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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

domingo, 6 de diciembre de 2015

INICIATIVAS CRISTIANAS ANTE LA LLEGADA DE LOS REFUGIADOS

Publicamos la crónica de la mesa redonda que tuvo lugar en Madrid el pasado 12 de noviembre, que tenía como objetivo dar a conocer las diferentes iniciativas promovidas por las Iglesias y comunidades cristianas en orden a la acogida e integración de los refugiados. Fue una experiencia muy interesante que ayudó, en palabras de los asistentes, a tomar mayor conciencia del punto en el que se encuentra la situación.

MESA REDONDA
INICIATIVAS CRISTIANAS ANTE LA LLEGADA DE LOS REFUGIADOS
Fui extranjero y me acogisteis
(Mt 25, 35)

Ante la grave crisis humanitaria de los refugiados sirios y de otros países, el FORO ECUMÉNICO PENTECOSTÉS convocó en Madrid, el pasado jueves, 12 de noviembre, una mesa redonda con la intención de dar a conocer las diferentes iniciativas promovidas por las Iglesias y comunidades cristianas en orden a la acogida e integración de los refugiados en nuestra ciudad.

Compartieron la mesa redonda S. E. Mons. Nicolaos Matti Abd Alahad, (Arzobispo de la Iglesia siro-ortodoxa, y Vicario Patriarcal para España), D. Enrique del Árbol Zurita (Presidente de Diaconía España, de la FEREDE) y D. Francisco Javier Alonso (Presidente de la Comisión Diocesana Justicia y Paz, del arzobispado católico-romano de Madrid, y miembro de la Mesa de Hospitalidad Diocesana).

El acto comenzó con unas palabras de bienvenida del Pastor D. Alfredo Abad, de la Iglesia evangélica de Jesús, anfitriona del evento. A continuación el moderador de la mesa redonda y coordinador del Foro Ecuménico Pentecostés, D. Carlos Jesús Delgado Reguera, agradeció la presencia de los asistentes, y explicó el significado del encuentro.

De izquierda a derecha Calor Jesús Delgado, Mons. Nicolás Matti,
Enrique del Árbol y Francisco Javier Alonso
Cada día, dijo, vemos muchas personas que, poniendo su mirada en un horizonte de esperanza, intentan salir de sus tierras para alcanzarlo, no porque deseen abandonar sus lugares de origen, sino porque la situación en que viven, marcada por la violencia, la guerra y la pobreza, no les permite vivir en ellos. Si se quedan, irremisiblemente son avocados a la muerte por un bombardeo, por la persecución religiosa o por el hambre. Todo esto nos interpela y nos hace preguntarnos qué podemos hacer ante esta situación como comunidades y entidades cristianas, o a nivel individual. Esta pregunta es la que nos ha llevado a convocar esta mesa, constituida por representantes de diferentes tradiciones cristianas. Y esta es la pregunta que queremos plantear a los ponentes que están esta tarde con nosotros.

Mons. Nicolaos Matti Abd Alahad hizo una breve presentación de la situación que está viviendo la población siria. 

La Iglesia siro-ortodoxa, comenzó diciendo, es la primera Iglesia cristiana después de la de Jerusalén, primera sede de Pedro. Es el lugar en donde, por primera vez, se dio el nombre de “cristianos” a los seguidores de Jesús. Desde hace más de dos mil años, en la Iglesia siro-ortodoxa ha habido miles de mártires por defender el nombre de Cristo. En este momento, no vamos a buscar el porqué de lo que está pasando en Siria desde hace cinco años; lo que buscamos es una solución y el modo de poder atender a todos los que nos están pidiendo ayuda. Muchos países están colaborando, pero la situación es cada vez más grave, y el número de refugiados aumenta de día en día. Es importante subrayar que los refugiados no vienen solo de Siria; vienen también de Europa Oriental, Asia y África. Desde 2013, están viniendo de Irak y Siria. La mayoría de los cristianos y musulmanes que abandonaron esta tierra en 2014 vivían muy bien en el país; no tenían necesidad de emigrar. Hoy, en Mosul no queda ni un solo cristiano. Quienes no aceptan las ideas del llamado Estado Islámico no pueden seguir viviendo allí como cristianos; si se quedan, tienen que pagar altos impuestos, o renunciar a su fe; si no lo hacen, tienen que abandonar el país, pues, de lo contrario, lo que les espera es la muerte. Los cristianos abandonan el país con lo puesto, no traen más equipaje.

Las Iglesias de Europa están prestando ayuda a los que se quedan en el país ofreciéndoles recursos materiales como comida, ropa, medicamentos; envían también ayuda económica, pero estas ayudas solo sirven para poder vivir al día. Los que han podido salir y vienen a Europa lo tienen también muy difícil. Traen mucha amargura en el corazón. Llegan a un país desconocido del que ignoran la lengua, las costumbres y la cultura… Tengo que decir, dijo Mons. Nicolaos Matti, que los españoles son gente muy colaboradora que tiene un gran corazón. Al llegar a España, nos hemos sentido acogidos por la Iglesia católica romana; los obispos y los feligreses de las diócesis donde nos hemos establecido han demostrado para con nosotros un corazón cristiano, es decir, han hecho vida “Fui extranjero y me acogisteis, […] vinisteis a visitarme”. 

Siria está llorando sangre. Tenemos que lograr unir nuestras voces en una sola para conseguir que llegue la paz. ¿Por qué intentan los sirios salir del país si allí vivían bien? Porque llevan cinco años buscando y deseando la paz. Piensan que en Europa hay libertad religiosa, y respeto por el ser humano, y, cuando llegan aquí, no quieren perder ni su identidad ni su fe, ni tampoco olvidar su propia cultura. Por eso, concluyó Mons. Nicolaos Matti, tenemos que orar y pedir a Dios que nos ayude, porque muchas veces nos sentimos impotentes, experimentamos que no podemos hacer nada ante tanto sufrimiento; necesitamos encontrar el modo de poderles ayudar.

A continuación, tomó la palabra D. Enrique del Árbol Zurita. Comenzó preguntando: 

¿Qué se está haciendo, y qué podemos hacer ante situaciones que, cuando las conocemos, nos rompen el corazón? No nos podemos quedar impasibles. La muerte no ocurre solo en el Mediterráneo ni en sus playas; la gente está muriendo en las calles; muchos son masacrados en ellas. Necesitan huir del terror, pero, ¿por qué les ponemos alambradas, levantamos muros…? 

¿Qué se está haciendo ante este drama humano? Nuestros gobernantes van siempre por detrás de la sociedad. En realidad, por parte de los gobiernos, se está haciendo poco. Los que tenemos fe sabemos que, independientemente de la respuesta que den las políticas de los gobiernos, nuestras manos y nuestros brazos tienen que estar extendidos; nuestras iglesias y parroquias, nuestras casas, tienen que estar abiertas sin esperar a que los gobiernos se decidan a hacer algo. 

Podemos prestar ayuda de varias formas: Desplazándonos y acudiendo allí donde se encuentran, orando por ellos, apoyándolos económicamente, etc. La solidaridad no es dar lo que te sobra. Solidaridad es compartir tus bienes: comida, ropa, calzado, lo que tienes y eres. A veces, cuando estos gestos nacen desde dentro de uno mismo, pueden llegar a dolernos, y esto, el que lo recibe, es capaz de percibirlo. No nos damos cuenta de lo que podemos cuando abrimos los brazos de corazón a esta gente que viene vulnerable y desarmada, y que, al mismo tiempo, no deja de ser gente como nosotros.

En Europa, la mayoría de nuestros gobernantes está de brazos cruzados, y, ante la tragedia humana, en sus planes de acogida a refugiados e inmigrantes, se atreven a lanzar mensajes confusos, transmitiendo solapadamente el gran peligro que supone para nosotros la llegada de estos que vamos a recibir. Si entre ellos se cuelan “enemigos”, Jesús nos enseñó a ayudar también al enemigo. Es necesario interpelar a los gobernantes para que modifiquen las leyes injustas e inhumanas hasta hacer de nuestras sociedades verdaderas ciudades, barrios y países de refugio y acogida, como lo están siendo en estos momentos Libia y Jordania. 

Las palabras de Jesús no nos permiten quedarnos inmóviles ante el desamparado. Están llegando muchos niños solos; muchas mujeres son violadas por las mafias de traficantes e, incluso, por algunos de los refugiados. No te preguntes, dijo D. Enrique, qué puede hacer el gobierno de tu país o el alcalde de tu localidad por los refugiados y emigrantes; pregúntate: ¿Qué puedo hacer yo, qué puede hacer mi familia, mi Iglesia, mi parroquia? Preguntad en vuestras Iglesias ¿Qué podemos hacer, qué puedo hacer yo? Hay decenas de entidades que ya están prestando ayuda, cerca y lejos, en las fronteras donde están hacinados miles de refugiados. El mandato de Jesús es claro: “Dadles vosotros de comer”. Tú, también eres responsable. 

D. Enrique recordó las declaraciones de un niño sirio de ocho años ante los medios de comunicación: Nosotros no queremos ir a Europa, nosotros queremos vivir en nuestro país. ¡Paren la guerra!

En Diaconía, las Iglesias Evangélicas tenemos una plataforma llamada “situaciones de emergencia”, que está trabajando con la red “Euro-diaconía” en más de treinta países fronterizos por donde están pasando los refugiados. Desde la red, les procuramos lugares seguros de acogimiento. Sabemos, tristemente, que este proceso va para largo, porque, aunque se consiguiera la paz en Siria, se necesitaría mucho tiempo y muchos medios para reconstruir el país. Da mucho dolor pensar que hay varias generaciones de jóvenes que se están quedando en el camino, y el país necesita de sus jóvenes para ser reconstruido. 

Por último, concluyó D. Enrique, tenemos que pedir a Dios que dé luz a los gobernantes para que acierten a gobernar con sabiduría y humanidad, y que la Comunidad Europea sepa tomar decisiones humanitarias de respeto y dignidad ante esta tragedia humana. 

Finalmente intervino D. Francisco Javier Alonso, que comenzó diciendo: Las noticias de la prensa han despertado nuestra conciencia ante el dolor por lo que está pasando Oriente Medio, en especial, Siria e Irak. Mucha gente buena está reaccionando ofreciendo sus casas, deseando compartir lo que tienen y lo que son. Dentro de la Iglesia Católica, dijo, han surgido algunas iniciativas bonitas que han quedado recogidas en el díptico Migrantes con derechos[1] elaborado por Cáritas, CONFER-Madrid, Comisión diocesana de Justicia y Paz, y Comisión de la Conferencia Episcopal de pastoral de emigración.

Ante la pregunta ¿Qué hacer?, la primera respuesta es la de la acogida y el análisis de la situación. El documento Migrantes con derechos denuncia que no se trata de una emergencia, ni de una crisis. Lo que está ocurriendo es el resultado de una política orientada exclusivamente al control del flujo humano. Desde hace tiempo, y desde distintos estamentos, se viene denunciado esta política de la Unión Europea. Es necesario analizar y evitar las causas por las que la humanidad se ve obligada a salir de su país. A la vez, no podemos negar que también hay situaciones de emergencia provocadas por guerras cargadas de interesas, y por el hambre y la pobreza que ellas provocan. 

La primera respuesta necesaria es la de afrontar las causas, evitar la guerra, parar los bombardeos. No cabe duda de que también hay que detener la violencia y el terrorismo del ISIS, pero, junto a esto, también hay que detener los bombardeos de Francia y de Rusia, parar el comercio de armas, etc., porque el primer derecho que tiene la persona humana es el derecho a la vida, a poder vivir en su país en paz, sin necesidad de emigrar.

La segunda respuesta es la de apoyar en su origen a las comunidades que están viviendo y sufriendo en su país, porque, en general, son los más pobres los que no tienen recursos para poder huir. 

El primer reparto de refugiados que se propuso a España era de cuatro mil. En un primer momento, esto provocó una reacción de agobio. ¡No podemos acoger a tantos! Hace diez años llegaban a España semanalmente entre veinte y treinta mil emigrantes. Estos no venían en pateras, entraban por el aeropuerto de Barajas. La cantidad de emigrantes que llegan en pateras es mínima. Sin embargo, sorprendentemente, el gobierno de la nación, en un momento dado, cambió de criterio, y manifestó que estaba dispuesto a acoger, en dos años, a veinte mil refugiados que se repartirían en todo el territorio español. Es una cantidad muy inferior a la que estaba entrando semanalmente en España por emigración. Sabemos que las cifras de entrada de emigrantes, en la actualidad, se han reducido significativamente, por razones obvias: la disminución de puestos de trabajo, y las políticas restrictivas. El flujo mayor de refugiados no está llegando a Europa, se quedan en Libia y Turquía. 

La situación actual del desplazamiento humano es fruto de la guerra. Hay que parar la guerra, y para ello, es necesario poner fin al comercio de armas. Tenemos un gran reto; la acogida de refugiados no puede convertirse para nosotros en una amenaza sino en una oportunidad. 

La diócesis de Madrid ha tenido una iniciativa singular constituyendo la “Mesa por la hospitalidad” [2], compuesta por Cáritas, Comisión Diocesana de Pastoral de Migración, C. D. de Justicia y Paz, Confer Madrid, Servicio Jesuita a Refugiados y Migrantes, y Comunidad de Sant' Egidio. La Mesa por la
Hospitalidad es un proyecto para cooperar y coordinar todos los esfuerzos y ayudas en favor de la acogida de refugiados e inmigrantes. Una vez constituida, la Mesa elaboró una nota de prensa en la que da a conocer sus propuestas y preocupaciones. En ella afirma que las causas de los problemas deben ser afrontadas en origen; la acción de los gobiernos, ser más coordinada y anticipatoria, y la solución de los problemas, seguir criterios éticos y no estratégicos. Es preciso incrementar cuantitativa y cualitativamente la cooperación internacional, y apoyar generosamente a las comunidades cristianas que permanecen en origen. Es necesaria una mayor generosidad en la acogida de refugiados, y es fundamental hacer operativo el visado humanitario. Es preciso activar la Directiva europea de protección temporal. 

D. Francisco Javier recuerda que es necesario reafirmar el destino universal de los bienes que garantizan el derecho a vivir y a la alimentación para todos, y la importancia de la cooperación al desarrollo. Es muy importante la acogida y generosidad con los refugiados que llegan. La responsabilidad principal es del Estado, de las Comunidades Autónomas, y de los Ayuntamientos; nosotros estamos para cooperar con ellos, especialmente, para colaborar con los últimos, los excluidos, con tantos como quedan fuera de las medidas aplicadas. 

¿Qué medidas tiene previsto aplicar España?

A lo largo de dos años llegarán veinte mil refugiados, de manera escalonada, y serán repartidos por todo el territorio nacional

Hay entidades especializadas como ACCEM, CEAR y Cruz Roja, que se ocuparán de ello. La financiación será de 6.000 € por refugiado durante seis meses. A los seis meses, el refugiado quedará en situación de desamparo, y es ahí cuando tendremos que actuar desde otras instancias. Esta es una realidad que se nos avecina; sin embargo, no podemos olvidar que es una situación que venimos viviendo desde hace mucho tiempo, porque, desde hace años, están llegando refugiados a España. Muchos de ellos agotaron los seis meses de ayuda, y están viviendo en la calle. Nuestra generosidad no solo se ha de volcar con los que vienen, sino también con los que ya estaban: los refugiados y emigrantes que desde hace tiempo malviven en nuestro país.

Terminadas las exposiciones de los tres ponentes, se inició un interesante diálogo entre estos y los asistentes, a través del cual se pudo tomar una mayor conciencia de la situación y de la responsabilidad, tanto personal como institucional, que en ella tenemos. 

Inmaculada González
Secretaria del FORO ECUMÉNICO PENTECOSTÉS



El Foro Ecuménico Pentecostés cuenta oficialmente con delegados y miembros de: la Iglesia Evangélica Española (Presbiterio de Madrid), la Comunidad Evangélica de habla alemana (FriedensKirche Madrid), Iglesia Española Reformada Episcopal (Comunión Anglicana), Metrópolis Ortodoxa de España y Portugal, St Georges Anglican Church Madrid, Iglesia Católico-Romana (Archidiócesis de Madrid – Delegación de Relaciones Interconfesionales y Comisión Diocesana de Justicia y Paz), Orden Carmelitas Descalzos-Provincia de Castilla, Misioneras de la Unidad, Asociación Ecuménica Internacional (IEF), Carmelo Ecuménico e Interreligioso (CEI), Grupo ECUDIR de la Institución Teresiana, Movimiento de los Focolares, Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN) y la Comunidad de Sant’ Egidio.












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