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domingo, 29 de noviembre de 2015

CARTA DE ADVIENTO 2015

ADVIENTO 2015
por Fernando Jordán Pemán


PREPÁRANOS PARA LA FELICIDAD

Queridos amigos:

Tenemos ya cerca de nosotros el final de otro año y a su vez comenzamos a pensar en uno que estrenaremos pronto. Esta doble realidad nos invita a una reflexión serena.

En medio de ella, la Iglesia un año más, nos ofrece este tiempo de Adviento, tiempo de reflexión, tiempo que nos prepara a vivir la Encarnación del Hijo de Dios. El mensaje que nos trae es claro: Dios nos asegura su presencia entre nosotros. 

En Jesús encontramos a un Dios que nos acompaña siempre, en tiempo de luz y de oscuridad, en espacios con fronteras y sin fronteras, en momentos de bonanza y de crisis. A lo largo de estas semanas se nos presentan escenas de personas que se debaten entre la duda y la fidelidad. Desde la asombrosa anunciación a María para ser la Madre de Jesús a la lucha de José para aceptar la desconcertante realidad del nacimiento de Jesús. Desde el sobresalto de Zacarías al desconcierto de los que escuchan a Juan el Bautista. 

La Iglesia nos pone todo un camino para ser fieles a Dios y descubrir la felicidad. Y lo hace en medio del mundo en el que vivimos, en el cual tienen lugar grandes acontecimientos, bien sean de tipo político, religioso, social o deportivo. ¿Para qué tanto acontecimiento?, ¿para ser feliz?

Nadie sabemos dar respuesta demasiado clara cuando se nos pregunta por la felicidad. ¿Qué es de verdad la felicidad? ¿En qué consiste? ¿Por qué caminos llegamos a ella? Ciertamente no es fácil acertar a ser feliz. No se logra la felicidad de cualquier manera. No basta conseguir lo que vamos buscando, ni satisfacer los deseos; ya que cuando hemos conseguido lo que queremos, descubrimos que estamos de nuevo buscando ser felices.

Tampoco la felicidad se puede comprar, ni se puede heredar. Con dinero sólo podemos comprar apariencia de felicidad. Por eso hay tantas personas tristes en las calles, solas en las oficinas o en los grandes palacios, que han querido sustituir la felicidad por el placer, la comodidad y el bienestar.

Llega Jesús para poner nuestra “felicidad” cabeza abajo. Con su Encarnación quiere dar un vuelco total a nuestra manera de entender la vida y nos dice que corremos en “dirección contraria”, que estamos buscando el sentido donde no es. Nos recuerda que no hay otro camino.

Tenemos por delante otro adviento con el que podemos prepararnos para ser felices aunque a nosotros nos puede parecer costoso e incluso falso. Es el tiempo de levantar nuestros ojos al Dios de la misericordia; de poner nuestros pies en el fango del camino para acompañar y anunciar; de extender nuestras manos para compartir y levantar; de llevar el corazón en la mano para amar y dejarnos amar. Es tiempo para saber descubrir que la tierra se estremece y el corazón de cada uno de nosotros vibra como en nuestra más tierna infancia, al ver la luz que llena la tierra y que se hace presente en el Dios amoroso que nos desborda. 

Una felicidad que comienza así, con la llegada y presencia de Dios entre nosotros y alcanza su plenitud en el abrazo con ese Dios hecho amor y misericordia, es sin duda la felicidad que deseamos.

Ojalá este tiempo de Adviento nos ayude a todos a descubrir el amor de un Dios que nos quiere entrañablemente.

Con afecto,

Fernando Jordán Pemán
Párroco del Inmaculado Corazón de María. Jaca (HU)





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