EL ECUMENISMO EN MARZO DE 2013
la virgen de la
humildad
en el camino hacia la
unidad (I)
Por Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA
CIUDAD Del vaticano
Parece
casi una historia de novela. El 20 de marzo, Francisco, el nuevo papa de Roma,
recibió en la Sala Clementina del Vaticano a los «delegados fraternales», o sea los
enviados de las Iglesias, Comunidades eclesiales y Organismos ecuménicos
internacionales, así como a los representantes de las religiones no cristianas,
llegados a Roma con motivo del inicio de su ministerio de Obispo de Roma y de
sucesor del apóstol Pedro. Habló en nombre de todos el Patriarca Ecuménico de
Constantinopla, Bartolomé I, que saludó al Papa recordando la «alta, grave y
difícil tarea que conlleva su ministerio». Francisco le dio las gracias
llamándole «Mi hermano Andrés» (los patriarcas de Constantinopla son
considerados sucesores del apóstol Andrés, el hermano de Simón-Pedro) y afirmó
a continuación que, «gracias a la presencia en la Misa de ayer de todos los
representantes de las diversas comunidades se sentía de forma todavía más
fuerte la oración por la unidad entre los creyentes en Cristo y, al mismo
tiempo, se podía entrever, de alguna manera, su realización plena que depende
del plan de Dios y de nuestra leal colaboración».
Pero ese mismo 20 de marzo el
metropolita Hilarión de Volokolamsk, presidente del Departamento de las
relaciones eclesiásticas exteriores del Patriarcado de Moscú (DREE) que había
encabezado la delegación de la Iglesia ortodoxa rusa en los actos del 19 en la
plaza de San Pedro, huésped desde el 18 en la Casa Santa Marta, habitada por
los conclavistas y luego el mismo papa Francisco, fue oficialmente recibido por
éste en la Secretaría de Estado del Vaticano. Lo fueron esa mañana, en realidad
-y por este orden-, las siguientes personalidades: Dilma Roussef, Presidente de
Brasil y séquito, Bartolomé I, Patriarca Ecuménico de Constantinopla,
Metropolita Hilarión, Representante del Patriarcado de Moscú, y Claudio
Epelman, Director del Latin American Jewish Congress. Nótese que Bartolomé I e
Hilarión no entraron juntos, siendo así que son ortodoxos, sino por separado y
sucesivamente.
Durante el coloquio, Su Eminencia Hilarión refirió al Papa que Su Santidad el
Patriarca de Moscú y de todas las Rusias había seguido atentamente las horas de
elección e inicio del pontificado en Roma. Luego, le hizo entrega del libro
Kirill Liberté et responsabilité en lengua española. El Papa, a su
vez, transmitió sus más sinceros votos al Primado de la Iglesia ortodoxa rusa. Seguidamente
Hilarión informó de la vida y ministerio de la Iglesia ortodoxa rusa expresando
su esperanza de que los progresos alcanzados en las relaciones entre ésta y la
Iglesia católica romana bajo el papa Benedicto XVI se confirmen bajo el nuevo
pontificado. Le precisó además que el Patriarcado de Moscú concede gran
importancia al desarrollo de las relaciones con la Iglesia católica, particularmente
en el ámbito de la acción social, de la ayuda a los pobres y a los sin techo,
de la defensa de los cristianos perseguidos. Tampoco pasó por alto, claro es, los
problemas vigentes en las relaciones entre ambas Iglesias, expresando la
esperanza de que se encuentren soluciones bajo el nuevo pontificado.
Y fue al término de la audiencia cuando Hilarión
(cf. la foto) presentó a Francisco el obsequio que Su Santidad Kirill le hacía
al Papa por su medio. La importancia de la escena empieza por ahí. Luego crece
por las palabras durante el acto de entrega. Valen casi por una monición
litúrgica. Lástima que algunos medios se hayan confundido al comentarlas. No es
una imagen por de pronto, sino un icono, que es bien distinto. Y un icono ruso de
los pertenecientes a la Panaghía Odigítria
o Eleúsa, es decir de la Santísima
Virgen María Madre de Dios, especialmente preparado para la circunstancia. Así
se lo explicó Hilarión al papa Francisco: «Se trata del icono de la Madre de
Dios « Mira mi humildad ». Los
primeros pasos de Vuestra Santidad –prosiguió justificando la elección del
icono- han estado marcados por el sello de la humildad ». A lo que el papa
Francisco repuso raudo: «Yo no soy humilde, y os pido que roguéis para que el
Señor me conceda el don de la humildad». No perdamos de vista, pues, el
comentario de Hilarión: los primeros pasos del nuevo Papa han estado marcados,
según la Iglesia ortodoxa rusa, por la humildad. ¿Presidirá este mismo espíritu
las relaciones ecuménicas entre ambas Iglesias en los años sucesivos? Ojalá.
Palacio Apostólico del Vaticano: 20.III.2013 por la mañana. El papa
Francisco y el metropolita Hilarión contemplan el icono de la Madre de Dios Mira
mi humildad. A su lado, el intérprete de ruso y español M. Palassio, del DREE (Foto Église
Orthodoxe Russe : https://mospat.ru/fr/2013/03/23/news82847/ ).
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