Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

miércoles, 8 de marzo de 2017

TEXTO BÍBLICO COMENTADO: MOMENTO DE CAMBIAR



 Momento de cambiar

Hechos 1, 1-11 :

En la primera parte, querido Teófilo, conté todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio hasta que, después de dar instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue llevado al cielo. Se les había presentado vivo durante cuarenta días, después de su pasión, con muchas pruebas, mostrándose y hablando del reinado de Dios. Estando comiendo con ellos, les encargó que no se alejaran de Jerusalén sino que esperaran lo prometido por el Padre: Lo que me habéis escuchado –les dijo– que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados dentro de poco con Espíritu Santo. Estando ya reunidos le preguntaban: Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar la soberanía de Israel? 

Les contestó: No os toca a vosotros saber los tiempos y circunstancias que el Padre ha fijado con su exclusiva autoridad. Pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaria y hasta el confín del mundo. Dicho esto, en su presencia se elevó y una nube se lo quitó de la vista. Seguían con los ojos fijos en el cielo mientras él se marchaba, cuando dos personajes vestidos de blanco se les presentaron y les dijeron: Hombres de Galilea, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este Jesús, que os ha sido arrebatado al cielo, vendrá como lo habéis visto marchar. (Hechos 1, 1-11)

Tras su resurrección, Jesús vuelve con sus discípulos para ofrecerles un regalo maravilloso: el primero es el Espíritu Santo, quien, como describe el texto de los Hechos de los Apóstoles, es un poder, una dinámica, una fuerza. A este pequeño grupo de seres humanos se le confiere una fuerza de transformación, una capacidad creadora de poner las cosas en movimiento y de hacer nacer lo que aún no existe.

El segundo don es el del tiempo. Mientras los discípulos apremian a Jesús para que les diga cuándo vendrá el fin de los tiempos, modifica el orden de prioridades: no os corresponde conocer el fin de los tiempos, no os preocupéis, ni de cuando restaurare mi Reino. Preocupaos más bien de utilizar bien la fuerza que se os ha dado.

En el fondo, ambos dones van de la mano. Además de una capacidad de creación, Dios da también el tiempo para realizar los cambios. Si la Pasión, la Resurrección, la Ascensión, Pentecostés son momentos diferentes entre sí, es porque Dios se toma su tiempo y da tiempo a los seres humanos.

Una de las primeras consecuencias es la imposibilidad de juzgar a las personas y situaciones de manera definitiva. Ante nuestros «siempre» y «nunca», «todo» y «nada», pronunciados a menudo demasiado rápido, Dios nos sigue dando el Espíritu de transformación y la llamada a la paciencia. No hay soluciones definitivas a los problemas grandes o pequeños de la existencia, sino una llamada a aceptar la naturaleza provisional de las situaciones y trabajar por sus posibles evoluciones positivas.

El Papa Francisco no deja de repetir, en especial a las personas con responsabilidades socio-económicas que se encuentra, que «el tiempo es superior al espacio». En su Encíclica «La alegría del Evangelio » escribe : « Dar la prioridad al espacio nos lleva a un intento loco de contener todo en el presente, para intentar tomar posesión de todos los espacios de poder y de autoafirmación». Es cristalizar los procesos y pretender detenerlos. Dar la prioridad al tiempo es ocuparse de iniciar procesos más que poseer los espacios. El tiempo ordena los espacios, les da claridad y los transforma en eslabones de una cadena en constante expansión, sin posibilidad de retorno. Se trata de dar prioridad a las acciones que generan nuevas dinámicas en la sociedad e implican a otras personas y grupos que las desarrollen, hasta que den frutos en acontecimientos importantes en la Historia.(Párrafos 222-225).

Es el momento de preguntarnos: si aspiro a hacerme hija o hijo de la resurrección, ¿cómo puedo utilizar mis habilidades para iniciar un nuevo proceso más que para conquistar territorios?

Además de darles el Espíritu creador y el tiempo de cambio, Jesús anima a sus discípulos a no quedarse en el mismo lugar después de Pentecostés, sino a que vayan «hasta los confines de la tierra». Entrar en el largo tiempo de la paciencia de Dios es como volverse un viajero en esta Tierra. Este viaje para proclamar la buena noticia es de naturaleza geográfica y espiritual : consiste en viajar no sólo por Jesús en un primer sentido, sino en hacerse viajero en su propia vida. Vivir con pocos medios, aceptar no saber todo sobre las próximas etapas, vivir en una especie de provisionalidad, aceptar no planificar ni controlar todo : el tiempo de la paciencia de Dios es el tiempo de cambio. Más que buscar respuestas muy definitivas, aceptemos este estilo provisorio. Un poco como aquí en Taizé, donde tras 40 años de encuentros de jóvenes, preferimos mantener las carpas para reunirnos que construir más edificios. La falta de confort, lo provisional, nos hace aligerar, humildes y creativos.

Paradójicamente, esta actitud de viaje interior no es la del consumismo desenfrenado, ni la del turista, ni la del adepto de la cultura de la basura, que de usa y tira a un ritmo acelerado. Consentir el hecho de no tener respuestas definitivas, conduce también a dar su vida en un compromiso para siempre. Es en nombre de un viaje aún más grande que se vincula a una promesa para siempre. Esta promesa no nos restringe nuestra libertad creadora, sino que la hace mas profunda y le da de antemano un sabor a eternidad.
  • ¿Me he lanzado alguna vez en proyectos con un futuro incierto? ¿Qué me ha impulsado? ¿Qué me ha permitido mantenerme?
  • Con el poder del Espíritu Santo Dios nos inspira a hacer cosas nuevas. ¿Cómo utilizar al 100% el don que hemos recibido?
Comunidad Taizé



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