Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

jueves, 30 de julio de 2015

En la Iglesia de los pobres



Construyendo con Él la Iglesia de los pobres: su Iglesia universal... 

Un artículo de Alícia Pallás

Pasé suavemente la mano por aquellas piedras. A menudo no nos fijamos ni nos damos cuenta que nuestra ciudad está repleta de muros de piedras centenarias colocadas una sobre otra con una uniformidad y a la vez variedad que calma el espíritu. Levanto la cabeza y veo que cada piedra tiene su función, sigue su trayectoria para después inclinarse en una bóveda y reseguir armoniosamente hacia una columna y volver a alzarse otra vez hacia el techo. Habían colgado sentencias, poesías, que te hacía viajar lejos en el tiempo, haciéndote consciente de ser hija de aquella gente que en otro tiempo habitaba, hija de aquella ciudad.

¡Fíjate en este muro! ¿Ves la pequeñez de sus piedras?- recordé. Era ante la Catedral de Santa María del Mar. Explicaban curiosidades de la ciudad, historia de mujeres, de hombres y de niños que habían dejado huella. La ribera del mar antes estaba al pie de la iglesia, y allí estaba el centro neurálgico y económico que suponían las idas y venidas diarias de barcos. La construcción de una iglesia allí mismo tenía su lógica. 

Aquella iglesia, ejemplo del gótico catalán, tenía una característica que resaltaba sobre el resto: en tan solo una cincuentena de años aquel edificio estuvo acabado. Demasiado poco tiempo para que otros estilos arquitectónicos venidos de otros países se instalasen. Me parecía imposible que en tan pocos años aquel edificio fuese erigido. Con personas, sí. Toda la ciudad se volcó y cada uno, a su manera, aportó su piedra. Esta era la razón de su medida; suficientemente pequeña para que unas manos la pudiesen transportar. Todo el mundo, personas como tú y como yo que poco saben sobre construir, pero a quien la voluntad no les faltaba. Personas sencillas con un solo objetivo: ayudar a hacer una iglesia. Podemos imaginar pues, que las piedras no debían ser exactas. Cada una tenía sus irregularidades y puestas una junto a otra no encajaban como un rompecabezas. Hizo falta mucho mortero para rellenar las grietas que se formaban y dar al final la sensación de un muro imperfecto dotado de una bella multiformidad. 

Nosotros, como cristianos, somos la piedra que construye el edificio del Cristo. Piedras irregulares, imperfectas, piedras al fin y al cabo. Piedras vivas que quieren hablar y alabar a Dios por su bondad. Piedras que quieren hacer de éste -en donde aún la vida de muchas personas está infravalorada- un mundo mejor. Nosotros, como la basílica, estamos cubiertos por el Espíritu de Dios que llena nuestras deficiencias y nuestros corazones. 

Pongamos nuestra esperanza en Él porque sólo Él nos guía, sólo Él nos hace instrumentos para hacer su voluntad en este mundo, sólo Él pone el amor que debemos a nuestros hermanos. 

¿No habéis leído aquello que dice la Escritura: La piedra rechazada por los constructores, ahora es la piedra principal. Es el Señor quien lo ha hecho, y nuestros ojos se maravillan? Marcos 12, 10-11 





Alícia Pallàs
De la Comunidad CEC-Masvidal













miércoles, 29 de julio de 2015

Exposición sobre san Juan Pablo II y el pueblo judío

Histórico encuentro entre el papa Juan Pablo II y el rabino de Roma

Describe el camino realizado por el papa santo para mejorar la relación entre la Iglesia católica y el pueblo judío. El recorrido concluye en una reproducción del muro de Jerusalén donde es posible depositar una oración


Vaticano: 
Exposición sobre Juan Pablo II y el pueblo judío

La exposición internacional “Una bendición recíproca – El papa Juan Pablo II y el pueblo Judío” ha sido inaugurada este martes en el Vaticano, después de haber realizado una gira en Estados Unidos, en ciudades como Los Ángeles, Chicago y Filadelfia, en donde fue vista por más de un millón de visitantes.

Ubicada en el "Brazo de Carlomagno" que da hacia la plaza de San Pedro, recuerda diez años después de la muerte del papa santo Juan Pablo II, la relación entre la Iglesia católica y el pueblo Judío.

La exposición a cargo de James Buchanan y William Madges presenta la idea del diálogo interreligioso como una fuente de progreso para la humanidad, a través de un sistema multimedia que conduce al visitador hasta el Muro Occidental de Jerusalén. Video, paneles, fotografías, efectos acústicos recuerdan el recorrido realizado por papa polaco para mejorar las relaciones con nuestros “hermanos mayores”, como definió al pueblo judío. Juan Pablo II además fue el primer papa que entró en una sinagoga en donde encontró el 13 de abril de 1986 al rabino Elio Toaff.

“Una bendición recíproca” recuerda además el documento conciliar Nostra Aetate, que abrió al diálogo con las otras religiones no cristianas. La exposición se puede visitar gratuitamente y estará abierta al público hasta el 17 de septiembre y tiene cuatro secciones.

La primera se refiere a los años juveniles de Karol Wojtyla en su ciudad natal, la amistad con el joven judío Jerzy Kluger la cual duró durante toda su vida y las relaciones entre católicos y judíos en la Polonia de la década entre 1920 y1930.

La segunda parte se centra en los años universitarios y laborales del Papa en Cracovia, durante la Segunda Guerra Mundial, cuando sus amigos sufren la persecución nazi y el terror de la shoah.

La tercera sección profundiza la vida del sacerdote Wojtyla, la persecución del régimen comunista, su nombramiento a obispo y finalmente su elección a pontífice. También recuerda el Concilio Vaticano, que con la declaración Nostra Aetate da un nuevo impulso a la relación entre judíos y cristianos, y la particular atención que cardenal arzobispo de Cracovia tuvo en su diócesis hacia a la comunidad judía.

La cuarta y última parte se refiere al papa Wojtyla, su visita a la sinagoga romana en 1988; el viaje a Israel en el año 2000, cuando dejó en el Muro Occidental de Jerusalén una oración pidiendo el perdón por las persecuciones que habían sufrido los judíos y para reafirmar el recorrido fraternal de los católicos junto al Pueblo de la Alianza.

Llegados aquí, los visitantes están invitados a escribir una oración que se introduce en una reproducción del Muro, como hizo Juan Pablo II. Las mismas sin ser leídas se depositarán en el Muro Occidental de Jerusalén.

FUENTE:
ZENIT.org




martes, 28 de julio de 2015

LA GLOBALIZACIÓN DE LA INDIFERENCIA

La globalización de la indiferencia


Un artículo de Ana Bou


Seguro que bien orgullosos nos sentimos por todos los avances que se van produciendo a nivel tecnológico cada día o casi cada minuto. Lo último como sabéis, es un reloj de pulsera que menos la hora, creo que te informa de todo… al final viviremos en un mundo donde las personas pasaran a segundo término y serán los robot los que controlen todo, ¡como no hay que pagarles! Y el ser humano se morirá de asco en un rincón, a eso estamos avocados aunque no nos lo creamos…

Estoy segura que todo el mundo se ha enterado del famoso reloj, los medios de comunicación y todo tipo de prensa se han encargado de que así sea, lo hemos visto como lo más natural, pero ¿no percibís que hoy es más noticia y vende más un reloj de Apple que un anciano que muere en la calle de frío o hambre? Desgraciadamente esto ya no se considera noticia, nos hemos acostumbrado a ello y pasamos indiferentes. Como veis, estamos en la globalización de la indiferencia, algo denunciado por activa y por pasiva por el papa Francisco, pero ¿a mí qué? Como no me toca de cerca, qué más da… pues así nos va en la vida amigos y ahí es donde vamos caminando o nos van llevando, que es peor. Porque muchas veces ni siquiera nos da tiempo a pensar, simplemente nos arrastran. ¿Qué es lo que nos está pasando?

Vivimos llenos de cosas, pero vacíos por dentro y seguimos tan felices y contentos… ¡¡¡ despertemos de una vez!!!

Ana Bou


lunes, 27 de julio de 2015

Boletín Informativo CEC-Masvidal. Julio 2015

COMUNIDAD ECUMÉNICA CRISTIANA JAUME MASVIDAL
BOLETÍN JULIO 2015

¡Bienvenidos hermanas y hermanos en Cristo!

El pasado día 6 de julio nuestro misionero aterrizó en el aeropuerto de Viru-Viru de la ciudad boliviana de Santa Cruz, en el curso de un viaje largo pero sin contratiempos. El paso del caluroso verano europeo al suave invierno pre-tropical favoreció una reentrada agradable.

Los primeros días de estancia se centraron en temas de intendencia sobre la consecución de un alojamiento pertinente y otras gestiones administrativas necesarias. En este sentido, agradecemos a los hermanos de "El Far, Server Social Protestant" la acogida en el "Hogar el Faro" durante los primeros días.



Las primeras tomas de contacto con la comunidad "Nueva Creación", iglesia en la cual nuestro misionero se congrega y en donde desarrollará la tarea pastoral, fueron con la Hna. Ana, pastora local, la Hna. Sonia, presidenta de la comunidad, y la Hna, Mª Luisa, directora de la escuela Walter Henry.

El recibimiento fue acogedor y muy abierto a la colaboración en las diferentes áreas tanto de la iglesia como del centro educativo. 

La iglesia se halla en situación de semiabandono, tanto en lo referido a sus instalaciones como en la vida espiritual dentro de ella. La primera tarea que han solicitado ha sido la de recuperar el aspecto material, por lo que se procedió a lijar y pintar todo el mobiliario de madera así como a restaurar otros elementos tales como puertas, ventanas, cristales, rejas.

La comunidad local ha podido observar que desde la CEC-Masvidal se apuesta por un espíritu de servicio que no sólo pasa por el trabajo intelectual y verbal sino por ponerse la camiseta y trabajar con las manos. Ahora que ya tenemos templo, debemos llenarlo, pero no de personas (eso no es tarea humana ni un negocio que busca volumen de clientes ¿verdad?) sino que debemos llenarlo del Espíritu Santo. 

Y para llenarlo del Espíritu Santo sólo es necesario utilizarlo: reuniones de adoración, de catequesis, de ensayos, de atención social... aunque seamos pocos. Si somos luz en el mundo brillaremos desde el interior del Barrio de La Cuchilla y el Amo ya hará lo que crea conveniente.

Entre las primeras iniciativas, se ha programado a partir de la primera semana de agosto, todos los viernes al atardecer, un tiempo dedicado a la oración íntima y comunitaria, con salmos, textos evangélicos, tiempos de silencio, vela e incienso, música, reflexiones, diálogo secreto con Él...

Desde el mismo espíritu de propuesta, ya se han iniciado encuentros de jóvenes para hacer actividades semanales, con la voluntad de disfrutar de una juventud cristianamente impregnada en una sociedad difícil. 

Así mismo, desde la dirección de la escuela Walter Henry, se nos ha pedido a la CEC-Masvidal que colaboremos con tareas formativas de soporte al alumnado. Esperamos informaros de los compromisos específicos en el próximo boletín.

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También se ha realizado la presentación de la llegada de nuestro misionero a la iglesia Alfa y Omega. Se concretó con una entrevista muy afable con su presidente el Hno. Félix, ya que la necesidad de un centro de atención a la tercera edad -uno de los proyectos de estudio de la CEC-Masvidal en esta expedición misional- nacía de dentro de esta comunidad a petición de la Hna. Gladys. La formulación general de la propuesta del centro de día para ancianos ha sido recibida con entusiasmo en una segunda reunión con la junta de la comunidad, mostrando aprobación en las directrices y en los planteamientos de funcionamiento. Se está valorando la necesidad de asegurar la viabilidad de esta idea haciendo la propuesta extensible a todo el circuito metodista de Santa Cruz, que comprende las iglesias Nueva Creación, Alfa y Omega, y Nueva Vida, para tener la fuerza suficiente para implicar a la iglesia nacional (IEMB) en la consecución de recursos.

SALUDO DE LA PRESIDENTA:

Desde la presidencia de la CEC-Masvidal os quería dar la bienvenida aprovechando la publicación del primer boletín que la comunidad edita.

En este boletín os ofrecemos los primeros pasos que el misionero de la comunidad ecuménica cristiana, Enric Ainsa, está realizando en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). Una ciudad que conoce de cerca ya que viene de realizar una tarea, tanto de gestión económica y de recursos humanos del 'Hogar El Faro', como de testimonio de la fe en su estancia anterior, y que tuvo como resultado el establecimiento de relaciones institucionales con la iglesia 'Alfa y Omega' así como la creación de un acuerdo escolar con la escuela 'CEA CIFA', para que las chicas acogidas en 'El Faro' pudiesen disfrutar de un proyecto educativo sistematizado, así como de un reconocimiento administrativo de su formación.

Ahora, desde la CEC-Masvidal, se inicia (y todos/as nosotros, de retrueque) un nuevo proyecto dirigido a aquellas personas que también están en una situación de vulnerabilidad social: los mayores. Una sociedad que cuida de su gente mayor es una sociedad que valora el legado cultural que la define. Es en este sentido que os quería hacer llegar a todos/as la importancia humana, el primer lugar, de este proyecto con el que se inicia la CEC-Masvidal y que, como presidenta de ella, quiero presentar: por un lado, la PREocupación por los otros, que tiene como finalidad cambiar el mundo actuando localmente; y por otro, la vertiente de vivir la fe de forma totalmente integradora y ecuménica, como es la que defienda la CEC-Masvidal.

No quisiera acabar sin agradecer a toda la gente que en Santa Cruz de la Sierra trabaja de forma altruista y garantiza que este proyecto se llevará a cabo, así como a todas aquellas personas que, con sus donativos, nos ayudará a disponer de herramientas inertes para crear un proyecto totalmente vivo.

Un abrazo a todos/as,



Yolanda Fernàndez
Presidenta de la CEC-Masvidal








MAS INFORMACIÓN:



jueves, 23 de julio de 2015

EL PERDÓN



Los grados del perdón.

A los que nos ofenden los perdonamos con dificultad. O, si perdonamos, no olvidamos. (Y el perdón sin olvido es como si no existiera; casa sin perro, boca sin dientes)

Nos perdonamos incluso más difícilmente a nosotros mismos.

(Y este continuo recordar envenena. Para conseguir la serenidad interior, tenemos que poder perdonarnos, a través del arrepentimiento y más allá del arrepentimiento)

Lo que más difícil nos resulta es perdonar a los que hemos ofendido. (Quien consigue perdonar a aquel a quién ha faltado, logra algo verdaderamente difícil, en realidad bate un récord).

El hecho de no perdonarse a sí mismo tiene un carácter más grave de lo que podría parecer: significa una desconfianza en la bondad de Dios, la prueba de nuestra maldad testaruda y contable. Es también el caso de Judas, que no creyó ni en el poder de Cristo (que puede perdonarlo) ni en su bondad (que quiere perdonarlo).

Cuando los franceses dicen Dieu a créé l’homme à son image qui le lui a bien rendu [“Dios creó el hombre a su imagen y este le ha pagado con la misma moneda”], seguramente han tenido en consideración este rasgo de la criatura, característico de Judas. A aquel que nos ha creado a su imagen y semejanza le pagamos con la misma moneda, imaginándonoslo según nuestra imagen y semejanza: somos tan malos y rencorosos que no podemos creer que Dios pueda perdonarlo absolutamente todo. ¡No! Por muy omnipotente que sea en el Terreno físico –admitimos los milagros materiales más fantásticos-, no podemos concebir un poder capaz de realizar este hecho tan inimaginable: perdonar.

Por otro lado, al igual que el señor Perrichón [“El viaje del señor Perrichón” (1859), drama cómico de Eugéne Labiche](que tienen manía a aquel que lo ha sacado del barranco, mientras que adora a aquel que pretende haberlo hecho), queremos muy pocos a los que nos han librado de la inmundicia y la desgracia; sin embargo, queremos con pasión a quienes hemos tenido la ocasión de ayudar, demostrándoles nuestro poder y magnanimidad.

Nicolae Steinhardt
"El diario de la felicidad"
(página 186-187. Ediciones Sigueme. Salamanca 2007)



Nicolae Steinhardt nació el 29 de Julio de 1912 en Bucarest en el seno de una familia judía. Su padre Oscar Steinhardt, de profesión ingeniero, había estudiado en la Politécnica de Zúrich, donde había tenido como compañero a Albert Einstein. Por línea materna, Steinhardt era pariente de Sigmund Freud. De profesión abogado y de vocación escritor, Steinhardt responderá a los dos totalitarismos del siglo XX, mediante la restauración de los principios del liberalismo clásico.

En 1960, durante la segunda ola de represión de los años 1958-1960, es condenado en un juicio trampa por las autoridades comunistas a doce años de cárcel, por haber participado en unos cenáculos literarios en los que varios escritores leían sus propias obras o comentaban los libros publicados en Occidente de Cioran, Ionescu y Eliade. Su detención es la consecuencia de la política de represión y arbitrariedad de un régimen totalitario cuya ideología conducía a la deshumanización del individuo.

La cárcel fue para Steinhardt una experiencia que iba a cambiar para siempre el curso de su vida. La cárcel fue el umbral de su conversión: allí Steinhardt, un joven judío agnóstico que se percibe a sí mismo como viejo y fracasado, se convierte al cristianismo y sale de esta experiencia regenerado, sereno, feliz y transfigurado por la fe.

A pesar de la tortura, el hambre y el aislamiento, la cárcel se convierte para Steinhardt en el lugar de máxima felicidad. Hace posible la metanoia, el renacer a una nueva personalidad. Su diario deja constancia de este sufrimiento transfigurado en felicidad que años más tarde en 1980 culminará en la experiencia del hesicasmo ortodoxo.

Liberado gracias a la amnistía general de 1964, Steinhardt será hasta el final de su vida un opositor inconformista e incómodo para el régimen. Después de tomar el hábito en 1980, Steinhardt vivió en el monasterio de Rohía. Murió el 30 de marzo de 1989, pocos meses antes de la caída del muro de Berlín y de la revolución en Rumanía. El diario y el comportamiento lleno de dignidad y nobleza de este monje ortodoxo se ganaron los elogios del Papa Juan Pablo II.


miércoles, 22 de julio de 2015

Acercamiento ecuménico

Avanza el diálogo sobre carismas entre católicos y pentecostales 



Con el título “Los carismas en la Iglesia: significado espiritual, discernimiento e implicaciones pastorales”  de la V sesión de la sexta fase del diálogo internacional católico-pentecostal que ha concluido el pasado viernes en Roma, tras el inicio del trabajo que fue el día 10 de julio.

Tal y como ha informado el Pontificio Consejo para la promoción de la Unidad de los Cristianos, han participado católicos nombrados por el dicasterio vaticano y algunas Iglesias y líderes pentecostales clásicos. El co-presidente católico del diálogo es el obispo estadounidense Michael F. Burbidge, de Raleigh; y el pentecostal también estadounidense, reverendo Cecil M. Robeck (Asambleas de Dios).

La sesión de este año se ha dedicado a la redacción de la relación conclusiva, fruto de cinco años de diálogo, cuya publicación está prevista para el 2016. Los temas debatidos fueron: 
  • Carismas – nuestro terreno común
  • Discernimiento
  • Sanación
  • Profecía
DIÁLOGO ESTABLE DESDE 1972

El objetivo de este diálogo, iniciado en 1972, es el de promover el respeto y la comprensión recíproca en las cuestiones de fe y de práctica. Las conversaciones han sido llevada adelante con un intercambio sincero y el debate franco sobre las posiciones y las prácticas de las dos tradiciones, intercaladas por los servicios de oración cotidianos guiados por turnos entre los católicos y los pentecostales.

Durante las sesiones de trabajo que se han celebrado en Roma, el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo, se reunió después con el grupo para participar en el diálogo, recoger puntos de vista y responder a preguntas. Los participantes, además, han tenido un encuentro informal con el obispo secretario del dicasterio, monseñor Brian Farrell, quien ha confirmado en una entrevista en Radio Vaticana que “ha sido un diálogo muy interesante, franco y también fructífero”.

Ciertamente -ha añadido el prelado- los progresos en el diálogo católico-pentecostal son mérito también del papa Francisco, quien “lleva una novedad que es su modo de vivir el cristianismo como experiencia y no solo como doctrina”. Esto, los pentecostales “lo entienden muy bien y sienten una cercanía particular”.

Por su parte, el obispo Burbidge ha declarado que “ha sido un privilegio servir como co-presidente en esta fase del diálogo internacional católico-pentecostal, y un verdadero honor trabajar con colegas tan comprometidos en ambos grupos, mientras hemos dedicado nuestra atención a los carismas en la Iglesia y a su significado espiritual”.

A través de las intervenciones eruditas que se han hecho, el debate sincero y respetuoso durante todo el diálogo y el tiempo de oración común, hemos alcanzado una comprensión más profunda de los ámbitos de entendimiento en lo que se refiere a los carismas, la sanación, las profecías y el discernimiento, como también los puntos de divergencia”, ha añadido. Asimismo, ha indicado que “hemos individuado juntos los desafíos y oportunidades pastorales mientras continuamos invitando a los otros a encomendarse a los dones del Espíritu, que siempre trabaja en nosotros”.

De este modo, el pastor Robeck ha observado que “la actual fase de diálogo ha revelado que la enseñanza de los pentecostales y de los católicos sobre los carismas, los dones del Espíritu Santo, coinciden sobre muchos puntos. Ambas tradiciones reconocen que cada creyente ha recibido uno o más dones del Espíritu Santo, que deben ser utilizados para construir la Iglesia y servir al mundo. Tales dones han estado presente en la Iglesia desde los tiempos del Nuevo Testamento”.

Considerando los problemas que plantea la sociedad en la cultura actual, ha concluido Robeck, “reconocemos que debemos afrontar desafíos comunes en los que nuestra gente debe encomendarse a la ayuda del Espíritu Santo para ejercer tales carismas de forma ponderada y creativa mientras trata de difundir el mensaje de amor y de perdón que Jesucristo ha traído al mundo”.

CRECIMIENTO DEL CATOLICISMO CARISMÁTICO

Dentro del catolicismo, uno de los sectores más pujantes en los últimos años es el de la renovación carismática católica. El pasado 2 de julio se celebró en la Plaza de San Pedro en el Vaticano una reunión del movimiento, convocando a unos 30.000 fieles. A ellos se unieron dos líderes de alabanza relevantes del ámbito evangélico pentecostal, Don Moen y Darlene Zschech.


FUENTE:
prensacristiana.org


sábado, 18 de julio de 2015

Documento importante: Declaración sobre la unidad

Declaración sobre la unidad 

El don y la llamada de Dios a la unidad: nuestro compromiso 

1.“Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). La Creación es un don del Dios vivo. Celebramos la vida y la diversidad de la Creación, y damos gracias porque es buena. Es la voluntad de Dios que la Creación entera, reconciliada en el amor de Cristo a través del poder transformador del Espíritu Santo, cohabite en la paz y en la unidad (Efesios 1)

Nuestra experiencia 

2. Hoy, toda la Creación, el mundo y sus pueblos viven la dicotomía entre las más grandes esperanzas y la desesperación más absoluta. Damos gracias por la diversidad de las culturas humanas, por la maravilla del conocimiento y el aprendizaje, por el entusiasmo y el dinamismo de mucha gente joven, por las comunidades que se reconstruyen y los enemigos que se reconcilian, por aquellos que se curan y aquellos que encuentran alimento. Es motivo de regocijo para nosotros que pueblos de diferentes creencias trabajen juntos por la justicia y por la paz. Estos son signos de esperanza y nuevos comienzos. No obstante, lamentamos que haya también lugares en los que los hijos de Dios siguen sufriendo. La injusticia social y económica, la pobreza y el hambre, la codicia y la guerra; todas ellas han hecho estragos en nuestro mundo. También están la violencia y el terrorismo, y la amenaza de la guerra nuclear y de todas las guerras. Muchos son los que viven con el VIH y el SIDA o padecen otras enfermedades, y muchos son también los que se ven desplazados y desposeídos de sus tierras. Muchas mujeres y niños son víctimas de la violencia, la desigualdad y la trata de personas; al igual que algunos hombres. Hay personas que viven marginadas y excluidas. Todos estamos en peligro de desconectarnos de la tierra y distanciarnos de nuestras culturas. Hemos utilizado la Creación indebidamente y nos enfrentamos a amenazas al equilibrio de la vida, a una crisis ecológica cada vez más profunda, y a los efectos del cambio climático. Todos ellos son signos de relaciones disfuncionales con Dios, con los demás y con la Creación, y confesamos que son una afrenta para el don de la vida de Dios. 

3. Dentro de las iglesias, experimentamos la misma dicotomía entre celebración y duelo. Hay señales de vida palpitante y energía creativa en el crecimiento de las comunidades cristianas en el mundo, con una rica diversidad. Hay un sentimiento cada vez más profundo entre algunas iglesias de que nos necesitamos los unos a los otros y de que Cristo nos llama a la unidad. En los lugares en los que las iglesias experimentan angustia y miedo constante de persecución, la solidaridad entre los cristianos de diferentes tradiciones al servicio de la justicia y la paz es un signo de la gracia de Dios. El movimiento ecuménico ha alentado nuevas relaciones, creando así un terreno de cultivo en el que puede crecer la unidad. Hay lugares en los que los cristianos trabajan y dan testimonio juntos en sus comunidades locales, y en los que se establecen nuevos convenios regionales que crean alianzas y un sentido de comunidad más fuerte, así como uniones de iglesias. Reconocemos cada vez más que estamos llamados a compartir con personas de otras religiones y aprender de ellas, a realizar junto a ellas esfuerzos comunes por la justicia y la paz y por preservar la integridad de la hermosa, bien que doliente, creación de Dios. Estas relaciones que se profundizan nos plantean nuevos retos y amplían nuestras perspectivas. 

4. Lamentamos que también haya experiencias dolorosas de situaciones en las que la diversidad se ha convertido en división, y no siempre hemos reconocido el rostro de Cristo en nuestro prójimo. No logramos reunirnos todos en torno a una misma mesa en la comunión eucarística. Las cuestiones que nos dividen permanecen. Surgen nuevos y profundos desafíos que crean nuevas divisiones en las iglesias y entre ellas. Estas divisiones se deben abordar en la comunidad de iglesias a través del discernimiento por consenso. Nos refugiamos con mucha facilidad en nuestras propias tradiciones y comunidades, rechazando el desafío enriquecedor que representan los dones que otros nos ofrecen. A veces, parece que adoptamos la nueva vida creativa de la fe y aun así no aceptamos la pasión por la unidad o el anhelo de la vida en comunidad con los demás. Esto nos hace más proclives a tolerar la injusticia, o incluso los conflictos entre las iglesias y en el seno de las mismas. No conseguimos avanzar porque algunos están desilusionados y cansados del camino ecuménico. 

5. No siempre honramos al Dios que es la fuente de nuestra vida. Cuando abusamos del don de la vida con nuestras prácticas de exclusión y marginación, de explotación de la Creación, o nuestra falta de voluntad para luchar por la justicia, para vivir en paz o para buscar la unidad, estamos rechazando los dones que Dios nos ha ofrecido. 

Nuestra visión común de las Escrituras 

6. Leer las Escrituras juntos, bajo la guía del Espíritu, nos abre los ojos al lugar que tiene la comunidad del pueblo de Dios dentro de la Creación. Hombres y mujeres han sido creados a imagen y semejanza de Dios, y han recibido la responsabilidad de ser guardianes de la vida (Génesis 1:27-28). El pacto con Israel marca un momento decisivo en el desarrollo del plan divino de salvación. Los profetas llaman a este pueblo participante del pacto a trabajar por la justicia y la paz, a asistir a los pobres, los desplazados y los marginados, a ser la luz de las naciones (Miqueas 6:8; Isaías 49:6)

7. Dios envió a Jesucristo, la Palabra hecha carne (Juan 1). A través de su ministerio y de su muerte en la cruz, Jesús quebró las barreras de separación y hostilidad, estableció un nuevo pacto, y encarnó la unidad y la reconciliación verdaderas (Efesios 1:9-10 y 2:14 - 16). Anunció la llegada del Reino de Dios, tuvo compasión por las multitudes, sanó a los enfermos y trajo la buena nueva a los pobres (Mateo 9:35-36; Lucas 4:14-24). Tendió su mano a los despreciados, los pecadores, los extranjeros, ofreciendo aceptación y redención. Con su vida, su muerte y su resurrección, y por el poder del Espíritu Santo, Jesús reveló la comunión de la vida del Dios trino, y abrió para todos un nuevo camino para vivir en comunión con los demás en el amor de Dios (1 Juan 1:1-3). Jesús oró por la unidad de sus discípulos por el bien del mundo (Juan 17:20-24). Encomendó este mensaje y su ministerio de unidad y reconciliación a sus discípulos y, a través de ellos, a la Iglesia, que está llamada a continuar su misión (2 Corintios 5:18-20). Desde el principio, los creyentes vivían en comunidad y se dedicaban a las enseñanzas y el intercambio apostólico, compartiendo el pan y la oración, asistiendo a los pobres, proclamando la buena nueva, y aun así se veían confrontados a divisiones y facciones (Hechos 2:42; Hechos 15)

8. La Iglesia, como Cuerpo de Cristo, encarna el amor que une, reconcilia y se sacrifica en la cruz. En el centro de la vida de comunión del propio Dios siempre habrá una cruz y una resurrección. Es una realidad que se nos revela a nosotros y por nosotros. Oramos y anhelamos ardientemente que Dios renueve la Creación entera (Romanos 8:19-21). Dios siempre está un paso por delante de nosotros en nuestro peregrinaje, siempre nos sorprende, nos llama al arrepentimiento y transciende nuestras faltas, ofreciéndonos el don de la nueva vida. 

La llamada de Dios a la unidad hoy 

9. En nuestra peregrinación ecuménica, hemos llegado a comprender más sobre la llamada de Dios a la Iglesia para servir a la unidad de toda la Creación. La iglesia está llamada a ser la antesala de la nueva Creación; un signo profético ante el mundo entero de la vida que Dios nos reserva a todos, y el instrumento para anunciar la buena nueva del Reino de Dios de justicia, paz y amor. 

10. Como antesala de esta nueva Creación, Dios hace a la Iglesia partícipe de sus dones misericordiosos: la Palabra, que se manifiesta en las Sagradas Escrituras y a la que estamos llamados a responder desde la fe en el poder del Espíritu Santo; el bautismo, por el que nos convertimos en una nueva creación en Cristo; la eucaristía, la expresión más completa de la comunión con Dios y con el prójimo, que crea un sentimiento de comunidad y que nos envía a realizar la misión; el ministerio apostólico, que alimenta los dones de todos los fieles para llevar a cabo la misión de la Iglesia. Las reuniones conciliares también son dones al servicio de la comunidad, guiadas por el Espíritu Santo, para discernir la voluntad de Dios, aprender unos de otros y vivir en el sacrificio, sirviendo las necesidades del prójimo y del mundo. La unidad de la Iglesia no es uniforme; la diversidad también es un don creativo y dador de vida. No obstante, la diversidad no puede ser tan grande como para que los que siguen a Cristo se conviertan en extranjeros y enemigos los unos para los otros, en detrimento de la realidad unitaria de vida en Cristo.(1

11. En tanto que signo profético, la vocación de la Iglesia es poner de relieve la vida que Dios desea para toda la Creación. Mientras duren nuestras divisiones y hostilidades eclesiásticas, seremos una manifestación muy poco creíble. Las divisiones y la marginación por motivos de etnia, género, estatus, poder, casta y otras formas de discriminación, también mancillan el testimonio de unidad de la Iglesia. Para ser un signo creíble de nuestra vida en comunidad, tenemos que reflejar las cualidades de paciencia, humildad, generosidad, escucha atenta de los demás, responsabilidad mutua, inclusión y voluntad de permanecer unidos en lugar de decir “no te necesito” (1 Corintios 12:21). Estamos llamados a ser una comunidad que lleva en su corazón la justicia, que vive en paz, y que no se acomoda en la facilidad de una paz que silencia las protestas y el dolor, sino que lucha por la paz verdadera que va de la mano de la justicia. Solo al verse reconciliados y renovados los cristianos por el Espíritu de Dios podrá la Iglesia dar un testimonio verdadero de la posibilidad de vida en la reconciliación para todos los pueblos, para toda la Creación. La Iglesia es signo creíble y misterio de la gracia de Dios especialmente en la debilidad y en la pobreza, sufriendo como Cristo sufre. (2

12. Como instrumento, la Iglesia está llamada a hacer sentir la presencia del plan divino de amor y de afirmación de la vida de Dios para el mundo, revelado en Jesucristo. Por naturaleza, la Iglesia es misionera y está llamada y enviada para dar testimonio del don de la comunión que Dios ofrece a toda la humanidad y a toda la Creación en el Reino de Dios. A través de su labor de misión holística (evangelización y diaconía realizada a la manera de Cristo) la Iglesia es instrumental para ofrecer la vida de Dios al mundo.(3) Por el poder del Espíritu Santo, la Iglesia está llamada a proclamar la buena nueva de manera que inspire una respuesta en los diferentes contextos, idiomas y culturas, para trabajar por la justicia y la paz de Dios. Los cristianos están llamados a hacer causa común con las personas de otras fes o las que no profesan fe alguna para el bienestar de todos los pueblos y de la Creación. 

13. La unidad de la Iglesia, la unidad de la comunidad humana y la unidad de toda la Creación están vinculadas entre sí. Cristo, que nos hace uno, nos llama a vivir en justicia y paz y nos impulsa a trabajar juntos por la justicia y por la paz en el mundo de Dios. El plan de Dios, que se nos dio a conocer en Cristo, es que en el tiempo señalado reuniera todas las cosas en Cristo, “tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra” (Efesios 1:9-10)

Nuestro compromiso 

14. Afirmamos el lugar de la Iglesia en el designio de Dios y nos arrepentimos de las divisiones existentes entre nuestras iglesias y en el seno de las mismas, confesando con dolor que nuestra división afecta a nuestro testimonio de la buena nueva de Jesucristo y se vuelve un testimonio menos creíble de la unidad que Dios desea para todos. Confesamos que hemos cometido errores a la hora de hacer justicia, trabajar por la paz y cuidar de la Creación. A pesar de nuestros errores, Dios es fiel y compasivo, y sigue llamándonos a la unidad. Con nuestra fe en el poder creador y recreador de Dios, esperamos que la Iglesia sea la antesala, el signo creíble y el instrumento eficaz de la nueva vida que Dios le ofrece al mundo. En Dios, que nos lleva hacia la vida en toda su plenitud, la alegría, la esperanza y la pasión por la unidad se ven renovadas. Por lo tanto, nos impulsamos unos a otros a permanecer comprometidos con el objetivo principal de la comunidad de iglesias del Consejo Mundial de Iglesias: 
  • “alentarnos los unos a los otros en el camino hacia la unidad visible en una sola comunidad de fe, en una sola comunidad eucarística expresada en el culto y la vida en común en Cristo, a través del testimonio y el servicio al mundo, y a avanzar hacia esa unidad para que el mundo crea.” (4)
  • Afirmamos el carácter único de nuestra comunidad y nuestra convicción de buscar la unidad visible de la Iglesia juntos, agradecidos por nuestra diversidad y conscientes de la necesidad de crecer en comunión. 
15. Fieles a este llamamiento común, buscaremos juntos la plena unidad visible de la Iglesia una, santa, católica y apostólica cuando expresemos nuestra unidad sentándonos juntos a la Mesa del Señor. Esta búsqueda de la unidad de la Iglesia nos abrirá a recibir los dones de nuestras respectivas tradiciones y a ofrecernos nuestros dones los unos a los otros. Aprenderemos a conmemorar juntos a los mártires que dieron testimonio de nuestra fe común. Continuaremos las discusiones teológicas, prestando atención a las nuevas voces y a los diferentes métodos y perspectivas. Trataremos de hacer realidad las consecuencias de nuestros acuerdos teológicos. Intensificaremos nuestro trabajo por la justicia, la paz y la sanación de la Creación, y abordaremos juntos los complejos desafíos de la realidad económica, social y moral actual. Trabajaremos para establecer métodos más justos, participativos e inclusivos de convivencia. Uniremos nuestras fuerzas con las de otras comunidades de fe por el bienestar de la humanidad y de la Creación. Asumiremos la responsabilidad mutua de cumplir con nuestros compromisos. Ante todo, oraremos sin cesar por la unidad por la que Jesús oró (Juan 17): una unidad de fe, amor y compasión que Jesucristo trajo a través de su ministerio; una unidad semejante a la unidad que Cristo comparte con el Padre; una unidad que se basa en la comunión de la vida y el amor del Dios trino. De esta manera, recibimos el mandato de la vocación de la Iglesia de unidad en la misión y en el servicio. 

16. Volvemos la vista a Dios, la fuente de la vida, y oramos: 

Dios de vida, 
condúcenos a la justicia y la paz,
para que los que sufren encuentren esperanza,
los heridos obtengan sanación,
y las iglesias divididas alcancen una unidad visible, 
por el que ora por nosotros 
y en el que somos un solo Cuerpo, 
tu Hijo, Jesucristo, 
que junto a ti y al Espíritu Santo 
es digno de alabanzas; un solo Dios, 
ahora y siempre. 
Amén. 


1 Oramos por que, al responder al documento de Fe y Constitución La iglesia: hacia una visión común, nuestras iglesias adquieran un entendimiento más profundo de la unidad visible que Dios nos llama a vivir en y para el mundo.

2 Expresamos nuestro agradecimiento por los muchos programas del CMI que han contribuido a que comprendamos lo que significa ser una comunidad de fe en la que las divisiones de etnia, raza, género, poder y clase social se confronten y se superen. 

3 Expresamos nuestro agradecimiento por todo lo que hemos aprendido sobre la paz justa a la manera de Dios durante el Decenio para Superar la Violencia, tal como queda reflejado en el "Llamamiento Ecuménico a la Paz Justa" de la Convocatoria Ecuménica Internacional por la Paz que se celebró en Jamaica, y por todo lo que hemos aprendido sobre la misión a la manera de Dios gracias al documento elaborado por la Comisión de Misión Mundial y Evangelización Juntos por la vida: misión y evangelización en contextos cambiantes

4 Constitución y Reglamento del Consejo Mundial de Iglesias, modificado por la novena Asamblea en Porto Alegre (Brasil) en 2006; III: objetivo y funciones Recordamos las palabras de la primera Asamblea del CMI en 1948: “Aquí en Ámsterdam....hemos pactado unos con otros al constituir este Consejo Mundial de Iglesias. Estamos firmemente decididos a permanecer juntos."








viernes, 17 de julio de 2015

PERSEVERAR EN LA SOLIDARIDAD


Lectura meditativa

Nosotros, los fuertes, tenemos que cargar con las flaquezas de los débiles y no buscar nuestra satisfacción. Busque cada cual la satisfacción del prójimo para lo bueno y lo constructivo. Tampoco el Mesías buscó su satisfacción, sino que, como está escrito: las afrentas con que te afrentan cayeron sobre mí. Lo que entonces se escribió fue para nuestra instrucción, para que por la paciencia y el consuelo de la Escritura tengamos esperanza. El Dios de la paciencia y el consuelo os conceda el mutuo acuerdo, siguiendo al Mesías Jesús, de modo que, con un corazón y una lengua, glorifiquéis a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, acogeos mutuamente como el Mesías os acogió para gloria de Dios. (Romanos 15, 1-7)

La vida cristiana, tal y como San Pablo la presenta aquí, no es un camino de autorrealización, en el cual nuestras necesidades son prioritarias, y tampoco una ideología que subordina nuestra individualidad a un sistema preexistente. Es una comunión de personas que, al seguir a Cristo, llegan a ser ellos mismos teniendo plenamente en cuenta a los demás.

En ocasiones esta forma de vivir se da con sencillez y facilidad: experimentamos de manera espontánea momentos de alegría por estar juntos como discípulos de Cristo, y estos momentos se asemejan a un aperitivo del Reino de Dios. Pero también hay periodos en los que dicha unidad requiere de un esfuerzo consciente o incluso de una lucha. Si nos encontramos con que no congeniamos con la personalidad o el modo de pensar de otros creyentes, resulta tentador imponernos o imponerles nuestro punto de vista; o bien desvincularnos de ellos y buscar rodearnos de un grupo más pequeño y cómodo de personas afines a nosotros. Pero la Iglesia de Cristo no es un grupo de personas que compartan las mismas opiniones. Es una comunión de personas muy diversas, que no tienen por qué llevarse bien necesariamente, pero que están llamados a seguir a un mismo Señor.

Por tanto, Pablo nos anima a «cargar» con las debilidades de los otros (v.1), a «acogernos» mutuamente (v.7), y a «buscar la satisfacción del prójimo» (v.2). Cuando nos esforzamos por procurar alegría a aquellos con los que, espontáneamente, no nos resulta fácil estar, porque nuestra prioridad no somos nosotros sino Cristo, esto es un signo cierto de que somos sus discípulos. Pablo nos anima a esto recordándonos que esto es exactamente lo que hizo Cristo, siguiendo y cumpliendo con las enseñanzas que se encuentran ya en el Antiguo Testamento (en el versículo 3 cita el Salmo 69).

Este tipo de solidaridad radical requiere «paciencia» o «perseverancia», la cual está profundamente unida al consuelo y a la esperanza (v. 4-5). Hoy día, muchas personas se sienten solas, muchas están heridas por las dificultades para permanecer fieles (las suyas propias o las ajenas) y a muchas les cuesta mirar al futuro con esperanza. La perseverancia que Pablo recomienda no es una elección fácil, pero tiende a limpiar y sanar estas heridas en profundidad. En este estilo de vida, los desacuerdos y las dificultades de la vida común pueden convertirse en el punto de partida para una unidad mucho más radical: son oportunidades para confiar a Dios cosas que nos tocan profundamente. El acto de abandonarnos a Cristo en confianza se convierte en un factor de unidad mucho más profundo que las opiniones compartidas o las preferencias personales. Esto es, en palabras de Pablo, una manera de «glorificar a Dios con un corazón» porque nos lleva a una alegría en él que provoca el agradecimiento y porque puede revelar a otras personas una parte de la identidad de Dios.
  • ¿Qué ejemplos conozco de alguien que «carga con» otros cristianos, incluso cuando no es fácil, y que al hacerlo transparenta algo de Dios?
  • ¿Con quién me siento llamado a «cargar»? ¿Qué pasaje de la Biblia me anima a ello?
  • ¿He experimentado alguna situación en la que la «paciencia» al cargar con otros me haya llevado a la alegría?
Comunidad de Taizé


miércoles, 15 de julio de 2015

Artículo de opinión


Compartir convicciones

por Jaume Triginé

Con frecuencia nos interrogamos acerca de cómo hacer comprensible nuestra fe cristiana en un entorno altamente secularizado. Esbozamos respuestas y desarrollamos nuevos proyectos evangelizadores, pero la realidad continúa siendo tozuda y los resultados poco esperanzadores.

¿Quizá deberemos aprender a contextualizar mejor el mensaje? ¿No estaremos aplicando principios generales a situaciones concretas? Vivimos una realidad global y tendente a la homogeneización y, simultáneamente, fragmentada, atomizada… en todos los ámbitos: la especialización del conocimiento científico, la pluralidad ideológica, el mosaico étnico y multirreligioso resultado de los procesos de inmigración, los diferentes estatus socioeconómicos…

Más que de realidad, hoy tenemos que hablar de realidades múltiples. Y de nuevo las preguntas: ¿cómo hacernos entender en el contexto plural en el que nos desenvolvemos? ¿es válido un idéntico discurso, cuyo a priori es la uniformidad, cuando la sociedad se halla altamente diversificada?

Quedan atrás los años del proselitismo en los que el imperativo era llenar las iglesias. Hoy la increencia se ha instalado en grandes segmentos sociales y, aún manteniéndose la dimensión espiritual innata en el ser humano, éste busca su satisfacción al margen de las instituciones religiosas históricas, cada vez más desacreditadas y, por ende, más vacías. También quedan atrás los años del discurso argumentativo, intentando demostrar los postulados de la fe, muchos de los cuales, por su propia naturaleza, escapan de la objetividad científica o histórica.

Con todo, la secularización no significa la desaparición de la dimensión espiritual de la persona. Más bien, su transformación. En nuestro contexto, la religiosidad ya no se halla mediatizada por las instituciones o autoridades religiosas, sino por el propio individuo y su búsqueda, muchas veces personal, de sentido; de ahí el crecimiento y desarrollo de las llamadas nuevas espiritualidades (religiosas o laicas). Ello nos invita a reflexionar y emplear algunas de las posibilidades que, sin duda, nos depara nuestro tiempo histórico para compartir nuestras convicciones.

Partir de la realidad de las personas a las que nos dirigimos. Hoy poco puede lograrse sin el compromiso del propio mensajero. Se requiere partir de la realidad, lo que comporta colocarse al lado de la persona o grupo concreto, acompañar su caminar existencial y, desde su situación específica, atender sus necesidades vitales, de nuevo plurales, como pueden ser las de orden material (en las que se hallan tantas personas como resultado de la crisis económica de los últimos años), de orden psicosocial (soledad, marginación, desánimo…) o de orden trascendente(carencia de sentido, dudas espirituales…). El mensaje creyente debe incardinarse en la experiencia, expectativas y necesidades de las personas. Habrá que acercarse a los espacios en donde la vida duele, de lo contrario, tanto la credibilidad del mensaje como del mensajero será puesta en tela de juicio.

El punto de partida no puede ser otro que la realidad existencial de cada persona. Aquello que le preocupa o por lo que se interroga. Cuando aún muchas personas continúan estableciendo una asociación entre cristianismo y pertenencia a una estructura eclesial, habrá que deshacer ideas preconcebidas y explicar que ser cristiano es practicar el evangelio, seguir a Jesús, adquirir compromisos de transformación de las situaciones injustas, amar…; que no es lo mismo tener creencias y convicciones que participar en actos religiosos de los que muchas personas se han alejado.

Encarnación de los valores cristianos. A la hora de describir nuestro momento histórico, no podemos tampoco omitir lo que el filósofo italiano Giani Vattimo describe como pensamiento débilo el sociólogo y pensador polaco Zygmunt Bauman, como sociedad líquida. Se han desvanecido las grandes verdades, vivimos instalados en fuertes dinámicas de cambio, todo es volátil, las fronteras psicosociales son mucho más permeables que antaño, la interrelación osmótica de diversos colectivos genera una porosidad en la forma de percibir y comprender la realidad.

Es cierto que todo ello ha instalado a grandes sectores de la población en una especie de nihilismo y despreocupación en relación con las cuestiones trascendentales; pero esta mutua influencia entre personas o colectivos abre la posibilidad de influir en nuestro entorno mediante la transmisión de la axiología del Reino de Dios. Transmisión que deberá apoyarse en la ejemplaridad. Los valores, por su propia naturaleza (referentes de conducta), han de ser transmitidos no tanto por medio del discurso (de muy limitado alcance en muchos colectivos) sino mediante su encarnación en quien los proclama.

Humildad. Sin relativizar el mensaje, quizá se requiere también un punto de humildad (en el sentido de sustituir el dogmatismo fácil y la respuesta estereotipada y aprendida frente a cualquier tipo de demanda relacionada con cuestiones espirituales) y también de reconocimiento de que no siempre poseemos respuestas objetivas, como es propio en el ámbito de la ciencia. Frecuentemente, más que saber, los creyentes creemos y/o esperamos.

Compromiso. La iglesia tiene que desarrollar su teología desde la praxis. Debe comprometerse en la transformación del mundo, mediante la proclamación del Reino de Dios, sin caer en los falsos optimismos antropológicos. Debe denunciar las injusticias sociales y económicas, los casos de corrupción, la doble moral… Desmond Tutu señalaba que permanecer neutral delante de la injusticia es escoger el lado de los opresores. Debe presentar a Dios como Jesús lo reveló, evitando imágenes culturalmente distorsionadas que difícilmente pueden ser asumidas. Debe colocarse al lado de los últimos mediante experiencias de solidaridad.

Cada época histórica requiere su interpretación de los signos de los tiempos y, tras su discernimiento, hallar la manera de responder a la demanda bíblica de ser sal y luz en medio de su contexto que, sin duda, también ofrece sus posibilidades.




Jaume Triginé

Licenciado en Psicología por la Universidad de Barcelona. Articulista y autor de LA IGLESA DEL SIGLO XXI ¿CONTINUIDAD O CAMBIO?, de ¿HABLAMOS DE DIOS? TEOLOGÍA DEL DECÁLOGO y de ¿HABLAMOS DE NOSOTROS? ÉTICA DEL DECÁLOGO

lunes, 13 de julio de 2015

MANIFIESTO DE LOS 25 ENCUENTROS DE EL ESPINAR



Al celebrar los 25 años de los Encuentros Ecuménicos de "El Espinar", hemos analizado y constatado que, en este momento del camino, es necesario resaltar el carisma de sanación y curación del ecumenismo, porque lo ecuménico nos invita al encuentro, a la solidaridad, a la acogida al otro y al perdón. Pero también nos invita a mirar y caminar con decisión y convencimiento hacia una nueva oikoumene donde todas esas decisiones serán realizadas, en la que es y será Jesús mismo el que todo lo sea y lo sea en todos.

Este camino hemos de entenderlo como un proceso continuo que va convirtiendo esta historia y nuestra casa común que es la tierra, en un lugar habitable donde pueda convivir toda la familia humana. Un lugar sin fronteras, ni siquiera las de la propia historia. Por tanto, necesita de nuestro compromiso y trabajo.

Nuestra sociedad, y hoy de manera urgente, necesita ver una auténtica reconciliación entre las diferentes confesiones cristianas. Necesitamos un profundo ejercicio de sanación, de aceptación los unos a los otros, de perdón; y en este ejercicio la Iglesia en general tiene mucho que ver y que decir, pero también mucho que hacer.

Necesitamos urgentemente aprender a mirar con la mirada de Jesús. Acercarnos al sufrimiento de los otros, pero como lo hizo Él, sin juicios ni condenas, solamente con ese amor que todo lo soporta, todo lo cree, todo lo sufre...

Hay muchas heridas abiertas y sangrantes en nuestros días, en el mundo en general y en nuestro país en particular y no podemos ignorarlas y mirar hacia otro lado. No podemos ser ajenos a tanto dolor. Tenemos una buena noticia que proclamar y hacer realidad en el mundo, pero esa Buena Noticia sólo es una y hemos de proclamarla y hacerla realidad en la Unidad.

Ya es hora de que trascendamos muchos inconvenientes que son los que nos impiden, por un lado concretar y terminar, de una vez por todas, nuestro propio ejercicio de sanación, sanar los recuerdos, los sentimientos, nuestra historia. Por otro, ser realmente instrumentos de sanación y reconciliación para el mundo.

Para continuar con nuestra misión de proclamar el Evangelio y construir el Reino, reconocemos que hoy vivimos una progresiva descristianización y secularismo de nuestra sociedad. Al mismo tiempo, constatamos ciertas limitaciones en el progreso hacia la unidad. Nos damos cuenta, y aceptamos que la división de la Iglesia "va contra la voluntad de Dios", es "un escándalo" y "daña la predicación" del mensaje evangélico (UR1) 

Por tanto, reafirmamos nuestra convicción de que es preciso continuar trabajando por la unidad de la Iglesia, curando las heridas del pasado y reconciliando realmente la memoria histórica.

Para ello es necesario 
1. Concretar la misión de la Iglesia en: la liturgia, que hace presente el misterio cristiano la acción social, que exige hoy la lucha por la justicia, la paz y la integridad de la creación.
2. Comunicar a toda la sociedad la realidad de la misericordia de Dios.
3. Estudiar los aspectos negativos de la historia de nuestras confesiones para "curar las heridas del pasado" y también sus aspectos positivos, para enriquecernos y compartir los dones que tan generosamente se nos han entregado.
4. Insistir en potenciar la espiritualidad ecuménica, en el sentido del diálogo del Amor y el diálogo de la Verdad.

Estamos convencidos de que este camino exige de todos nosotros y de todas las confesiones un proceso continuado de amor y amistad sinceros y un esfuerzo insistente y humilde en la búsqueda de la verdad. 

Finalmente, la mirada hacia "Cristo reconciliador" nos dará luz para concretar nuestros compromisos ecuménicos en la Iglesia y en la sociedad.

COMITÉ ORGANIZADOR
Alfredo Abad - IEE
Angel Hernández Ayllón - Iglesia Católica
Felipe Carmona - IEE
Gloria Uribe - Iglesia Católica
Hector Vall - Iglesia Católica
Juan Larios - IERE
Mª José Delgado - Misionera de la Unidad. Iglesia Católica
Teófilo Moldovan - Iglesia Ortodoxa Rumana

El Espinar 4 julio 2015


"Es preciso continuar trabajando por la unidad de la Iglesia"

La pasada semana como ya informamos en este blog ( ENTRADA día 6 julio 2015 ) tuvo lugar el XXV Encuentro Ecuménico de El Espinar, organizado por las Misioneras de la Unidad. 

En palabras de las propias Misioneras de la Unidad: "En este encuentro para celebrar los 25 años de nuestro compromiso ecuménico, hemos analizado la realidad de las "mediaciones" y las dificultades del "lenguaje religioso" dentro de las exigencias personales y eclesiales dentro de la doctrina de "la justificación por la fe.

Hemos subrayado la necesidad de dirigirnos siempre hacia "Cristo Reconciliador" como camino seguro hacia la unidad que buscamos.

Finalmente, estamos convencidos de que este camino exige de todos nosotros y de todas las iglesias un proceso continuado de amor y amistad sinceros y un esfuerzo insistente y humilde en la búsqueda de la verdad.

Nuestras Confesiones deben profundizar siempre en el respeto y amor mutuo junto con la búsqueda apasionada de la verdad.

Afirmamos que Cristo es o debe ser el ejemplo de nuestra reconciliación."