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martes, 15 de diciembre de 2015

PRESENTACIÓN DE "LOS DONES Y LA LLAMADA DE DIOS SON IRREVOCABLES"

Judios y católicos "deben aprender a conocerse mejor, a reconciliarse cada vez más"

''Los dones y la llamada de Dios son irrevocables'', el texto no constituye un documento magisterial o una enseñanza doctrinal de la Iglesia Católica, sino sólo una reflexión, preparada por la Comisión para las Relaciones Religiosas con los Judíos, sobre temas teológicos actuales

''Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Una reflexión sobre cuestiones teológicas en torno a las relaciones entre católicos y judíos en el 50° aniversario de ''Nostra Aetate'' (num. 4)'' es el título del documento publicado por la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaísmo, que se ha presentado esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Han participado en el acto el cardenal Kurt Koch, Presidente de ese dicasterio, el rabino David Rosen del American Jewish Committee Jerusalén, Israel; el profesor y teólogo judío Edward Kessler, Founder Director of the Woolf Institute, Cambridge (Reino Unido) y el P. Norbert Hoffmann. SDB, Secretario de la Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaismo

En su intervención el cardenal Koch recordó que el 28 de octubre de este año, según el deseo del Papa Francisco, se organizó una audiencia general especial con motivo de la promulgación ese mismo día, hace cincuenta años, de la Declaración Nostra Aetate del Concilio Vaticano, en la que participaron representantes de diversas religiones en señal de que aquel documento representó una piedra angular en el cambio de actitud de la Iglesia Católica hacia los otros credos. De ahí que la Comisión que el purpurado preside haya elegido este año para presentar un nuevo documento que retoma los principios teológicos de Nostra Aetate, ampliándolos y profundizando en los puntos que interesan a las relaciones entre la Iglesia católica y el Judaísmo.


''Se trata-dijo- de un documento explícitamente teológico que pretende retomar y aclarar las cuestiones afrontadas en las últimas décadas en el diálogo católico-judío. Nunca antes nuestra Comisión había presentado un documento de signo teológico en sentido estricto: los tres documentos precedentes ''Orientaciones y sugerencias para la Aplicación de la Declaración Conciliar Nostra Aetate (n.4)'', (1974), ''Sobre una correcta presentación de los judíos y el judaísmo en la predicación y la catequesis de la Iglesia Católica'' (1985) y ''Nosotros recordamos : una reflexión sobre la Shoah'' (1998), se referían sobre todo a temas concretos, útiles para el diálogo con el judaísmo desde un punto de vista práctico''.

El nuevo documento quiere destacar que el diálogo con el judaísmo, después de cincuenta años, se asienta ahora sobre un terreno sólido, porque en este arco de tiempo se han obtenido muchos resultados. ''Estamos muy agradecidos por todos los esfuerzos llevados a cabo tanto por parte judía como por parte católica para la promoción de nuestro diálogo -concluyó el cardenal- Pero también es muy importante recordar, como evidencia el documento, que sobre todo desde el punto de vista teológico, estamos solo ante un nuevo principio: quedan muchas cuestiones abiertas que requieren ulteriores estudios''.

Por su parte el rabino Rosen subrayó que el nuevo documento revela no sólo los avances en las directrices propuestas por Nostra Aetate de apreciar y respetar la autocomprensión judía sino también un profundo reconocimiento del lugar de la Toráen la vida del pueblo judío y, de acuerdo con el trabajo de la Pontificia Comisión Bíblica, un reconocimiento de la integridad de la lectura judía de la Biblia que es diferente de la cristiana. ''De hecho -señaló- el mismo hecho de que el documento también cita extensamente fuentes rabínicas judías es un testimonio más de este aspecto''.

El rabino mencionó también, que como el cardenal Koch y el Padre Hofmann ya habían dicho el documento es un documento católico que refleja la teología católica, y en ese sentido recordó que para la comprensión del pueblo judío era necesario apreciar también la importancia que la Tierra de Israel desempeña en su vida religiosa histórica y contemporánea.

''Efectivamente, incluso en términos del estudio histórico de los hitos a lo largo de este extraordinario viaje desde Nostra Aetate -afirmó- el establecimiento de relaciones bilaterales plenas entre el Estado de Israel y la Santa Sede (muy deseadas y promovidas por san Juan Pablo II) fue uno de ellos. Por otra parte, el preámbulo y el artículo primero del Acuerdo Fundamental entre las dos partes, reconoce precisamente este significado. Sin ''Nostra Aetate'', el establecimiento de estas relaciones seguramente no habría sido posible. El Acuerdo Fundamental no sólo allanó el camino a las históricas peregrinaciones papales a Tierra Santa y por lo tanto a la creación de la comisión bilateral con el Gran Rabinato de Israel, sino que podría decirse que refleja ante todo el hecho de que la Iglesia Católica repudió verdaderamente su representación del pueblo judío como vagabundos condenados a no tener hogar hasta el final de los tiempos''.

''La referencia a la paz en Tierra Santa en lo pertinente a la relación entre católicos y judíos también es importante -observó- Los pueblos viven allí en la alienación mutua y el descontento, y creo que la Iglesia católica puede desempeñar un papel importante en la reconstrucción de la confianza, como por ejemplo hizo el Papa Francisco con su iniciativa de oración por la paz. Permítanme expresar la esperanza de que pronto habrá nuevas iniciativas que permitan a la religión ser una fuente de curación en lugar de conflictos y de asegurar que éstas se coordinen con los que tienen la autoridad política para allanar el camino para que la tierra y la ciudad de la paz obedezcan a su nombre''.

La Comisión para las Relaciones Religiosas con el Judaismo publica hoy el documento ''Los dones y la llamada de Dios son irrrevocables''. Una reflexión sobre cuestiones teológicas en torno a las relaciones entre católicos y judíos en el aniversario de Nostra Aetate num. 4''. El texto consta de una prefación y siete capítulos titulados: Breve historia sobre el impacto de "Nostra Aetate" (Nº.4) en los últimos 50 años; El estatuto teológico especial del diálogo Judío-Católico; La revelación en la historia como ¿Palabra de Dios? en el Judaísmo y en el Cristianismo; La relación entre Antiguo y Nuevo Testamento, Antigua y Nueva Alianza; La universalidad de la salvación en Jesucristo y la Alianza irrevocable de Dios con Israel: El mandato de la Iglesia de evangelizar en relación al Judaísmo; Las metas del diálogo con el Judaísmo.

''Hace cincuenta -dice la prefación- años fue promulgada la Declaración "Nostra Aetate" del Concilio Vaticano II. Su artículo cuarto presenta la relación entre la Iglesia Católica y el Pueblo Judío en un nuevo marco teológico. Las siguientes reflexiones intentan repasar con gratitud todos los logros alcanzados durante las últimas décadas en las relaciones Judío-Católicas, y ofrecer un nuevo estímulo para el futuro. Destacando una vez más la naturaleza especial de esta relación, dentro del ámbito más amplio del diálogo interreligioso, serán ulteriormente examinadas cuestiones teológicas tales como la importancia de la revelación, la relación entre la Antigua y Nueva Alianza, la relación entre la universalidad de la salvación en Jesucristo y la perennidad de la Alianza de Dios con Israel, y el mandato de la Iglesia de evangelizar en relación con el Judaísmo. Este documento presenta algunas reflexiones católicas sobre estas cuestiones, colocándolas en su contexto teológico, para que los miembros de ambas tradiciones religiosas puedan profundizar su significado. El texto no constituye un documento magisterial o una enseñanza doctrinal de la Iglesia Católica, sino sólo una reflexión, preparada por la Comisión para las Relaciones Religiosas con los Judíos, sobre temas teológicos actuales, desarrollados a partir del Concilio Vaticano II, que pretende ser un punto de partida para un ulterior pensamiento teológico, en vistas a enriquecer e intensificar la dimensión teológica del diálogo Judío-Católico''.

En el primer capítulo se recuerda que durante los últimos cincuenta años, ha habido grandes avances en el diálogo, por lo que, desde una coexistencia separada se ha llegado a una amistad profunda. La declaración conciliar "Nostra Aetate" (n. 4) ha definido claramente, por primera vez, la posición teológica de la Iglesia Católica hacia el judaísmo; el documento tuvo un fuerte impacto en varios niveles.

Por cuanto respecta al diálogo con el judaismo, en el segundo capítulo se afirma, que no puede compararse absolutamente al diálogo con otras religiones a causa de las raíces judías del cristianismo. Jesús sólo puede entenderse en el contexto judío de su tiempo, a pesar de que, como el Mesías de Israel e Hijo de Dios, trasciende el horizonte histórico.

Dios se revela en su Palabra, se comunica a la humanidad. Para los judios, esta palabra está presente en la Torá. Para los cristianos, la Palabra de Dios se encarnó en Jesucristo. Sin embargo, la Palabra de Dios es indivisible y requiere una respuesta por parte de los hombres que les permite vivirla en una relación correcta con Dios, dice el tercer apartado.

Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento hay una unidad indisoluble, a pesar de que los dos Testamentos son interpretados de manera diferente por judios y cristianos sobre la base de sus diferentes tradiciones religiosas. Para los cristianos ? se lee en el cuarto capítulo- el Antiguo Testamento es entendido e interpretado a la luz del Nuevo Testamento. La Antigua y la Nueva Alianza forman parte de una sola y única historia de la alianza entre Dios y su pueblo, si bien la Nueva Alianza deba considerarse como el cumplimiento de las promesas de la Antigua.

El quinto capítulo subraya que a través de Jesucristo, con su muerte y su resurrección-, todas las personas toman parte en la salvación, todos son salvos. Aunque los judios no puedan creer en Jesucristo como redentor universal, tienen parte en la salvación porque los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Cómo esto suceda sigue siendo un misterio insondable del plan salvífico de Dios.

Aunque los católicos en el diálogo con el judaísmo, dan testimonio de su fe en Jesucristo,se abstienen de cualquier intento de conversión activa o de misión hacia los judios. La Iglesia Católica no prevé ninguna misión institucional destinada a los Judios, afirma el sexto capítulo.


Por último, en el diálogo fraterno, judios y católicos deben aprender a conocerse mejor, a reconciliarse cada vez más, a participar juntos en la promoción de la justicia, la paz y la salvaguardia de la creación, a luchar eficazmente contra todas las formas de antisemitismo. Unos y otros deben intensificar su cooperación en el ámbito humanitario en favor de los pobres, los débiles, los marginados, para convertirse así, juntos, en una bendición para el mundo.

Para leer el documento completo:

FUENTE:
http://www.periodistadigital.com/


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