Mensaje de los obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales con motivo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2014
Los materiales para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2014 han sido preparados inicialmente por un grupo ecuménico de Canadá, procedentes de varias partes del país y pertenecientes a distintas Iglesias y comunidades eclesiales, a saber, la Iglesia Unida de Canadá, la bautista, la presbiteriana, la ortodoxa y la católica. Este grupo se reunió por invitación del Centro Canadiense para el Ecumenismo y el Centro para el Ecumenismo La Prairie y su propuesta fue estudiada, adaptada y aprobada por el Comité Internacional nombrado por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y el Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, para que pudiera servir a los cristianos del mundo entero para orar por la unidad visible de todos los creyentes en Cristo. Este modo de proceder, que parte de una propuesta elaborada por un grupo ecuménico local, se viene siguiendo desde 1975 y nos permite enriquecernos con las aportaciones que surgen de un determinado contexto socio-cultural y eclesial, haciendo nuestros sus anhelos y preocupaciones, pero también sus dones espirituales y ecuménicos. Así, el año pasado, los materiales nos invitaban a orar por la unidad teniendo presente la situación de la India con la injusticia social tan terrible hacia los dalits, que constituyen la gran mayoría de la población cristiana del país. Este año es la riqueza natural y cultural de Canadá la que da el tono a la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Canadá es el segundo Estado más grande del mundo, extendiéndose desde Estados Unidos hasta el Polo Norte, y desde el océano Atlántico al Pacífico. Es un país rico en recursos naturales y poblado por gentes diversas, desde los pueblos indígenas y los descendientes de los primeros colonos franceses e ingleses hasta los inmigrantes actuales provenientes de todas las partes del mundo. Esta riqueza natural, social y cultural que caracteriza a Canadá, cuyas ciudades son entre las más multiculturales y multirreligiosas del mundo, se manifiesta también en las distintas expresiones de la fe cristiana, y es el punto de partida para los materiales de este año. En ellos se nos invita a apreciar, agradecer y recibir los dones espirituales y de fe presentes en otras Iglesias y comunidades eclesiales, incluso ahora en medio de nuestras divisiones, y a seguir trabajando y orando juntos por la unidad visible de los cristianos.
El texto bíblico elegido está tomado de la Primera Carta de san Pablo a los Corintios: 1 Cor 1, 1-17. En este texto el apóstol habla de la comunidad cristiana que se reúne en esa ciudad como auténtica «Iglesia de Dios», plena expresión del único pueblo de Dios y no una porción local de él, pero que está unida a «todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor suyo y nuestro» (1Cor 1, 2). Pablo da gracias a Dios por los muchos dones con los que ha «enriquecido sobremanera» a los cristianos de esa comunidad y les invita a la «concordia, a recuperar la armonía pensando y sintiendo lo mismo» (cf. 1 Cor 1, 10). «Los de Cloe», ejerciendo una función de denuncia profética, habían informado al apóstol de divisiones en la comunidad, y Pablo exhorta a los cristianos a darse cuenta de lo que les hace tales, que es su común-unión con Cristo, con su cruz, a través del bautismo. Por lo tanto, como se afirma en la introducción al tema de este año en los materiales, «enraizados en Cristo, estamos llamados a dar gracias por los dones de Dios que otros fuera de nuestro grupo aportan a la misión común de la Iglesia. Honrar los dones de los demás nos acerca en la fe y la misión y nos conduce hacia esa unidad por la que rezó Cristo, con respeto hacia una auténtica diversidad de adoración y vida».
Un acontecimiento ecuménico de primer orden que ha tenido lugar el año pasado ha sido la X Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias, celebrada en Busán, República de Corea, del 30 de octubre al 8 de noviembre de 2013, bajo el lema «Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz». Este organismo, surgido en Ámsterdam en 1948, que se autodefine como «una comunidad de Iglesias que confiesan al Señor Jesucristo como Dios y Salvador», agrupa actualmente a 349 de ellas y es la expresión más importante del movimiento ecuménico, ya que todas ellas persiguen a través de él «la unidad visible en una sola fe y una comunión eucarística». La Iglesia católica no es miembro del Consejo Mundial de Iglesias por motivos eclesiológicos y prácticos de momento insalvables, pero mantiene con él estrechas relaciones y participa en todas sus reuniones y organismos. A lo largo de esta X Asamblea se ha renovado el Comité Central y se ha elegido su moderador, que por primera vez es una mujer oriunda de África, en la persona de la Dra. Agnes Abuom, de la Iglesia anglicana de Kenia. A ella expresamos nuestro sincero reconocimiento y deseo de trabajar juntos por la unidad de los cristianos. En esta Asamblea también se han aprobado importantes declaraciones; entre ellas una sobre la misión que lleva por título Juntos por la Vida: misión y evangelización en contextos cambiantes. Este documento, que está llamado a orientar la labor misionera de las Iglesias pertenecientes a este Consejo durante los próximos años, invita a discernir la acción del Espíritu dador de vida en el mundo y a unirse a esta acción reconociendo el protagonismo del Señor en la obra evangelizadora de la Iglesia. Propone además un nuevo paradigma para la misión, que ya no sería “hacia los márgenes”, o “en los márgenes”, sino “desde los márgenes”. Las asambleas del Consejo Mundial de Iglesias que se celebran cada siete u ocho años siempre han constituido momentos importantes en el camino hacia la unidad de los cristianos y oramos para que esto sea así también para la que acaba de tener lugar en Corea.
En esta X Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias también se ha puesto de relieve la importancia del diálogo interreligioso desde la perspectiva ecuménica y misionera. En esta línea, se editó el año pasado por parte de EDICE, a petición de la Comisión Episcopal para las Relaciones Interconfesionales de la CEE, el documento Testimonio cristiano en un mundo multirreligioso: recomendaciones de conducta, que ha sido elaborado conjuntamente por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso, el Consejo Mundial de Iglesias y la Alianza Mundial Evangélica. Recomendamos que se dé la mayor difusión posible a estas útiles y sencillas orientaciones de conducta que la gran mayoría de Iglesias y comunidades eclesiales nos hemos dado para llevar a cabo nuestra misión evangelizadora. También se ha vuelto a editar el año pasado el Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo, cuya edición anterior se había agotado. Los obispos de esta Comisión Episcopal confiamos en que la edición de estos importantes documentos ayude a los católicos españoles a proseguir en el compromiso ecuménico por la unidad de todos los cristianos y en el empeño por un diálogo interreligioso sincero.
Dentro del ámbito del diálogo interreligioso, se celebró en Madrid en el mes de octubre del año pasado un importante encuentro entre la Iglesia católica y la comunidad judía internacional, la XXII Reunión del Comité de Enlace Judeo-Católico, que es el órgano oficial de contacto entre la Iglesia y el mundo judío surgido a raíz de la declaración conciliar Nostra aetate. Estas reuniones, junto a lo que significan para el diálogo entre la Iglesia y el pueblo de la alianza, constituyen también una oportunidad para renovar las relaciones de amistad con la comunidad judía internacional y local. En relación a esto, la visita que se realizó el último día a la sede de la Comunidad Judía de Madrid y a su sinagoga fue uno de los momentos más significativos de este encuentro.
A finales de noviembre del año pasado se clausuraba el Año de la fe, convocado por Benedicto XVI con la carta apostólica Porta fidei y ratificado por el papa Francisco. A lo largo de este año hemos tenido ocasión de rehacer el camino de la fe, de profundizar en el acto de creer y en sus contenidos. Comenzó el 11 de octubre de 2012, 50 aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y todos sabemos lo que ha significado este acontecimiento eclesial para el ecumenismo y el diálogo interreligioso. Tendremos ocasión en este año y el siguiente de celebrar el aniversario de los documentos conciliares fundamentales relacionados con la labor de esta Comisión Episcopal, como son el decreto sobre el ecumenismo Unitatis redintegratio (21-XI-1964), el decreto sobre las religiones no cristianas Nostra aetate (28-X-1965), y el dedicado a la libertad religiosa Dignitatis humanae (7-XII-1965), como también recordaremos el encuentro de Pablo VI con el patriarca Atenágoras y la creación del Secretariado para los no cristianos en enero y mayo de 1964 respectivamente. Han sido acontecimientos de gracia, y el hacer memoria de ellos nos da fuerzas para seguir sin resignarnos en la senda que señalaron a toda la Iglesia.
En la carta apostólica Porta fidei se hacía mención del motivo que llevaba a convocar el Año de la fe, que no era otro que la profunda crisis de fe que vive nuestra sociedad. Esta crisis, que hace mella también dentro de nuestras comunidades, debe llevarnos a las Iglesias y comunidades eclesiales a unirnos más, también para combatir los efectos tan nefastos de la secularización y para defender los valores fundamentales que compartimos, como los relacionados con la familia, la vida y la justicia social y ecológica. Nos alegra mucho que esto ya está teniendo lugar con algunas Iglesias como la del Patriarcado de Moscú, al que también nos une el gran testimonio de fe que dieron los mártires del siglo pasado. Esta defensa y promoción de los valores fundamentales también debemos hacerla junto con los miembros de otras religiones que comparten nuestra preocupación por la paz, la justicia y la salvaguardia de la creación. En este año que comienza también nos llegan noticias de una posible visita del papa Francisco a Tierra Santa y de un encuentro con el Patriarca Ecuménico y quizás con el de Moscú. Nos alegramos mucho de ello y rezamos para que todo esto pueda dar mucho fruto para la unidad de los cristianos y la comprensión y colaboración entre las religiones.
Los obispos de la Comisión de Relaciones Interconfesionales queremos terminar este mensaje para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2014, como ya hicimos el año pasado, manifestando nuestra cercanía a los muchos cristianos que por causa de su fe sufren persecución y discriminación en todo el mundo, especialmente en Oriente Medio, África y Asia. A la larga lista de países en los que no se respeta el derecho fundamental a la libertad religiosa, varios de mayoría musulmana, como Pakistán, Nigeria, Sudán, etc., se ha unido en este año Siria, donde la guerra civil está causando verdaderos estragos en las comunidades cristianas, con muchos hermanos nuestros obligados a dejar sus casas y trabajos. También nos preocupa mucho la situación de los cristianos en Irak y Egipto. Estos hechos no nos pueden dejar indiferentes. ¡Que la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2014, junto a impulsar a todos los cristianos hacia la unidad visible tan deseada por el Señor, nos lleve también a una solidaridad efectiva y afectiva con los hermanos nuestros que sufren persecución a causa de su fe y a comprometernos con ellos por la libertad y la paz!
Los obispos de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales
Conferencia Episcopal Española.
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