ADVIENTO SOLIDARIO 2018
por Sor Carmen Herrero Martínez

Adviento está marcado por la espera y esperanza que culmina en el nacimiento de Jesús. El adviento es como un camino que vamos recorriendo, a través de las cuatro semanas litúrgicas, acompañados por la Palabra de Dios que la Iglesia nos propone; el cual nos lleva hasta Belén, donde se realiza el acontecimiento central de la Historia salvífica: el nacimiento del Hijo de Dios. “Cuando llegó la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley” (Gal 4,4). Benedicto XVI dice: “El acontecimiento central de nuestra fe es que Dios-Amor, ama tanto al mundo -a nuestro mundo- que le ha enviado a su Hijo, Jesucristo, este Niño, Jesús que nos nace, es el Amor de Dios encarnado 2.
A la espera y esperanza hemos de unir la solidaridad, porque desde el momento que Dios se hace Hombre, solidario con la humanidad, todo cuanto concierne al ser humano, concierne también a la Iglesia y al cristiano. De ahí que la solidaridad sea esencial para el cristiano. Vivir un adviento solidario quiere decir, comprometerse con los más pobres y necesitados. Entendiendo como pobres, no solamente aquellas personas que carecen de lo económico; sino también a tantas personas que están sumergidas en la pobreza humana, moral y espiritual. Esta pobreza que numerosos hombres y mujeres, en nuestros días, les envuelve y les impide vivir en libertad y plenitud de vida, bajo la apariencia de riqueza. ¡Fuerte pobreza escondida, arropada solamente por el tener!

¡Qué maravilla si realmente viviésemos así el adviento, animados, de este espíritu solidario y fraterno¡ Sabemos que vivir como hermanos, no es fácil; pero al menos, intentemos hacer lo “poco” que está a nuestro alcance y pidamos a Dios, nuestro Padre, que nos conceda la gracia y el audacia de amar como Él nos ama, aprendiendo de él a ser solidarios con nuestros hermanos y hermanas en humanidad; como Dios lo ha sido y sigue siéndolo con cada unos de sus hijos.
A nosotros nos toca esforzarnos y poner ese grano de arena, que ayude a formar una sociedad donde el amor de unos con otros sea posible, y como dice el refrán: “un grano no hace granero pero ayuda al compañero.” Los pequeños gestos y pequeños “pasos”, que cada uno vamos haciendo hacia el hermano construyen grandes caminos que convergen en el encuentro, en la alegría, la amistad y la fraternidad. Desde esta participación y deseo de amarnos los unos a los otros, como hermanos de un mismo Padre, y salvados por Jesucristo, construyamos la fraternidad y una sociedad diferente: más justa, más humana y solidaria; pues un mundo mejor es posible, con la ayuda de Dios y nuestra propia colaboración.
Si a sí vivimos el adviento, la Navidad será distinta, tanto en las familias, como en la comunidades eclesiales y en la sociedad; porque donde reina la solidaridad y el amor, allí está Dios, el Emmanuel encarnado, y allí es NAVIDAD.
¡FELIZ NAVIDAD!
Sor Carmen Herrero Martínez
Fraternidad Monástica de Jerusalén
Notas:
1. San Máximo el Confesor.
2. Benedicto XVI, su primera en la encíclica, “Dios es amor”, nº 1.
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