Todos juntos
Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

sábado, 14 de noviembre de 2015

EL DIÁLOGO INTERRELIGIOSO, CAMINO DE TRANSFORMACIÓN INTERIOR


En un día muy triste por lo ocurrido ayer en París, y sin olvidar lo que ocurre a diario en tantos otros lugares, Nuestra oración más sincera y más profunda por todos los que sufren. 

¡ Qué Cristo, el Señor, príncipe de la Paz conforte a todos en sus penas!


Y con el ánimo de seguir adelante y dar normalidad a nuestra vida, porque ésta es un regalo de Dios y no nos la pueden cambiar publicamos hoy un artículo que hemos extraído del Boletín de la Comunidad Ecuménica Horeb Carlos de Foucauld Nº 63 que corresponde a noviembre 2015 sobre el DIÁLOGO INTERRELIGIOSO, "El diálogo interreligioso, camino de transformación interior", que tal vez no sea la solución al grave problema existente, pero estamos convencidisimos que sí es el camino.


El diálogo interreligioso, 
camino de transformación interior. 


El encuentro interreligioso transforma a quienes se comprometen decididamente con él. No todas las formas de diálogo entre las religiones exigen tal entrega, pero cuando una persona de una tradición religiosa acoge el testimonio de otra tradición en el interior de su propia vida espiritual, se puede sentir interpelada profundamente y, en efecto, transformada. Se trata entonces de lo que Raimon Panikkar ha llamado ‘diálogo intrareligioso’. Es necesario señalizar este camino, todavía poco transitado. El presente documento ha sido elaborado para contribuir a ello. Ha sido realizado por un grupo de personas a lo largo de un coloquio organizado en Bruselas en mayo de 2014. Llegados de una quincena de países europeos y de más allá, así como de varias Iglesias cristianas, se expresan en él como personas cristianas. Las personas y comunidades de otras tradiciones espirituales expresarán, por su parte, reflexiones a la vez comparables y originales: tal es la convicción y la esperanza que inspira nuestra experiencia de diálogo y que avaló la presencia en el coloquio de algunas personas invitadas ligadas a estas tradiciones. Las reflexiones y sugerencias reunidas aquí se inscriben en el movimiento de apertura de las Iglesias cristianas a otras tradiciones espirituales, mientras que a la vez están atentas a los gestos de apertura de estas otras tradiciones (en especial budistas e hindúes). Se basan en las declaraciones oficiales hechas por las Iglesias en los últimos años. Hemos recogido los testimonios de los pioneros y compartido nuestras propias experiencias para concretar, en primer lugar, en qué consiste este tipo particular de diálogo interreligioso. Luego hemos identificado los riesgos que conlleva, a fin de determinar las condiciones exigidas para que este encuentro respete a todas las partes. Finalmente ha sido posible señalar las interpelaciones y frutos de este diálogo. 

A. ¿Qué es el “diálogo intra-religioso”? 


El diálogo intra-religioso es en primer lugar un diálogo inter-religioso: un encuentro explícito entre personas ligadas a dos o más religiones, que esperan recibir de las demás algo significativo con relación al misterio que lo anima todas las cosas y a todas las personas. El espacio abierto por el diálogo permite la acogida del otro, que se convierte en una interpelación para quien ha tomado la iniciativa. De esta manera el diálogo se interioriza y suscita tanto una transformación interior como una profundización. Es el desarrollo silencioso, en cada una de las personas participantes, del encuentro y del descubrimiento que han vivido. Esto implica la toma de consciencia de una interacción entre dos coherencias religiosas y espirituales en el interior de la propia vida espiritual. Se trata, por lo tanto, de un camino que aspira a conciliar arraigo y apertura. 

B. Dificultades y retos 


Si bien abre paso a una aventura apasionante, el diálogo intra-religioso va acompañado de cuestionamientos, a veces dolorosos. Por eso es tan necesario estudiar las condiciones que esta práctica exige. De hecho las personas que no lo han experimentado, o que lo han experimentado en malas condiciones, lo perciben como una amenaza para su identidad cristiana. Además, en ciertos ambientes eclesiales este diálogo suscita incomprensión e incluso suspicacia. Pero el diálogo intra-religioso también reta al cristiano a repensar los grandes temas de la fe. Este reto interpela de modo especial al teólogo. ¿Hasta dónde puede llegar un cristiano comprometido en la vía del diálogo intra-religioso en la reformulación de las doctrinas cristológicas? ¿Cómo se percibe la acción del Espíritu Santo en las otras espiritualidades? En todos los ámbitos se plantean cuestiones fundamentales. 

C. Condiciones necesarias y factores favorables 


En cualquier caso, el diálogo no se improvisa. Hace falta cuidar y verificar la coherencia del camino. El diálogo a este nivel es ante todo la respuesta a una llamada de Dios. Es esencial tomar consciencia de esto: es la primera condición que hay que verificar si uno se quiere comprometer en este camino. Como se ha podido ver en los pioneros del diálogo, este encuentro interreligioso no surge como capricho personal sino como una aspiración profunda, a la que se está dispuesto a responder. Es un acto de fe que busca encontrarse con la fe del interlocutor. Se vive siempre explícitamente en comunión con toda la Iglesia. Hace falta, pues, verificar constantemente la motivación que nos lleva al encuentro. Esta debe ser purificada de toda búsqueda de provecho inmediato, incluso espiritual. A la vez, paradójicamente, ha de ser sostenida por la esperanza de recibir un don de nuestro interlocutor. 

El entorno de este diálogo a menudo es determinante. De todos modos, muchos factores y circunstancias favorecen el desarrollo de un encuentro en profundidad: la amistad, situaciones interculturales como, por ejemplo, los matrimonios mixtos, las estancias en el extranjero, la práctica de la meditación silenciosa, una experiencia de no-dualidad, la visión de un gran maestro espiritual, las obras de arte, los lugares sagrados o las peregrinaciones. Así y todo, es deseable que se multipliquen los lugares abiertos al encuentro intra-religioso; lugares en los que compartir descubrimientos, confrontar experiencias y, también, realizar el discernimiento necesario. Pues hace falta asegurarse siempre de que los maestros que ofrecen el encuentro con sus tradiciones sean efectivamente testigos fiables. 


Además es aconsejable encontrar buenos testigos del encuentro intra-religioso e inspirarse en ellos por otra parte sin imitarlos. Es muy conveniente dejarse acompañar por una persona experimentada en este camino. Entre las circunstancias más favorables para profundizar en el diálogo, hay que anotar en primer lugar la oración –o al menos la experiencia de unirse al otro en el movimiento profundo de su oración. Pero, hablando más en general, hay que mencionar además todas las situaciones que permiten vivir una experiencia de comunión con un creyente de otra tradición: trabajar juntos, leer juntos textos sagrados de unos y otros, recibir y ofrecer hospitalidad, sobre todo en lugares significativos, como lo han podido hacer algunos monjes y monjas (¡y muchos otros!). Señalemos por fin la necesidad de clarificar y sopesar, en los intercambios verbales, el sentido de conceptos clave como: religión/espiritualidad, interreligioso/intrareligioso, oración/meditación, experiencia, verdad, alteridad, sincretismo, pues si no se evitan los malentendidos, el diálogo termina en confusión. 


Por otra parte, conviene precisar cuáles son las disposiciones interiores que permiten involucrarse en un diálogo en el ámbito de la experiencia espiritual. 

En la base de todas ellas está la madurez espiritual, el arraigo en la propia tradición, es decir, no solo un buen conocimiento de la propia tradición, sino una verdadera experiencia de fe, alimentada en la oración. Entonces está asegurada la capacidad de evolucionar y cambiar, sin riesgo de tener que comprobar que se desnaturaliza la propia fe. Esta madurez se expresa también en la humildad, tanto en la relación interpersonal como en las exposiciones doctrinales. Efectivamente, es importante reconocer los límites de las formulaciones doctrinales, a la vez que se es sensible a su importancia como transmisoras de verdad. Esta humildad es fuente de libertad y audacia, porque se basa en la verdad vivida y experimentada en la oración. 

D. Algunos frutos del diálogo intra-religioso 


Vivido con humildad, el diálogo intra-religioso lleva a su vez a una profundización de la propia fe. Pone en marcha un proceso de despojamiento, de transformación y finalmente de unificación, cuando al término de una experiencia de cuestionamiento permite recobrar lo esencial de la fe cristiana y llegar al corazón de la propia tradición. Al ayudar a repensar hoy la fe cristiana, el diálogo ofrece la posibilidad de una renovación en la manera de vivir los ritos y de exponer el mensaje evangélico. El diálogo intra-religioso nos invita, además, a redescubrir la dimensión del misterio, la importancia de lo no discursivo y del silencio. Invita a redescubrir a los místicos. Anima a emprender una oración que va más allá de palabras y conceptos. El diálogo intra-religioso dispone a redescubrir la tradición apofática. Manifiesta la relatividad de las palabras que se utilizan para expresar la propia experiencia espiritual. 


Constatamos que la práctica del zen, o de otras formas orientales de meditación, contribuye al redescubrimiento de esta tradición cristiana. Se constata que el diálogo interreligioso puede llevar, en ciertas circunstancias, a una oración vivida conjuntamente. Por otra parte, este contacto con otras tradiciones, en especial con las orientales (yoga, prácticas taoístas, meditación budista…) invita a descubrir o a redescubrir el cuerpo como lugar de espiritualidad. Nos invita a volver a enlazar con una antropología que enfatiza el papel del cuerpo en el camino espiritual. Al hacerlo permite volver a conectar con respeto y de manera más justa con la naturaleza. Estas enseñanzas y prácticas ayudan a acoger nuestras fragilidades, lo cual, al mismo tiempo, refuerza la humildad. Apuntemos incluso que el diálogo intra-religioso invita a reconocer la acción del Espíritu más allá de la Iglesia. Permite superar una visión de la Iglesia demasiado institucional y centrada en sí misma, una visión que corre el riesgo de separarnos de las verdaderas interpelaciones del mundo actual en su diversidad. 

E. El futuro del diálogo intra-religioso 

Quedan muchas cuestiones por aclarar. En efecto, el camino “de la fe a la fe” es muy reciente. Hasta hace poco era inimaginable y estaba incluso prohibido; hoy día todavía suscita reticencias en muchos creyentes. Pero estamos persuadidos de que la apuesta por esta vía es determinante para las relaciones interreligiosas y el diálogo entre diferentes convicciones. El futuro de la humanidad depende, en efecto, de nuestra capacidad de dialogar o al menos de negociar entre personas muy diferentes y con intereses confrontados. 


Todas las formas de diálogo son básicas, tanto en el nivel concreto de la vida cotidiana como en el de la colaboración interreligiosa o de la confrontación explícita y respetuosa de las diferencias. Pero pensamos que, en concreto, el diálogo en el ámbito de la experiencia espiritual es esencial para el futuro de las religiones. En efecto, si un encuentro en el nivel más profundo, donde todos los creyentes se saben superados por el misterio, si tal diálogo resultara imposible, todo el edificio del diálogo se vería debilitado, y en realidad amenazado de ruina. Todas las religiones están llamadas hoy a encontrarse en el nivel más esencial, como de hecho fue posible en Asís, en 1986. 


Por otra parte, nos alegra constatar que algunas personas que practican ciertos métodos espirituales de las tradiciones religiosas solo con fines terapéuticos, encuentran en ellos una ayuda valiosa. Es el caso, por ejemplo, de la meditación de “consciencia plena” (mindfulness). Pero para asegurar el buen desarrollo de un diálogo en el ámbito de la experiencia espiritual nos sigue preocupando que ninguna tradición espiritual sea instrumentalizada y reducida a técnicas sicosomáticas. ¡Somos muy conscientes de no ser poseedores de un privilegio reservado a los “espirituales”! Reconocemos que otros también están en camino, en particular personas cuyo arraigo religioso es débil o inexistente. Nos alegra descubrir que estas personas sin compromiso religioso, que sin embargo adoptan prácticas elaboradas en las religiones para progresar en su búsqueda, llegan igualmente a experiencias espirituales remarcables. Pero como nuestro coloquio tuvo lugar entre personas cristianas, no nos es posible ni parece necesario extendernos en esta cuestión. 


En conclusión, debemos reconocer que el encuentro en este nivel no ha hecho más que empezar. Los pioneros han abierto una brecha, pero quedan muchas cuestiones por aclarar. El diálogo intra-religioso no está reservado a los monjes y monjas o a los religiosos y religiosas. Toda persona cristiana está invitada a vivir sus encuentros interreligiosos y entre convicciones, si las circunstancias se lo permiten, en este nivel. De esta manera puede hacer una aportación esencial a la vida de las Iglesias, contribuyendo a desarrollar su vocación de servir a la fraternidad universal. 

Las sesenta personas participantes que habían sido invitados tenían experiencia concreta de diálogo. Quince de ellos eran además miembros de comisiones de diálogo interreligioso monástico (DIM). A lo largo de este encuentro se evocaron algunas grandes figuras emblemáticas del diálogo intra-religioso, como Raimon Panikkar, Edmond Pezet, Vincent-Shigeto Oshida, Keiji Nishitani y Henri Le Saux. Las comunicaciones principales fueron pronunciadas por Swami Amarananda, Jean-Claude Basset, Bettina Bäumer, Fabrice Blée, Christophe D’Aloisio, Pierre de Béthune, Bernard Durel, Henri Hyusegoms, Shafique Keshavjee, Claire Ly, Jacques Scheuer, William Skudlarek y Bernard Stevens. Las personas participantes en el coloquio, repartidas en grupos de diez en seis talleres, se volvían a reunir después de cada comunicación para un intercambio de impresionas y para reflexionar sobre los elementos esenciales que se detectan como constitutivos del diálogo intra-religioso. Ningún texto puede reflejar la rica diversidad de testimonios y de reflexiones compartidas a lo largo de las jornadas. A pesar de ello hemos intentado recoger aquí lo esencial. Las personas participantes desean compartir el fruto de estas jornadas.

(Traducción de Zendo Betania a partir del original francés aparecido en www.voiesorient.be)






2 comentarios:

  1. DIEU EST AMOUR
    l'histoire ancienne et contemporaine témoigne des méfaits qu'engendre la division et l'affrontement des hommes au nom de Dieu (ou autre dénomination suivant sa religion). Ceux qui se servent du nom de Dieu pour assouvir leur domination sur l'homme et commanditer des crimes en son nom ont été, sont et seront des destructeurs de son message d'Amour. C'est à ce titre que le dialogue inter-religieux doit, avec l'aide de l'Esprit Saint, redonner toute sa dimension à ce message et ce, jusqu'au plus haut niveau. Les porteurs du message divin ont une lourde responsabilité dans les conflits idéologiques qui déchirent la planète. Merci à ceux qui ont initié le partage de la Parole dans le respect de l'autre, à nous de faire fructifier ce courant de pensée pour le faire vivre dans notre quotidien: c'est à ce prix que l'année qui vient sera vraiment celle de la miséricorde. Roger, France

    PAIX AUX HOMMES DE BONNE VOLONTÉ

    ResponderEliminar