CAMINAR
EN CELEBRACIÓN
Viernes, 25 de enero.- «Estad siempre
alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres» (Flp 4,4).
El texto paulino de gaudete habla de celebrar no en el
sentido de festejos de un exitoso desenlace final, sino como signo de esperanza
en Dios y en su justicia. Así también esta Semana de Oración por la Unidad u
Octavario que hoy concluye es nuestro signo de esperanza y de fe en alcanzar la
meta de nuestra anhelada Unidad en los tiempos de Dios y con los medios de
Dios.Caminar humildemente con Dios significa dejarse ganar por él y discurrir
bajo su amparo con aire festivo y de fraterna celebración. Desde la cárcel,
Pablo exhorta a la comunidad cristiana de Filipos: «Vivid siempre alegres en el
Señor». La celebración va, en la Biblia, unida a la esperanza en la fidelidad
de Dios. Mientras oramos por la Unidad de los cristianos en esta Semana,
dirigimos la mirada hacia la celebración de la vida que vemos en la India, por
ejemplo, resaltando la fidelidad de los dalits
a su identidad cristiana en el contexto de su incesante lucha por la vida. Del
mismo modo, nuestra celebración por la Unidad cristiana todavía por lograr
se apoya en la esperanza de que el ut unum
sintde Cristo al Padre (Jn 17,21) hallará cumplimiento, según avanzó
sabiamente el lazarista lionés Paul Couturier, «cuando Dios quiera y con los
medios que quiera». La Unidad es don de Dios y se basa en la certidumbre de que
Dios nos llama a trabajar por ella según el exhorto paulino a los filipenses:
«En cualquier situación, presentad a Dios vuestros deseos, acompañando vuestras
oraciones y súplicas con un corazón agradecido» (Flp 4,6). Caminar hacia la Unidad
de los cristianos exige, por eso mismo,hacerlo humildemente con Dios en
celebración, oración y esperanza ininterrumpidas.
Llene el Espíritu Santo nuestras
comunidades de gozo y celebración, de suerte que podamos apreciar la Unidad ya compartida
y busquemos la que aún falta por conseguir. Todo un ejemplo de fe y esperanza el
de esos pueblos que no se resignan a que su dignidad sea menoscabada. Su
alegría y su resistencia perseverantes sirven de sobrenatural estímulo en el
campo ecuménico. Ojalá contribuyan también a que en el nombre de Cristo podamos todos caminar
juntos en el amor, alzando una sola voz de alabanza y cantando al unísono una única
plegaria de adoración. ¿Qué exige el
Señor de nosotros? La respuesta al profeta Miqueas en esta clausura del
Octavario se antoja clara y prudente: Caminar en celebración, es decir: caminar
celebrando y celebrar caminando. San Agustín explica el porqué: «A muchos hizo
hijos de Dios el Hijo único de Dios. Con su sangre compró hermanos; siendo él
reprobado los aprobó, vendido los rescató, ultrajado los honró, muerto los
vivificó» (Serm. 171,5). Ecumenismo y cristología, consiguientemente,
discurriendo en perfecto consorcio y dulce armonía, en íntima simbiosis y
alegre comunión.
«Discurrir bajo el amparo de Dios con aire festivo y de fraterna
celebración»
Pedro Langa Aguilar
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