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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

domingo, 4 de noviembre de 2018

LO QUE DICEN LAS RELIGIONES - CAPÍTULO III

Lo que dicen las religiones

 por José Luis Vázquez Borau



Capítulo 3: La oración.


1. El sentimiento religioso de la humanidad

El ser humano de todos los tiempos descubre, en el horizonte de su vida, de su entorno natural y de su historia, una Realidad Suprema y Absoluta, cuya existencia no es el resultado de una deducción lógica o racional, sino una Presencia que en cierta manera se impone, desvelándose al ser humano como el fundamento, eje y sentido de su vida; es decir, como Salvación, haciendo significativa su existencia desde n nuevo ámbito: el ámbito de lo Sagrado. Es opinión bastante generalizada, a partir de los estudios realizados por el teólogo protestante Rudolf Otto (1869-1937) en su libro Lo Santo, que el origen de la religión está vinculado en el ser humano al sentimiento generado por el “misterio tremendo y fascinante’”, que es el ámbito de lo sagrado o de lo santo.

Para que aparezca el Misterio el ser humano debe dejar de ser el centro de sí mismo, debe descentrarse, salir de sí mismo, inaugurar una actitud estática de reconocimiento de la Absoluta Supremacía del Misterio dejar que el centro de su persona lo ocupe la Realidad el Misterio. La cerrazón en sí mismo es sinónimo de inmanencia. Si algo es evidente para la persona auténticamente religiosa es que ella no inventa el Misterio, sino que el Misterio la encuentra ella, la emplaza, la juzga y la puede condenar o salvar. El Misterio no es para a persona ni un lugar, ni una idea, ni menos un mero ideal. La persona religiosa no es, por tanto, primordialmente aquella que acepta unas verdades, que alimenta unas esperanzas o que realiza unas  prácticas, sino más bien aquella que vive toda su vida en una dirección: la referencia al Misterio y la apertura a él en una actitud de reconocimiento acatamiento, de alabanza y de entrega a él.

“El sentimiento religioso ora, como la mente piensa. Así, hay religión cuando hay oración. Cuando no hay oración hay razones para pensar que ha desaparecido la fe”

2. Un Dios personal

El Dios bíblico es un Dios que dice “Yo”, es un Dios que habla. El Trascendente se sitúa en alteridad con respecto a su creación y al ser humano en particular. Dios es el Otro, no es identificable a ningún elemento del mundo, pero no por eso está menos cerca de su criatura: “Cerca está el Señor de los que le invocan, de los que lo invocan sinceramente” (Sal 145, 18). Así la oración de entrada, se coloca en el plano ético: la persona es la interlocutora de Dios, como Dios lo es de la persona.

En ningún momento el judaísmo tiene en perspectiva una fusión entre ambos interlocutores. El mundo está fuera de Dios. La relación ideal queda subrayada con estas frases: “Abraham, mi amigo” (Is 41, 8) o “El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo” (Ex 33, 11). La oración judía por excelencia, la Amida, se recita de pie, juntos los pies, en voz baja, y la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo. La tradición compara al orante, que expresa su alabanza o presenta su solicitud al Eterno, como un servidor delante del rey supremo.

3. Lo sagrado en el Islam

La voluntad divina y la trascendencia absoluta de Dios gobiernan lo sagrado.

El Corán es sagrado para los fieles, pues constituye el bien más precioso otorgado a la humanidad y todo el culto está centrado en el Verbo eterno de Dios contenido en el Libro. El Islam rechaza el sacerdocio y lo sagrado de orden sacramental. Las mezquitas, además de la función religiosa quetienen, también tienen: 
a) una función social y de encuentro con las amistades; 
b) una función cultural, pues suele tener una biblioteca donde ese realizan cursos de cultura árabe y refuerzo escolar
c) por último, una función caritativa.

El viernes no es un día sagrado, sino un día especial dedicado la oración, que tiene las siguientes características: 

1) Posición vertical: Comunión con el género humano, al ser el único que anda derecho; 
2) Posición inclinada: Comunión con el mundo animal, obligado inclinarse para coger la comida;
3) Posición postrada: Comunión con el mundo vegetal y mineral, que se ha de inclinar ante la proximidad de Dios;
4) Posición sentada:Permanencia de la proximidad con Dios y comunión con los puntos cardinales.

4. La oración de los cristianos

La oración cristiana se vive como un encuentro. El cristiano se pone deante de Dios que lo invita. Su oración se distingue de la meditación slitaria, del simple recogimiento o de un sentimiento religioso vivido en presencia de lo sagrado. En esto está su originalidad. Un Otro tiene la iniciativa.

“La razón de que no sepamos descubrir la presencia de Dios que nos envuelve por todas partes como la atmósfera es que estamos acostumbrados a que toda experiencia nos venga de afuera y esta experiencia es de adentro. Estamos volcados al exterior y no escuchamos las voces de adentro. No sabemos que en el centro de nuestro ser no somos nosotros sino Otro. Que nuestra identidad es Otro. Que cada uno de nosotros ontológicamente es dos. Que encontrarnos a nosotros mismos y concentrarnos en nosotros es arrojarnos en los brazos de Otro. Dios está en todas partes, pero sólo se oye en el silencio y la oración no es otra cosa que establecer contacto con Dios” (E. CARDENAL, La vida en el Amor, Sígueme,Salamanca 1979, 35)

La originalidad cristiana de la oración es que el término “orar” también se aplica a Dios, primeramente a Dios. En la parábola de los dos hijos, el hijo reencontrado y el hijo tristemente fiel, la parábola del padre generoso (Lc 15, 11-32), se dice que, cuando el padre conoció que su hijo primogénito rehusaba entrar en casa para compartir su alegría y su perdón, “él salió para rogarle” (v.28). De todos modos, la fuente y la referencia de la oración cristiana siempre será la oración de Jesús, la oración del Hijo bajo la mirada del Padre, concretada en la oración del “Padre Nuestro”.

5. La bhakti o la corriente mística hindú

La bhakti es una palabra sánscrita que significa “compartir o participar”. Se trata de una relación personal entre el creyente y su dios. El origen de la bhakti se encuentra en ciertos himnos del Veda, en especial en la Bhagavadgita. Es una forma de devoción que supera la rutina ritual, fruto de la enseñanza de Ramanuja, la predicación de Kabir o de Ramakrisna. La bhakti, en efecto, se basa en la concepción de dios que aparece en la Bhagavadgita. Dios, Bhaga, es la “buena parte” que él comparte con el devoto, “bhagavant”, que le ofrece el amor de su corazón. La bhakti es ese intercambio recíproco de amor: ofrenda y bendición. Esta profunda espiritualidad, personal y llena de fervor amoroso, es también un rostro del hinduismo. El camino del corazón o bhakti es accesible a todo el mundo.

Bhakti es un movimiento recíproco, una “comunicación mutua entre Dios y el ser humano“. Es otro intento de superar la separación entre el yo individual y el yo absoluto, entre Atman y Brahman. Y en este caso no por el fuego del conocimiento, sino por el ardor del amor, que presupone una relación personal. Esto es de hecho más fácil que el camino lleno de renuncia del conocimiento; porque aquí las fuerzas emocionales del hombre, las mismas fuerzas que originan la vinculación al mundo, son empleadas para el esfuerzo de liberación del creyente. La divinidad se revela al hombre que la alaba. El amor a Dios suscita el servicio a Dios, que debe expresarse en todo pensamiento y en toda acción. Aquí se integran también parcialmente los otros caminos de liberación. El sacrificio queda incluido en el culto a Dios. El estudio de textos sagrados y el esfuerzo por el saber pasan a formar parte de la concentración en la divinidad, que ha de ser plena entrega. La ascesis y la meditación contribuyen a la purificación personal para hacerse digno de la gracia de Dios y para transformarse a sí mismo en un lugar puro para la presencia de Dios. El cumplimiento de las obligaciones sociales, como lo confirmaron Gandhi y otras personas, la dedicación a los pobres y oprimidos, forma también parte esencial del servicio a Dios.

6. Parábola de la flecha

Así se explicaba Buda: “Todo el que diga “no abrazaré la vida religiosa con tal señor hasta que me explique si el mundo es eterno o no es eterno’, etc., morirá sin que nada de eso la haya sido explicado”. Es como si un hombre cae herido por una flecha envenenada y sus amigos y compañeros y parientes llaman a un médico para que le cure, y él dice: “No consentiré que me arranquen esta flecha hasta saber por qué clase de hombre he sido herido, si es de la casta de los guerreros, si es un brahmín, un agricultor, o si pertenece a la casta inferior”. O como si dijera: “No dejaré que me arranquen esta flecha hasta saber de qué nombre o familia es el individuo, osi es alto, bajo, o de mediana estatura, o si es negro, moreno, o amarillo, o si viene de esta o de aquella aldea, ciudad o pueblo, o hasta que sepa si el arco con que me hirió era de chapa o hasta que sepa si la cuerda del arco estaba hecha de celidonia o de fibra de bambú, o de tendón o cáñamo de gomero, o hasta que sepa si el astil estaba hecho de una planta silvestre o cultivada, o si estaba emplumado con plumas de ala de buitre o de garza o de halcón, o de gallo o si estaba asegurada con tendón de toro o de búfalo, o de ciervo o de mono, o hasta que sepa si era una flecha ordinaria o una flecha tajadora, o una flecha de hierro o de diente de ternera, o de hoja de karavira. Este hombre moriría sin haber llegado a saber tantas cosas. La vida religiosa no depende de que el mundo sea eterno, y tampoco depende la vida religiosa de que el mundo no sea eterno. Lo mismo si se afirma que el mundo es eterno o que no es eterno, siempre habrá reencarnación, vejez, muerte y dolor, lamentos, sufrimiento, tristeza y desesperación, y yo anuncio la destrucción de todas estas cosas ya para esta vida. Tampoco depende la vida religiosa de la idea de que el mundo sea finito, ni de que el Tathagata (yo mismo) exista después de la muerte. Por tanto, considera inexplicado lo que no he explicado, y explicado lo que he explicado. ¿Y qué es, lo que no he explicado? Si el mundo es eterno, o si el mundo no es eterno; si un Tathagata es a la vez no existente y no existente después de morir. ¿Y por qué, no he explicado estas cosas? Porque todo esto, no tiene utilidad alguna, en nada afecta al principio de la vida religiosa, no conduce a la aversión, a la ausencia de pasión, a la cesación, a la tranquilidad, a la facultad sobrenatural, al conoci¬miento perfecto, al nirvana, y por ese motivo no lo he explicado.

Y, ¿qué es lo que he explicado? He explicado el dolor, la causa del dolor, la destrucción del dolor, y el sendero que lleva a la destrucción del dolor he explicado. Porque esto es útil, esto se refiere al principio de la vida religiosa, esto conduce a la aversión, a la ausencia de pasión, a la cesación, a la tranquilidad, a la facultad sobrenatural, al conocimiento perfecto, al nirvana, y por eso lo he explicado. Por tanto, considera inexplicado lo que no he explicado, y explicado lo que he explicado”.

7. La doctrina del yin yang en el Tao Te Ching

Es un tratado místico que cubre muchas áreas de la filosofía, desde la espiritualidad individual hasta las técnicas de buen gobierno. Lao-Tse enfatiza el Tao, traducido usualmente como "el Camino", y expande su significado para abarcar el orden innombrable, inmanente, del universo. Destaca el concepto de "acción a través de la inacción", que no significa permanecer inmóvil sin hacer nada, sino evitar las intenciones explícitas y la voluntad. Los fines pueden alcanzarse respetando las formas en que las cosas espontáneamente crecen y decrecen; así, las acciones realizadas de acuerdo con el Tao son más fáciles y más productivas que aquellas que pretenden contrariarlo. Lao-Tse creía que la violencia debe ser evitada y que la victoria militar es una ocasión de duelo debido a que se ha utilizado la fuerza contra otros seres vivientes. Sostenía también que el exceso de leyes y reglas hacen más difícil el manejo de la sociedad.

FUENTE:
REVISTA HOREB EKUMENE
Noviembre 2018 - Año I - Nº 3
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld

JOSÉ LUIS VÁZQUEZ BORAU
Nació en Barcelona el 1 de enero de 1946; casado y padre de un hijo; profesor y escritor; miembro de la familia evangélica de Carlos de Foucauld desde el año 1971; ha vivido en distintas fraternidades: a) de presencia y evangelización, en Roquetas de mar (Almería);b) de estudio, en Fribourg (Suiza);c) de acogida y oración, en Grenay (Francia), Spello (Italia), Beni-abbés (Argelia). En el Poblado de san Francisco de Huercal-Overa y Uleila del Campo (Almería). Miembro de Unión Sodalidad Carlos de Foucauld desde el año 1978 y fundador ese mismo año de la Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld.
Doctor en Filosofía y doctor en Teología.
Forma parte, desde el año 1986, del Instituto Emmanuel Mounier; es presidente del Instituto Emmanuel Mounier Catalunya desde su fundación el año 2001.
Miembro fundador, el año 1983, de la Revista Calidoscopi, Revista de Valors Personalistes Comunitaris, realizada por el “Grupo Mounier”, profesores y alumnos del IES Terra Roja de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona, que en el curso 2006-2007, fue asumida por el Instituto Emmanuel Mounier Cataluña, dándole un nuevo impulso al añadir a la cabecera de la revista “Pensamiento” y difundiéndola por internet.
Es autor de mas de sesenta obras de filosofía, religión, sectas y semblanzas de personajes. Director de las colecciones de libros Las religiones ¿qué son?, La persona ¿qué es? y Llama viva, de la editorial San Pablo.
Premio Emmanuel Mounier 2000 y Premio Betania escritor del año 2005.
Reside en Barcelona, España.


Lo que dicen las religiones
por José Luis Vázquez Borau

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1 comentario:

  1. Trabajo muy interesante, te abre la mente y te hace mirar también a los demás. Agradecimientos a D. José Luis

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