Madre Teresa de Calcuta
‘acariciando la pobreza’
Agnes Gonxha Bojaxhiu nació en Uskub —actual Skopie, Macedonia— el 26 de agosto de 1910, de etnia albanesa. A los 18 años de edad dejó su hogar e ingresó en la Orden de las Hermanas de Nuestra Señora de Loreto en Irlanda. Recibió su formación religiosa en Dublín (Irlanda) y en Dardjiling (India). En 1931 tomó el nombre de Teresa en honor a Santa Teresa de Lisieux, patrona de los misioneros. Durante veinte años enseñó en el colegio que las Hermanas de Loreto tenían en Calcuta, India. El 10 de septiembre de 1946, recibió otro llamado de Dios, el ‘llamado dentro del llamado’, el servicio hacia los más pobres. En el año 1948, con el permiso del Papa Pío XII, empezó a compartir su vida en las calles de Calcuta con los más pobres, los enfermos, los hambrientos, los leprosos. En 1950 fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad. En 1965, el Papa Pablo VI autorizó la expansión de la Orden religiosa en otros países. Durante más de cuarenta años oró incesantemente y trabajó entregándose a los pobres entre los más pobres. En 1979 obtuvo el Premio Nobel de la Paz y en 1980 el Bharat Ratna, el más alto honor civil en India por su labor humanitaria. Una incansable acción surgida de la más profunda contemplación.
Falleció en Calcuta el 5 de septiembre de 1997. Fue beatificada por su Santidad Juan Pablo II, el 19 de octubre de 2003 en la Plaza de San Pedro.
A finales de 2015, el Vaticano aprobó su canonización; el 4 de septiembre de 2016, ante más de cien mil fieles congregados en la plaza de San Pedro, el papa francisco ofició la ceremonia que elevaba a los altares a Santa Teresa de Calcuta, cuya festividad (5 de septiembre), incorporada al santoral católico, se celebró por primera vez al día siguiente.
"Nuestro Señor quiere que sea una monja libre cubierta con la pobreza de la cruz. Hoy aprendí una buena lección. La pobreza de esta gente debe ser algo muy difícil para ellos. Mientras buscaba por un hogar caminé y caminé hasta que mis brazos y piernas me dolieron. Pensé entonces qué tanto debía dolerles a ellos en su cuerpo y alma, buscando un hogar, comida y salud. Entonces la comodidad vivida en el convento de Loreto me sedujo. 'Sólo tienes que decir una palabra y todo será tuyo de nuevo', me insistía el tentador... ‘Por mi propia elección, mi Dios, y porque te amo, deseo permanecer y hacer lo que tu Santa voluntad me pida.’ No dejé caer ni una sola lágrima." Madre Teresa de Calcuta
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