Noticias ecuménicas Marzo (III)
Con esta tercera entrega (que publicaremos a su vez en tres capítulos), donde el profesor Pedro Langa toca tres asuntos distintos en un solo argumento común, se cierran las que hemos llamado "Noticias ecuménicas Marzo". Por el tercer asunto el lector deducirá que el ecumenismo a veces se las trae: las declaraciones llevan siempre un acento personal inconfundible que es preciso tener en cuenta.
la iglesia católica
y la ENTRONIZACIÓN
DEL NUEVO PRIMADO ANGLICANO
por Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA
El 21 de marzo de 2013, a sólo unas horas,
pues, de haber concluido en Roma los actos inaugurales del ministerio petrino
del papa Francisco, tenía lugar en Londres la solemne ceremonia de entronización
del nuevo Primado Anglicano y Arzobispo de Canterbury, Reverendísimo Justin Welby. No pocos
«delegados fraternales» de Iglesias, Comunidades eclesiales y Organismos
ecuménicos internacionales presentes horas antes en Roma con el nuevo papa
Francisco estaban ahora en Londres para felicitar también a Su Gracia el nuevo Primado
de la Comunión Anglicana. Había esta vez una más: la formada por los representantes
de la Iglesia católica.
Justamente a esas
mismas horas se hacía público en el Vaticano el mensaje que Benedicto XVI escribió el
pasado 4 de febrero a Justin Welby por su designación como Arzobispo de
Canterbury. El ahora Papa emérito le recordaba entonces que accedía al cargo «en un momento en que la fe cristiana
está siendo cuestionada en muchas partes del mundo occidental por aquellos que
dicen que la religión es un asunto privado, que no puede ofrecer contribución
alguna al debate público». «Hoy –agregaba el papa Ratzinger en plan
exhorto-, los ministros del Evangelio tienen que responder a una sordera difusa
a la música de la fe, y a un cansancio general que rechaza las exigencias del
discipulado. El hambre de Dios, sin embargo, aunque no reconocido, siempre está
presente en nuestra sociedad, y la tarea del predicador, como mensajero de la
esperanza, es decir la verdad con amor, difundiendo la luz de Cristo en la
oscuridad de la vida de las personas. ¡Que vuestro apostolado produzca una
cosecha rica y pueda abrir los ojos y los oídos de muchos al mensaje
vivificante del Evangelio!».
.
El texto ratzingeriano es una maravilla de precisión:
por la belleza en la forma y, al propio tiempo, por la densidad de sus
conceptos. Benedicto XVI concluía deseando al nuevo arzobispo que el Señor le
conceda «fuerza y sabiduría para afrontar los
retos» y pidiendo que el Espíritu Santo guíe
sus pasos «en todo aquello que emprenda en su
nombre». Frases estas, leídas serenamente y
después de conocido y asimilado -¿de veras asimilado?- el notición de la
renuncia papal, que adquieren singular relieve. Por de pronto, cabe pensar que
cuando Benedicto XVI las escribió, allá el 4 de febrero, es decir una semana
antes de él sorprender al mundo, ya tenía in mente y bien madura su decisión de
renunciar. Más aún: las frases al nuevo líder del Anglicanismo, sin su autor
pretenderlo, por supuesto, suministran una magnífica clave para dar con el
móvil de tan inesperada decisión: Pide al Señor, insisto, que otorgue al nuevo
arzobispo «fuerza y sabiduría para afrontar los
retos» y al Espíritu Santo que sea su guía «en todo aquello que emprenda en su
nombre». Fuerza
y sabiduría para afrontar los retos y luz del Espíritu Santo en todo aquello que emprenda en su nombre.
Cuadra total con el reto de una renuncia papal que el autor, a esa hora, tenía ya,
sin duda, tomada y bien tomada.
Naturalmente que también el papa Francisco se dejó
sentir ese mismo 21 de marzo. «El ministerio pastoral -escribía Francisco al 105 Arzobispo de Canterbury -
es un llamamiento a caminar en la fidelidad al Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo. Le aseguro mis oraciones en este momento en que asume sus nuevas
responsabilidades, y le pido que rece por mí ahora que he respondido (yo
también) a la nueva llamada que el Señor me ha dirigido. Espero poder reunirme
con usted en un futuro próximo y continuar las buenas relaciones fraternales
que nuestros antecesores disfrutaron». Mensaje optimista, ya se ve, positivo,
esperanzador, donde su autor recuerda que unas horas antes él también ha pasado
por análogo trance a la vez que muestra su disponibilidad a tener pronto algún
encuentro bilateral que fomente lo mucho y bueno que los respectivos
predecesores han dejado hecho.
No era el momento de recordar toda la compleja
problemática por la que atraviesa el Anglicanismo en el tema de los ministerios,
ni tampoco la hora de aludir a las soluciones arbitradas en la Iglesia católica
con los Ordinariatos. Eso tendrá que
sustanciarse más adelante. Sí era conveniente, no obstante, recordar –y el papa
Francisco así lo hizo en el mensaje- que el Catolicismo y el Anglicanismo
estrenaban casi al mismo tiempo nuevas cabezas visibles en la suprema
Jerarquía. El dato reclamaba, como consecuencia, recordar asimismo –y el papa
Francisco también hiló fino aquí- que, en lo tocante a las relaciones
ecuménicas, uno y otro se encuentran con el listón muy alto –gracias, sin duda,
a sus predecesores-, lo que, de suyo, constituye un reto, apasionante reto por
otra parte, para ambas partes. El tiempo dirá si los vientos que empiezan a
soplar derivan hacia la suave brisa, o se desatan en devastadores huracanes.
El nuevo
arzobispo de Canterbury durante su entronización, el 21 de marzo de 2013 en
Canterbury. Foto: Toby Melville / Reuters
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