Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

miércoles, 22 de enero de 2014

Reflexiones en la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos del Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA. (VI)

Juntos... HEMOS SIDO ELEGIDOS PARA VIVIR EN COMUNIÓN


Miércoles, 22 de enero.- «Si caminamos en la luz, como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros» (1 Jn 1,7)

Esto conduce a concluir redondamente que la unión con Dios, Luz y Amor, se reconoce en la fe y en el amor fraterno. Hablando precisamente del amor, Jesús deja claro que su mandamiento consiste en que nos amemos los unos a los otros como él nos amó (cf. Jn 15,12-17). Tomó la iniciativa y cambió nuestra relación con Él al llamarnos amigos en vez de siervos. Como respuesta a tanta finura de amor se nos convoca a salir de relaciones de poder y de dominio y a establecer, en cambio, relaciones de amistad y de amor con los demás. O sea, a terminar con el egoísmo y abrirnos al gozo del altruismo.

Del conocido y renombrado y breve salmo que dice: «¡Qué bueno, qué agradable es que los hermanos vivan juntos!» (Sal 132,1), comenta la Patrística que resulta de sonido tan agradable que aun los que ignoran el Salterio cantan con indecible suavidad este verso. Tampoco san Agustín se paró en barras al suministrar detalles: «Estas palabras del Salterio, este dulce sonido, esta grata melodía tanto en el cántico como en la comprensión –dice-, dio origen a los monasterios. Ante esta voz –prosigue luego explicativo el mismo Obispo de Hipona- se animaron los hermanos que anhelaron habitar unidos. Este verso fue la trompeta para ellos. Sonó por todo el orbe de la tierra, y los que se hallaban separados fueron congregados» (In Ps. 132,2). Cabría decir que es como el diapasón de la comunión para la sinfonía de la unidad. 

Tal vez no sea casual que el ecumenismo haya redescubierto el interés que para la Magna Iglesia despertaba este género de vida a la que san Agustín se refiere. Nombres emblemáticos como Chevetogne, Grandchamp, Taizé, Bose, y nada se diga ya del Monasterio invisible, sobre el que pródigamente escribió el P. Couturier, amén de tantos y tantos otros referentes monásticos de vida ecuménica, lo corroboran cumplidamente. Llamados a la comunión con Dios Padre y con su Hijo, Jesucristo, y con el Espíritu Santo, a medida que nos acercamos al Dios Trino, se acusa más la fuerza que nos empuja a acercarnos unos a otros caminando hacia la unidad de los cristianos. Además de teándrica, la causa de la unidad es trinitaria. Y eclesial. 

Las palabras con que Dios anima y consuela a Israel por el profeta Isaías abonan esta misma idea de comunión: «No temas, que yo estoy contigo» (Is 43,5). Llamados por Jesús, damos testimonio del evangelio tanto a quienes aún no lo han oído como a los que sí lo han hecho. Semejante proclamación implica una llamada a la unión con Dios y establece una koinonía entre los que responden. Lo que en ecumenismo importa es averiguar de qué manera experimentamos esa llamada a la comunión con Dios. Y de qué modos, concretos o inconcretos, Dios te llama, dentro y fuera de tu Iglesia, a la comunión con los demás.

El ecumenismo nos proyecta hacia un espacioso horizonte de luz y amor; hacia ese inmenso océano congregacional entre Iglesias llamado Ecumene. Dios, Padre de amor, nos llama a la unión con su Hijo pidiendo a la vez que demos fruto en nuestro testimonio del Evangelio. Y claro es que todo esto es gracia, es vida de Dios en nosotros y con nosotros. De ahí la súplica al Espíritu Santo, necesaria en todo este negocio, pidiéndole que su luz santísima nos haga capaces de amarnos mutuamente y permanecer así unidos para que nuestra alegría sea completa. 

Pedro Langa Aguilar

1 comentario:

  1. Estoy siguiendo todos los días los comentarios del P. Langa, muy interesantes y gratificantes, en la oración de la tarde los ponemos en comun en la comunidad es una forma nueva de vivir el octavario de oración por la unidad de los cristianos de la cual sacamos mucho fruto y beneficio. Seguir hermanos facilitandonos textos tan inspirados como estos, os tenemos siempre en nuestras oraciones. Que el engendrado por Dios, hecho Hombre y hecho Dios y su Espíritu Santo nos concedan a todos los creyentes cristianos su UNIDAD.

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