"LA FELICIDAD"
por José Luis Vázquez Borau
La búsqueda de la felicidad en esta vida es la religión de nuestro tiempo. Así, la publicidad y la industria del turismo nos hacen creer que las vacaciones son una especie de paraíso en la Tierra donde se alivian todas nuestras preocupaciones, trabajos y sufrimientos. El turismo cultural y de aventura es una especie de peregrinación por la cual podemos mejorarnos, purificarnos, incrementando nuestra autoestima. Y si la búsqueda de la felicidad es la nueva religión de nuestros días, entonces los terapeutas, curando, tranquilizando y escuchando confesiones, son sus sacerdotes.
1.- La felicidad en las religiones animistas

2. La felicidad para los judíos
Los esclavos hebreos del Faraón eran “hombres sin rostro”, término con que se designa en Egipto al esclavo; pueden verse desplazados y manipulados a gusto de su amo; no cuentan para nadie, más que en función de la tarea que realizan. En el libro del Éxodo se nos describe como fue la salida de Egipto: “Los israelitas marcharon de Ramsés hacia Sucot: eran seiscientos mil hombres de a pie, sin contar los niños; y les seguía una turba inmensa, con ovejas y vacas y enorme cantidad de ganado. Cocieron la masa que habían sacado de Egipto haciendo hogazas de pan ácimo, porque los egipcios los echaban y no podían detenerse, y tampoco se llevaron provisiones” (Ex 12, 37-39). La Biblia nos habla en varias ocasiones de una masa hambrienta que se unió a los hijos de Israel y que se fundió con ellos para formar un solo pueblo. En el desierto habrá que caminar, buscar pozos, montar el campamento, luchar día tras día contra el hambre y la sed. Será necesario organizarse para solventar las diferencias y darse un código que permita la vida común. Bajo la guía de Moisés, se va realizando poco a poco una toma de conciencia. Esos hombres sin rostro tienen un rostro para Dios, que los conoce y los llama a convertirse en sus compañeros en el seno de una alianza libremente aceptada, como se nos dice en el libro del Deuteronomio: “Yo soy el Señor, tu Dios. Yo te saqué de Egipto, de la esclavitud” (Dt 5,6). El éxodo, la salida de Egipto, debe toda su importancia a la relectura que de él se ha hecho a lo largo de los siglos en el pueblo de Israel. Pronto se vio toda esta serie de acontecimientos como el acto de nacimiento del pueblo de la alianza. El recuerdo de la pascua, del “paso de la servidumbre a la libertad”, será meditado generación tras generación. Los profetas se referirán a él para exhortar al pueblo a la fidelidad a la alianza del Sinaí y para hacer de ella el modelo de la alianza nueva y de los prodigios que Dios realizará en los últimos tiempos para reunir a su pueblo disperso. Todos los años se celebra en la Pascua el recuerdo de esta liberación. Así se transforma el sentido de aquella antigua fiesta de primavera que conocían los nómadas arameos. Mantenerse fiel a la Alianza es el origen de la felicidad.
3. La felicidad para los musulmanes

4. La felicidad para el cristianismo
Para el cristianismo la felicidad se expresa en la vivencia de las bienaventuranzas y las enseñanzas de la Biblia, especialmente los Evangelios y en el seguimiento y comunión con Cristo Resucitado a través del Espíritu Santo.
Jesús de Nazaret nos propone el camino de la bienaventuranza. La palabra bienaventuranza deriva de “ventura”, que es originalmente un plural neutro de venturus, que en latín significa lo que ha de venir; por tanto, se trata de “lo que ha de venir”. La palabra “felicidad” es un término mágico que nos atrae a todos, como si se tratase de lo principal de nuestra vida. Depende del camino que tomemos, de la disposición vital que adoptemos, que se podrá decir que nuestra vida se ha realizado o ha sido un auténtico fracaso. La felicidad no consiste simplemente en estar bien, sino en estar haciendo algo que llene la vida. Así, si miramos las bienaventuranzas que nos propone Jesús en el Evangelio de Mateo (Mt 5, 1-11) encontramos ocho modos de felicidad en principio independientes. Cada uno de esos modos podría corresponder a distintas formas de vida de las personas. Así a cada actitud de vida le es prometida una bienaventuranza que se inicia aquí y tiene su plenitud en el más allá: Los limpios de corazón “verán a Dios”; los suaves, los que tienen dulzura poseerán la tierra, que no pertenece a los violentos sino a los suaves y apacibles; los pacíficos, los que hacen o fomentan la paz serán llamados hijos de Dios. Y así, cada uno de nosotros puede tener la esperanza de recibir alguna bienaventuranza; no todas , por supuesto, pero cada uno la suya. Jesús de Nazaret nos propone, con todo realismo, el camino que conduce a la Vida, a la Felicidad plena. Por un lado se trata de realizar la voluntad del Padre, es decir, “vivir según las bienaventuranzas”. Por otro, este camino pasa por el compromiso, el testimonio, por la aceptación de la propia cruz, de tu propia realidad; por el dar la vida por los demás. Un camino que, en realidad, no tiene muchos seguidores. Los sabios de Israel consideraban que la verdadera felicidad consistía en el cumplimiento fiel y exacto de la Ley de Dios. Jesús con las bienaventuranzas no niega lo anterior, sino que lo completa: La razón de las bienaventuranzas está en estas palabras: "por causa mía". Así, la felicidad no viene de la pobreza por ella misma, ni del ser perseguidos..., la felicidad viene del hecho de vivir todo esto por "causa de Jesús", por su nombre, porque somos suyos, nos quiere y queremos quererlo, viviendo en consecuencia. Jesús nos dijo que no hay amor más grande que dar la vida por sus amigos. En esto consisten las bienaventuranzas, la felicidad. Jesús no niega la felicidad que viene de cumplir la Ley, pero el sitúa la felicidad en el cumplimiento de la voluntad del Padre. El fundamento que Jesús pone en las bienaventuranzas es el mismo amor con que se siente amado por el Padre. Solamente con este fundamento las bienaventuranzas son camino de felicidad, en comunión con Aquel que es camino, verdad y vida.
5. La felicidad para el Hinduismo

6. La felicidad para los budistas
Para los budistas el concepto de la felicidad se resume en las cuatro nobles verdades. La primera noble verdad, es que el sufrimiento existe. La segunda noble verdad, es que el sufrimiento proviene principalmente del apego o del deseo. La tercera noble verdad, es que el sufrimiento se puede extinguir haciendo desaparecer lo que lo causa. La cuarta noble verdad, es el sendero óctuple, el camino para extinguir el sufrimiento. Si se extinguen las causas del sufrimiento se obtiene la felicidad. La manera de obtener este objetivo se realiza mediante la meditación budista, pues cuando se alcanza el Nirvana se alcanza también la felicidad completa, y se extingue la línea de renacimientos fruto del karma. La felicidad duradera se alcanza, pues, al "despertar" de la ilusión del "yo", es decir, el mantenerse consciente y atento a la auténtica naturaleza de la vida y la existencia.
7. La felicidad para los taoístas

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