Por Alícia Pallás
En la vida nos fijamos objetivos; algunos los cumplimos, otros los dejamos a medio camino. A menudo es para fin de año o a principios de curso cuando valoramos lo que hemos hecho y lo que nos falta hacer aún.
De cosas que hacer siempre habrá, y es cuando ponemos el corazón, la fe y la esperanza que vale la pena hacerlas y vivirlas. Dios nos llama a cada uno de nosotros a seguir sus pasos. Es un grito personal que podemos compartir con todos aquellos que creemos que podemos hacer de este mundo un mundo mejor; con todos aquellos que vivimos el evangelio como algo vigente y actual, tan actual que no se puede quedar guardado en una biblia cerrada.
Si contamos con nuestras fuerzas y nuestra voluntad nada será pleno, nada será perfecto. Sólo con la fuerza que Dios nos da, sólo dejándolo todo en sus manos, sólo con este hilo que nos une que es la oración, podremos decir finalmente que Dios hasta aquí nos ha ayudado.
A Él sea el honor, a Él sea la gloria.
Mientras tanto, subsisten la fe, la esperanza y el amor, los tres; pero el amor es el más grande. (1C 13, 13)
Presidenta Comunidad Ecuménica Cristiana Jaume Masvidal
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