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miércoles, 30 de diciembre de 2015

FELICITACIÓN DEL CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS

Navidad 2015 - Felicitación del Consejo Mundial de Iglesias

“Cuando [José] despertó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto”. Mateo 2:14

“… y la madre con el hijo son llevados a tierra extranjera”.
San Juan Crisóstomo sobre Mateo 2:14, citado por Santo Tomás de Aquino


El milagro de la Navidad está iluminado por la gloria de Dios y armonizado con alegres cantos de júbilo. En el Evangelio de Mateo, leemos que los Reyes Magos siguen a una estrella, se enteran de la profecía bíblica, y llevan espléndidos regalos a un niño nacido para ser rey. La peregrinación de los Reyes Magos los llevó finalmente al “lugar donde estaba el niño”, un remanso de paz donde hicieron una pausa, maravillados; luego, siguieron su camino por una ruta nueva y diferente mientras narraban su historia de vuelta a casa.

En medio de la gloria y la perfecta bondad de estas maravillosas noticias, el autor del Evangelio nos recuerda que la imagen de la natividad tiene como telón de fondo el mundo a menudo cruel que conocemos. Después de que los Reyes Magos se despidieran de la Sagrada Familia, Mateo nos cuenta (2:13-14):

“…un ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allá hasta que yo te diga, porque Herodes buscará al niño para matarlo’. Cuando él despertó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto”.

Poco después de que la estrella guíe a los Magos hasta el lugar del nacimiento de Cristo, se produce la huida a Egipto. La historia de la Navidad y la Epifanía está incompleta si no recordamos a los refugiados... refugiados enviados con la bendición que les susurra un ángel al oído, asegurándoles que Dios cuida de ellos permanentemente.

En este año de nuestro Señor, 2015, el número de refugiados y otras personas desplazadas en nuestro mundo es mayor que nunca. Según el informe anual de ACNUR, la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, el número de seres humanos que se han visto obligados a abandonar sus hogares asciende a 59,5 millones de personas por lo menos, cuando a mediados de 2014 eran 51,2 millones y 37,5 millones hace solo una década. Estas cifras desalentadoras representan a decenas de millones de mujeres como María, hombres como José y niños como el niño Jesús.

Los desplazamientos se producen por muchas causas, que son terribles en sí mismas. Las guerras, la injusticia, la persecución, las enfermedades y las catástrofes naturales, así como las consecuencias del cambio climático, son algunas de las razones de la angustia mundial y el sufrimiento humano. Es necesario abordar las causas fundamentales, al tiempo que intentamos ayudarnos mutuamente a través de ministerios de atención y recuperación.

A lo largo del último año, he tenido la oportunidad de visitar a los refugiados y las personas de las iglesias y los organismos que están acompañándolos en sus tribulaciones. Me he sentido abrumado por la generosidad de espíritu y las afirmaciones de dignidad humana de todas las partes. Tenemos mucho que ofrecernos los unos a los otros, sobre todo las cualidades de la dignidad, la compasión, la esperanza y el amor. Este es un momento crítico en la vida de las iglesias y las sociedades de cada continente y de cada región.

En un reciente comunicado sobre la crisis de los refugiados, los dirigentes eclesiásticos de Europa hicieron estas observaciones:

“Como cristianos compartimos la creencia de que en el otro vemos la imagen del mismo Cristo (Mateo 25:31-46)... La experiencia de la migración y del cruce de fronteras es conocida para la iglesia de Cristo. La propia Sagrada Familia fue refugiada, la encarnación misma de nuestro Señor supuso cruzar la frontera entre lo humano y lo divino”.

Los mismos representantes religiosos sacaron, en parte, la siguiente conclusión:

“Para las iglesias esta es una oportunidad para compartir más ampliamente nuestra experiencia y conocimientos especializados en la provisión de apoyo espiritual y pastoral, en la cooperación ecuménica e interreligiosa, y en la construcción de puentes entre comunidades diversas”.

En esta época del año cristiano, nos acordamos del gran amor de Dios por el mundo en el don de Jesucristo. Y leemos una vez más sobre la huida de su familia en busca de un lugar más seguro que su hogar. Recordamos también la posterior enseñanza del Maestro, tal y como recoge Mateo 25:40:

“De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron”.

En este tiempo festivo en que celebramos la encarnación de Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, ¡honremos todos los dones que recibimos de Dios en la creación, y respetemos a todos los miembros de la familia humana!

Que las bendiciones de la Navidad estén con ustedes para que así puedan compartirlas,

Rev. Dr. Olav Fykse Tveit
Secretario general del Consejo Mundial de Iglesias




El Consejo Mundial de Iglesias promueve la unidad cristiana en la fe, el testimonio y el servicio en pro de un mundo justo y pacífico. El CMI, una comunidad de iglesias fundada en 1948, contaba al final del año 2013 con 345 iglesias miembros que representan a más de 500 millones de cristianos de tradiciones protestantes, ortodoxas y anglicanas entre otras en más de 140 países. El CMI trabaja también en cooperación con la Iglesia Católica Romana. Su secretario general es el pastor Dr. Olav Fykse Tveit, de la Iglesia (Luterana) de Noruega.


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