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Un espacio propuesto por EQUIPO ECUMÉNICO SABIÑÁNIGO

miércoles, 10 de abril de 2013

Noticias ecuménicas Marzo (III) 1/3

Noticias ecuménicas Marzo (III)

Con esta tercera entrega (que publicaremos a su vez en tres capítulos), donde el profesor Pedro Langa toca tres asuntos distintos en un solo argumento común, se cierran las que hemos llamado "Noticias ecuménicas Marzo". Por el tercer asunto el lector deducirá que el ecumenismo a veces se las trae: las declaraciones llevan siempre un acento personal inconfundible que es preciso tener en cuenta. 

la iglesia católica
y la ENTRONIZACIÓN DEL NUEVO PRIMADO ANGLICANO

por Prof. Dr. Pedro Langa Aguilar, OSA


El 21 de marzo de 2013, a sólo unas horas, pues, de haber concluido en Roma los actos inaugurales del ministerio petrino del papa Francisco, tenía lugar en Londres la solemne ceremonia de entronización del nuevo Primado Anglicano y Arzobispo de Canterbury, Reverendísimo Justin Welby. No pocos «delegados fraternales» de Iglesias, Comunidades eclesiales y Organismos ecuménicos internacionales presentes horas antes en Roma con el nuevo papa Francisco estaban ahora en Londres para felicitar también a Su Gracia el nuevo Primado de la Comunión Anglicana. Había esta vez una más: la formada por los representantes de la Iglesia católica.

Justamente a esas mismas horas se hacía público en el Vaticano el mensaje que Benedicto XVI escribió el pasado 4 de febrero a Justin Welby por su designación como Arzobispo de Canterbury. El ahora Papa emérito le recordaba entonces que accedía al cargo «en un momento en que la fe cristiana está siendo cuestionada en muchas partes del mundo occidental por aquellos que dicen que la religión es un asunto privado, que no puede ofrecer contribución alguna al debate público». «Hoy –agregaba el papa Ratzinger en plan exhorto-, los ministros del Evangelio tienen que responder a una sordera difusa a la música de la fe, y a un cansancio general que rechaza las exigencias del discipulado. El hambre de Dios, sin embargo, aunque no reconocido, siempre está presente en nuestra sociedad, y la tarea del predicador, como mensajero de la esperanza, es decir la verdad con amor, difundiendo la luz de Cristo en la oscuridad de la vida de las personas. ¡Que vuestro apostolado produzca una cosecha rica y pueda abrir los ojos y los oídos de muchos al mensaje vivificante del Evangelio!».
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El texto ratzingeriano es una maravilla de precisión: por la belleza en la forma y, al propio tiempo, por la densidad de sus conceptos. Benedicto XVI concluía deseando al nuevo arzobispo que el Señor le conceda «fuerza y sabiduría para afrontar los retos» y pidiendo que el Espíritu Santo guíe sus pasos «en todo aquello que emprenda en su nombre». Frases estas, leídas serenamente y después de conocido y asimilado -¿de veras asimilado?- el notición de la renuncia papal, que adquieren singular relieve. Por de pronto, cabe pensar que cuando Benedicto XVI las escribió, allá el 4 de febrero, es decir una semana antes de él sorprender al mundo, ya tenía in mente y bien madura su decisión de renunciar. Más aún: las frases al nuevo líder del Anglicanismo, sin su autor pretenderlo, por supuesto, suministran una magnífica clave para dar con el móvil de tan inesperada decisión: Pide al Señor, insisto, que otorgue al nuevo arzobispo «fuerza y sabiduría para afrontar los retos» y al Espíritu Santo que sea su guía «en todo aquello que emprenda en su nombre». Fuerza y sabiduría para afrontar los retos y luz del Espíritu Santo en todo aquello que emprenda en su nombre. Cuadra total con el reto de una renuncia papal que el autor, a esa hora, tenía ya, sin duda, tomada y bien tomada.

Naturalmente que también el papa Francisco se dejó sentir ese mismo 21 de marzo. «El ministerio pastoral -escribía Francisco al 105 Arzobispo de Canterbury - es un llamamiento a caminar en la fidelidad al Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Le aseguro mis oraciones en este momento en que asume sus nuevas responsabilidades, y le pido que rece por mí ahora que he respondido (yo también) a la nueva llamada que el Señor me ha dirigido. Espero poder reunirme con usted en un futuro próximo y continuar las buenas relaciones fraternales que nuestros antecesores disfrutaron». Mensaje optimista, ya se ve, positivo, esperanzador, donde su autor recuerda que unas horas antes él también ha pasado por análogo trance a la vez que muestra su disponibilidad a tener pronto algún encuentro bilateral que fomente lo mucho y bueno que los respectivos predecesores han dejado hecho.

No era el momento de recordar toda la compleja problemática por la que atraviesa el Anglicanismo en el tema de los ministerios, ni tampoco la hora de aludir a las soluciones arbitradas en la Iglesia católica con los Ordinariatos. Eso tendrá que sustanciarse más adelante. Sí era conveniente, no obstante, recordar –y el papa Francisco así lo hizo en el mensaje- que el Catolicismo y el Anglicanismo estrenaban casi al mismo tiempo nuevas cabezas visibles en la suprema Jerarquía. El dato reclamaba, como consecuencia, recordar asimismo –y el papa Francisco también hiló fino aquí- que, en lo tocante a las relaciones ecuménicas, uno y otro se encuentran con el listón muy alto –gracias, sin duda, a sus predecesores-, lo que, de suyo, constituye un reto, apasionante reto por otra parte, para ambas partes. El tiempo dirá si los vientos que empiezan a soplar derivan hacia la suave brisa, o se desatan en devastadores huracanes.

El nuevo arzobispo de Canterbury durante su entronización, el 21 de marzo de 2013 en Canterbury. Foto: Toby Melville / Reuters


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