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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

martes, 3 de noviembre de 2015

NO CESÉIS DE ORAR

Publicamos un artículo de Daniel Vergara, pastor evangélico de la Iglesia Metodista de "El Buen Pastor" de Sabiñánigo, hermano, amigo y miembro del EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO


No ceséis de orar. 

"Estad siempre alegres. No ceséis de orar. Manteneos en constante acción de gracias, porque esto es lo que Dios quiere de vosotros como cristianos." (1Ts 5: 16-18) 


Por medio de las tres recomendaciones expresadas por el apóstol Pablo a la iglesia de Tesalónica, se debiera reconocer a los cristianos en cualquier lugar del planeta, bien es cierto que no siempre es así, pero deben permanecer en el punto de mira. La vivencia cristiana expresa su ser mediante la alegría, la oración y la acción de gracias a Dios. 

Si tuviésemos que destacar alguna de estas tres recomendaciones, yo me inclinaría por la oración, esta le es indispensable a los cristianos, entiendo que no puede haber vivencia cristiana si la oración no está presente. El cristiano/a es una persona que ora, si no hay oración en su vivir cotidiano, todo se reducirá a una práctica religiosa, que sin ser criticable, habrá perdido la intimidad y relación personal con el Creador. 

El ser humano alcanzado por la gracia de Dios, movido por el Espíritu siente la necesidad de orar, es posible que al principio no sepa cómo hacerlo, o quizás no sepa qué tiene que decir, o puede que no sepa qué puede pedir. Pero el Espíritu que ha entrado en él, ya está actuando, poniendo al creyente en relación con su Señor. Orar es en primer lugar el impulso interior que nos pone en relación con Dios, iniciar un diálogo por el que hablamos a Dios y nos disponemos para escuchar su Palabra, iniciar un encuentro estrecho entre Dios y nosotros, una comunión en la que en primer lugar sentiremos la presencia de lo trascendente, que difícilmente se puede expresar con palabras, una experiencia desde la contemplación. Después vendrán las palabras, palabras de alabanza, de reconocimiento de nuestra realidad humana, imperfecta ante Dios, que necesita de su Gracia, palabras que brotando del interior hablan de nuestras necesidades y de las necesidades de los que nos rodean, reconociendo ante Dios nuestra absoluta necesidad. Es verdad que antes de que nuestros labios puedan expresar ante Dios lo que necesitamos, Él ya lo sabe, pero es necesario que lo digamos, pues al decirlo, también nos preparamos para recibir su bendición. 

La oración es escucha atenta, cuando oramos también estamos recibiendo la Palabra de Dios que nos habla, en ocasiones como un torbellino, en otros momentos de forma suave, nos habla directamente a nosotros, no se trata ya de escucharla en los acontecimientos del pasado expresados en el Antiguo o Nuevo Testamento, la escuchamos viva en nuestra realidad presente. Esta Palabra que llega a nosotros, nos muestra cual es la voluntad de Dios en y para nuestra vida. Esta Palabra es para nosotros Palabra viva, palabra que escuchamos en el contexto de nuestro vivir cotidiano. Así por medio del Espíritu Santo se establece una relación entre vivir y la Palabra, pudiendo comprender cuál es la voluntad de Dios y qué espera de nosotros. La oración ha de ir unida necesariamente a la lectura y reflexión diaria y continuada de la Palabra de Dios. En nuestra oración, por lo tanto debemos dejar espacio para escuchar y hablar, recibiendo la bendición de experimentar la presencia del Dios en nuestra vida, en actitud dialogante. 

El cristiano tiene la necesidad de orar cotidianamente: “no ceséis de orar”; ha de hacerlo de forma personal y privada, pero también ha de propiciar momentos de oración comunitaria, en familia, de esta forma cada día la familia toma conciencia de su realidad en la presencia de Dios, se dispone a hablar con Dios y a recibir su Palabra. De la misma manera, también es importante la oración en la comunidad de fe, tomando conciencia de ser pueblo de Dios, manifestando solidaridad en las necesidades y preocupaciones de los hermanos e intercediendo por la vida del mundo al que Dios ama. 

Es mediante la oración, en la que expresamos nuestras necesidades y las de nuestro prójimo, y alabamos a nuestro Señor en acción de gracias, por la que somos conscientes de recibir su Palabra, por lo que podemos experimentar las palabras con las que el apóstol Pablo exhorta a los cristianos en la ciudad de Tesalónica, "Estad siempre alegres" y "Manteneos en constante acción de Gracias". 

Este artículo ha sido publicado en el Boletín de octubre de CEC Masvidal.




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