La Iglesia católica celebra hoy la festividad de Cristo Rey, titular de la parroquia que nos acoge al EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO, que nos cede sus locales, su electricidad, su calefacción, pero sobre todo su apoyo y su cariño; queremos por tanto hoy unirnos a su fiesta y con nuestra felicitación mandarle a toda esa comunidad parroquial nuestra gratitud de hermanos.
CRISTO REY
CON LAS ARMAS DEL AMOR Y LA RECONCILIACIÓN
por Angel Hernández Ayllón,
Delegado de Ecumenismo y Diálogo interreligioso.
Vicario de Pastoral de la Diócesis de Osma-Soria.
¡Mi Reino no es de este mundo! Es capital la Palabra de Dios en esta solemnidad de Cristo Rey. Seguimos enredados en querer reinar, cada uno en sus espacios y propiedades. Los reyes de este mundo, aún a empujones, todos quieren sobresalir, mandar, imponer ideas y estilos… Y, así nos van las cosas…, sus consecuencias son las que son: muerte, deuda externa, conflictos bélicos, contratos millonarios de empresas que ahondan en la pobreza a las mayorías…
No olvidemos que los reinos de este mundo, necesitan de los pequeños, de los débiles para imponer el poder y satisfacer sus instintos de autoridad. Es ridículo, inmoral saber que ‘los reyes de este mundo’ prefieren crecer económicamente antes que invertir dichos beneficios en el desarrollo y crecimiento de pueblos subdesarrollados o en el bien de la persona.
Aun cuando para algunos sea una ingenuidad, el Reino de Dios encarnado en Cristo es diferente, porque Cristo es un rey muy distinto de los reyes de este mundo. En el Evangelio vemos cómo Pilato no teme, de ese rey ‘de burla’, una rivalidad política, pues los jefes de este mundo, con su soberbia, pero también con su ignorancia han de saber que Cristo representa el único camino posible para instaurar un Reino estable de paz, de convivencia, donde la persona, cualquiera que esta sea, pueda desarrollarse y crecer en medio de sus limitaciones.
No olvidemos lo que nos dice la Palabra en 1Cor 1, 26-31, Dios ha elegido a los locos para humillar a los sabios, a los débiles para humillar a los fuertes, a los plebeyos, a los que no son nada para anular a los que son algo. ¡Qué verdad tan grande y tan molesta para los que tienen voz!, pero el tiempo dará la razón que la soberbia del mundo pasará y que los soberbios del mundo tendrán que rendir cuentas a Dios de las consecuencias de su indiferencia y de sus métodos de reinar sobre otros.
Después del caos que estamos viviendo a nivel mundial, seguimos manifestando que la fe cristiana nos ayuda sanar nuestras relaciones y que una inversión en espiritualidad es lo que necesitamos para que lo humano nos ayude a todos y vivamos nuestras relaciones reconciliadas. Evangelio significa ‘Buena Noticia’. Una noticia no es enseñada, sino comunicada. Dios reina: esa es la buena noticia de un porvenir de paz para todos los pueblos de la tierra. El reino de Dios es el amor con el que Jesús amó.
Como cristianos tenemos el compromiso de iluminar la situación social dolorosa de enfrentamiento con la luz del Evangelio y con el estilo de vida que Jesús nos propone. Nuestras armas son el amor y la reconciliación. Para esto, tenemos que vivir unidos los cristianos y generar la cultura del encuentro con otros hermanos que se cruzan en el camino, aun cuando no recen como nosotros e incluso aunque no recen a un Dios personal, de otra forma ¿cómo podríamos abrir un camino de paz en un mundo siempre víctima de conflictos y divisiones? Tenemos una responsabilidad. Cuidemos mucho nuestras relaciones más cercanas, apostemos por la paz, apostemos por la cultura del encuentro, por la acogida a los más pequeños, por el diálogo en la diferencia…, apostemos por la paz que nace, no de los grandes pactos políticos, sino de la reconciliación de las relaciones más cercanas. Aprovecha a besar a quien tienes cerca, a preocuparte por el vecino o por el familiar enfermo y solo, a tomarte un café con alguien que va de paso…
Un último consejo: disfruta de que Cristo sea Rey del mundo, pero déjale que reine en tu corazón, en tu mundo, en tus cosas. Dale autoridad. Feliz día.
P. Ángel Hernández Ayllón
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