Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

viernes, 30 de noviembre de 2018

¡ ESTAD VIGILANTES !


¡Que no os encuentre dormidos, aunque venga de improviso! 
¡Estad vigilantes! 

Ce que je vous dis, je le dis à tous: Veillez.

ORACIÓN ECUMÉNICA DE ADVIENTO
SABIÑÁNIGO 2018


El pasado miércoles 28 de noviembre nos reunimos cristianos de distintas denominaciones y de diferentes lugares para orar "todos juntos" para preparar y anticipar en oración la llegada de nuestro Señor, que si bien es verdad nació hace 2000 años en Belén, también tenemos la certeza de su presencia real entre nosotros, que formamos la Iglesia de Cristo, “la Comunión de los Santo” y también en nuestras vidas, como diría el apóstol Pablo, “ya no vivo yo, Cristo vive en mi”. La iglesia Cristiana, desde sus orígenes, cree y confiesa que espera a su Señor, que ha de venir en gloria, “la Parusía”. En el Club parroquial de Cristo Rey de Sabiñánigo (Huesca), organizada por el EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO.

Uno de los rasgos que definen a la iglesia cristiana es su “catolicidad”, su “universalidad”, la tarde del 28, esa realidad de la iglesia, se pudo percibir de forma muy especial y palpable, pues en el encuentro participaron además de personas de Sabiñánigo y la cercana ciudad de Jaca,  hermanos llegados desde el otro lado de los Pirineo, entre ellos la pastora de Pau, Helena Vicario, quien tuvo a su cargo la reflexión de la Palabra, el pastor Michel Jacob, que pastorea también en Pau y las comunidades de Oloron y Osse en Aspe, acompañados de un grupo de miembros de estas iglesias pertenecientes a la Iglesia Protestante Unida de Francia.


Comenzó el encuentro con las palabras de salutación y bienvenida realizadas por el pastor Daniel Vergara Muñoz, miembro del EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO.



Buenas noches y bienvenidos a nuestra Vigilia de Adviento ... 

... Dejemos de preocuparnos durante unos minutos por los ajetreos de nuestra vida cotidiana y disfrutemos de este tiempo de espera y esperanza en el gozo de nuestro Dios.



Tras la palabras de introducción se procedió a encender una particular y ecuménica Corona de Adviento, por una representación de los ahí reunidos.

Una representante de la iglesia católica, un representante de la iglesia anglicana, un representante de la iglesia metodista y una representante de la iglesia protestante unida de Francia encendieron cuatro cirios que conformaron la Corona de Adviento.




Los textos en esta ocasión estaban tanto en francés como en castellano para que cada cual pudiera seguirlos en su lengua, las oraciones que se recitaron se realizaron en ambos idiomas a la vez. Y así se fueros sucediendo oraciones, cantos, lecturas bíblicas, momentos de silencio y reflexión ...





Juan Manuel, de la IERE y miembro del EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO
realizó la Oración Inicial

Marifé, de la iglesia católica romana de Sabiñánigo realizó la
lectura del Antiguo Testamento correspondiente a Isaías 61: 1 – 11

Mosén José Manuel, sacerdote de la iglesia católica romana,
párroco de Cristo Rey proclamó en castellano el Evangelio de Marcos 13:33-37


Francoiçe, presidenta del consejo parroquial de Pau 
de la iglesia protestante unida de Francia
proclamó en francés el Evangile de Marc 13:33-37

La predicación y reflexión de los textos leídos corrió a cargo de la pastora de Pau (Francia), Helena Vicario, perteneciente a la Iglesia Protestante Unida de Francia.

Ofrecemos a continuación el texto íntegro de la predicación que nos ha sido facilitado por la propia pastora:


Marcos 13,33-37: 

«Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento. Es como un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!» 

Mirad, Vigilad. Quizás fuera esta recomendación pertinente en los tiempos de Jesús, tiempos ya pasados, en los que el ritmo de vida se adaptaba al de la naturaleza, en los que los inviernos eran los del reposo de la tierra y de los seres humanos, antes de volver al trabajo para la labranza en primavera. Vigilad, estad en alerta. Realmente ¿quién puede afirmar que está tranquilo en su vida, que no está en alerta, que no está continuamente pensando en lo que le queda por hacer? Si Jesús viniera hoy en nuestras vidas dudo que nos encontrara durmiendo, sino al contrario con ojeras de no dormir, con estrés de no poder hacer las cosas, ¿quién no ha pensado alguna vez ojala los días tuvieran 48 horas? El tiempo se ha acelerado desde mediados del siglo veinte y no parece que nadie sepa cómo ir más despacio. 

El tiempo nos engulle, y tenemos dificultades para mantenernos a flote. El tiempo nos engulle. Pero ¿de qué tiempo estamos hablando? El griego antiguo, idioma en el que se escribió como sabéis las escrituras, tiene una riqueza inmensa de vocabulario. Tiene dos palabras para hablar del tiempo cronos, el tiempo que se puede fraccionar en horas y en minuto, el tiempo que pasa tan rápido que parece mentira que estemos de nuevo en Navidad, el tiempo tal y como lo vivimos cada día, en una relación de amor/odio, con una sensación de que siempre se nos escapa. La otra palabra es Kairos, que aquí se traduce como nadie conoce la hora. Realmente el significado de Kairos va más allá de la hora o del momento, el Kairos tiene más relación con un acontecimiento que cambia la vida para siempre. 

Mi vida normalmente transcurre en el cronos : el tiempo cotidiano hecho de luz y de sombras, de alegrías y tristezas sin que en ningún momento me pare a pensar si todo lo que vivo tiene realmente sentido, si estoy construyendo mi vida en la roca o en la arena del tiempo que pasa. Y un día pasa algo, un acontecimiento que me cambia la vida. A mí me ocurrió estando en Taizé, un monasterio del sur de Francia en el que se reúnen jóvenes venidos de toda Europa. Estando allí, tuve una experiencia en la oración en que sentí Dios de tan cerca que se me quemaron las alas, las alas de cartón que tenía entonces y que hacían de mi vida una vida normal y corriente. Alas que me permitían dar saltitos en mi vida teniéndolo todo: vida de familia, pareja, trabajo, bastante atado. Se me quemaron estas alas a la luz del Kairos y aquí me tenéis haciendo una predicación ante vosotros, después de que Dios me cambiara la vida. 

No todos los que creemos en Dios han tenido experiencias tan drásticas de un Kairos que transforme radicalmente el cronos, la rutina que vivimos. Pero todos tenemos experiencias de Kairos en nuestras vidas. Fragmentos de luz, a veces luciérnagas en una noche de verano que nos sorprenden por su belleza, y nos hacen percibir más allá de la rutina, del barro de los días, la presencia de Dios en nuestras vidas. Puede ser el nacimiento de un bebé, o enamorarse, o en un viaje conocer a pueblos enteros que siguen viviendo una vida sencilla, cercana a la naturaleza, sin que el cronos les devore. 

Son fragmentos de luz o como diría un teólogo llamado Moltmann un ventanuco que da directamente al Reino de los Cielos. Cuando Jesús dice que volverá nos anuncia este acontecimiento final, el castillo de fuegos artificiales, que dará sentido a todo lo que hemos vivido anteriormente. Jesús nos dice: “vigilad!” Vigilad porque he sembrado en vuestras vidas alegrias, primaveras, momentos en los que la felicidad os deja sin aliento, para que sepáis que algún día volveré, como Señor del mundo, y todo será paz y alegría. 

¿Cuándo volverá Jesús? Fue una pregunta que se hacían continuamente los primeros cristianos. ¿Cuándo volverá Jesús? Ha pasado tanto tiempo desde que se pronunciaran estas palabras que hemos leído, 2000 años, tanto tiempo que el número de cristianos que creen que verán en vida el retorno de Jesús ha disminuido mucho. 

Quedan todavía cristianos que creen en este retorno y que piensan que lo veremos, pero en sus palabras hay, a veces, cierta rabia, frustración por el estado del mundo, y esperan que Jesús vuelva, aniquile el mundo tal y como lo conocemos, y abra las puertas de un Reino de felicidad y de amor. 

Y es cierto que un poco antes que el texto que hemos leído hoy Jesús nos dice «El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán » “El cielo y la tierra pasarán.” La Biblia nos habla en el libro de apocalipsis de una Jerusalén nueva. Pero en este texto que hemos leído juntos, nos damos cuenta de que el dueño de la casa vuelve para residir en la casa, no para destruirla. 

¿Quién tiene que vigilar, quedarse despierto en el texto? El portero. « Es como un hombre que se fue de viaje y dejo su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces! « 

El portero tiene que abrir la puerta al dueño de la casa cuando este vuelva de viaje. Que no tenga que esperar en la solana o en el frio, que no tenga que llamar varias veces a la puerta para poder entrar. Pero sobre todo el portero tiene que estar despierto para que todos puedan entrar a la casa del dueño. A la casa de Dios. Y eso es lo que Dios espera de nosotros. 

¿Quiénes aquí o en Francia abren las puertas de las iglesias? Y no estoy hablando solo de dejar las puertas de las iglesias católicas o protestantes abiertas para que los transeúntes puedan pasar. Sino de abrir simbólicamente las puertas. De abrir y desempolvar nuestras prácticas religiosas para que las nuevas generaciones puedan sentirse a gusta. Estoy hablando de abrir las puertas de nuestros corazones para que el que venga se sienta acogido. 

He crecido en Madrid en un bloque de viviendas que tenía portero. El portero era el que se ocupaba de que el edificio estuviera limpio, acogedor. El que llamaba cada día a la vecina del quinto que era muy mayor para saber si estaba bien. El que cuidaba de la vida en el apartamento, regando las plantas, dando de comer al gato cuando no estaba el dueño. El que recibía a los visitantes y les indicaba por dónde ir. El portero. Es una pena que sea una profesión que vaya desapareciendo. En Paris muchas veces no hay porteros sino agentes de seguridad privados, cuyo principal cometido es ahuyentar a los indeseados. 

Jesús, en este texto, nos pide que seamos porteros para cuidar de las iglesias en las que estamos. No es un trabajo muy prestigioso, muchos de nosotros preferiríamos ser presidentes de comunidad, o simplemente vecinos de la comunidad. Otros preferirían tener agentes de seguridad en las puertas para que solo aquellos que viven como nosotros, piensan como nosotros, viven su fe como nosotros puedan entrar. Para que se le pida el DNI a cualquier extraño que se acerque y se compruebe que no supondrá ningún esfuerzo acogerle. Que no nos pedirá nada. 

Pero a cambio de un trabajo a veces ingrato y otras veces tan lindo: acoger todo el que venga, cuidar de los que ya están en la casa, Jesús nos hace una promesa. Un día llamaran a la puerta, nos levantaremos a abrir y será Jesús el que ha llamado. ¿Un día ? o quizás varios días, muchos días, puesto que Jesús entra en nuestras iglesias cada vez que viene alguien a pedir un vaso de agua, a pedir hospitalidad, a pedir ropa, o simplemente un poco de compañía, Jesús ha entrado con él. 

Que el Senior nos ayude a vivir el adviento sirviendo como porteros en su casa. 




Los cantos y el acompañamiento musical como en otras ocasiones fueron conducidos 
por Lola, Irene, Sirley, María Angeles, Angelines y Orosia.
No tenemos mas que motivos de agradecimiento.

La Oración de Intercesión fue dirigida por Mosen Iván, sacerdote de la iglesia católica romana, vicario parroquial de Cristo Rey y 
párroco de varios pueblos del arciprestazgo de Sabiñánigo

Todos unidos, juntos como hermanos rezamos el Padre Nuestro

Emotivo y especial constituyó en esta ocasión el rezo del Padre Nuestro, cada uno en su lengua vernácula, en su lengua materna y con la fórmula que lo reza habitualmente, unidos por las manos una única plegaria a distintas y variadas voces se elevó al Padre de todos nosotros.

Después de mantener un alegre y festivo singo de paz los unos con los otros,
la hermana Mª José, religiosa de la congregación de las Hermanas de la 
Caridad de Santa Ana, realizó la Oración por la Unidad

Mosén Carlos, sacerdote católico romano,
párroco de la Iglesia de Santiago Apostol de Sabiñánigo
realizó la Oración Final


AUDIOVISUAL:
MIRADAS DE ADVIENTO 


MIREMOS AL PASADO 

Jesús se hizo presente “en la humildad de nuestra carne”. 
Aquel acontecimiento, marcado por la sobriedad y el silencio, ha irrumpido luego en la historia del mundo. 

MIREMOS AL FUTURO 
Cristo, que nació pobre y que pasó desapercibido para una gran mayoría de los que lo esperaban, prometió que –al final de los tiempos- volvería. 
Dese entonces seguimos proclamando y rezando: ¡VEN, SEÑOR, JESUS! 

MIREMOS AL PRESENTE 
Mientras miramos al pasado y pensamos en el futuro, ello no nos exime de estar con los pies en el suelo. 
Mientras Jesús llega, hemos de ser testigos de su Reino, de sus palabras de su vida. 
¿Lo hacemos suficientemente?





El reino de Dios no está lejos. Él está aquí, al alcance de nuestros ojos, nuestras manos, nuestro corazón. 

Está escrito en las palabras del Evangelio: 
La palabra paz: "La paz sea contigo". 
La palabra amor "Amaos los unos a los otros como yo os he amado". 
La palabra perdón "Padre, perdónalos". 

Que la paz de Dios te construya. Que su amor te cure. Que su perdón te regocije. Amén


Le royaume de Dieu n'est pas loin, il est là, à portée de notre regard, de nos mains, de notre coeur. 
Il s'écrit avec les mots de l'Evangile : 
Le mot paix : "Que la paix soit avec vous." 
Le mot amour : "Aimez-vous les uns les autres comme je vous ai aimés.” 
Le mot pardon : "Père, pardonne-leur." 

Que la paix de Dieu vous construise. Que son amour vous guérisse. Que son pardon vous réjouisse. Amen


Fotografías gentileza de Mercedes Portella
Audiovisual: Realización, Enric Ainsa





2 comentarios:

  1. ¡Qué grande!
    ¡Qué precioso!
    ¡Qué estupendo!

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  2. Muy precioso, interesante de lo más, muy bien trabajado
    Nacho

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