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sábado, 2 de enero de 2016

¡NAVIDAD UNIVERSAL Y REAL!

¡Navidad universal y real! 

Un artículo de Jaume Terribas i Alamegó 

Relieve de la Catedral de Montevideo
(República Oriental del Uruguay - Foto: E. Ainsa -)

En nuestro mundo actual, se banaliza todo y pierde su valor profundo en casi todas las naciones, mediante el poder económico de las grandes empresas multinacionales y su implícita publicidad. Parece indiscutible que el fenómeno de dichas empresas es lamentablemente insuperable, pese a los esfuerzos de los pequeños países que intentan salvar sus economías, raíces, creencias o religiones propias. Todas son respetables y necesarias para la felicidad de la Humanidad. 

En estos días que buena parte del mundo celebra, como creyentes de nuestra fe cristiana (incluyendo los distintos matices) tenemos un punto de vista común, que es celebrar el nacimiento del niño Dios, es preciso reivindicar la justicia social universal, la auténtica Navidad, lo mismo da el lugar donde nos encontremos. 

Él que vino al mundo hace veinte siglos, en el lugar más humilde, nos dio el mensaje más importante que existe hasta hoy, durante su corta vida terrenal, “Amaros los unos a los otros como yo os he amado”. Amar es compartir y difundir el mensaje por doquier; las formas pueden ser múltiples pero la esencia es la misma, por ello, el deber de justicia alcanza lo material y lo espiritual y en consecuencia debemos -si podemoscelebrar su nacimiento con alegría desde cualquier rincón de la Tierra. El mensaje nos obliga por tanto a trabajar por la justicia universal auténtica, alejados del egoísmo y del materialismo hoy imperante que impide la implantación de la misma que nació y murió para dar ejemplo de paz universal. 

Por dicha exigencia evangélica, cada uno de nosotros, en su pequeño espacio vital y comunitario debe preservar sus raíces y su fe en un Dios todopoderoso y eterno. 

Ello no impide que, como hacemos en este país mediterráneo, que es Cataluña, en estos días de la Navidad, mantengamos la tradición (quienes confesamos la fe cristiana) de construir, familiarmente o en comunidad, la representación artística del nacimiento de Jesús, no solamente en Belén de Judea (Palestina) sino en nuestro propio país, y lo hacemos difundiéndolo con el nombre de “Pesebre” aludiendo al lugar donde comían los animales en tiempos de su alumbramiento como nos dice la historia. Esta representación artística, doméstica o no, se representa en nuestros propios paisajes catalanes y se conserva, habitualmente hasta la fecha del dos de febrero, cuarenta días después de Navidad en referencia a la presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén. 

La referida tradición catalana, tiene su origen en la representación hecha por San Francisco de Asís en una cueva de Greccio, pequeño pueblo de la región italiana de Umbria, a principios del siglo XIII.

 




Jaume Terribas i Alamegó
Cristianisme al Segle XXI
(Sant Cugat del Vallès - Barcelona)




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