“Quien tiene en sus manos el destino del mundo nos libre de los horrores de la guerra”
Parolin: “Lo que tenemos que hacer ahora es detener las armas”
por Sebastián Sansón Ferrari
Ciudad del Vaticano
- El Secretario de Estado realizó unas declaraciones a Tv2000 sobre la actuación de la Santa Sede en el conflicto en Ucrania. Hay varios niveles implicados: religioso, humanitario, diplomático. El purpurado insistió en la imperiosa necesidad de detener las armas y evitar una escalada.
Ante las cámaras del canal italiano Tv2000, el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado Vaticano, explicó que el rol de la Santa Sede en la guerra ucraniana se da en varios planos.
Primero, se refirió al aspecto “naturalmente religioso”, que consiste en invitar a una “oración insistente para que el Señor conceda la paz a esa tierra atormentada e implicar a los creyentes en esta oración coral”. En este sentido, cabe recordar la reciente Jornada de Oración y Ayuno por la paz en Ucrania, convocada por Francisco para creyentes y no creyentes. Tuvo lugar en una fecha significativa, el 2 de marzo, que coincidió con el Miércoles de Ceniza, con el que la Iglesia inició el tiempo litúrgico penitencial de la Cuaresma.
Detener las armas, detener los combates
En segundo lugar, Parolin destacó la cuestión humanitaria, en especial a través de Cáritas, las diócesis y otras instituciones en Ucrania, todas comprometidas con la acogida de los refugiados.
Por último, el purpurado se detuvo en el papel diplomático de la Santa Sede: “Ya hay varios intentos en todo el mundo, por lo que estamos disponibles, si se considera que nuestra presencia y nuestra acción pueden ayudar, estamos ahí”, enfatizó.
“Creo que lo que tenemos que hacer ahora es, en primer lugar, detener las armas, detener los combates, pero sobre todo evitar una escalada”, manifestó el purpurado, quien además consideró que la primera escalada es verbal. “Y cuando se empiezan a utilizar determinadas palabras, ciertas expresiones, solo se inflaman las emociones y casi, diría yo, naturalmente, insensiblemente, conducen al uso de medios muy diferentes, que son las armas mortales que vemos en acción en este momento en Ucrania”, subrayó.
La importancia de la negociación
El 28 de febrero, en entrevista con varios periodistas italianos, Parolin había reiterado la emergencia de evitar cualquier escalada, detener los enfrentamientos y negociar. A su vez, sostuvo que “la posible vuelta a una nueva guerra fría con dos bloques enfrentados es un escenario inquietante”, porque “va en contra de la cultura de la fraternidad que el Papa Francisco propone como único camino para construir un mundo justo, solidario y pacífico”.
Parolin valoró la negociación, el diálogo como “única forma razonable y constructiva de resolver las diferencias” y, en dicha ocasión, reconoció que la Santa Sede, “que en los últimos años ha seguido constantemente, discretamente y con gran atención, los acontecimientos en Ucrania, ofreciendo su disponibilidad para facilitar el diálogo con Rusia, está siempre dispuesta a ayudar a las partes a retomar ese camino”.
“Quien tiene en sus manos el destino del mundo nos libre de los horrores de la guerra”
El primer día de guerra, el 24 de febrero, el Secretario de Estado emitió una primera declaración, en la que recordaba las palabras del Papa Francisco en la Audiencia General del miércoles 23 de febrero cuando pidió a las partes implicadas que “se abstengan de cualquier acción que pueda causar aún más sufrimiento a las poblaciones”, “desestabilice la convivencia pacífica” y “desacredite el derecho internacional”.
En ese momento, Parolin aseveró que los trágicos escenarios que todos temían se estaban haciendo realidad, pero recalcaba que aún había tiempo para la buena voluntad. “Aún hay espacio para la negociación, aún hay lugar para el ejercicio de una sabiduría que impida la prevalencia de los intereses creados, proteja las legítimas aspiraciones de cada uno y evite al mundo la locura y los horrores de la guerra”, decía el purpurado.
Respuesta solidaria del Vaticano a la tragedia del pueblo ucraniano
por Fabrizio Peloni
- En el Vaticano, en la plaza de la Gobernación, devastada por las bombas de la Segunda Guerra Mundial, se están recogiendo medicamentos, ropa y alimentos para la gente de Ucrania que está bajo las bombas en estas horas.
En respuesta al sentido llamamiento del Papa Francisco, la Limosnería Apostólica ha instalado un punto de acopio en el centro del Vaticano, marcado por dos banderas ucranianas incrustadas en farolas.
Desde el mediodía del pasado lunes 7 de marzo, el ir y venir de coches y buses es constante: entre las muchas donaciones, está también la de Benedicto XVI que llega directamente desde el monasterio Mater Ecclesiae. Y mientras "L'Osservatore Romano" va a la imprenta, continúa la colecta que, a través de una eficaz campaña de boca a boca, está siendo llevada a cabo no sólo por las oficinas y empleados del Vaticano. "Hay quienes han involucrado a los amigos y hasta todo su edificio", dice padre Francesco Mazzitelli, oriundo de Orión, jefe de la oficina de la Limosnería, que coordina la iniciativa.
La "estrategia" de la colecta en la plaza frente a la Gobernación es sencilla: medicamentos (incluido un suministro ad hoc de la Farmacia Vaticana), ropa y alimentos se cargan en furgonetas y coches -proporcionados por diversos organismos vaticanos- que van y vienen a la basílica romana de Santa Sofía en Via Boccea: el "corazón" de la comunidad ucraniana en Italia se ha convertido inmediatamente en el punto de referencia para la ayuda que se envía a los refugiados que huyen de la locura de la guerra.
También con este gesto concreto la Santa Sede se ha puesto al servicio de la consecución de la paz en Ucrania. Ayer, en el Ángelus, el Papa Francisco anunció que había enviado a dos cardenales como expresión de la solidaridad de la Iglesia con el pueblo ucraniano. El cardenal Konrad Krajewski, que salió ayer por la tarde del Vaticano, ya ha llegado a las zonas críticas de la frontera entre Polonia y Ucrania para estar al lado de los refugiados y de los voluntarios en los refugios y casas. Ha llevado -expresamente, personalmente- el ánimo directo del Papa Francisco y de todo el pueblo cristiano. El cardenal Michael Czerny, prefecto interino del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que llegará a Hungría mañana martes 8 de marzo, está a punto de hacer lo mismo.
Francisco: "En Ucrania corren ríos de sangre y lágrimas"
por Alina Tufani Díaz
Ciudad del Vaticano
- Al concluir el Ángelus, el Papa imploró por el fin de los ataques en Ucrania y aseguró que la Santa Sede está dispuesta a todo por la paz . Tras insistir en la locura de la guerra, el Papa hizo un llamado al diálogo y a la apertura urgente de corredores humanitarios, no sin antes agradecer a quienes hospedan a los refugiados y a los periodistas que informan sobre la trágica situación.
“Recemos juntos por Ucrania: tenemos sus banderas frente a nosotros. Recemos juntos, como hermanos, a Nuestra Señora, Reina de Ucrania. Ave María ...." Esta fue la invitación del Papa luego de lanzar un enérgico llamamiento por la paz en Ucrania. En una Plaza de San Pedro repleta de fieles y peregrinos, casi 25 mil personas, y enarboladas decenas de banderas azul y amarillo, todos rezaron en apoyo al pueblo ucraniano azotado por una guerra cruel e injustificada, desde el pasado 24 de febrero, cuando fuerzas militares rusas invadieron su territorio a furia de bombas y balas.
Destrucción y miseria
“En Ucrania corren ríos de sangre y lágrimas. No se trata sólo de una operación militar, sino de una guerra, que siembra muerte, destrucción y miseria. El número de víctimas aumenta, al igual que las personas que huyen, especialmente las madres y los niños”, expresó el Pontífice.
Acceso a la ayuda humanitaria
La necesidad de ayuda humanitaria “en ese atormentado país crece dramáticamente cada hora”, dijo el Santo Padre antes de exhortar una inmediata ayuda humanitaria:
“Hago un llamamiento sincero para que se aseguren realmente los corredores humanitarios y se garantice y facilite el acceso de la ayuda a las zonas asediadas, con el fin de proporcionar un alivio vital a nuestros hermanos y hermanas oprimidos por las bombas y el miedo”
Diálogo y sentido común
Francisco agradeció la hospitalidad de quienes acogen a los refugiados para luego exhortar a poner en primer lugar el diálogo y el sentido común:
Gratitud a los periodistas
El Santo Padre también agradeció la labor de los periodistas que arriesgan su vida para informar:
“¡Gracias, hermanos y hermanas, por vuestro servicio! Un servicio que nos permite estar cerca de la tragedia de esa población y nos permite evaluar la crueldad de una guerra”.
La Santa Sede está dispuesta a todo por la paz
“La Santa Sede está dispuesta a todo, a ponerse al servicio de esta paz”. Así lo subrayó Francisco al informar que dos cardenales han ido a Ucrania, para servir al pueblo, para ayudar. El Cardenal Konrad Krajewski, Limosnero de Su Santidad, para llevar ayuda a los necesitados; y el Cardenal Michael Czerny, Prefecto ad interim del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
“Esta presencia de los dos cardenales allí es la presencia no sólo del Papa, sino de todo el pueblo cristiano que quiere acercarse y decir: "¡La guerra es una locura! ¡Para, por favor! Mira qué crueldad".
Ucrania, el testimonio de Karyna: Me duele rezar toda la noche para que la guerra pare
por Cecilia Mutual
- Bajo los bombardeos en Kiev, una joven estudiante ucraniana relata los sufrimientos causados por la guerra y manifiesta su orgullo por el valor y la humanidad de su pueblo: “Me duele empezar la mañana con la frase: ‘¿cómo está, está tranquilo?’. Pero estoy muy orgullosa de mi país y de mi gente”
“Hemos dejado de contar los días, no sabemos qué fecha es hoy. Si ha llegado la primavera. Solo sabemos una cosa: hoy fue la sexta noche”: Karyna, 25 años, vive en Kiev desde hace ocho años. Allí, hasta hace pocos días, estudiaba, trabajaba y hacía planes para su futuro. Ahora, sus días están marcados por la alerta de ataque aéreo que suena cada 30 minutos.
“Estamos acostumbrados a vivir en la oscuridad y la humedad, a movernos rápidamente por las calles, a dormir de 3 a 4 horas o no dormir nada, pero no estamos acostumbrados a los sonidos de explosiones fuera de la ventana”, asegura ante los micrófonos de Radio Vaticana-Vatican News, describiendo la dramática situación que viven millones de ucranianos, bajo las bombas y cohetes, tratando de sobrevivir a una guerra que no quieren.
La vida de Karyna cambió el 24 de febrero cuando las tropas rusas invadieron su país. En la capital ucraniana, relata, viven sus amigos y colegas de diferentes regiones y ahora cada uno de ellos está obligado a abandonar sus hogares y buscar refugio bajo tierra.
La gente duerme en el metro, duerme en el suelo de sótanos podridos junto con los niños y con los animales. En este momento, en las calles, los rusos están bombardeando edificios residenciales, hospitales, escuelas, maternidades. Los niños nacen bajo tierra. Los ucranianos dan vida a nuevas personas en este planeta y los rusos se las llevan.
La destrucción en Kharkiv
Los familiares de Karyna residen en Kharkiv, la segunda ciudad más poblada de Ucrania, a 70 kilómetros de la frontera nororiental de Rusia. “Una gran ciudad con su propia historia”, afirma la joven, que “ahora, se ha convertido en el punto más candente de las hostilidades”.
El bombardeo dañó 87 casas. Un cohete golpeó la plaza central de Kharkiv, donde la gente antes celebraba las fiestas. Una bomba de vacío lanzada por las tropas rusas cayó sobre una escuela de tanques. También hicieron saltar el edificio de la Administración regional de Kharkiv. ¿Qué amenaza crearon estas víctimas para Rusia en territorio de Ucrania?
La estudiante ucraniana recuerda también su ciudad natal, Čerkasy, a 200 km de Kiev, donde “la situación es más más tranquila que en el norte y este del país”. No obstante, también su madre y su hermana menor que viven allí, gracias a las constantes alarmas, se ven obligadas “a pasar la noche en el pasillo del apartamento de la planta baja, ya que no tienen donde esconderse”.
El miedo y el orgullo
Son igualmente desgarradores los recuerdos de lo vivido en los últimos días en Kiev, que para la joven se ha convertido en su “otra casa”. Karyna expresa su dolor por la “destrucción” de “casi todo lo que la gente había estado construyendo durante tanto tiempo”, y afirma:
“Me duele mucho que la nación vecina no haya aprendido las lecciones de ninguna guerra que ha tenido lugar en el mundo, me duele que niños de los orfanatos que ya están privados de padres también se vean privados de una infancia pacífica. Me duele que los oficiales militares rusos disparen contra las maternidades y los centros de oncología y los pacientes de estas instituciones se vean obligados a esconderse bajo tierra. Me duele ver lágrimas en los ojos de mi hermana en una video llamada y escuchar: "Tengo miedo". Me duele rezar toda la noche para que la guerra pare. Me duele empezar la mañana con la frase: "¿cómo está, está tranquilo?" y enviarlo a todos los que conozco. Pero estoy muy orgullosa de mi país, mi gente y mi presidente. Después de todo, en este momento entiendes, cuál es la fuerza de todos, juntos, cuál es tu propia tierra y entiendes que podemos vencerlo todo”
Solidaridad, unión y agradecimiento
No falta la solidaridad de todos los que “están tratando de hacer lo que pueden por los familiares, por el ejército, por los necesitados” continúa Karyna. “Muchos de mis amigos en el extranjero establecieron fondos de ayuda que se utilizan para comprar alimentos, uniformes, ropa de abrigo, fórmula infantil y otras cosas necesarias. Estoy impresionada por cuan organizada y unida trabaja nuestra gente y cómo se ayudan unos a otros. Estoy orgullosa de todos nosotros”.
Y finalmente, manifiesta su gratitud a “todos los que no guardan silencio y participan en manifestaciones pacíficas en apoyo de Ucrania”.
“Agradecemos a otros países por su amplia asistencia e incluso a aquellos rusos que no tienen miedo de ir contra el sistema y acudir a manifestaciones en sus ciudades, donde son detenidos y encarcelados”
FUENTE:
https://www.vaticannews.va/
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