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viernes, 29 de julio de 2016

DIÁLOGO INTERRELIGIOSO Y CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ

GOBERNANZA MUNDIAL:
DIÁLOGO INTERRELIGIOSO Y CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ
El Escorial, 13-15 de julio de 2016

Grupo de participantes en el curso de verano 2016

En un contexto como el nuestro, en el que movimientos laicistas manifiestan cada día con más violencia y desprecio el rechazo hacia lo religioso, sorprende y ofrece un horizonte de esperanza y sabiduría ver que naciones y gobiernos han comenzado a tratar con respeto el hecho religioso por considerarlo factor imprescindible, dinamizador y fecundo para construir la paz y la armonía entre los pueblos.

Del 13 al 15 de julio, han tenido lugar en El Escorial unas jornadas de estudio sobre Gobernanza Mundial: Diálogo Interreligioso y Construcción de la Paz, organizadas por el KAICIID (King Abdullah Bin Abdulaziz International Centre for Interreligious and Intercultural Dialogue) y la Universidad Complutense de Madrid.

Somos conscientes de que, en muchos de los conflictos de nuestras sociedades del siglo XXI, los motivos religiosos, o la identidad religiosa del conflicto, se convierten en un factor agravante de la situación. Por eso, se ha constatado que es imprescindible encontrar caminos de entendimiento entre los diferentes puntos de vista de las partes implicadas, y esto pasa necesariamente por el diálogo intercultural e interreligioso. De aquí que esta cuestión, en estos momentos, haya entrado como prioritaria en las agendas diplomáticas de muchos Estados y organizaciones internacionales.

Las jornadas tenían como objetivo analizar este tipo de conflictos, y el modo en el que el diálogo interreligioso e intercultural puede convertirse en una herramienta eficaz en su resolución, tarea que, por otro lado, requiere la participación y el compromiso de muchos agentes: los estados, organizaciones internacionales, líderes y comunidades religiosas, y cualquier colectivo que busque construir la paz y la estabilidad en el mundo. 

Las jornadas contaron con relevantes representantes de organismos internacionales y del mundo académico. 

La conferencia inaugural, Las aportaciones del diálogo interreligioso a la construcción de la paz mundial, corrió a cargo del embajador Álvaro Albacete, Secretario General Adjunto para Relaciones Externas del KAICIID 1, que comenzó diciendo: Hay algo que hemos aprendido los diplomáticos en la construcción de la paz: que no podemos olvidar la religión. No siempre se tuvo esta convicción, pero, en este último tiempo, vemos que el éxito de muchas gestiones diplomática ha sido posible gracias al diálogo interreligioso. Para ilustrar esta afirmación, Albacete recordó las gestiones realizadas por Jimmy Carter para llegar a firmar los Acuerdos de Camp David, en 1978, entre Menachem Begin, Primer Ministro israelí, y Anwar el-Sadat, Presidente de Egipto. Para ello, Carter tuvo que apelar a los compromisos religiosos de los dos interlocutores.

Otro ejemplo con el que ilustró su afirmación fue el Tratado de Lausana, que puso fin al Imperio Otomano. Se firmó en la ciudad suiza de Lausana el 24 de julio de 1923 entre los gobiernos de Grecia, Turquía y las maciones aliadas de la Primera Guerra Mundial. En el acuerdo, se garantizaba la protección de la minoría griega en Turquía, y de la turca en Grecia. Con ello, se respetaba también la presencia del patriarca ortodoxo en la ciudad de Estambul. 

Sin embargo, continuó Albacete, hoy, cuando nos referimos a la diplomacia y al diálogo interreligioso, hablamos de algo diferente. Recordó que hay muchos grupos extremistas que invocan la violencia, y no son solo islámicos, como en Siria y en Irak. Otros países, como la República Centroafricana y Nigeria, en África, se desangran por conflictos entre musulmanes y cristianos, y, en el Sudeste Asiático, entre budistas y musulmanes. 

Estos conflictos extremistas religiosos no son exclusivos del mundo musulmán: el Ejército de Resistencia del Señor, en Uganda, fue promovido por el fundamentalismo cristiano espiritista, y dejó miles de víctimas. Más de 30.000 niños fueron capturados y alistados como niños soldado, y muchos, sometidos a abusos sexuales.

Ante esto, nos preguntamos: ¿Estos violentos tienen legitimidad para hablar en nombre de la religión? Porque, en realidad, son terroristas; sus predicamentos no son compatibles con ninguna religión. ¿Qué formación intelectual y social tienen para permitirse hablar en nombre del Islam? 

¿Cómo podemos combatir estos grupos? No tenemos una respuesta lineal, dijo Albacete. Ante esta cuestión, surge, en 2011, el Centro Internacional de Diálogo Interreligioso, el KAICIID. 2 El Centro nació por iniciativa del rey de Arabia Saudita, Abdullah Bin Abdulaziz, custodio de las dos mezquitas, y del papa Benedicto XVI. Es la primera vez en la historia que dos líderes religiosos hacen una propuesta como esta, única en el mundo en estos momentos por su carácter intergubernamental. La iniciativa fue un acontecimiento de gran significado a nivel mundial. 

Junta Directiva KAICIID

Se inició con el diálogo musulmán y cristiano, pero, enseguida, se abrió a otras tradiciones religiosas. La junta directiva la forman representantes de cinco grandes religiones: budismo, cristianismo, hinduismo, islam y judaísmo. 

El KAICIID, dijo Albacete, se dedica a combatir estos grupos que justifican la violencia en nombre de la religión. Lo hace desde dos niveles: declarativo y operativo.

En el nivel declarativo amplifica aquellas voces musulmanas que condenan la violencia en nombre de la religión. Lo hace a través de los medios y redes sociales, porque estas son también las vías que utilizan los extremistas. Las redes sociales son redes de captación, y esta debe ser contrarrestada a través de ese mismo medio.

Se ha elaborado un manual sobre cómo utilizar las redes sociales los líderes religiosos de comunidades de base para contrarrestar el efecto perverso de los grupos extremistas. Este trabajo tiene un efecto multiplicador, está funcionando ya en Jordania, Amán, Túnez y el Cairo. Se han organizado también talleres de formación en redes sociales orientados, en este momento, a la región árabe, y conferencias internacionales para ayudar a desvincular la violencia de la religión. Tuvo un gran éxito la organizada en Viena, en noviembre de 2014, que finalizó con un pronunciamiento común de los líderes religiosos asistentes, desvinculando la violencia del hecho religioso.

En 1970, surgió el concepto de “diplomacia viajera”, desarrollado por Henry Kissinger, Secretario de Estado de EE. UU. Con este concepto, se buscaba superar, en la carrera diplomática, el desarrollo tecnológico con la aproximación personal. En diplomacia es muy importante el encuentro directo entre personas. 

Siguiendo esta iniciativa, Albacete sugirió que hoy se debería acuñar un nuevo concepto, el de la “religión viajera”. Es importante, dijo, que los líderes religiosos viajen y conozcan a otros líderes religiosos, que salgan de los problemas de su comunidad, y descubran la problemática de otras comunidades religiosas. Esta es una de las preocupaciones del KAICIID: promover el diálogo, el encuentro y el conocimiento mutuo de líderes de diferentes tradiciones para romper estereotipos y prejuicios, y posibilitar una visión más abierta y amplia a las diferentes realidades religiosas. 

En el nivel operativo, continuó diciendo Albacete, intentamos crear plataformas de encuentro de líderes religiosos que favorezcan la institucionalización de este diálogo con líderes de comunidades de base, y otros representantes, porque no siempre las comunidades religiosos se sienten representadas por sus líderes. Nos preocupa, también, el tema de la mujer, porque la participación de esta no siempre es evidente dentro de las religiones, y lo mismo ocurre también con la juventud.

No todas las sociedades son urbanas. En algunos países, en África, por ejemplo, dominan las sociedades rurales; por eso, es importante que participen también los líderes tribales, y las personas mayores respetadas en sus comunidades.

El KAICIID crea estas plataformas de líderes religiosos vinculadas también a líderes civiles. 

A menudo, dijo, la conexión de lo religioso con lo civil se puede percibir como una violación de la idea secular que se tiene del Estado. Hoy, no podemos negar la influencia de los líderes religiosos en los procesos de reconstrucción de la paz, por lo que “el matrimonio” entre diplomacia y religión es una necesidad si queremos llegar a acuerdos, y abrir caminos a la paz duradera entre los pueblos. 

Quizás, en nuestra sociedad, la influencia de lo religioso ha dejado de tener relieve, pero esto no es así en otros continentes, como África y Asia. En África, 9 de cada 10 personas están comprometidas e identificadas con la religión; en Estados Unidos, 6 de cada 10. 

Lo religioso es un caudal enorme de influencia para la reconstrucción de la paz en las situaciones que tenemos de graves conflictos, y, también, en la fase de prevención de la violencia. No podemos desdeñar hoy la influencia de los líderes religiosos, afirmó Albacete.

Nunca como ahora ha habido tantas iniciativas de diálogo interreligioso a nivel global, nacional o local. El KAICIID ha promovido otra iniciativa muy interesante con los talleres de mapeo de la paz 3 porque tampoco ha sido nunca tan necesario como ahora el diálogo interreligioso.

Álvaro Albacete concluyó su exposición diciendo: Las plataformas existen y, también, el compromiso político para que estas plataformas puedan ser fructíferas. Nos corresponde a nosotros, como sociedad civil, que sigan siendo posibles, y no mueran. 

La primera mesa redonda fue sobre Paz mundial y diálogo Interreligioso. La moderó el Profesor Fernando Amérigo Cuervo-Arango, director del IUCCRR 4, y participaron como ponentes Belén Alfaro, embajadora en misión especial de las Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones y el Diálogo Interreligioso, y Joan Hernández Serret, del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona.

Belén Alfaro comenzó diciendo: Vivimos en un mundo cada vez más complejo y diverso. Constatamos que, en muchos de los conflictos que se producen, hay un componente cultural y religioso. Uno de los mecanismos que tenemos para hacer frente a los fundamentalismos y extremismos es el diálogo intercultural e interreligioso. 

La Alianza de Civilizaciones 5, dijo Alfaro, es una iniciativa de Naciones Unidas copatrocinada por España y Turquía. Su objetivo es fomentar el diálogo y la cooperación entre diferentes comunidades, culturas y civilizaciones, y construir puentes que unan a los pueblos y personas más allá de sus diferencias culturales o religiosas, desarrollando acciones concretas destinadas a la prevención de los conflictos y a la construcción de la paz. Este organismo cuenta con 145 miembros de 120 países. 

El objetivo del diálogo intercultural e interreligioso a nivel de gobernanza es la diplomacia preventiva y la prevención de extremismos violentos. Consideramos que los líderes religiosos tienen un papel fundamental en la construcción de procesos de paz, y favorecen el entendimiento entre personas de diferentes credos. Ni el terrorismo ni el extremismo deben identificarse con una religión determinada.

Ante los extremismos y el terrorismo en nombre de Dios, ¿en qué niveles deberíamos actuar? 

En un primer nivel de prevención a instancias internacionales, nacionales y locales. En lo local es donde se generan los conflictos, y, también, donde se da el primer paso para la inserción e integración de las diferentes culturas.

¿Con quiénes se ha de actuar? Con todos: estamentos gubernamentales, ONGs, fundaciones, líderes religiosos, sectores académicos. El éxito de estas actuaciones está en la implicación del mayor número de sectores de la sociedad civil.

¿En qué campos se ha de actuar? Especialmente en educación, en el ciberespacio y en los medios de comunicación.

La educación. Hay que educar en valores, en los derechos humanos, en los principios democráticos. Hay que educar para la paz y la resolución de conflictos. Hay que apoyar la educación en la diversidad para la integración social, y recopilar las buenas prácticas (proyectos conjuntos realizados o a realizar, actividades deportivas o artísticas conjuntas, etc.)

El ciberespacio. Es el reto del futuro. Los jóvenes pasan más de tres cuartas partes de su tiempo conectados a las redes sociales y a internet. Internet es un cauce de difusión de mensajes positivos, como contranarrativa al extremismo, en favor de la tolerancia y la convivencia pacífica.

Los medios de comunicación. Son el cauce para poder visibilizar las iniciativas y los gestos llevados a cabo para difundir las acciones y las diferentes iniciativas, de forma que lleguen al mayor número de gente posible: a los jóvenes, a los artistas, a los deportistas, para que estos, a su vez, puedan hacerse eco de los pasos y logros.

En España, dijo, se está trabajando en estos momentos en:
  • Prevención y mediación en la resolución de conflictos. España se ha ofrecido a través del Ministerio de Asuntos Exteriores para liderar una mesa de diálogo interreligioso en favor de la paz en zonas de conflicto, como la palestino-israelí.
  • Está apoyando también la creación de grupos de líderes religiosos que puedan mediar en cuestiones de conflictos culturales y religiosos. Es muy importante que, en las negociaciones que promueven las Naciones Unidas en orden a los procesos de paz, se dé la presencia de líderes religiosos que ofrezcan a los políticos las distintas sensibilidades de las comunidades religiosas, y que, mediante el diálogo intercultural e interreligioso, faciliten procesos de reconciliación entre los pueblos y los grupos. 
  • Otro ámbito de trabajo que España está atendiendo es el de la mujer. Las mujeres tienen que jugar un papel más decisivo en los procesos de paz, y en la puesta en práctica de dichos procesos.
Se está apoyando una mayor cooperación con otros organismos que trabajan en estas materias, para realizar proyectos conjuntos, y aprovechar las sinergias que generan para poder llegar a más gente.

Belén Alfaro concluyó su exposición diciendo: El diálogo intercultural e interreligioso, a través del proyecto de la Alianza de Civilizaciones, quiere ser un aspecto fundamental en la política de España, para poder abordar con acierto los nuevos retos que se le presentan en la sociedad del siglo XXI.

Joan Hernández Serret 6, del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona, recordó que, en España, comenzamos a hablar del diálogo interreligioso en los años setenta, cuando se empezaba a hablar del choque de civilizaciones 7. Y se habló, sobre todo, en 2004 con la celebración, en Barcelona, del IV Parlamento de las Religiones del Mundo. Hoy, el diálogo interreligioso aparece como algo urgente y necesario en nuestra sociedad plural actual, multicultural y multirreligiosa, fruto de la modernidad y la globalización, en la cual, el diálogo surge como algo natural e inevitable. El contacto con la pluralidad no es nuevo, la diversidad siempre existió, pero, hoy, se convierte en una cuestión que es imprescindible tener en cuenta para poder construir condiciones de paz entre las naciones y los pueblos.

Esto supone trabajar en diferentes niveles, dijo Hernández, comenzando por el personal. El individualismo moderno tiene que dejar espacio en sí mismo para el encuentro con el otro y los otros, con la diversidad. Por otra parte, Las tradiciones religiosas ya no se pueden cerrar en sí mismas. Es necesario pasar del “multi” al “inter”, es decir, pasar de la pluriculturalidad, a la interculturalidad e interreligiosidad. La vida moderna presenta un desafío, el destino de la humanidad depende de que el hombre, en medio de la pluralidad, sepa encontrarse a sí mismo. 

En las Naciones Unidas, el diálogo interreligioso es una cuestión transversal. Desde el diálogo interreligioso, se puede trabajar el destino de la humanidad porque las tradiciones religiosas tienen una mirada creativa hacia la sociedad en la que están encarnadas. Las tradiciones religiosas comparten un espacio común, un país, un planeta donde debemos convivir en paz. Desde aquí, cobra sentido la afirmación de Hans Küng: “No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones”.

Hernández continuó haciendo un análisis de la situación. La pluralidad, dijo, conlleva relacionarse con otros. El DIR (diálogo interreligioso) puede presentarse como un espacio de encuentro, pero tiene que darse en un marco de referencia que no deje paso al relativismo ni al fundamentalismo. 

El fundamentalismo teme a la duda. El tema que nos plantea novedad en estos momentos es la duda. La diferencia del otro me afecta, me condiciona, me cuestiona. Ponerme en contacto con la diferencia que presenta el otro me lleva a compartir identidades, y esto me permite discernir lo que puedo compartir con él y lo que no. El fundamentalismo se cierra en la necesidad de certezas; es una lucha defensiva también ante el secularismo y la modernidad. Sin embargo, no todos los fundamentalismos son iguales. Hay fundamentalismos que no generan terrorismo, que, simplemente se encierran en ellos mismos como en un gueto, de forma defensiva.

En el DIR hay que distinguir:
  • Reconocimiento de la diversidad como riqueza. Lo constatamos en la vida cotidiana, en las empresas, en los grupos de jóvenes y otros colectivos. Donde hay pluralidad, se enriquece la visión; la pluralidad ofrece una visión más amplia. 
  • Reconocimiento del otro, que va más allá de la simple tolerancia. Decir que se tolera a otro es situarse por encima de él. El DIR exige paridad entre los interlocutores. 
  • Necesidad de pasar de una sociedad multicultural y multirreligiosa a una sociedad intercultural e interreligiosa. Si hablamos solo de diálogo multirreligioso se pierde el valor de lo interreligioso, que pide conexión y relación entre las tradiciones religiosas. El DIR puede favorecer proyectos comunes mediante la interrelación de unas tradiciones religiosas con otras.
  • Reconocimiento, más que respeto, porque el reconocimiento supone ver al otro. Somos seres sociales, y, cuando se nos reconoce, encontramos nuestro espacio propio.
  • Los grupos religiosos están formados por personas, por ciudadanos. Desde la gobernanza, es preciso ver a todos, porque, en el DIR, todos han de ser actores implicados en la construcción de la paz. A los gobiernos, el DIR puede serles útil para fomentar la cultura de la paz, y favorecer el conocimiento mutuo. Solo se valora aquello que se conoce.
  • El DIR va más allá de explorar una ética común; ayuda a trabajar la conexión social. Necesitamos deconstruir muchos prejuicios. Los grupos multirreligiosos abren sus espacios. Esto nos exige a nosotros, a nivel personal, estar atentos a los prejuicios que funcionan en nosotros mismos.
  • Es necesario entender que todos tenemos las mismas necesidades. Hemos de ser capaces de favorecer redes, de fomentar la participación ciudadana. El laicismo pretende relegar las religiones al espacio privado. Esto no es bueno; la sociedad la hemos de construir entre todos.
Joan Hernández concluyó diciendo: A través del DIR, las religiones hacen además a la humanidad tres grandes aportaciones:
  • La riqueza de sus cosmovisiones.
  • Aspectos estéticos y culturales (música, pintura, textos para toda la humanidad).
  • Ayuda filantrópica de las distintas comunidades. Las religiones creen en la humanidad, y, en situaciones de emergencia y necesidad, ofrecen solidaridad para todos. Este es un modo de construir la paz a pequeña y gran escala. 
El 14 de julio comenzó la jornada con la conferencia: El papel de las religiones en el espacio público en el nuevo entorno geoestratégico. La impartió el Profesor Gustavo Suárez Pertierra 8, Exdirector General de Asuntos Religiosos, y Secretario de Estado en 1984. La inició situando su contenido como una reflexión básica para poder afrontar el problema de las relaciones entre los poderes públicos y las instituciones religiosas, y las creencias o ideologías de los individuos. 

Abordó la reflexión desde cuatro preguntas:
  • ¿Está afectada la religión, como fenómeno social, por el conjunto de factores que configuran el mundo actual?
  • ¿Es o no es la religión, todavía hoy, un factor de identidad, o simplemente se ha reducido a un hecho social?
  • ¿Cuál ha de ser el modo de estar hoy la religión en la plaza pública?
  • ¿Cómo se articula esta presencia religiosa con la laicidad, considerada principio organizativo social básico?
Con relación a la primera pregunta, comenzó diciendo: ¿Puede la religión estar a salvo de los cambios que ha sufrido nuestra sociedad? Su respuesta fue: Claramente, respondo que no. La religión está contaminada por todos aquellos factores que están conformando una sociedad completamente nueva. El cambio que se está produciendo hoy está suponiendo una verdadera revolución, más amplia que la que supuso la revolución industrial. Esta es más intensa y global, y está provocando el cambio de forma más rápida que la anterior. La globalidad se ha implantado en apenas una década; ha venido a convivir con nosotros y se ha quedado. ¿Nos repugna comparar la revolución que supuso el descubrimiento de la imprenta en el siglo XV con la revolución que está suponiendo hoy el avance de las redes sociales? En el mundo occidental, la irrupción de la razón con la Ilustración provocó cambios tan radicales como los que estamos viviendo hoy. La Ilustración trajo como consecuencia la separación entre la Iglesia y el Estado, y esto fue considerado como una gran conquista social. 

La sociedad de hoy ya no es una sociedad única, el camino hacia la diversidad es imparable. Los ciudadanos ya no son todos religiosos, y los que son religiosos ya no son solo de una única tradición religiosa; los creyentes de nuestra sociedad son de diversas tradiciones religiosas, y diferentes convicciones.

Las Iglesias desempeñaban funciones públicas que pasaron a ser asumidas por el Estado. Esto trajo como consecuencia la pérdida de poder y de influencia de estas en el espacio público. Desde esta nueva situación, se plantea la pregunta sobre la relación de la religión y su papel en la vida pública y en el conjunto del sistema de convivencia.

Las sociedades de nuestro tiempo tienden a “desterritorializar” la religión, a apartarla del espacio social y cultural dotándola de una autonomía propia. Al mismo tiempo, la expansión de las religiones a causa de la globalización ha hecho que estas pierdan fuerza de referencia. Las religiones menos institucionalizadas y jerarquizadas tienen más facilidad para adaptarse a los nuevos tiempos. A las que tienen estructuras más complejas, les está suponiendo un gran esfuerzo de adaptación. 

Apartar a las religiones del espacio sociocultural común reduciéndolas a un espacio “propio”, cerrado en sí mismo, está creando, desde el punto de vista religioso, lo que algunos han llamado “el espacio puro”, el cual conlleva el peligro de ser germen de fundamentalismos tan dañinos para la sociedad como para las mismas religiones. 

En este contexto de cambio, aparecen nuevas formas religiosas desinstitucionalizadas, como respuesta al declive que están sufriendo las religiones tradicionales, lo que está favoreciendo un “mercado religioso abierto y bien abastecido”, en favor de la “religión a la carta”, que compite, de forma intensa, con las tradiciones religiosas históricas. Estas nuevas formas religiosas están ligadas al surgimiento de un nuevo humanismo. 

Esta nueva realidad de “religión globalizada” plantea la gran pregunta sobre la relación entre religión y violencia

En estos momentos, dijo Suárez, el fenómeno de mayor alcance mundial es el terrorismo de matriz religiosa, difícil de prever y contra el que es difícil reaccionar, porque se extiende transversalmente, se expande en redes sociales, y está presente ya en el mundo entero. 

Los fundamentalismos religiosos están en la base de este fenómeno. En nuestras sociedades, se producen también actitudes que, sin provocar un conflicto abierto, se sitúan en la violencia de ideologías seculares militantes, o nacionalismos de definición confesional. En estos momentos, más que una “politización de la religión”, a la que, hasta ahora, los análisis del hecho religioso nos tenían acostumbrados, se está produciendo una “religionización de la política”. 

Los fundamentalismos violentos están erosionando la imagen de la religión, en especial, del Islam. Personalmente, dijo Suárez, soy de los que piensan que la violencia religiosa no forma parte del núcleo de la religiosidad islámica, y que el Islam, él mismo, está siendo víctima del fundamentalismo que proclama la violencia en su nombre. Esto va reforzando en nuestras sociedades el prejuicio que tenemos de que Islam y violencia forman un todo único.

Para clarificar la situación entre religión y violencia, continuó Suárez, hay que dejar clara la perversa utilización de la religión por los fundamentalismos religiosos. Estos tratan de imponer su verdad trasladándola al orden político. Instrumentalizan la religión para fines políticos que no les corresponden, legitimando así la perversión religiosa que quieren imponer. Esto genera en nuestras sociedades un espacio nuevo extremadamente peligroso, porque el fundamentalismo genera otros fundamentalismos, y estos, a su vez, refuerzan los extremismos laicistas. 

El modo más potente de combatir estos extremismos es la instalación de la laicidad en nuestras sociedades, junto a la apuesta por el diálogo interreligioso como instrumento para lograr un acercamiento entre los creyentes de diferentes credos o convicciones ideológicas, en busca de una convivencia respetuosa y pacífica. Es decir, posibilitar la autonomía de la religión, y la autonomía de los poderes públicos.

En cuanto a la cuestión de si la religión sigue siendo un factor identitario social y personal, Suárez explicó que la religión sigue siendo un elemento más o menos importante de identidad, superior a otros factores como pueden ser la lengua o la nacionalidad. Porque la religión es una opción única; pretende dar al individuo una respuesta completa, cosmogónica, sobre el sentido de la vida. 

Con relación a este tema, en nuestra sociedad se ha producido un cambio radical. La identidad no nos viene dada, hay que construirla. Hoy, la identidad tiene un carácter dinámico y abierto, lo que trae como consecuencia una modificación en el modo de entender la “institucionalización religiosa”, es decir, el modo de vincularse a una determinada religión. Algunos autores han creado el concepto de “creencia sin pertenencia”, y se habla también de una “identidad débil”, frente a “identidades fuertes” que pretenden imponerse al conjunto de la sociedad. Otros hablan también de “identidades pendientes o aplazadas”, “identidades frías”, es decir, “no acaloradas”, por apartarse, en cierto modo, de la ortodoxia tradicional religiosa.

¿Qué papel tiene la religión en las sociedades actuales?

Las religiones siguen reclamando en la sociedad, con nostalgia, poder seguir siendo actores sociales influyentes. A la vez, aparecen hoy en la sociedad otros actores más influyentes que el propio Estado: empresas multinacionales, cadenas informativas como puede ser la de Al Yazira, algunas ONGs de gran implantación, organismos internacionales, etc. ¿Cabría ubicar en este campo también las Iglesias y religiones? En opinión de Suárez, no hay duda de que siguen siendo hoy también actores sociales de relevancia. La renovada acción diplomática del Vaticano, promovida por el papa Francisco, está abriendo caminos inéditos en la historia, por ejemplo, la mediación que ha ejercido para restablecer las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba, o el modo con el que influir en espacios políticos calientes, como Turquía, con el reconocimiento público del genocidio armenio.

A la vez, nos preguntamos, continuó Suárez, si está la religión en declive, si la capacidad de influencia de la religión está disminuyendo o no. Podemos decir que la religión hoy “se repliega”. El hecho religioso ha dejado de formar parte del núcleo duro de las sociedades avanzadas, aunque no todas ellas son iguales. Las sociedades han avanzado por caminos que no son el religioso. Se puede decir que la influencia de las religiones está decayendo desde el siglo XVIII por el impacto de la Ilustración y por el fenómeno de la secularización, que se puede traducir por el proceso de “desconfesionalización progresiva”.

¿Qué consecuencias ha traído este proceso?

Además de un repliegue de la religión en la vida pública, también, un declive en la creencia y en la práctica religiosa. Y, además, un cambio en la forma de creencia ante una nueva alternativa humanista, a través de la conquista de la libertad de conciencia del individuo, como paso de una situación de sujeción a la de autonomía.

La aparición de la era de la postsecularidad está permitiendo un cierto resurgir religioso. La institucionalización religiosa se resiste a tener un papel marginal en la sociedad, y surge una nueva etapa de relación entre la religión y los poderes públicos. Sin embargo, lo religioso ya no tiene el mismo poder ni significado en nuestra vieja Europa.

Los ciudadanos europeos se sienten cómodos ante el declive religioso que ha provocado la Modernidad, y no buscan nuevas formas religiosas, sino que se sienten a gusto incorporados en sociedades neutras. Los creyentes en Estados Unidos lo son profundamente a nivel personal, pero no se identifican con una confesión concreta. De aquí surge el concepto de “creencia sin pertenencia”. En cambio, aquí en Europa, la sociedad se manifiesta mayoritariamente creyente cristiana, pero, en general, con poca práctica religiosa, con lo que se puede hablar de una “pertenencia sin creencia”; en algunos casos, se comienza a hablar de una “religiosidad civil”. El debate sobre la Constitución Europea siguió anclado en la Ilustración, y no en el mundo de la cristiandad como algunos pretendieron; las Iglesias nacionales nacidas de la Reforma se están moviendo hacia una mayor laicidad, y no hacia formas religiosas nuevas. 

Todos estos cambios nos plantean otra pregunta, siguió diciendo Suárez: ¿Cómo encajar con la laicidad la presencia de las religiones en el espacio público? La laicidad es un principio organizativo que, sin matices, casi nadie discute hoy. La separación entre lo religioso y el poder público tampoco se discute, como tampoco se discute la neutralidad del Estado respecto a las creencias religiosas o convicciones ideológicas personales. Sin embargo, en cuanto se profundiza un poco más en el tema, la realidad es diferente: ya no hay tanto acuerdo para aceptar que las entidades religiosas, por ejemplo, no sean entidades públicas, aunque esta cuestión no es vista del mismo modo en todos los países. 

El problema de fondo es el del significado de neutralidad. La laicidad es neutral, pero no es neutral ni democrático impedir el desarrollo de las religiones en el espacio público. El marco para hacer posible este desarrollo es la laicidad. Pero la laicidad no es única, ni estática, ni atemporal. Hay laicidades hostiles, que discriminan negativamente lo religioso, y laicidades que lo discriminan positivamente. La laicidad busca acomodarse a nuevas formas. Hoy, la “laicidad positiva” integra el elemento de cooperación con las entidades religiosas, recibiendo el nombre de “laicidad cooperativa”. 

A la vez, para situar la presencia de la religión en el espacio público, hay que tener claro qué es el espacio público, y cuáles son las funciones que la religión puede desempeñar en él. El espacio público tiene tres niveles: Estado, sociedad política y sociedad civil. Creemos, dijo Suárez, que la religión, debemos situarla en el de la sociedad civil.

¿Cuáles serían las funciones públicas de la religión? 

Las religiones pueden expresar en el espacio público un mayor compromiso social y ético. Pueden aportar un enfoque crítico constructivo desde un ángulo que no está presente en la toma de decisiones políticas. Pueden articular una conciencia, como actor social, de lo que falta a la toma de decisiones en el campo de una acción más amplia.

Pero, a la vez, hay que prevenir la perversión de la neutralidad. El espacio público democrático es común, es de todos los ciudadanos y organizaciones sociales. El Estado es un actor más, no puede monopolizar lo público, ni puede competir con otras opciones, porque lo suyo es ser neutral. Una sociedad civil monopolizada por el Estado cae en una situación de relativismo ante el que tienen que reaccionar las religiones aportando sus valores axiológicos. El Estado y los poderes públicos funcionan con arreglo a una moral pública, lo cual no quiere decir que tengan un vacío axiológico, sino que no se puede imponer la moral única, porque esta es una moral de máximos, cosa no viable en una sociedad plural y democrática. 

En la sesión de la tarde, tuvo lugar una mesa redonda sobre Resolución de conflictos, y gestiones de la diversidad interreligiosa e intercultural, que moderó Fernando Amérigo, profesor de la Universidad Complutense, con la participación de Jos de la Haya, jefe del grupo regional del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo). Patrice Brodeur, del KAICIID, director del equipo de investigación multidisciplinar de la Universidad de Montreal (Canadá) sobre el Islam, el pluralismo y la globalización, y Puerto García Ortiz, subdirectora de la Fundación Pluralismo y convivencia.

Jos de la Haya inició su exposición recalcando la importancia del tema que tenemos entre manos: Promover la paz en la resolución de conflictos. En la consecución de la paz en situaciones de conflicto, el diálogo es muy importante, y, en el trabajo de prevención de la violencia extrema, el diálogo interreligioso tiene también un valor relevante. 

De la Haya hizo un acercamiento al tema desde el enfoque del PNUD subrayando algunos puntos a tener en cuenta, y los retos y desafíos que estos presentan:

Señaló la importancia que tiene, en el Departamento que él gestiona, el compromiso con el diálogo intercultural e interreligioso. En muchas ocasiones, dijo, supone una gran ayuda, como, por ejemplo, en el caso del socorro humanitario.

Estos diálogos tienen un impacto fuerte en el encuentro con los líderes religiosos y las comunidades. 

La perspectiva del proceso se comienza a percibir desde la permanencia, desde la presencia a largo plazo; gracias a ella, se va creando un espacio donde poder interactuar.

Para prevenir la violencia extrema, es necesario conocer los comportamientos de las partes, y los malentendidos que existen, para evitar la radicalización. Es muy importante implicar en esto a los líderes religiosos.

En el trabajo de reconciliación, es necesario integrar a los líderes religiosos porque estos hablan muy bien la lengua de las comunidades. En el proceso de construcción de la paz, es imprescindible contextualizar los conflictos, y conocer la luz que puede aportar al proceso de reconciliación la dimensión religiosa. Cuando uno llega a una situación en conflicto desde un organismo intergubernamental, no habla el mismo lenguaje con el que se expresa la narrativa desde la fe. Lo gubernamental no entra dentro de lo espiritual, que es competencia del diálogo interreligioso.

¿Qué retos hay que superar? En primer lugar, es importante constatar que los líderes religiosos presentes tienen capacidad de liderazgo, porque, en este diálogo, pueden desencadenarse mecanismos que faciliten o bloqueen el proceso. Hay que tener mucho cuidado con el lenguaje que se utiliza, evitando emplear palabras inadecuadas que pueden generar problemas y dificultades añadidas.

Otro reto que se plantea es el de la coordinación y cooperación con las comunidades religiosas, porque, a veces, ellas mismas están también fraccionadas.

La función de la mujer es un reto más, ya que su incidencia en los procesos no es siempre como la desearíamos.

En ocasiones, las comunidades religiosas ofrecen poca facilidad para abordar los temas de los valores y los derechos.

Es necesario prestar una atención mayor en la acción preventiva. 

El marco de conocimiento tiene que ver también con el problema de traducción de los conceptos a las diferentes lenguas: a veces, la falta de conocimiento y la mala comprensión de las lenguas producen muchas tensiones y dificultades. 

El diálogo con el DAESH es muy difícil. Somos conscientes de que, en muchos casos, no se trata solo de dialogar; el trabajo requiere analizar previamente, en profundidad, los motivos del conflicto.

Para el desarrollo del diálogo, es preciso crear espacios donde todos los intervinientes se encuentren a gusto, seguros, y con confianza para poder dialogar. El diálogo ha de comenzar en un terreno común a todos, dejando que cada parte hable, exponga su punto de vista, y, desde la confianza, a través de la participación de todos, ir buscando caminos para conseguir un propósito común. Esto no quiere decir que siempre se acabe llegando a un acuerdo o declaración conjunta. La belleza de este diálogo es ofrecer una oportunidad para que todos se puedan expresar libremente.

¿Cuáles serían las consecuencias esperadas de este tipo de diálogo interreligioso?

El proceso de este diálogo tiene que permitir que cada persona se encuentre a gusto dentro de la comunidad. Estos programas para la construcción de paz están orientados al acercamiento entre las personas y los grupos. Van surgiendo ya muchas redes entre las comunidades religiosas. Es necesario crear espacios inclusivos. En el Líbano, dijo de la Haya, tenemos un escenario bien organizado para la toma de decisiones; en estos espacios, el proceso del diálogo interreligioso va avanzando. 

De la Haya concluyó su exposición diciendo: Como constructores de la paz, estamos llamados a ir más allá, ser creativos y atrevernos a correr riesgos. Hay comunidades que apenas pueden hablar por estar vinculadas a los gobiernos o al ejército. Desde el PNUD hemos organizado un programa de formación para la resolución de conflictos, teniendo muy en cuenta el trabajo con los líderes religiosos, de quienes podemos aprender mucho. Tenemos que colaborar juntos para que la paz pueda ser posible y duradera.

Patrice Brodeur. Comenzó recordando que el KAICIID es una organización intergubernamental única, comprometida en el diálogo intercultural e interreligioso. El KAICIID, en su misión, tiene una intención estratégica: facilitar el diálogo interreligioso e intercultural para construir la paz y la reconciliación en situaciones de conflicto. El KAICIID intenta que las religiones se conviertan en parte de la solución. Estamos trabajando activamente en Siria y en África central.

A veces, con la palabra diálogo, nos referimos a una conversación. Para el KAICIID, el diálogo es algo más, es una forma de interrelación con espíritu de escucha entre personas que buscan un entendimiento mutuo para poder convivir y construir juntas la paz.

La cooperación intercultural e interreligiosa nace de la confianza conseguida a partir de un primer momento de encuentro. Este primer paso pide seguir avanzando en orden a conseguir una paz sostenible. El diálogo se nos presenta no como un fin, sino como un medio. El proceso de cambio es un método para hacer posible la transformación social. Como se ha dicho anteriormente, la calidad de la interacción depende de la seguridad conseguida y de la confianza entre las partes. Para nosotros, el diálogo es un proceso abierto, pero somos conscientes de que también tiene límites. A veces, cuando llegamos a un espacio de diálogo con una etiqueta oficial, es más difícil establecer el diálogo.

El diálogo es cabeza y es corazón, continuó Brodeur. Cabeza, porque tiene una dimensión intelectual, y corazón, porque está enraizado en la capacidad de relacionarse con otras personas. En situaciones de conflicto, es necesario llegar a la razón, intentando alcanzar también el corazón.

En la construcción de paz, el diálogo se presenta como un medio que favorece las condiciones para percibir el conflicto, y explorar los caminos que posibiliten construir la paz. Las actividades que conduzcan a ello pueden ser a largo o a corto plazo. 

Por último, concluyó Brodeur, en el trabajo que venimos haciendo, la estrategia del plan ha sido comenzar desarrollando una plataforma de diálogo en la zona de conflicto (Siria, Irak…), implicando en ella a actores religiosos que puedan iniciar procesos de reconciliación. Hemos elaborado un manual para formar a los líderes en el uso de las redes sociales, que ya tenemos traducido al árabe. Con él, queremos ayudar a intervenir en discusiones extremistas haciendo circular mensajes que contrarresten los de la violencia extrema. Y tenemos un proyecto: El Mapamundi de la Paz

Está centrado en la formación de educadores profesionales en orden a que se conviertan en futuros líderes de diálogo interreligioso. Incluye una base de datos sobre el diálogo interreligioso, y su finalidad es recopilar información sobre los índices de vulnerabilidad de las poblaciones, y sobre las actividades de diálogo interreligioso. Estos son los tres pilares en que se asienta nuestro trabajo.

Por último, intervino Puerto García Ortíz, subdirectora de la fundación Pluralismo y Convivencia 9. Comenzó situando el origen y la razón de ser de la fundación como una iniciativa de ayuda a la relación entre el Estado y las Iglesias y entidades religiosas. Quiere ser, dijo, un instrumento que facilite la gestión de la diversidad religiosa en España. La fundación nació en 2004, cuando se cayó en la cuenta de que en España existía una significativa diversidad religiosa que se desconocía hasta ese momento, y, dentro de ella, existían minorías que no estaban atendidas como debieran estarlo, y que no tenían ninguna cobertura jurídica. 

El primer paso que dio la fundación fue crear una línea de ayudas para financiar proyectos educativos y culturales de estas minorías, entre las que se encontraban las comunidades judías, musulmanas y protestantes. Para acceder a estas ayudas, el requisito que se les pedía era estar inscritos en el Registro de Entidades Religiosas.

Esto posibilitó una primera comunicación por parte de las diversas entidades religiosas, que comenzaron a darse a conocer de forma sencilla y cercana, manifestando sus necesidades, y visibilizando sus actividades sociales y culturales. Es importante tener claro que se trata de entidades religiosas, entidades ciudadanas locales de naturaleza religiosa. 

Ante el gran desconocimiento que se tenía de la situación, Pluralismo y Convivencia inició una investigación para conocer sobre el terreno cuál era la realidad. Para realizar esta investigación, firmó 17 convenios con diferentes universidades. El trabajo realizado aportó muchos datos que dieron luz sobre lo que estaba pasando.

En un segundo momento, se trabajó sobre el marco para la gestión pública de la diversidad religiosa. Lo primero que se constató es que existía una inadecuación en la articulación entre la gestión pública, y las diversas entidades religiosas que comparten el espacio social en España. Se creó para ello el Observatorio del Pluralismo Religioso con el fin de ayudar a la Administración a adecuar la gestión a esta realidad. Se crea un portal con la información básica pertinente, información pública, que todo el mundo puede consultar, evitando así que, en la gestión, se cometan errores por ignorancia. En este portal aparece un glosario que presenta las entidades que existen en este momento en el territorio español, con una breve noticia sobre quiénes son, y unos datos mínimos de su trayectoria en nuestro país.

El Observatorio quedó asociado al Ministerio de Justicia, y creó también un servicio de asesoría jurídica para los Ayuntamientos, con un teléfono directo para facilitar las consultas. 

En opinión de García Ortiz, lo que más dificulta es que en España no tenemos encajado lo religioso en lo público, y, también, el aumento de una intensa intolerancia religiosa. No se trata solo de un fenómeno de islamofobia ante el terrorismo islámico, sino de un rechazo frontal a todo lo religioso, porque se lo considera una amenaza social. Todo esto genera una distorsión en la percepción de la realidad que no facilita el camino para encajar lo religioso en lo público.

Hemos constatado ataques que son verdaderos delitos de odio por motivos religiosos, afirmó García Ortiz, y lo peor es que estos episodios van en aumento. En este campo, tenemos que realizar un trabajo importante contra la intolerancia religiosa, y la manifestación del odio. En nuestra Constitución, la libertad religiosa y de ideologías, y la libertad de conciencia, son un valor que debe convertirse en el eje central de nuestro sistema educativo. En esto, hace falta un serio trabajo de integración. 

Señaló también que otra de las dificultades encontradas estriba en el hecho de que en este momento, nuestras políticas no están pensando en favorecer el diálogo y la convivencia en la pluralidad, sino que están focalizadas en dar una respuesta a la amenaza del terrorismo islámico y, desde este reducido horizonte, provocado por el miedo, se está gestionando el tema.

Dentro de esa falta de acomodación de lo religioso en lo público, García Ortiz señaló aspectos que presentan dificultad, como el de apertura de lugares de culto. Hoy es un tema que no está resuelto. Hay vacío legal e inseguridad jurídica. Se les dice a las entidades religiosas que no tienen que pedir licencia, pero no hay criterios claros a la hora de establecer los requisitos para la apertura. No existe ningún ámbito en lo local que asuma estas competencias; a veces, la respuesta se vincula a las disposiciones de urbanismo, lo cual hace que, en ocasiones, se llegue a situaciones absurdas que hacen inviable la apertura de un lugar de culto.

Todo esto, dijo García Ortiz, tiene serias consecuencias en la construcción de una sociedad plural, y en el imaginario social que de ello se desprende. Ante los desplazamientos obligados de estas comunidades hacia los polígonos industriales, nos podemos preguntar: ¿Dónde está el centro de la ciudad, y dónde están las periferias? ¿Quiénes somos nosotros, y quiénes son ellos?

Otra cuestión que en este momento se está trabajando es la de los enterramientos. Es necesario favorecer un cambio en la normativa funeraria. Los musulmanes piden poder enterrar a sus muertos sin féretro, según su tradición cultural y religiosa. En España, está permitido en la Comunidad Valenciana y en Andalucía, pero no en otras autonomías. 

Hay otras cuestiones que tienen que ver con el reconocimiento institucional de la diversidad religiosa, y el establecimiento de cauces de participación. No está claro, a nivel local, quién tiene competencias para gestionar el uso de los espacios públicos para actos o manifestaciones religiosas, no existe un responsable que se ocupe de estos temas. De momento, la única competencia la tiene el Ministerio de Justicia, ni siquiera las Comunidades Autónomas. Por eso, existe una gran arbitrariedad en el modo de solucionar las demandas, porque no existen criterios comunes.

Esta indefinición afecta también al tema de la representación: No se sabe quién es el que debe acudir en representación de la autoridad local a las invitaciones de las entidades religiosas.

Por otro lado, en cuanto que entidades ciudadanas, las entidades religiosas pueden desarrollar acciones sociales, y concurrir a las prestaciones de ayudas públicas que se ofrecen. Es importante tener claro que las entidades religiosas no son “confesiones”, son entidades ciudadanas que se agrupan en torno a un elemento religioso. 

Por último, García Ortiz presentó el proyecto piloto que han elaborado para prestar ayuda a los Ayuntamientos con el fin de avanzar y mejorar la gestión de la pluralidad religiosa. Hemos de ayudar a construir nuestra sociedad con la máxima laicidad, dijo, pero también con la máxima integración de la pluralidad religiosa en la vida pública. 

La ponencia de clausura de las jornadas, El vínculo para la prevención del extremismo violento, estuvo a cargo de Nihal Saad, jefa de Gabinete, y portavoz del Alto Representante de las Naciones Unidas para la Alianza de Civilizaciones. 

Nihal Saad comenzó su intervención lamentando el terrible atentado ocurrido la noche anterior en Niza, en el que murieron 84 personas. Un acto de terror, dijo, que se ha producido cuando Francia celebraba la fiesta de la Bastilla, una fiesta que representa la celebración de unos valores que están por encima de cualquier religión.

La acción militar, afirmó, no es siempre un buen ejemplo, no siempre es bueno combatir el terror solo con la acción militar, ya que esta tiene que ir de la mano de una estrategia, a largo plazo, que llegue hasta los motivos de la radicalización de la ideología que lo sustenta. Hay que prevenir y atacar el extremismo en su raíz.

En su ponencia, subrayó la importancia del diálogo intercultural e interreligioso para prevenir el extremismo violento. A continuación, hizo una breve presentación de los objetivos de la Alianza de las Civilizaciones, diciendo que es una iniciativa de las Naciones Unidas copatrocinada por España y Turquía. El proyecto fue presentado por el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ante la Asamblea General de Naciones Unidas el 21 de septiembre de 2004. Surgió en un momento de fuertes ataques terroristas como el del 11S en Nueva York. Hoy, dijo Nihal, nos encontramos en situaciones semejantes.

La Alianza de Civilizaciones tiene como objetivo fomentar el diálogo y la cooperación entre diferentes comunidades, culturas y civilizaciones para construir puentes que unan pueblos y personas más allá de sus diferencias culturales o religiosas, desarrollando acciones concretas destinadas a la prevención de los conflictos, y a la construcción de la paz. Cuenta con 145 miembros de todos los ámbitos geográficos.

A continuación, presentó el escenario global que está dando forma al mundo de hoy. Estamos en un mundo, dijo, con un gran desequilibrio entre los países; tres millones de personas mueren al año de enfermedades que hoy se pueden combatir. La NASA acaba de enviar un satélite a Júpiter mientras sigue habiendo millones de niños que mueren de hambre, y que no tienen acceso a la educación. 

Fotografía de familia de la reunión de Alianza de Civilizaciones, celebrada en agosto de 2014 en Bali (Indonesia). FOTO EFE

El panorama que presenta el terrorismo religioso es muy complicado, y supone una verdadera amenaza para la paz y el respeto de los Derechos Humanos. El extremismo no se limita a una religión determinada, es un fenómeno global que viene de diferentes países, no solo de Medio Oriente, también se da en Europa, sí, también tenemos terroristas en Europa, y constatamos que la mayoría de sus víctimas son musulmanas. Muchos de los grupos extremistas se confiesan musulmanes, y esto está dividiendo a los creyentes de esta religión.

Es necesario, dijo, analizar el contexto histórico del extremismo. La perversión religiosa es una de las causas. La modernidad pensó que la secularización reduciría la religión a un plano secundario, y hemos visto que esto no ha sido así. Las religiones constituyen un reto para esta situación. 

La gestión del conflicto es muy difícil para los antiterroristas. No existe una definición del extremismo violento, cada atentado tiene sus propias motivaciones, estrategias y razones. Al Qaeda y Boko Haram han dado una forma a este extremismo, y han superado fronteras. En el conflicto palestino-israelí, se presuponen unas causas, pero el tema va mucho más allá del propio conflicto. La mayoría de los ataque islamistas se atribuyen al ISIS, el autodenominado Estado Islámico. En todos estos conflictos, es muy importante el papel que juegan los medios de comunicación, y las redes sociales como medio difusor, y efecto amplificador. Por desgracia, las primeras víctimas de los atentados son los jóvenes; primero, en el reclutamiento, y, después, en las razones con las que pretenden justificar su inmolación. 

Ante los efectos que provocan los medios de comunicación, nos podemos preguntar: ¿Se ha de limitar a los medios la libertad de expresión? ¿Dónde se puede poner el límite? En el último atentado terrorista de California, la policía quiso acceder a la información del móvil del atacante, y estalló en la sociedad el debate entre la protección de los derechos civiles, y la protección de los derechos privados.

En la Alianza de Civilizaciones, tenemos que abordar todos estos temas con las Naciones Unidas. Siempre que hay un ataque terrorista, la gente se pregunta: ¿Y qué hacen las Naciones Unidas? Para que las Naciones Unidas puedan tomar la decisión de intervenir, tienen que estar de acuerdo todas las naciones. Estas decisiones se toman por unanimidad. A veces las situaciones son muy difíciles de resolver.

Por último, Nihal Saad formuló esta pregunta: ¿Qué tiene que ver con todo esto la Alianza de Civilizaciones? 

La Alianza de Civilizaciones, dijo, ha propuesto un plan de acción que comienza por la prevención, por buscar estrategias para prevenir, y después, encontrar caminos para contrarrestar las acciones terroristas. Ante el conflicto del extremismo violento, lo primero que intenta es abordar el tema desde sus raíces y desde sus seguidores. Para ello, hay varios caminos entre los que están el diálogo interreligioso, y la política. 

El plan de acción propone emprender acciones a largo plazo que impliquen a los gobiernos, a los sectores sociales, a figuras de relieve internacional, artistas, deportistas, líderes, a los que sigue mucha gente. El plan cuenta también con talleres de formación para jóvenes, porque los jóvenes no son los líderes del futuro, sino del presente; ellos son los que liderarán la sociedad de hoy y de mañana.

El curso finalizó con las palabras de clausura del profesor Fernando Amérigo, director y coordinador del curso, quien agradeció los intensos días vividos en esta “ágora”, dijo, abierta a la reflexión, al debate, al intercambio, al diálogo, en definitiva, al encuentro entre personas diferentes, para poder seguir investigando y trabajando en el tema que nos ha convocado y que se nos ha revelado como algo importante y necesario de cara al futuro. 





  1. http://www.kaiciid.org/es/qui%C3%A9nes-somos/gobernanza/embajador-%C3%A1lvaro-albacete 
  2. http://www.kaiciid.org/es/qu%C3%A9-hacemos 
  3. http://www.kaiciid.org/es/noticias-eventos/eventos/primer-taller-sobre-mapeo-de-la-paz 
  4. IUCCRR, Instituto Universitario de Ciencias de las Religiones de la UCM. Es un instituto universitario que estudia cuestiones religiosas desde una perspectiva académica y aconfesional. 
  5. http://www.exteriores.gob.es/Portal/es/PoliticaExteriorCooperacion/NacionesUnidas/Paginas/AlianzaCivilizaciones.aspx 
  6. Joan Hernández Serret. Profesor de la Universidad Internacional de Cataluña, Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Barcelona. Director del Grupo de Trabajo Estable de las Religiones (GTER). Coordinó el IV Parlamento de las Religiones, en 2004, con Raymond Panikkar. Ha dirigido la formación de 940 empleados públicos en el tema de la diversidad. 
  7. Choque de civilizaciones es el nombre de una teoría acerca de las relaciones internacionales. Tal como se conoce hoy en día, fue formulada en un artículo de Samuel Huntington aparecido en la revista estadounidense Foreign Affairs en 1993, y transformado posteriormente en un libro que se publicó en 1996
  8. Gustavo Suárez Pertierra. Director General de Asuntos Religiosos en 1982, tras la victoria del Partido Socialista Obrero Español en las elecciones generales. En 1984, Subsecretario del Ministerio de Defensa, y Secretario de Estado de Administración Militar en 1990. Ministro de Educación en 1993, designado por Felipe González. Se destacó por la regulación de la enseñanza religiosa, en conformidad con la aconfesionalidad que figuraba en la Constitución española de 1978, y que provocó ciertos enfrentamientos con sectores de la Iglesia Católica. En 1995 ocupó la cartera de Defensa hasta la victoria del Partido Popular en las elecciones generales de 1996
  9. http://www.pluralismoyconvivencia.es/

Inmaculada González Villa
Presidenta de la Asociación Ecuménica Internacional

Fotografías: KAICIID 






















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