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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

jueves, 9 de enero de 2014

RECUPERAR LA FRESCURA



Recuperar la frescura.

Juan 1: 1-18

En el prólogo del evangelio de Juan se hacen dos afirmaciones básicas que nos obligan a revisar de manera radical nuestra manera de entender y de vivir la fe cristiana, después de veinte siglos de no pocas desviaciones, reduccionismos y enfoques poco fieles al Evangelio de Jesús.
La primera afirmación es ésta: La Palabra de Dios se ha hecho carne. Dios no ha permanecido callado, encerrado para siempre en su misterio. Nos ha hablado. Pero no se nos ha revelado por medio de conceptos y doctrinas sublimes. Su Palabra se ha encarnado en la vida entrañable de Jesús para que la puedan entender y acoger hasta los más sencillos.
La segunda afirmación dice así: A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. Los teólogos hablamos mucho de Dios, pero ninguno de nosotros lo ha visto. Los dirigentes religiosos y los predicadores hablamos de él con seguridad, pero ninguno de nosotros ha visto su rostro. Solo Jesús, el Hijo único del Padre, nos ha contado cómo es Dios, cómo nos quiere y cómo busca construir un mundo más humano para todos.
Por eso se busca una iglesia enraizada en el Evangelio de Jesús, sin enredarnos en doctrinas o costumbres no directamente ligadas al núcleo del Evangelio. Si no lo hacemos así, no será el Evangelio lo que se anuncie, sino algunos acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas.
Solo en Jesús se nos ha revelado la misericordia de Dios. Por eso, hemos de volver a la fuerza transformadora del primer anuncio evangélico, sin eclipsar la Buena Noticia de Jesús y sin obsesionarnos por una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia.
Cuando pensamos en la iglesia estamos pensando, en realidad, en una iglesia en la que el Evangelio pueda recuperar su fuerza de atracción, sin quedar obscurecida por otras formas de entender y vivir hoy la fe cristiana. Por eso, se nos invita a recuperar la frescura original del Evangelio como lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y, al mismo tiempo, lo más necesario, sin encerrar a Jesús en nuestros esquemas aburridos.No nos podemos permitir en estos momentos vivir la fe sin impulsar en nuestras comunidades cristianas la conversión a Jesucristo y a su Evangelio a la que se nos llama. 

José Antonio Pagola.

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