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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

martes, 15 de octubre de 2013

ECUMENISMO, cuatro autores (9ª y última parte)



3. El predominio de los italianos en la administración curial, quienes no conocían los problemas de la escisión eclesiástica en su propio país, hace comprensible por qué de Roma no salieron nuevos impulsos para la unión. Durante la primera mitad del siglo XX, las declaraciones oficiales de la Iglesia romana sobre los hermanos separados permanecieron ancladas en una simplista “teología de retorno”, si bien el tono fue cambiando en el curso de los años y se toleró e incluso apoyó el trabajo de pioneros aislados de la unión. El crecimiento del movimiento ecuménico en la cristiandad no católica incitó también a algunos teólogos católicos a reflexionar nuevamente sobre los problemas de la escisión eclesiástica y a intensificar los contactos con los separados. 

El movimiento de renovación en la teología católica a principios del siglo XX, sobre todo la investigación histórico-crítica en la exégesis, la liturgia y la historia de la Iglesia, creó desde dentro los nuevos presupuestos para el diálogo. 

Bajo el elenco histórico condicionado por el tiempo, en un estrato más profundo se descubrieron nuevamente las coincidencias. Fue decisivo el que, desde ese momento, los problemas teológicos de la escisión se entendieran en su propia dimensión y los unionistas católicos ya no se guiaran por móviles de política eclesiástica, sino que primariamente actuaran por motivos religiosos. 

Corrió paralelo con el pequeño trabajo teológico e histórico el esfuerzo por inculcar el interés de la unión en amplios círculos del pueblo y por incluirla entre los objetivos de su oración. La adopción del «octavario de oración» (1908), surgido en el anglicanismo, y la incondicional entrega de una personalidad carismática como el abad Paul Couturier (1953), constituyeron importantes estaciones en este camino. Fueron coloquios religiosos de índole especial las conversaciones de Malinas entre católicos y anglicanos, que se desarrollaron de 1921 a 1926 bajo la protección activa del cardenal D. Mercier. Marcaron la pauta del pensamiento ecuménico en el mundo de lengua francesa el benedictino Lambert Beauduin (1960), que el año 1925 fundó en Amay de Maas (hoy Chevetogne) el primer convento unionista para el estudio del oriente cristiano, y el dominico Yves Congar, cuya obra Chrétiens désunis (1937) constituye el primer esbozo de teología unionista en el campo católico. 

Otros pioneros importantes fueron el lazarista padre Portal, el abad Gratieux y el obispo Besson de Friburgo. En Alemania, Max Pribilla S.I., M.J. Metzger, M. Laros y O. Karrer, con conferencias y escritos, llevaron al clero y al pueblo la causa de la «Una Sancta», mientras que J. Lortz, con una elaboración autónoma de los pensamientos de su maestro S. Merkle, situó sobre una nueva base la inteligencia católica de la reforma y creó presupuestos objetivos para una valoración no polémica de la personalidad de Lutero.

La comunidad de destino de las confesiones cristianas durante los años de la guerra incrementó los contactos ínter confesionales, que redundaron en bien del trabajo práctico por la unión en los círculos ecuménicos. 

El movimiento «Una Sancta» que así se desarrolló, en parte bajo graves hostilidades dentro del ámbito de la confesión católica, experimentó durante el pontificado de Juan XXIII una aplastante justificación mediante la creación en Roma (1960) de un Secretariado autónomo para la unión de las Iglesias. 

El Decreto sobre el ecumenismo del Vaticano II en 1964, “Unitatis redintegratio”, elevó el problema de la reunificación a la conciencia de la Iglesia universal. Aquí reviste importancia teológica el reconocimiento de la realidad eclesial de las Iglesias y comunidades separadas de Roma. 

En el campo práctico deberíamos mencionar la alusión a la posibilidad de una colaboración concreta entre las confesiones, y además el reconocimiento de la ínter comunión con las Iglesias del oriente. Así, el Decreto sobre el ecumenismo, “Unitatis redintegratio”, inaugura una nueva fase en la historia de los movimientos eclesiales por la unidad. Como aquí se trata realmente de un cambio de épocas y no de un efímero cambio de clima, ha quedado confirmado entretanto por otras iniciativas de Juan XXIII y de Pablo VI.

Victor Conzemius

INDICE Y AUTORES

ECUMENISMO

A) MOVIMIENTO ECUMÉNICO por August B. Hasler

1. Periodo hasta la creación del consejo ecuménico.

2. Periodo desde la constitución de éste (Ámsterdam 1948) hasta el concilio Vaticano II.
3. Periodo tercero: El tiempo del concilio y la era posconciliar, participación de la Iglesia católica.

B) TEOLOGÍA ECUMÉNICA por Johannes Brosseder

I. El lugar de una teología ecuménicaII. Formas anteriores de encuentro y discusión confesional
III. Sentido teológico del término «ecuménico»
IV. Resultado

C) DIALOGO Y COLABORACIÓN ENTRE LAS IGLESIAS por Karl Rahner

I. Planteamiento del problemaII. Bases del diálogo
III. Carácter del diálogo
IV. Tema del diálogo
V. Meta del diálogo

D) MOVIMIENTOS DE UNIÓN DE LAS IGLESIAS por Victor Conzemius



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