si desfolclorizamos el espíritu cuaresmal lo comprobaremos en seguida. 

Rigor, sí, es decir, seriedad de conceptos, de actitudes, de visión de lo que celebramos, pero no, nunca, rigor mortis. Influye mucho en ello la necesaria culturización de las costumbres y las tradiciones, y también, destronar el reinado de muchas mujeres pías bien intencionadas, con sus costumbres ancestrales, cánticos penitenciales arcaicos, poco teológicos, nada evangélicos, y con ese aire malsano de pecados y más pecados y gritos guturales y desafinados con los que nos sacuden cada año, como también con la indolencia y poco espíritu penitencial de los pastores que no guían el rebaño con deportividad y alegría, con un lenguaje renovado, que no sea el aprendido rápidamente en un librito o folletito ilustrativo al caso, como cada año.! Vivan las fuerzas vivas de la Iglesia anquilosada, aburridas, repetitivas, muertas en vida! 

Profundizando en el concepto de etapa cuaresmal, alguien descubrió un día, un año, que la Cuaresma podía ser incluso alegre, de gozo interior profundo en el corazón y expansivo hacia las almas, y los cuerpos, de aquéllos a quienes se dirigía misionalmente. Que la penitencia estaba también fuera, o, sobre todo, y no exclusivamente, en un corazón tortuoso, retorcido, buscando cómo acompañar a Jesús con actos de piedad, falsos, o apócrifos ayunos, y exteriorizaciones que tienen mucho, todo, de postureo, como se dice ahora. Un culto al dolorismo, en la mejor escuela de los culebrones televisivos o las novelas de mucho llorar, con lo bien que se lo pasan o pasaban, y los hombres tampoco quedan excluidos de estas bagatelas pseudopías. 

Jesús no celebró la Cuaresma. Vivió la Cuaresma, Y nos dijo cómo había que hacerlo: no poner cara con ojos de borrego degollado, no inclinarla lánguidamente hacia la derecha o la izquierda, no gastar montones de dinero en adornar andas, vírgenes apuñaladas, varales de plata, procesiones de trompetas anunciadoras de que ya llega el paso de la vanidad, el autobombo, el epatamiento de a ver quien saca el anda más chula, más rica (!) el grupo emplumado de soldados romanos con caballos y todo, y un infinito despropósito de incoherencias, ignorancias canonizadas, antievangélicas, buscando siempre la estética de la emocionalidad, y el vacío más absoluto de comportamientos y testimonios lo más evangélicos posible. Con cara de alegría, como si acabáramos de ver actuar a Chiquito de la Calzada, por la gloria de mi madre! Maquilladas/os, vestidos de fiesta, como las mujeres de presos políticos esperando cada semana a la puerta de sus respectivas prisiones la visita a sus maridos, como agua de mayo y rocío en pleno verano.! Qué parábola más viva vista en ellas/ellos! IY eran de los que no creen en Dios! Ya lo dijo Jesús: cuando los hombres callen, hablarán las piedras. Y las piedras, hablaron,! vaya si hablaron! Es mirar y querer ver. Acercarse y querer comprender. Escuchar y solidarizarse. Compartir la humanidad y los sentimientos con ellos y ellas, aunque no sean de los nuestros. El ejemplo narrado, no se refiere en absoluto a ninguna ideología política, sino al hecho real, testimonial, de quienes, sin fe, también ilustran y edifican. 

La abstinencia, en esa parodia de tal que es no comer carne los viernes y sí comer bacalao al pil pil los domingos, (las torrijas, estacionalmente comidas en Cuaresma!, están tan ricas, que quién se acuerda de que estamos haciendo penitencia!) 

Quienes padecimos esas hambres cuaresmales en las épocas penitenciales, acabó provocándonos una cierta angustia y desazón al vernos dificultados en observar lo mandado; ya padecíamos hambre, hambre verdadera de muchas carencias durante todo el año para que encima tuviéramos que observar esos cortes. 

Pero el Señor acompaña, ilustra y guía, y, llegado el caso, hace Luz con su Palabra, y un día, joven aún, descubrí para mi gozo y mi descanso profundo, revolucionador, cuál era la verdadera penitencia que nos/me pedía, y era ésta: Ahora, convertíos a mí de todo corazón, con ayuno (ya garantizado) con llanto (incesante para todo marginado) con luto (lo llevábamos constantemente todos, tanto en el alma como en la vestimenta decente y pobre, reglamentaria, todo gris oscuro, marrón ídem, y negro a todas horas, días y fiestas) Rasgad los corazones (estaban ya rasgados, como denuncian: todos los salmos) no las vestiduras (eso faltaba, con el solo terno o chaquetón y pantalón únicos vara todo, para fiestas y para diario!) Convertíos al Señor Dios vuestro (de vuestro catolicismo presuntuoso, sabelotodo, ignorante, que dice adorar a un Dios a quien no conoce) porque es compasivo y misericordioso (muchos lo ignoraban y aún lo ignoran, por culpa de quienes nos predicaban un Dios de garrotazo y tente tieso, justiciero, ajeno a nuestras vidas) lento a la cólera (ajena) rico en piedad (no en prácticas vacías de sentido, de esas que nos anestesiaban) y se arrepiente de las amenazas(que pululaban por todas partes, incluso en tierra sacra). 

El ayuno que yo quiero es éste: abrid las prisiones injustas, haced saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos; partir el pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne. 

Fue totalmente luminoso, descubrir este pasaje, este mensaje que habíamos obviado ante tanta repetición de los textos sagrados, y que parecía, lo era, dicho directamente para mí! Qué alivio sentí, qué descanso! Ya no tendría que medir el trocito de pan reglamentario, ni pasar hambre con tripa vacía para irme a trabajar o atender a los otros famélicos de amor, y quitarme de la cabeza la sensación de fraude, de pecado casi mortal, como atronaban desde muchos púlnitos, que sentía. 

Me volví luminoso. Había superado todas las Cuaresmas pasadas, tan imperfectas y faltonas, tan trasgresoras. Ya había dejado de lado, terapéuticamente, todos aquellos salmos que hablan de pecado, de olvido de Dios, de amargura, de penedimiento crónico, porque no lograba levantar la cabeza evangélicamente, no veía todo más que oscuro, acusado siempre de estar empecatado desde mi nacimiento hasta mi muerte: un infierno en vida, una condena anunciada y sin posibilidades de remisión, y que las Cuaresmas estricto sensu, y a partir de entonces me dediqué, profilácticamente, a rezar y cantar en voz alta o en mi interior, todos aquellos otros salmos de gloria, de alegría profunda, de resurrección, de acogida del Dios amoroso, de acción de gracias. 

Fue así como descubrí otras Cuaresmas bien diferentes, bien reconfortantes. Entonces nacerá una luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino la justicia, detrás irá la gloria del Señor. Entonces clamarás al Señor y te responderá gritarás y te dirá: Aquí estoy. Profeta lsaías 

Y aquí está. Sin falta. Y ya no digo nunca más: otra Cuaresma, qué gaita, qué rollazo tan aburrido, tan pesado y tan largo..., sino, qué bien, un tiempo propicio más, una etapa que abona mi esperanza, que conforta mis sentimientos, que aviva mi fe!! 

Y de Pasiones, Muerte y Resurrección, ya hablaremos cuando llegue la ocasión, porque ya todo eso lo vivimos habitualmente. Algunos somos unos privilegiados en llevar esa doble vida.

Emili Boïls, CEHCF (Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld)

FUENTE:
BOLETIN DE “NOTICIAS Y COMUNICACIONES”
Nº 232 – 4 de marzo de 2019
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld
http://horeb-foucauld.webs.com





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