Juntos... BUSCAMOS RECUPERAR LA ARMONÍA
Jueves, 23 de enero.- «No haya entre vosotros divisiones, antes bien, (permaneced) unidos en una misma mentalidad y un mismo juicio» (1 Co 1,10).
La desunión de Corintios (1 Co 1,12-13) refleja una distorsión del Evangelio que socava la integridad del mensaje de Cristo. Reconocer el conflicto, como «los de Cloe», es el primer paso para conseguir la unidad. Se ha cumplido el 5 de enero de 2014 el 50º aniversario del encuentro de Pablo VI y Atenágoras I en Jerusalén: aquel histórico y dulcísimo abrazo propició recuperar la armonía de la Iglesia indivisa.
«Si tú vienes conmigo, yo también iré» (Jc 4,1-9): Las voces proféticas de mujeres como Débora y Cloe pueden hacer que el pueblo se junte en una renovada unidad para la acción. «Busca la paz y anda [corre] tras ella» (Sal 34,15): Mientras,esforcémonos por llegar a la unidad en el mismo pensar y sentircomo escribió el salmista. Su exhorto fue diáfano propósito entre Pablo VI y Atenágoras I. Uno y otro eran conscientes de un pasado turbulento entre ambas Iglesias, donde llegó a cuadrar dolorosamente la frase de san Lucas: «Entre ellos (Apóstoles) hubo también un altercado sobre quién de ellos parecía ser el mayor» (Lc 22,24).
Pero sabían asimismo, desde el primer paso dado en Jerusalén, que lo abierto con tanta maravilla siendo dóciles a lo que el Espíritu Santo dice a las Iglesias, debían ellos proseguirlo atentos siempre a no dejar pasar de largo las posibilidades que el mismo Espíritu Santo les ofreciera. De ahí los sucesivos encuentros en Constantinopla y en Roma. Decía Pablo VI el 24 de enero de 1972 al recibir el Tomos Agapis de manos del metropolita Melitón de Calcedonia: «Debemos estar decididos a marchar hacia adelante, convencidos de que la prudencia exige y guía al mismo tiempo el valor fundado en la fe. Nuestra marcha en común ha creado una nueva situación entre nosotros, que puede ser el comienzo de un nuevo progreso y nos permite vislumbrar nuevas soluciones».
Atenágoras I, por su parte, le respondía el 22 de junio del mismo 1972: «Somos conscientes con Vuestra Santidad carísima de cuán indispensable es fomentar cada vez más en nuestras Iglesias el espíritu de fraternidad y de verdad para que seamos uno en Jesucristo». Y los hitos de este proceso no faltaron: Pablo VI visitó al Patriarca de fluvial barba blanca en Fanar (Constantinopla) proponiendo pistas tendentes hacia la inter-comunión de la plena comunión. Fue el 25 de julio de 1967. «La caridad –afirmó entonces Pablo VI- es el medio vital necesario para la plenitud de la fe, y la comunión en la fe es la condición de la plena manifestación de la caridad, que tiene su expresión en la concelebración». Atenágoras I repuso: «Obedeciendo a sus palabras y a su voluntad, tendemos hacia la unión de todos, a la plena comunión de la caridad y de la fe, realizada en la concelebración del cáliz común de Cristo, en la impaciente espera y en la esperanza de Aquel que vendrá a consumar los tiempos y la historia juzgando a vivos y muertos». Memorables deseos de uno y otro que, desdichadamente, no se han visto cumplidos hasta la fecha. Buscaron recuperar la armonía y eso les honra. Bueno será que el Espíritu Santo nos convierta en artífices de reconciliación, unidos en un mismo pensar y sentir, hasta lograr, en divino y melodioso acorde, la gracia de la plena comunión. Ojalá nos depare tangibles novedades al respecto el proyectado viaje a Tierra Santa de Francisco y Bartolomé I juntos, allá para el 24-26 de mayo, gozosos en el camino de la Pascua y al amparo de una florida primavera junto a la Anástasis.
Pedro Langa Aguilar
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