Latidos
por Koldo Aldai
¿De qué estamos colmados? ¿Qué pensamientos llenan nuestra mente, qué sentimientos nuestro corazón? ¿Late el mundo en nuestro interior? ¿El latido de mis hermanos es mi latido? ¿Mi latido es el latido del mundo o bombeo por mi lado…? Sumemos latidos a otros latidos, al latido de la Madre Tierra, al latido de los hermanos animales, de los árboles, las plantas, las rocas... Sólo un latido, sólo un corazón, sólo una tierra, una humanidad…
Podamos decir que ningún latido nos es ajeno, sobre todo el latido de los hermanos que están bajo las bombas. Alepo, Mosul no nos son ajenos. Ningún dolor nos es ajeno. Está brotando un latido nuevo altruista, solidario. Si mi latido no es con tu latido, ¿dónde irá mi latido? Si mi suerte no es tu suerte, ¿qué será de mi suerte…? Ninguna bomba, por lejana que se desplome, nos es ajena. Caen las bombas sobre nuestras ciudades, sobre nuestros barrios y tejados. Ninguna guerra nos es ajena, en primer lugar porque todas las guerras de fuera son reflejo de nuestros conflictos de adentro, de nuestras cuestiones no resueltas.
¿Cómo olvidarnos de Alepo y Mosul? Hay una tierra pura que nos aguarda tras todos los Alepos y Mosules de ahora y de siempre, de fuera y de dentro. Hay un tierra, pura, radiante, fraterna, a la vuelta de todas las bombas. Vamos juntos a por esa tierra en que jamás el hermano vuelva a disparar contra el hermano. Vamos juntos a por esa tierra sin barrios enteros reducidos a polvo y ruinas. Ninguna ciudad destrozada legada a las próximas generaciones. Ninguna ciudad esqueleto legada a los niños que están viniendo. Dejemos algo más que ruinas, que alambradas. Dejemos flores, cantos, puertas abiertas…
No más “Exit”. Ningún “bye, bye” a destiempo, en la hora de la humanidad unida. Vamos a construir un mundo sin separaciones, sin abusos, ofensas, ni odios. Vamos a empeñarnos en un mundo de libertad, armonía y solidaridad. No más negativas a la paz, no más naufragios en nuestros mares… Vamos a poner urnas al alba, al despertar la conciencia, no urnas en el claroscuro en que se agitan los agoreros, los que no respetan a las mujeres, los que aún no han sanado sus heridas. Vamos a poner urnas al alba, más allá de los aullidos de la noche. Vamos a abrir urnas de cristal, de luz, urnas acogiendo esos latidos. Vamos a abrir los escrutinios de la paz a la orilla de nuestra oceánica esperanza. No más “exit”, no sobra nadie. Ahora tocaba acercarnos, acabar con las fronteras. Ahora tocaba construir un mundo de hermanos.
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