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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

miércoles, 29 de agosto de 2018

LO QUE DICEN LAS RELIGIONES - CAPÍTULO I


Lo que dicen las religiones

por José Luis Vázquez Borau


Capítulo 1: "Concepto de Dios, del ser humano y del cosmos"

Los pueblos animistas son los más religiosos de la tierra. Para ellos el ser humano no se limita a su cuerpo. La tierra, los astros, los animales, los mismos vegetales pertenecen a un cierto orden del mundo que vincula entre si todos los elementos del cosmos. La vida del ser humano no se detiene en su muerte. Todo procede de un Dios supremo, que es objeto de culto, pues para ellos la religión no está separada de la vida; todo es religioso. El poder del rey o del jefe es de origen religioso. El anciano, el adivino, el médico, el chamán, el hechicero son una especie de sacerdotes: intermediarios entre el grupo y la divinidad. Ser animista es creer en la existencia y en la realidad de un mundo invisible.

Para nuestra tradición occidental el mundo físico es materia inanimada. Pero, en muchos pueblos de otras regiones del mundo se considera que la sustancia de las cosas terrenales está dotada de poderes espirituales y que cualquier objeto posee forma material y esencia viva. El animista no venera  les rinde. El culto aparentemente idólatra no va dirigido a ellos, sino a la vida, al orden de las cosas.

Los pueblos nómadas, están continuamente cambiando de lugar. Los parajes que encuentran les ofrecen alimentos sólo para una temporada. Van en busca de la vida la cual parece encontrarse un poco más allá. De ahí que la divinidad aparezca siempre como algo hacia lo que se camina pero que nunca se alcanza. Tienden a imaginarse la divinidad como algo presente pero al mismo tiempo distante. Algo así como la imagen del padre que guardan desde su primera infancia: un ser duro y exigente que obliga al niño a dejar la protección materna para enfrentarse con la caza y los peligros de los caminos. Por eso el pueblo nómada tiende a concebir la divinidad como masculina: dios-padre. Sus relaciones con él serán siempre duras, difíciles y tensas. El dios de los nómadas es todavía más libre e imprevisible que los mismos nómadas. Aparece, habla y desaparece, como quiere y donde quiere. Hay que ganarse su amistad, hay que estar siempre a la escucha. Los nómadas experimentan el tiempo y la historia como abiertos: su experiencia les dice que no hay dos días iguales para uno que vive caminando. El camino está lleno de sorpresas, de novedad. Esa novedad puede ser positiva (pastos, agua, vida, divinidad) o negativa (desierto, peligro, enemigos, ausencia de la divinidad).

El entorno geográfico de un pueblo y su género de vida influyen notablemente en su modo de percibir la divinidad y, en consecuencia, su concepción de ser humano y del cosmos. Así, los pueblos sedentarios están asentados en un lugar que les ofrece la posibilidad de vida lo suficientemente segura como para no sentir la necesidad de emigrar. Tiene abundancia de alimentos, agua, caza o rebaños y protección contra ataques o invasiones de otros pueblos. Un grupo así se sentirá bien acogido y bien nutrido por la tierra en que vive. Su tierra será como un seno materno que comunica y protege la vida. 

Tenderá a percibir la divinidad como algo cercano, benéfico y envolvente. Recordando la figura de la maternidad, tenderá a imaginar la divinidad como una madre: la diosa-madre-tierra. Esta divinidad tiene una buena disposición a favor de su pueblo. Basta adaptarse a los ciclos de la fecundidad y respetar la naturaleza para que la diosa-madre-tierra sea generosa con sus bienes. Los pueblos sedentarios viven el tiempo y la historia de forma cíclica: cada año se repite lo mismo, no sucede nada nuevo bajo el sol. El futuro no puede ser más que la repetición del presente, el cual, a su vez, es repetición del pasado. Las personas que viven en este ámbito son conservadoras.

Vivir es una aventura cotidiana y continua. Su dios es más bien buscado que poseído. Así, 
mientras que para los pueblos 
sedentarios la divinidad es garantía 
de estabilidad, para los nómadas 
es siempre estímulo para ir más 
allá. Sus intervenciones tienen por 
objeto la supervivencia del grupo. 
Hablan siempre por medio de 
intermediarios, y, en situaciones difíciles, sus revelaciones son solemnes 
y aparatosas. La vida y la religión de los nómadas están fuertemente 
marcadas por lo comunitario. El individualismo es la muerte. Existe 
conciencia de un destino común. Dios, no es el Dios que cada uno 
escucha en su intimidad, sino que es el Dios que habla desde afuera, para 
todos a la vez y para todos lo mismo.

Dios se manifiesta en la historia. Y lo hace en un encuentro personal, donde una persona habla y la otra escucha. Dios se dirige al ser humano como un dueño a su servidor, y le interpela. Y la persona, que escucha a Dios, responde con la fe y la obediencia. Por el término “revelación” entendemos al hecho y al contenido de esta comunicación. Dios no habla a la masa, sino a las personas que Él escoge, para ser intermediarios suyos ante el pueblo. El judaísmo es la más antigua de las tres grandes religiones monoteístas y el origen tanto del cristianismo como del islamismo. Su creencia central es la fe en un solo Dios, creador y soberano de todo el mundo, trascendente y eterno, que lo ve y lo conoce todo, ha revelado su ley o Torá al pueblo judío, a quien ha elegido para ser luz y ejemplo de toda la humanidad.El judaísmo, cristianismo e islamismo tienen en común que se reúnen en el nombre de Abraham.

A pesar de las diferencias estas religiones comparten: 
a) un origen y un lenguaje semita. El árabe, por poner un ejemplo, tiene una estructura y un vocabulario emparentados con el hebreo de Israel o con el arameo de Jesús de Nazaret; 
b) la fe en el mismo Dios único de Abraham, su patriarca, que fue testigo de este Dios único, vivo y verdadero; 
c) una concepción lineal de la historia que no piensa en ciclos cósmicos, sino que camina hacia una meta. Una historia de salvación universal que inicia su andadura en la creación, perdura a lo largo de los tiempos y tiende hacia un final cuya consumación vendrá de la mano de Dios; c) una ética básica de un humanismo elemental basado en la voluntad de Dios: los diez mandamientos o su equivalente.

Jesús de Nazaret el Cristo nos enseña el verdadero rostro del Dios-Amor y Padre de la humanidad y del cosmos, en el que todos somos sus hijos yhermanos entre nosotros.

Su Amor es tan grande que vino a nosotros en su Hijo, para enseñarnos el camino, la verdad y la vida, entregándose plenamente a nosotros en la cruz y resucitando a la vida nueva de su Reino.

La religión hindú está íntimamente vinculada a su historia y a su sistema social. El subcontinente indio tiene precisas demarcaciones geográficas. Triangular en su forma, está bañado por dos de sus lados por el océano y cerrado al norte por la cadena montañosa del Himalaya. Esto recuerda a los indios la figura de una madre, la “Madre-India”. El río Ganges, el río sagrado, no sólo proporciona agua al país, sino que es el símbolo de la vida sin fin.

Hacia el año 1500 a.C. los arios ya estaban asentados en Penjab. Llevaban consigo un panteón de dioses primitivos, principalmente guerreros y masculinos. Se trata de las deidades típicas de cualquier religión arcaica, que explican los fenómenos que el ser humano no entiende. Así encontramos a Indra, dios de la tormenta o a Agni, divinidad del fuego. Hay que señalar que los ídolos que representan los fenómenos atmosféricos son los primeros que aparecen en cualquier culto.

Los arios adoptaron la vida agrícola de los 
aborígenes, mezclándose con ellos. Además 
de la nueva religión les aportaron los caballos 
y el sánscrito. Con los caballos mejoró el 
tránsito y con el sánscrito con mayor 
desarrollo cultural. Los pobladores pasaron de 
una organización tribal a una jerarquía 
hereditaria. Se inició la especialización del 
trabajo, creándose cuatro grupos: 
a) los Brahmanes o sacerdotes; 
b) los 
Kahatriya o guerreros; 
c) los Vaishya o agricultores, y, finalmente,
d) los 
Shudras o trabajadores. De aquí surgirán las castas, pero en este 
momento todavía era un sistema flexible y abierto.


El Sikhismo adopta conceptos hindúes y musulmanes. No es una secta sincrética, fruto de la fusión del hinduismo y del islam, sino que es una nueva realidad. Sikhismo enseña la existencia de un solo Dios. Los hombres Sikh tienen el sufijo de sing, león, y las mujeres tienen en su nombre el sufijo kaur, princesa. En Sikh, el nombre más popular para Dios es Vahiguru, pero se utilizan muchos otros nombres, pues aceptan que Dios tiene muchos nombres.

Sikh rechaza el comer carne, el beber alcohol y el uso de sustancias narcóticas intoxicantes. La identidad sikh viene siendo reconocida tradicionalmente a través del “bautismo de la espada”, que posibilita el kesh, barba y largo cabello, kach, pantalón corto, kangha, peine grande, kirpun, puñal, y kara, brazalete de hierro en el brazo derecho.

El jainismo no reconoce a un Dios Creador, pero tampoco deja lugar a las divinidades, considerándose ateo y no religioso. El jainismo, pese a ser una religión de apenas tres millones de personas de las que casi todas ellas viven en la India, ha ejercido una gran influencia en el mundo moderno gracias a la figura de Mahatma Gandhi, que, si bien éste no era jainita, creció entre los jainitas y abrazó su doctrina más característica, la noviolencia a las cosas vivas, la ahimsa.

De acuerdo con las categorías hindúes, es una doctrina capaz de conducir a una visión de la realidad; y es también un conjunto de normas susceptibles de informar toda una vida.

Buda proclamó las “Cuatro Nobles Verdades” para liberar a los seres del ciclo de las continuas existencias. La religión del “Iluminado”, fundada entre los siglos VI-V a.C. por el Buda histórico, que proclamó como núcleo de su doctrina la vía del samsara o ley budista suprema: 
1) Todo lo que existe está sujeto al dolor; 
2) El origen del dolor reside en los deseos
humanos; 
3) La supresión del dolor proviene de la supresión del deseo; 
4) Y esto es el método moral para llegar al nirvana, que en sánscrito significa "un soplido que se extingue" y que en palabras de Buda es el fin de la construcción de la personalidad humana: la muerte del deseo, el despego, la extinción.

El Buda ve la existencia como no-permanente, 
sin-sustancialidad y, por tanto dolorosa. El 
conocimiento de estas tres características de la 
existencia constituye el punto de partida de la 
vía búdica. El carácter de sufrimiento o 
padecimiento está condicionado por la avidez, 
y la ignorancia, cuya supresión permite que una 
persona logre liberarse del samsara.

El taoísmo religioso está interesado por los dioses, fantasmas y antepasados. Por lo general, los fantasmas eran los antepasados abandonados, mientras que algunos antepasados importantes o figuras históricas podían transformarse en dioses. La religión china consistía en la veneración de un panteón de dioses encabezados por Shang Di, “El Señor en el Cielo”.

Además, incluía la veneración de los antepasados. La forma de adoración más típica era la ofrenda ritual de comida y vino. Estos sacrificios tenían la finalidad de alimentar las almas de los clanes de los antepasados y eran considerados esenciales para que pudiera continuar reinando una dinastía particular.

El fundamento del sintoismo es el culto a los antepasados. Para el sintoísmo o “Camino de los Dioses”, estos son la personificación de las fuerzas naturales: Amaterasu, el sol, Tsukiyomi, la luna, Suzano, las tempestades, etc. También se consideran divinidades los espíritus de los antepasados, kami. Un principio fundamental de esta religión japonesa es la reverencia y lealtad al Emperador y a los antepasados imperiales. La veneración de los grandes personajes y de los familiares fallecidos permite mantener el presente en contacto íntimo y constante con el pasado, al conservar vivo en el creyente el recuerdo de los antecesores. El símbolo de esta fe es el sakaki, árbol siempre verde.


FUENTE:
REVISTA HOREB EKUMENE
Septiembre 2018 - Nº 1- AÑO 1
Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld



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