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lunes, 4 de marzo de 2019

LO QUE DICEN LAS RELIGIONES

Lo que dicen las religiones, presentamos hoy el trabajo de José Luis Vázquez Borau sobre un tema de gran interés: "El cuerpo y la sexualidad" 


 EL CUERPO Y LA SEXUALIDAD

por José Luis Vázquez Borau



Hoy en día el cuerpo se ha transformado en el lugar donde reside la identidad personal. Avergonzarse del cuerpo es lo mismo que avergonzarse de uno mismo. Las tradiciones religiosas también son portadoras de una información relativa al cuerpo que cruza la línea de la búsqueda de conocimiento y de identidad, y, al mismo tiempo, la sobrepasa. La búsqueda del “yo” individual por medio del cuerpo se puede enriquecer con las aportaciones de las escuelas espirituales nacidas de las religiones.

Cada cultura posee un conjunto sistemático de técnicas relativas al cuerpo y, en el fondo, la unidad de todas ellas depende de la existencia de representaciones culturales interiorizadas por todos los individuos de un mismo grupo en el curso de su educación. Así, cada sociedad esboza, en el interior de su visión del mundo, un saber singular sobre el cuerpo: sus constituyentes, sus usos, sus correspondencias, otorgándole sentido y valor.


Podemos analizar una sociedad a través del cuerpo, pues alrededor de él forman estructuras sociales, mentales, religiosas, de control y de género. 

Los contactos con otras culturas y otras civilizaciones nos permiten descubrir que nuestra visión del cuerpo, nuestra representación intelectual sustentada en el conocimiento anatómico del cuerpo se halla siempre codificada socialmente. Las relaciones de la relación entre el interior y el exterior del cuerpo, la noción de los límites del cuerpo, varían sensiblemente según las sociedades. En el mundo griego, el cuerpo, compuesto de carne, se opone a psyjé (alma), que representa lo imperecedero del hombre. En Epicuro, el cuerpo es la sede de los placeres sensuales y la fuente de todos los bienes. En cambio, en la línea de la interpretación y evolución de la doctrina platónica, el cuerpo llega a ser la designación de lo normalmente malo y de los placeres carnales groseros. La comprensión del cuerpo como sede de las pasiones es específicamente helénica. 

El cuerpo en las religiones africanas 

Los africanos han comprendido el mundo como una doble realidad en donde se
da una integración entre materia y espíritu, entre lo visible y lo invisible, lo humano y lo divino mediante la energía de la fuerza vital, que “mueve y sostiene todo”. Más allá de su apariencia, los animales, las plantas, las piedras, el viento, el agua, el fuego, etc., están todos animados por una energía vital, que les da consistencia e influye sobre su integración en la red existencial. Para este tipo de concepción del universo en el mundo existe una conexión entre todos los vivientes y para el ser negro africano es necesario insertarse en la red existencial. La concepción del cuerpo permite entender la organización del mundo, y el cuerpo es una manera de comunicarse con lo invisible, por lo cual cada parte cuenta con un significado simbólico. La sangre y el soplo son un conducto movilizador de fuerzas físicas y espirituales, la cabeza representa la voluntad y la conciencia, el cabello encarna la fuerza de vida de los individuos. 

Para los africanos el cuerpo es fuente de sensibilidad y emoción, es el lugar desde el cual se percibe el mundo y se vive. Entonces las expresiones corporales cobran un significado simbólico, generan un lenguaje y se trasforman en pautas que permiten la comunicación con lo visible y lo invisible. Es a través de los movimientos coreográficos como liberan y dominan las fuerzas de la naturaleza contenidas en el simbolismo del baile; mediante el ritmo, estas se vuelven creadoras. Dos elementos importantes de la religiosidad africana fuertemente relacionados con el cuerpo son el trance y la posesión, estados inducidos por la injerencia de algunas bebidas, el ritmo de los tambores, el ayuno prolongado, el baile en exceso y los cantos. 

El cuerpo en la tradición judía 

Casi la totalidad de las designaciones bíblicas cuando se refieren al ser humano nos refieren a su cuerpo. Incluso el nombre de Adán, en hebreo significa “tierra”. Así, después del asesinato de Abel a manos de Caín, la Biblia habla de los gritos que suben de la tierra, indicándonos el lazo de unión del ser humano con la tierra y su cuerpo. A lo largo de los capítulos del Génesis, la vida humana y animal se identifica mediante el término basar, que significa “toda carne”. Sirve también como designación de la persona humana, sin oponer, salvo un versículo del capítulo 12 del Eclesiastés, cuerpo a espíritu. Con este término se expresa especialmente la caducidad e impotencia de la criatura (Is 40,6). En general nunca se concibe el cuerpo como fuente de pecado. 

En el judaísmo posterior se mantiene la visión fundamental del A. T., aunque se va abriendo paso a nuevas significaciones. La teología rabínica mantiene todavía su terminología en la línea del A. T., pero también se hace eco de la partición del hombre en alma y cuerpo, que a diferencia del alma, pertenece al mundo terreno, pero mantiene la enseñanza del A. T. de que el cuerpo ha sido creado por Dios y por eso no puede ser causa del pecado. En contraste, el judaísmo helenístico acentúa el dualismo característico de Platón. 

La halacha define y regula las relaciones íntimas de los esposos, ya que ninguna relación sexual está permitida fuera del matrimonio (Gn 2, 24). Es la mujer quien transmite la identidad judía por línea matriarcal y también es a ella a quien incumbe la parte principal de la educación de los hijos, garantizando, también, el valor ritual de la comida servida en su casa. 

El cuerpo en la tradición cristiana 

La palabra clave del cristianismo es encarnación. Dios, a quien se define universalmente como un espíritu puro, se manifiesta mediante su Encarnación. “Y la Palabra se hizo hombre, acampó entre nosotros y contemplamos su gloria: gloria de Hijo único del Padre, lleno de amor y lealtad”(Jn 1, 14). Uno de los gestos más significativos de Jesús, donde se resume toda la enseñanza de su vida, es el que hizo durante la última cena: “Tomad, esto es mi cuerpo” (Mc 14, 22).

En el N. T., sarx, (cuerpo, carne) mantiene las significaciones de basar en el A. T. San Pablo señala la lucha entre la carne y el espíritu, como significando el hombre viejo y el hombre nuevo. El nivel plenamente humano y cristiano de la unión sexual se da en la pareja que auténticamente se ama, y que realizan su entrega mutua en el amor. En otras palabras, para que el sexo esté al servicio de un amor maduro y responsable, se requiere que la entrega sexual esté situada en el interior de la institución matrimonial, en la que se realiza una entrega mutua perpetua y exclusiva, y que además, puesto que el amor es siempre esencialmente creador, no esté cerrada a la tramitación de la vida. 

El cuerpo en la tradición islámica 

Al hablar del cuerpo humano el musulmán dice enseguida que el cuerpo está unido a Dios pues ha salido de las manos del Creador. En el aleya, (versículo), 21, 31 del Corán se dice: “¿No ven los infieles que los cielos y la tierra formaban una masa compacta y que nosotros los hemos separado y que por medio de agua damos la vida a todas las cosas?”. Más adelante, en 22, 5 se afirma: “¡Oh hombres! Si dudáis de la resurrección, considerad que os hemos creado de polvo, y luego de una gota de esperma, que se convirtió en un coágulo de sangre; luego de un pedazo de carne ora formado, ora informe: esto es para demostraros nuestro poder. Dejamos permanecer en las entrañas lo que nos place, hasta un término marcado, y después hacemos salir de ellas tiernos niños” “Ante la acción creadora de Dios, el musulmán se queda admirado y el Corán le exhorta al agradecimiento”. 

Para los musulmanes el cuerpo humano es sexuado. Todos los seres vivientes han sido creados en parejas. Por eso el cuerpo masculino tiene que ser circuncidado. Se trata de un mandamiento ritual que no tiene origen coránico, pero que se ha convertido en una tradición islámica. Constituye un paso adelante en la vida del varón, que así fija su propio sexo. Es una marca de identidad iniciática, que abre la puerta a una entrada plena en el Islam. 

El incircunciso es de hecho igual que un pagano. La operación ritual de la circuncisión, que se practica entre los 3 y los 7 años, viene seguida de una gran fiesta ritual, que se celebra en viernes y es posible hacerla incluso en el tiempo del Ramadán, particularmente en alguna hora de la “noche del destino”, entre los días 26 y 27, fecha en la que comienza el “descenso” del Corán a la mente de Mahoma. 

El cuerpo humano en la tradición hindú 

La India antigua, la de los Vedas (1500-600 a.C.) no hace una distinción entre alma y cuerpo. El cuerpo designaba al individuo o la persona concreta, al ser humano en sociedad, con su forma, sus energías, su capacidad de acción, sus funciones y tareas. 

Al cuerpo se le trata de modo preciso: se le purifica, se refuerza, se le provee de lo necesario para que alcance lo que se espera de él y, en fin, se le hace apto para ejercer sus funciones y desempeñar sus misiones como miembro útil de la sociedad humana. La sexualidad se convierte en un rito, el rito en meditación; la meditación, en yoga; el yoga en alquimia. 

El cuerpo en el budismo 

El budismo adopta una postura compleja y ambigua respecto al cuerpo. Buda en
sus sermones utiliza un vocabulario fuerte y explícito: “Este cuerpo debe ser considerado como una cosa temporal, como una enfermedad, como un absceso, como una putrefacción”. No se trata de despreciar al cuerpo sino de llegar a separarse de él. El budismo se diferencia de muchas otras religiones en un principio fundamental. Sin llegar a descartar por completo la noción de divinidad, no reconoce a un Dios Creador. Esto quiere decir que toda postura adoptada por el budismo con relación al cuerpo y, por extensión, respecto a cualquier criatura viviente, no tendrá por fundamento el respeto debido a la Creación como obra de Dios. 

Quien abraza la vida monástica es quien deja la casa, el quien renuncia al mundo secular y a la vida de familia. La disciplina impone a los monjes y monjas el celibato y la castidad. Y esto de una manera rigurosa, pues quien quebranta la norma es expulsado de la comunidad. 

El cuerpo en el taoísmo 

El taoísmo ha impreso un sello particular a la concepción general del ser humano que es propia de la China tradicional. Entre las muchas triadas que existen en la tradición china, una de ellas se refiere al ser humano, situado entre el cielo (lo trascendente, lo espiritual), y la tierra (lo inmanente, lo material); siendo éste intermediario entre los dos. Si consideramos el taoísmo como una religión, tendríamos que clasificarlo entre las religiones del orden eterno del mundo, que en este caso tiene el nombre de Tao, en contraposición con aquellas que se fundamentan en la revelación histórica y personal de Dios, como el judaísmo, el cristianismo y el islam. Sería entonces una religión que pertenece al mismo grupo que el hinduismo y el budismo. 

Al taoísmo se debe la creación de la alquimia, de la medicina tradicional china, variadas prácticas de adivinación, y un detenido estudio de los signos corporales. En la China tradicional es muy conocida la alta estimación que ha tenido la longevidad. Se encuentra expresada cabalmente en una enseñanza de Confucio acerca del valor de la maduración intelectual en relación con la edad. Hay que aclarar que la idea inicial de la longevidad se halla relacionada con el armónico desarrollo del “alma”, que supone un equilibrio constante entre el cuerpo y lsus diferentes centros energéticos, evitando que uno de estos se desarrolle a expensas de los demás. Esto ha producido también en los medios taoístas unas prácticas respiratorias similares al del yoga hindú, así como unas prácticas de dietética y hasta eróticas, todas las cuales debieron ser importadas de la India. La novelística china presenta a menudo a los tao-sse, los monjes taoístas, como poseedores de filtros, afrodisíacos, además de otros.

FUENTE:
REVISTA HOREB EKUMENE
ISSN 2605 - 3691 - Febrero 2019- Año II - Nº 6
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld






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